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Los coches que sufran un accidente llamarán al 112 de forma automática

Todos los nuevos vehículos en circulación en Europa, a partir del 31 de marzo de 2018, tendrán que incorporar de un dispositivo eCall, que avisa automáticamente a un centro de emergencia (112) de que se ha producido un accidente y le envía un paquete de datos básicos sobre lo ocurrido. Así los servicios ganarán un tiempo precioso para la asistencia de urgencia y el rescate de los heridos. El sistema también permitirá que el 112 conecte de inmediato con el interior de los vehículos para que los técnicos de emergencias evalúen la situación de los pasajeros conscientes.

Así funciona el sistema automático de llamadas al 112. / EUROPARLTV.EU

El Parlamento Europeo, que ha aprobado esta mañana la medida, calcula que podrán salvarse unas 2.500 vidas al año —en 2014, 25.700 personas fallecieron por esta causa en Europa—y también reducir la gravedad de los heridos en los minutos posteriores, cruciales, tras un accidente.

El Parlamento Europeo calcula que podrán salvarse unas 2.500 vidas al año

Los costes de instalación, de unos 100 euros por vehículo, recaerán en los fabricantes y la adaptación de los servicios de emergencia de cada país será responsabilidad de la Administración. En el caso de España, las comunidades autónomas.

La posición y el momento preciso en que se ha producido el accidente, la dirección que llevaba el vehículo justo antes del accidente, el tipo de combustible que emplea, el número de pasajeros y el número de bastidor son los datos que remitirán estos dispositivos a los servicios de emergencia.

El sistema también permitirá que el 112 conecte de inmediato con el interior de los vehículos para evaluar la situación de los pasajeros conscientes

Para Enrique Zapico, responsable del Departamento de electromecánica de CEVISMAP, «el tipo de combustible es esencial para alertar por riesgos de explosión y la dirección lo es, en especial, en el caso de autopistas, porque permite saber de antemano que el vehículo ha caído en una mediana de difícil acceso, por ejemplo». El sistema eCall también permite que sea el conductor o los pasajeros quienes avisen manualmente al 112.

Una de las características más útiles del sistema estriba en que da prioridad a estos avisos sobre otros recibidos por el 112, que sabrá de manera automática que se trata de un aviso por accidente de tráfico.

La aprobación de la medida se ha visto obstaculizada por algunos países y fabricantes de vehículos, aunque en los debates han abundado los posibles conflictos por el uso y privacidad de los datos. La resolución del Parlamento Europeo establece que los sitemas borrarán gradualmente los datos de posición no utilizados.

En el trasfondo de la discusión, según Zapico, pueden estar las grandes diferencias de implantación y calidad de los servicios de emergencia en cada país. «España cuenta con uno de los mejores, en parte por la necesidad de respuesta rápida a los atentados terroristas que sufría el país. Reino Unido y Francia, por el número de su parque de vehículos y las extensión del territorio, han sido de los más reticentes».

A la adopción de esta medida se han sumado también tres países del Espacio Común Europeo: Islandia, Noruega y Suiza.

Algunos vehículos ya incorporan sistemas similares de serie —es el caso de la mayoría de nuevos vehículos de Peugeot y Citröen—, que avisan a un centro de llamadas del fabricante que, a su vez, determina si es preciso avisar a los servicios de emergencia. En otros vehículos es posible implantar un sistema parecido, con un coste aproximado de 200 euros anuales.

Aunque el sistema puede incorporarse a cualquier vehículo, incluido las motos, solo será obligatorio en los denominados M1 (para transporte de pasajeros y que no contenga más de 8 asientos además del asiento del conductor) y N1 (para transporte de carga y con un peso máximo que no exceda las 3,5 toneladas).

¿Cuánto engorda un cubata?

Hay quien se refiere a ellas como las calorías invisibles. Mientras los alimentos envasados deben llevar claramente indicado su contenido en calorías, no sucede lo mismo con las bebidas que superan 1,2 grados de alcohol. La normativa europea, aprobada en 2011, eximió a las botellas de cerveza, vino o licores de reflejar esta información hasta que la Comisión tome una decisión definitiva, que debería manifestar antes del año 2016.

Ante este escenario, dos iniciativas –una desde el ámbito científico, otra desde el político- han puesto el foco esta semana sobre la misma cuestión: la necesidad de incluir en el etiquetado de las bebidas alcohólicas los datos sobre el número de calorías dado el impacto que tienen en el sobrepeso y la obesidad (y su desconocimiento por parte de la mayoría de los consumidores).

“No hay ninguna razón por la que las calorías del alcohol merezcan un tratamiento diferente a las de la comida”, plantea Fiona Sim, la presidenta de la Royal Society for Public Health británica en un artículo que hoy publica el British Medical Journal. El título del texto no puede ser más explícito: “Las bebidas alcohólicas contribuyen a la obesidad y deberían incluir un cómputo de calorías obligatorias”.

En plena derrota en la batalla mundial contra la obesidad, Sim plantea que la ausencia de información calórica en las bebidas alcohólicas es un lujo que la sociedad no se puede permitir, ya que alimenta el desconocimiento sobre el impacto de estos productos en el sobrepeso de la población. La autora del artículo pone como ejemplo un estudio hecho en 2.117 adultos en el que el 80% desconocía el contenido en calorías de las bebidas más comunes. “La mayoría de las mujeres desconoce que dos copas grandes de vino tienen 370 calorías, lo que representa una quinta parte de su ingesta de energía diaria”, añade.

Trabajos de la sociedad de salud pública británica elevan al 10% la aportación de las calorías procedentes del alcohol en la dieta de bebedores sociales. “En España no contamos con trabajos de este tipo, pero yo diría que, como mínimo, la cifra debe ser la misma”, indica Felipe Casanueva, presidente de la Sociedad Española del Estudio de la Obesidad.

El experto en obesidad coincide con la preocupación de la especialista en salud pública británica. “Hay una completa ignorancia sobre el aspecto calórico de las bebidas alcohólicas”, explica, “es una cuestión que me preocupa bastante”. Mientras la convivencia con el alcohol “se maneja en España bastante bien” y se tiene muy presente cuestiones relacionadas con la conducción o las consecuencias del abuso, el también director científico del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (Ciber-obn) destaca que, entre los bebedores sociales, rara vez se piensa en que el alcohol supone “una parte muy importante de la ingesta calórica y contribuye a la obesidad”. No solo eso: “Se trata de calorías de bajísima calidad nutritiva, y que, además no sacian”.

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Por ello, Casanueva también apuesta por incluir datos sobre el contenido en calorías y que, para ello, se empleen parámetros entendibles: “Mejor hablar de calorías en una lata, un vaso o un chupito que centímetros cúbicos, por ejemplo”.

Además del alegato científico de Fiona Sim, el debate sobre el etiquetado ha recalado esta semana en el Parlamento Europeo. Desde el martes, los diputados debaten un proyecto de resolución -que se vota este miércoles- que plantea “la urgente necesidad de mencionar claramente en el etiquetado, como mínimo, el contenido calórico de las bebidas alcohólicas”, y pide la Comisión “que presente la correspondiente propuesta legislativa”, de cara a que se incorpore a la nueva estrategia de la UE en materia de alcohol (2016-2022).

No es la primera vez que se intenta una medida similar. La presidencia sueca de turno de la Unión Europea en 2011 ya lo propuso y fracasó. Estados Unidos incorporará en el etiquetado las calorías a partir de diciembre de este año, aunque solo en las bebidas servidas en restaurantes. En Europa, Irlanda ha tomado la delantera y prepara una ley para obligar a las empresas a reflejar esta información en las botellas.

Fuentes de la Federación Española de Bebidas Espirituosas (FEBE) han indicado que prefieren no manifestarse sobre la idoneidad de incluir la información sobre el contenido de calorías hasta que se pronuncie la Comisión Europea. «Acataremos lo que decida, a día de hoy estamos cómodos con la situación actual», añaden desde la federación.