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El entrenador del Athletic Club, Ernesto Valverde, ha reiterado que la temporada de su equipo es sobresaliente al conseguir el objetivo marcado a principios de año: volver a clasificarse para jugar una competición europea. A pesar de ello, ha asegurado que quieren ganar la Copa del Rey para poner la guinda. Y para hacerlo, necesitarán cometer “pocos errores. Es definitivo, uno de los dos va a salir campeón. Tenemos que minimizar errores y aprovechar las ocasiones que podamos tener. Si no es el rival más difícil, es uno de los más difíciles por el momento en el que está. Es un partido, tenemos opciones y hay que aprovecharlas. El Barça tiene ilusión por lograr el triplete, pero no deja de ser un título más y para nosotros es una oportunidad única”.
No tiene ninguna duda de que es “uno de los retos más difíciles” de la historia del Athletic: “Hay que creer en los milagros para que se produzcan. Y mucho, al cien por cien. Los partidos en el Camp Nou tienen dos problemas: son muy largos y esperas que el balón salga del campo, pero no sale nunca”. Reconoció en este sentido que posiblemente sea uno de los partidos más difíciles de su carrera: “Lo es por la trascendencia del partido, pero hemos ido a jugar con Almería y estábamos con 5 puntos, no era fácil. Estos partidos son difíciles pero ojalá que vengan muchos de estos y no de los otros. Cada equipo tiene su estilo, su forma de hacer las cosas y este sábado se tiene que ver en el campo. No podemos hacer cosas que no hayamos hecho hasta ahora. El rival nos respeta, nosotros a ellos por su envergadura, por lo que son. Tenemos que ser intensos porque nos conviene, tenemos que correr más que ellos”.
Además, tiene frescas las finales de 2009 y 2012 tras verlas en vídeo y, sobre todo, tiene en mente el 2-5 de San Mamés de este año: “No hicimos mal partido y nos metieron cinco, algo tenemos que cambiar o ser más certeros en nuestra puesta en escena. No sólo con el juego posicional, que son el mejor equipo del mundo, sino que han añadido un ataque temible con tres jugadores que van al espacio y te pueden sorprender a la contra. Messi cuando está bien es difícil de parar pero tenemos que intentarlo. Sabemos todo lo bueno que hace, qué voy a decir que no sepamos todos, y encima en los grandes momentos siempre aparece, en las finales no pasa desapercibido. Tenemos que intentar que eso que hace bien lo haga un poco menos bien. Pero tenemos lista de espera para parar a jugadores del Barça”.
En cuanto a jugar en el Camp Nou, le restó importancia: “La familiaridad con los espacios, esa pequeña ventaja la tienen, pero en cualquier otro sitio iba a ser igual de difícil porque el Barça ha hecho 45 puntos fuera en Liga. La sensación de reto por conseguir se amplifica. No va a ser fácil para nosotros pero tampoco para ellos, el ambiente será diferente y tenemos que lograr que el campo esté con nosotros”.
El genocidio de las abejas es todo un rompecabezas para la ciencia. Entre sus posibles culpables están hongos, virus y parásitos de los propios insectos polinizadores, la menor diversidad de flores de la agricultura moderna, el calentamiento global o pesticidas modernos como los neonicotinoides. Ahora, un doble estudio ha encontrado nuevas pruebas contra éstos últimos: las abejas prefieren el néctar con dos de los neonicotinoides más usados. Y, con el otro, los abejorros no crean nuevas colmenas.
Los neonicotinoides son toda una maravilla de la química moderna (ver apoyo). Basados en una compleja reformulación de la nicotina, por su mecanismo de acción, su inocuidad para los mamíferos o su aparente capacidad para discriminar entre insectos malos y buenos para la planta, se habían convertido en la gran promesa de la agricultura prolífica pero sostenible. Sin embargo, la acumulación de estudios llevó a la Unión Europea a prohibirlos en 2013, moratoria que tiene que revisar a final de año. Este plazo ha hecho que los investigadores se afanen en estudiar cómo afectan estos pesticidas a los polinizadores.
Las abejas y abejorros alimentados con sacarosa y pesticida tienden a comer menos
Esta semana, la revista Nature ofrece nuevos argumentos para que la moratoria pase de temporal a definitiva. Dos estudios, uno de campo y el otro en laboratorio, muestran la conflictiva relación entre neonicotinoides y abejas. Los resultados del segundo son los más impactantes: como los humanos con el tabaco, las abejas y abejorros prefieren el néctar que contiene estos pesticidas tan sofisticados, y eso que no le sacan sabor.
«La nicotina afecta a ciertos receptores neuronales del cerebro humano, y este es uno de los mecanismos que la hace adictiva para los fumadores», recuerda la coautora de este estudio, Geraldine Wright. «La diana molecular de los neonicotinoides en los insectos son esos mismo receptores. Sabemos que están distribuidos por todo el sistema nervioso del insecto», añade esta profesora de neuroetiología de los insectos de la Universidad de Newcastle (Reino Unido).
Wright y sus colegas realizaron una serie de experimentos con abejorros y abejas melíferas que desmontan algunas de las virtudes de los neonicotinoides. Varios estudios han sostenido que estos insectos evitan el néctar y polen de plantas tratadas con estos pesticidas. En sus ensayos, colocaron a los abejorros y las abejas en cajas durante 24 horas. Cada caja tenía tres tubos. Uno llevaba a una solución a base de agua. Otro a una basada en sacarosa, como ingrediente básico del polen y del néctar. En el otro tubo probaron diferentes dosis de los tres neonicotinoides más usados: clotianidina, tiametoxam e imidacloprid.
Salvo en el caso de las soluciones con clotianidina, en el resto, los insectos preferían libar de las que contenían los otros dos neonicotinoides en vez de hartarse de sacarosa. Y eso que ajustaron la dosis de pesticida a las observadas en entornos reales. Más sorprendente aún fue comprobar que, comparados con los de las cajas de control (que solo tenían o agua o azúcares), los insectos con pesticida a su alcance tendían a comer mucho menos, como si les saciara más el pesticida.
En una segunda fase, los investigadores se centraron en la química de este fenómeno. Querían saber si las soluciones con pesticida les gustaban más a las abejas y los abejorros. En realidad lo que buscaban era si los insectos, como estudios anteriores han sugerido para otras especies, evitan los neonicotinoides. Los animales con probóscide detectan los nutrientes gracias a unas neuronas gustativas que tienen en este apéndice, la mayoría de las veces extensible y retráctil, que les permite llegar a lo más escondido de la flor. Comprobaron que, en presencia de pesticidas, la probóscide no se retraía. También vieron que sus neuronas gustativas se excitaban ante la solución con alguno de los tres neonicotinoides.
Nuestros datos sugieren que la comida con neonicotinoides es más gratificante para las abejas», dice la autora de uno de los estudios.
«Nuestros datos sugieren que la comida con neonicotinoides es más gratificante para las abejas. Tiene el potencial de ser adictivo pero no lo hemos estudiado formalmente todavía», aclara Wright. La comparación con el efecto de la nicotina del tabaco en humanos es inevitable.
Sin embargo, los defensores de los neonicotinoides o, al menos, de la necesidad de más investigación, siempre han argumentado que los experimentos en laboratorio tienden a usar dosis de pesticidas mayores que en entornos reales. También aseguran que, en el campo, la mayor diversidad de fuentes de comida, mitiga el impacto real de estos insecticidas.
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Para comprobar estas debilidades, otro grupo de investigadores, cuyo trabajo también publica Nature, ha realizado uno de los mayores experimentos en entornos reales hechos hasta ahora. Seleccionaron 16 fincas del sur de Suecia, todas cultivadas con colza. En ocho de ellas, las semillas habían sido tratadas previamente con un pesticida a base de clotianidina y un fungicida no sistémico (una de las ventajas de los neonicotinoides es que aplicado en la semilla permanece y se extiende por toda la planta a medida que crece). En los otros ocho campos, la colza solo fue tratada con el fungicida.
En el entorno de las fincas estudiaron cuatro especies de insectos polinizadores: un abejorro, la abeja solitaria Osmia bicornis, colonias de abeja silvestre y, por último, colmenas de abeja europea o melífera. Las controlaron durante un año, en especial, en la floración de la colza. Encontraron cuatro fenómenos destacados.
En primer lugar, vieron que la densidad de población de abejorros y abejas salvajes era menor en las zonas cercanas a los campos de soja tratadas con el neonicotinoide. De hecho, esta densidad aumentaba a medida que se alejaban de la finca. En cuanto a la abeja solitaria, vieron un comportamiento muy diferente entre las nacidas en zona de pesticida y las que se habían criado libre de su influjo: en seis de las últimas fincas, las abejas construyeron sus propias colmenas por ninguna en los otros campos.
Algo similar comprobaron con los abejorros (Bombus terrestris). Estos insectos sociales también tienen una reina que se apoya en decenas o centenares de trabajadores. Cada año, las nuevas reinas deben emigrar y crear su propia colmena. Los investigadores colocaron seis colmenas comerciales (de las que se usa para polinizar) en cada campo. Al acabar la temporada de floración vieron que en los campos de soja con clotianidina el número de nuevas colmenas era muy inferior. No solo eso, sus colmenas originales no habían ganado peso, un indicador directo de que o habían recolectado menos polen y néctar o el número de trabajadores se había reducido. Ambos datos reflejarían una peor salud de la colmena.
Sin embargo, los investigadores no encontraron que las abejas melíferas se vieran perjudicadas por la clotianidina. A diferencia de los abejorros o la abeja silvestre, el número de ejemplares adultos en las colmenas no era muy diferente entre las instaladas en unos campos u otros. Esta buena noticia para la Apis mellifera tendría que ser investigada más a fondo. En todo caso, los autores de la investigación creen que este resultado aconseja no usar estas abejas como modelo para los estudios sobre el impacto de los futuros plaguicidas neonicotinoides.
«En este punto, ya no es creíble sostener que el uso agrícola de los neonicotinoides no daña a las abejas silvestres», dice el entomólogo Dave Goulson, uno de los mayores expertos en insectos polinizadores, que no ha participado en ninguno de estos dos estudios. En cuanto a las abejas melíferas, Goulson opina que deben contar con una ventaja que las haga más resistentes, quizá su mayor número por colmena.
Preguntada por la moratoria sobre el uso de los neonicotinoides en Europa, la bióloga británica Geraldine Wright cree necesario hacer un balance entre los costes y beneficios de su prohibición: «Si valoramos a nuestras abejas y los otros polinizadores, deberíamos prohibir el uso de estas sustancias en los cultivos con flores donde estos polinizadores estén en peligro de entrar en contacto con ellas».
Documento: ‘Seed coating with a neonicotinoid insecticide negatively affects wild bees’
John Ellis nació hace 68 años en Hampstead, al norte de Londres. De niño no le gustaba la literatura, así que leyó muchos libros de ciencia e historia en la biblioteca pública. A los 12 años ya sabía que quería dedicarse a la ciencia básica. Fue el primero en su familia en ir a la universidad y, con los años, se convirtió en uno de los físicos teóricos más influyentes de su generación. Ellis trabaja actualmente a caballo entre el laboratorio europeo de física de partículas CERN y el University College de Londres. Hace años, cuando sus dos hijos le preguntaban a qué se dedicaba, usaba las preguntas del cuadro de Paul Gauguin ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos? De visita en Madrid para impartir una conferencia organizada por la Fundación Banco Santander, Ellis explica en esta entrevista cómo espera buscar respuestas a esas preguntas gracias al mayor acelerador de partículas del mundo, el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), y con futuras máquinas aún más potentes.
Pregunta. ¿Por qué es necesario construir aceleradores de partículas cada vez más grandes para entender mejor el universo?
Respuesta. Volviendo a las preguntas del cuadro de Gauguin. ¿Qué somos? Es la estructura de la materia. ¿De dónde venimos? ¿Qué pasó al inicio del universo? Con el acelerador hacemos choques de partículas a muy altas energías. Estos choques son como los que había en el universo muy joven, cuando tenía una edad de menos de un microsegundo. Y así podemos aprender las leyes del universo.
P. ¿Y qué será especial en este nuevo arranque del LHC?
R. Este año vamos a hacer colisiones con energías dos veces mayores que en el pasado y así tendremos posibilidades de crear partículas más pesadas. El bosón de Higgs no es tan pesado y tal vez con una energía más alta podremos descubrir otras partículas todavía más pesadas.
P. ¿Cuáles de ellas pueden ser nuevas?
R. Un problema que me interesa mucho es la materia oscura. Sabemos que en el universo hay seis veces más materia invisible que visible. Los físicos teóricos tenemos una teoría de la materia visible, se llama el modelo estándar. Con el descubrimiento del bosón de Higgs descubrimos el último pedazo de esta teoría. Pero sabemos que hay cosas más allá del modelo estándar. Por ejemplo no se puede hacer materia oscura con materia visible porque no da luz, ni interacciona con las otras partículas. Por lo que tal vez la materia oscura sea otra clase de partícula. Hay diferentes teorías sobre la naturaleza de estas partículas. Yo estoy estudiando una que se llama supersimetría. Según ella, por cada partícula conocida hay otra con propiedades internas idénticas, con la misma carga eléctrica, pero con un espín diferente. El espín es el momento angular. Es como si todas las partículas fueran bailarinas haciendo piruetas. Algunas dan vueltas muy rápido y otras más despacio. La supersimetría es la única teoría que podría conectar las partículas que giran a velocidad diferente, es decir, con diferente espín.
P. Ha llevado mucho tiempo descubrir el bosón de Higgs tras ser teorizado en 1964 ¿Cuánto cree que se puede tardar en alcanzar esos nuevos campos de la supersimetría y la materia oscura?
Tal vez podamos ver materia oscura o incluso agujeros negros, estamos en tierra incógnita
R. Quién sabe. Sabemos que con las energías más altas podremos estudiar más en detalle el bosón de Higgs. Y averiguar si es verdaderamente el bosón de Higgs del modelo estándar u otra cosa. Hay teorías que dicen que es una partícula compuesta de partículas elementales y estamos haciendo estudios sobre eso. Los estudios del bosón son la parte garantizada en esta ronda de experimentos. Tal vez podamos ver también materia oscura o incluso agujeros negros, estamos en tierra incógnita
P. ¿Agujeros negros?
R. Según algunas teorías, sí. Más allá de las tres dimensiones espaciales que conocemos tal vez haya más dimensiones, pero muy chiquitas. Algunas de estas teorías dicen que la gravedad se vuelve fuerte con las energías de las partículas en el LHC. Según ellas se podrían juntar dos quarks y crear un agujero negro, muy, muy pequeño, nada que ver con los agujeros negros astrofísicos. Sería muy interesante porque se podría estudiar la gravedad cuántica en el laboratorio, algo que nunca se ha podido hacer.
P. En la actualidad usted trabaja en el diseño de los aceleradores del futuro ¿Cómo serán?
R. Con el descubrimiento del bosón de Higgs estamos pensando qué hacer después del LHC. Una posibilidad es hacer chocar electrones con antielectrones, es decir, positrones. Así se pueden medir propiedades de partículas conocidas con alta precisión, pero a cambio no puedes alcanzar energías muy altas. Otra posibilidad sería otro colisionador de protones con más energía. Así podríamos obtener más partículas supersimétricas , pero tal vez las colisiones serían menos limpias, lo que restringiría nuestras posibilidades para medir las propiedades del Higgs. Hay que hacer un equilibrio entre las dos posibilidades. En el CERN estamos considerando hacer otro túnel tal vez tres veces más grande que el del LHC. Podría tener un acelerador de electrón y positrón o un acelerador de protones, ambos circulares. Estamos estudiando las posibilidades técnicas. La semana pasada hubo una conferencia en Washington para discutir posibilidades, averiguar el progreso técnico, etcétera. Todo el mundo pensó que el proyecto era un éxito, pero hay que trabajar más para mejorar los detalles y, claro, una cuestión sería su coste.
Hay un valor cultural en comprender mejor cómo funciona el universo
P. ¿Sabe más o menos cuánto costaría?
R. No tenemos idea. Hay que pensar siempre en buscar soluciones técnicas en el coste y estamos al principio del camino. El LHC está un poco al oeste y al norte de Ginebra. Este nuevo acelerador tendría un anillo de hasta 100 kilómetros de circunferencia y sería mucho más grande que todo el cantón de Ginebra.
P. ¿Si consiguen el dinero, cuándo comenzaría a funcionar?
R. Quién sabe. Los primeros estudios del LHC los hicimos en 1984, la primera conferencia sobre la física posible. Tal vez el futuro acelerador marcharía en 30 años.
P. ¿Cómo justificaría la necesidad de construir esta máquina ante los políticos de cada país, que deben dar el visto bueno?
R. No sé si tengo buenos argumentos. Pero hay argumentos que me parecen importantes. Creo que hay un valor cultural en comprender mejor cómo funciona el universo, cómo comenzó y evolucionó. Con la física de partículas estamos estudiando las leyes básicas de la física. ¿Cómo aplicar estos conocimientos después? No sé. Pero sí sé que en el pasado hubo físicos teóricos que descubrieron la antimateria, que fue descubierta años después en los rayos cósmicos y que ahora se utiliza para la diagnosis médica. Cada año hay miles de personas que tienen una diagnosis con tomografía por emisión de positrones o PET. Y, claro, también la comunidad de física de partículas es una comunidad global. Tenemos más de 10.000 físicos de unos 100 países trabajando con el CERN. Esto es también un experimento político. Me acuerdo que hace varios años vino Shimon Peres, expresidente de Israel. Él dijo que el tipo de organización que hicimos podría ser un ejemplo para muchos otros campos, no solo de estudio, sino de acción humana. Por ejemplo, los estudios del clima. Hay aspectos puramente científicos y para mí sería mucho mejor estudiarlo de forma unida y tal vez el CERN podría ser un ejemplo.
Joan Pere Barret es el cirujano que, al frente de un equipo de 45 profesionales, ha practicado en el hospital Vall d’Hebron de Barcelona el trasplante de cara —desde los pómulos hasta las clavículas— “técnicamente más complejo” del mundo, como él mismo destaca, desde que se inició la técnica en 2005. En la misma operación, que se anunció esta semana, se intervino al paciente de una enfermedad que amenazaba con acabar con su vida.
Pregunta. ¿Qué problema tenía el paciente?
Respuesta. Sufría una grave malformación vascular, una conexión aberrante entre venas y arterias. El origen estaba en la base de la lengua, pero se había extendido hacia la garganta, el cuello y los tejidos de la cara. En cualquier momento podía sufrir una hemorragia masiva. Vivía con la incertidumbre de no saber si se iba a despertar el día siguiente. Era una bomba de relojería en el cuerpo.
P. Y el mejor tratamiento era el trasplante.
R. Se habían intentado varias alternativas: terapias con láser, extirpaciones parciales, antiangiogénicos para detener la creación de vasos… Pero consideramos que la mejor opción era la extirpación del tumor arterial, y ello implicaba el trasplante.
P. Hasta ahora, los trasplantes de cara practicados [una treintena en el mundo desde 2010, este es el cuarto en España] nunca habían tratado de curar al paciente de una enfermedad mortal, sino de mejorar su calidad de vida.
R. Esta intervención supone un paso adelante. Hasta el momento, se trataba de corregir graves deformidades anatómicas, cosméticas, estéticas que impedían llevar una vida social normal y resolver problemas funcionales de calidad de vida (poder comer, hablar bien). Nosotros hemos hecho todo esto pero, además, hemos curado al paciente. Esta novedad ayudará a plantearse otras indicaciones aún más importantes para el trasplante de cara. Por ejemplo, ante enfermedades autoinmunes o patologías congénitas de todo tipo que cursan con enfermedades degenerativas de la cara. O, por qué no, para tumores de cara. Aunque la inmunosupresión nos va a dar algún problema, si estamos trasplantando hígados en hepatocarcinomas, quizás en un futuro nos podemos plantear dar el paso del trasplante para controlar la enfermedad u ofrecer esta intervención ante tumores no operables para alargar la expectativa de vida del paciente.
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P. ¿Qué riesgo había en la intervención?
R. El riesgo de muerte en la operación era altísimo [por hemorragia]. Estimamos una probabilidad de entre un 15% y un 20%, aunque como nunca se había hecho una intervención de este tipo, quizás fuera mayor.
P. ¿Cómo reaccionó el paciente al decírselo?
R. Nos dio la respuesta que esperábamos para considerar que había una buena indicación para el trasplante. Dijo que lo que tenía no era vida y era peor que estar muerto. Y que necesitaba hacer algo para afrontar la vida que quería con su familia, por ello aceptó.
P. Luego pasó dos años en lista de espera hasta que se le opera. ¿No es mucho tiempo?
R. Es verdad que en los otros tres casos de trasplante de cara en España pasaron meses, Pero no es normal tener tanta facilidad para dar con el donante. Primero por la longevidad, necesitas a una persona de edad similar, en la misma década, (tiene 45 años), y los donantes son cada vez más añosos. Además, se han de cumplir otros requisitos de compatibilidad de grupo sanguíneo, de tejidos (histocompatibilidad), ausencia de enfermedades infecciosas… También de peso, estatura, que tuviera una forma de la cara similar, de perímetro craneal, del tono de la piel. Y una vez se encuentra el potencial donante, la familia tiene que acceder a la donación.
P. Supongo que no es lo mismo acceder a donar un órgano interno que una cara. ¿Hubo rechazos previos antes de dar con el donante definitivo?
R. Hubo alguno, pero no sabría decir cuántos. Hay gente que accede a donar los órganos, pero llegado al punto de la cara te dice: no puedo. Es comprensible, la imagen que tenemos de la persona y en lo que pensamos cuando la recordamos es su cara, es un gran paso de solidaridad acceder también a la cara y entiendo que es difícil. En todo caso, hay que reconocer la gratitud de quien dona aunque sea solo una córnea. Recuerdo que cuando iniciamos el programa de trasplante de cara hablé con nuestra coordinadora y le plantee esta cuestión, si habría donantes. Me contestó que no habría problema y que tendríamos porque hay familias que lo donan todo. que tienen un gran sentido de la solidaridad.
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P. ¿Cómo se convence a una persona para que done la cara de un familiar?
R. Nunca se convence a la gente, nunca. Ni para la cara ni para donar cualquier otro órgano. Se informa. Llegado el momento se pone sobre la mesa la posibilidad de donación y se explica que no hay respuestas erróneas o correctas, que la respuesta buena es la que den, sea sí o sea no.
P. La operación duró unas 30 horas, 27 en quirófano. ¿Por qué fue tan larga?
R. Hay que tener en cuenta que no fue una intervención, sino tres. Primero la extracción de la cara del donante, luego la del receptor y la intervención por la malformación vascular, que en sí misma es otra operación, y, finalmente, el injerto.
P. ¿Estuvo las 27 horas con el bisturí en la mano?
R. Con el bisturí, con las tijeras, dirigiendo… Con paradas para tomar café, comer algo e ir al baño. La cirugía no para en ningún momento. Los anestesistas nos iban marcando el ritmo de la operación. Ellos se encargan de transfundir al paciente a medida que pierde sangre. Si, debido a la cirugía, especialmente al retirar malformación vascular, la hemorragia era muy elevada cabía la posibilidad de que no pudieran reponer sangre al mismo ritmo, y entrara en parada cardiorrespiratoria. Por ello estábamos en comunicación continua con los anestesistas, que nos daban la pauta para bajar el ritmo, acelerar o parar en función de la pérdida de sangre.
P. ¿Cuál fue el momento más delicado?
R. La extirpación del tumor vascular. Después de muchas horas, tras extraer la cara del donante y la del receptor, tanto la parte exterior como la faringe, lengua, boca y las zonas profundas del cuello, llega el Alpe d’Huez. Y hay que subirlo después de varios picos de primera categoría.
P. ¿Cómo estaba el ovillo vascular?
R. La situación era mala, la esperada. Era un absoluto infierno, donde tocabas sangraba.
P. Y, tras retirar la malformación, se afronta el trasplante en sí.
R. La operación empezó hacia las 18.30 [fue a mediados de febrero, la fecha no se ha difundido para preservar el anonimato del donante]. A mediodía del día siguiente ya teníamos todo extirpado y comenzó el implante de la cara. A pesar de ser complejo, era un territorio ya conocido, ya lo habíamos hecho en nuestro primer trasplante en 2010: recomponer la faringe, colocar la lengua, empalmar nervios, vasos, unir músculos y el resto de tejidos… Sabes que te quedan muchas horas por delante pero vas más relajado, ya no hay riesgo de encontrar sangrados. Acabamos pasadas las 21.30.
P. ¿Cómo está el paciente?
R. Muy bien. En casa. Con el agobio normal, nuestro y suyo, porque no es igual tenerlo aquí, en el hospital 24 horas al día que estar en el domicilio. Estamos todos adaptándonos a esta fase.
La expectativa es una recuperación muy buena, aunque depende del crecimiento de los nervios
P. ¿Qué movilidad facial recuperará?
R. La expectativa es una recuperación muy buena, aunque depende del crecimiento de los nervios. Sabemos que los fármacos inmunosupresores ayudan a la regeneración nerviosa, por lo que va más rápido que lo que es habitual en otros pacientes, pero hasta 2016 no podremos valorar bien el nivel de función que vamos a conseguir.
P. ¿Cómo ha asumido su nueva cara?
R. De todo lo que supone la operación, yo diría que el impacto de la nueva cara es lo de menos para el paciente. Incluso para la familia. Se acepta en seguida. No ven la cara, sino a la persona querida, que se encuentra bien después de haber pasado por una situación de máximo riesgo. La aceptación es rapidísima.
P. Un neurocirujano italiano dijo hace un mes que en 2017 sería viable un trasplante de cabeza. ¿Coincide con él?
R. La última frontera del trasplante está en el sistema nervioso central, lo que nos limita es la conexión de la médula espinal. No hay evidencia científica que esto se pueda hacer y 2017 me parece muy pronto. Pero no puedo negar que llegue un momento en el que técnicamente sea posible. La frontera es el trasplante de médula, y no creo que sea infranqueable. Lo malo es no poder estar aquí los próximos 100 años para ver todas las maravillas que, sin duda, van a suceder.