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¿Vuelve Renault? La compra de Lotus y las fichas del dominó que caerán después

“Estamos estudiando muchas opciones, incluyendo dejar la Fórmula 1”. En marzo, Cyril Abiteboul, responsable de Renault, desveló que el fabricante francés estudiaba su estrategia de los últimos años valorando también la adquisición de un equipo de la actual parrilla. Parece que el fabricante francés está cerca de ello.

Las últimas noticias filtradas en la prensa, y que El Confidencial ha podido confirmar, señalan que las conversaciones estarían muy avanzadas para cerrar un acuerdo con Lotus, cuya estructura fue la base de la anterior etapa de Renault como equipo oficial. Y aunque se trate del juego paralelo de un proceso de negociación que también incluiría a Toro Rosso, todo indica que su presencia en la Fórmula 1 se ampliará al papel de mero suministrador de motores.

Una estrategia y un retorno de doble filo

Abiteboul señalaba las líneas clave en la estrategia marcada por la cúpula de Renault: “Si sentimos que somos un jugador con credibilidad en el deporte, que somos capaces de competir junto a las mejores marcas y que la Fórmula 1 es buena para nosotros a medio plaza como marca, entonces tenemos que ver qué más podemos hacer. ¿Algo más que lo que estamos haciendo?”.

Una pregunta que se podría responder con otras. Con Audi, Toyota, Porsche y Nissan (grupo Renault) en el Mundial de Resistencia y Mercedes, Ferrari (Fiat) y Honda en la Fórmula 1, semejante desembarco no se conocía desde la era turbo de los ochenta. ¿Sería capaz de retirarse Renault en momentos de competitividad cuestionada? ¿Qué mensaje se estaría lanzado al mercado? ¿Cabe entonces elevar el tiro hacia objetivos más ambiciosos que supongan mayor control de toda la operación en la Fórmula 1?

Desde su asociación con Red Bull, Renault se vio atrapado ante un arma de doble filo ‘marketiniano’. Cuando el equipo austríaco ganaba títulos, la gloria se trasladaba hacia la habilidad técnica y aerodinámica de Newey con el nombre de Infiniti en los flancos del monoplaza azul. Pero la visualización de su fracaso híbrido se ha multiplicado exponencialmente como no lo hacían sus éxitos hasta 2013, cuando los propulsores franceses coadyuvaban decisivamente en el rendimiento de escapes de soplado.

¿Red Bull, un equipo cliente secundario? Sí, claro…

De confirmarse finalmente el salto cualitativo de Renault, su impacto sería notable para la Fórmula 1. En primer lugar, para la imagen del deporte. Cuando la disciplina busca el norte con una brújula errante, otro equipo estrictamente oficial otorgaría un plus de credibilidad, con tres grandes multinacionales representados directamente. Y, quién sabe, también cabe un rival de mayor entidad en el futuro para Ferrari, Mercedes y McLaren Honda frente a la actual de Lotus y Toro Rosso.

Sin embargo, la presencia oficial de Renault abriría campo a otro tipo de especulaciones y posibles escenarios. La pasada temporada, los responsables del equipo forzaron una reestructuración para responder a los errores de planificación, diseño y desarrollo en el arranque de la tecnología híbrida. Se produjo un proceso de mayor integración entre ambas estructuras con presencia de técnicos del equipo austríaco en Viry Chatillon y posición preferente para la escuadra de Christian Horner. ¿Cabe imaginar ahora que Red Bull se convierta en el futuro en una suerte de Lotus o Williams a partir de una hipotética adquisición de otro equipo?

¿Compuestos y sin novia?

En la Fórmula 1 no se da puntada sin hilo. Y si cabe que Renault termine como protagonista de su propio destino, es posible que antes se haya calibrado hipotéticos movimientos de Red Bull hacia otros horizontes. Nada tan duro para su imagen que quedar desplazado de una Fórmula 1 sin clientes. Con Caterham fuera, que Dietrich Mateschitz y compañía apuesten por otras opciones mecánicas dejaría a Renault compuesto, sin novia y con la cara colorada ante la opinión pública. Mejor mover ficha antes con una decisión que daría respuesta a un amplio árbol de intereses.

¿Qué opciones estratégicas tiene ante sí el fabricante de bebidas? “Solamente seguiremos en Fórmula 1 si tenemos un equipo competitivo y para ello necesitamos un motor competitivo”, declaraba Mateschitz en abril: “Y si no tenemos uno, podemos competir con el mejor coche y los mejores pilotos, pero sin opciones para lograr la victoria. El problema es que no podemos controlarlo”.

La margarita a deshojar por parte de Audi

El mismo Mateschitz reconocía que no son “un fabricante de automóviles y, por tanto, no podemos justificar la inversión” de desarrollar sus propios motores híbridos. Entonces, ¿cabe asociarse con algún otro fabricante? “Queremos un motor competitivo a corto plazo, por lo que o llega Audi o estamos fuera”, declaraba recientemente Helmut Marko. Tras la retirada de la cúpula de Volkswagen del gran opositor a la Fórmula 1, Ferdinand Piech, desde Audi se han enviado mensajes contradictorios a un posible desembarco en la especialidad.

En la Fórmula 1, muchas veces la negación del rumor es la antesala de su confirmación. De momento, muchas son las consideraciones a valorar para la entrada de Audi. Desde el compromiso de Red Bull con CVC hasta 2020 para seguir en la especialidad con todos los beneficios económicos subsiguientes, hasta la coincidencia de dos marcas del grupo (Audi y Porsche) en el mismo campeonato (WEC y Le Mans), pasando por la oportunidad de hacerse con uno de los mejores equipos de la especialidad. La maniobra ofrece hoy un sentido estratégico y una oportunidad innegable.

Puede que en las próximas fechas Renault anuncie su retorno a la Fórmula 1 como equipo oficial. Sería una de las primeras fichas de dominó que hará que otras caigan…

Nigel Roebuck: "Ver a Fernando Alonso al fondo de la parrilla es un chiste"

Nigel Roebuck es uno de los más veteranos y respetados periodistas británicos en la Fórmula 1. Desde 1971 ha vivido todo con una visión en la que la faceta humana ha sido protagonista de sus crónicas, columnas y reportajes. Su columna semanal en la revista británica Autosport fue referencia durante décadas. Mezcla de pasión, rigor y ecuanimidad a partes iguales, El Confidencial mantuvo una larga y apasionante charla con Roebuck en Montmeló, tan interesante de leer como de escuchar en primera persona. Aviso para caminantes: es larga pero, eso sí, sin el menor desperdicio.

Pregunta: Prácticamente lo ha visto todo en Fórmula 1 desde los años setenta. ¿Cómo se siente en esta Fórmula 1 actual? ¿Y en relación al pasado?

Respuesta: No sé cómo empezar. (Lo piensa mucho). La cuestión es que sigue tratándose de un ejercicio en el que alguien llega antes a la meta que los demás. Esto nunca cambiará, pero en cualquier otro aspecto, la Fórmula 1 ha cambiado enormemente. Supongo que lo primero a decir es lo muy segura que es ahora en relación a cómo era. En mi primer año en la Fórmula 1, en 1971, fui a dos funerales, el de Pedro Rodríguez y el de Jo Siffert. No era algo inusual, era algo normal.

Y creo que, sin duda, en aquellos tiempos había una camaradería entre los pilotos que no se da ahora. Sé que Vettel y Raikkonen son buenos amigos, pero es algo inusual. Entonces, camaradería era la palabra adecuada. Todo era mucho más informal, no había relaciones públicas,  comunicados, ruedas de prensa, ni televisiones. Obviamente, entonces también hacían faltas declaraciones, pero como no había comunicados, tenías que ir a buscar al piloto y conseguir las tuyas. Y cada reportaje de la carrera era diferente al de otros periodistas porque tenía mis propias declaraciones de Mario Andretti, por poner un ejemplo. Solías leer a otra gente más que ahora porque aprendías.

Debido a lo anterior, los pilotos eran mucho menos exclusivos. Tomaban vuelos comerciales y viajabas con cuatro o cinco pilotos en el avión. Esto ayudaba a la amistad. Y si algo ocurría en una carrera y dos pilotos se enfadaban, frecuentemente lo discutían en el avión de vuelta a casa y lo arreglaban. 

Como tenías que hablar con ellos después de la carrera, los periodistas se llevaban mejor con los pilotos. Ha habido auténtica amistad entre pilotos y periodistas. Cuando empecé me hice muy amigo de Chris Amon, hace 44 años, y todavía somos amigos hoy. Hace poco tiempo hablaba con Mario Andretti y me decía lo mismo. En aquellos días todos éramos parte del circo. Ahora, no creo que sea el caso. Es una pena, pero no sólo ocurre en la Fórmula 1. También en otros deportes, donde las estrellas reciben cantidades ridículas de dinero. Mira Lewis Hamilton, con su avión está un día en el boxeo, al otro en Nueva York, luego Italia y después viene aquí (Montmeló).

P: Hablaba de acudir a funerales y la semana pasada se conmemoraba el fallecimiento de Gilles Villeneuve, un piloto del que era amigo personal. Como periodista, ¿cómo se sentía acudiendo a funerales de pilotos a los que uno estaba íntimamente unido?

R: Fue muy duro, como si perdieras a cualquier amigo, fue horrible. Prácticamente, éramos de la misma edad y no esperas perder un amigo a los treinta y pocos, pero lo difícil de creer es que ocurría, siempre había sido así y lo asumías. Phil Hill me decía una vez que nunca les pasaba por la cabeza que las carreras fueran algún día seguras; era peligroso, lo aceptábamos y si querías, lo hacías.

Un periodista que murió el pasado año, Eoin Young, que empezó antes que nosotros, me dijo una cosa: “Te harás muy amigo de un piloto y se matará. Después de eso nunca te sentirás igual. Das un paso atrás”. Con él fue Bruce McLaren y conmigo fue Gilles Villeneuve. No he vuelto a estar cerca de otro piloto desde entonces. Aún estoy cerca de Prost o de pilotos retirados como Andretti. Pero Eoin tenía razón. Todavía amo este deporte y he visto muchos pilotos morir. Gilles fue el más cercano, y luego ya no fue igual.

P: En su caso, Nigel Roebuck como periodista siempre ha estado más interesado en la parte humana del deporte. Hoy es mucho más difícil vivir la Fórmula 1 así.

R: Es cierto. Sentía que entonces era más una lucha entre pilotos, grandes pilotos, y con un coche normal todavía era posible ganar carreras. Hoy no. Mira el pasado año: si no tenías un Mercedes estabas perdiendo el tiempo. Si recuerdas en 1955 a Fangio y Mercedes, era lo mismo, estaban en otra dimensión, o McLaren en 1988. Siempre ha ocurrido, pero algo que odio en la Fórmula 1 moderna es que hoy va mucho de ahorrar, de cuidar algo: combustible, neumáticos… Para mí, un gran premio debería ser una carrera a fondo todo el tiempo.

P: Hace poco tiempo, Roberto Merhi nos contaba que tenía ganas de llegar a la Fórmula 1 y cuando lo hace, es para darse cuenta de que no puede tirar en las carreras.

R: Esto es algo que realmente no me gusta porque hasta hace unos años cualquier fabricante que hiciera neumáticos tenía como objetivo hacer los mejores y más duraderos posibles. Y ahora… ¿Sabes? Realmente no lo entiendo. No culpo a Pirelli, pero me sorprende que intenten vendernos neumáticos a ti y a mí para nuestros coches con esta filosofía. Ahora se construyen deliberadamente neumáticos ‘pobres’ en beneficio del ‘show’. Está bien, pero también está el deporte y la gente.

P: Curiosamente, un piloto como Villeneuve, con su estilo, no hubiera tenido sitio en esta Fórmula 1.

R: Lo hubiera odiado, lo hubiera odiado… Porque la actual no era su idea de la competición. La idea de haber pilotado cuidando el neumático, gasolina… ¡Jesús! 

P: ¿Hacia dónde cree que va la Fórmula 1?

R: Yo era muy optimista cuando estaba la FOTA y los equipos de Fórmula 1 estaban unidos. Luego Ecclestone rompió el grupo ‘comprando’ a Red Bull y Ferrari. Pensaba que si estaban unidos tendrían futuro, pero ahora tenemos este Strategic Group que solo tiene a algunos equipos. Y estos tienen demasiado poder, los que están dentro dan la impresión de que importarles nada Sauber, Lotus, Force India o Toro Rosso.

Hay dos cosas equivocadas en la Fórmula 1 de hoy. CVC (accionista mayoritario) es posiblemente lo peor que le ha pasado a la Fórmula 1. Se llevan una enorme cantidad de dinero y no ponen nada. Esto, lo primero. Y lo segundo: los equipos más importantes no están interesados en ayudar a los demás. Este negocio se ha convertido en algo muy egoísta, sólo le preocupan ellos mismos y si terminamos con sólo cinco equipos… Ahora se resume todo en avaricia a corto plazo.

P: De la Fórmula 1 actual, ¿qué personalidades le resultan atractivas?

R: Por ejemplo, era muy amigo de Mark Webber, era una especie de piloto de otra época. Y también estaba cerca de Martin Whitmarsh (ex de McLaren).  Cuando Stefano Domenicali dirigía Ferrari fue una buena época porque quitaron parte de la amargura que había en la Fórmula 1. Ambos se llevaban bien el uno con el otro, eran buenos tipos, había un ambiente más saludable y era muy agradable estar con ellos. Quizás era inevitable que Whitmarsh se fuera, lo sentí mucho, porque Ron Dennis quizás iba a querer volver en un momento u otro.

P: ¿Qué piensa de Fernando Alonso, por ejemplo?

R: Para empezar, es el mejor piloto de los últimos diez años. Sin la menor duda. Punto. En los dos últimos años de Schumacher, antes de retirarse la primera vez, pensé que Fernando recogería la antorcha de Michael. Y creo que algunas de sus actuaciones con Ferrari fueron algo fuera de este mundo. El hecho de que pilotara un coche vulgar y que dos veces estuviera a punto de ser campeón… Todavía puedo recordar aquella carrera de Abu Dhabi en 2010 cuando Ferrari se equivocó al llamarle tan pronto a boxes, pendientes de Webber. Y aquella carrera fue la última sin DRS. La siguiente carrera ya existía. Si en aquella carrera Fernando hubiera tenido DRS, tendría su tercer título.

P: En 2007, Alonso y McLaren se dieron duro mutuamente. A pesar de todo, siendo un equipo británico, algunos miembros de la prensa británica, usted entre ellos, no dudaban en seguir reconociendo sus méritos como piloto.

R: A mí es que Fernando me gusta y siempre me ha gustado. Sé lo exigente y duro que puede ser, pero no era diferente a Senna, que era igual. Creo que cuando eres el mejor quieres que todo el mundo alrededor tuyo sean los mejores y te den el mejor coche. Después de cinco años pilotando así, sabiendo que probablemente sería tercero, él nunca, nunca bajó la guardia. Hace poco hablaba con Rob Smedley (ingeniero de Massa en Ferrari y director de operaciones en Williams ahora) sobre Fernando y pensaba igual. Decía: “es el mejor, en mi opinión podría ser el mejor de todos los tiempos, es así de bueno”. Y comentaba que lo mejor de Fernando es que nunca, nunca, nunca tenía un día malo. En una carrera, virtualmente, cuando un piloto va tercero o cuarto se va a dormir y levanta el pie. Pero Fernando, cada vuelta es bang, bang, bang.

P: La ambición de ganar como algo genético.

R: Absolutamente. Hay que ganar y esto es cierto para la mayor parte de los grandes pilotos en la historia. Tienen que ganar, no se trata de jugar o participar.

P: Usted conoce muy bien McLaren, ¿qué piensa de la nueva historia con Honda y Ron Dennis de nuevo al frente?

R: Como dije antes, me hubiera gustado que Martin Whitmarsh hubiera estado al frente del equipo todavía. Creo que Ron y Fernando son bastante prudentes… No tengo la impresión de que pasen demasiado tiempo hablando el uno al otro. Eric Bouiller debe estar bastante tiempo entre medias, pero ambos son conscientes de que se dicen “no queremos repetir lo de 2007 otra vez”.

Creo que hasta cierto punto todo dependerá de la paciencia de Fernando. Él sigue diciendo que “sabía que iba a ser difícil cuando vine aquí” o “llevará tiempo”… Todo es cierto, pero con cinco años por detrás de frustraciones con Ferrari: ¿cuánto tiempo será capaz de asumirlo? Ver a Fernando Alonso en el fondo de la parrilla es un chiste. Y entiendo por qué llegó al punto de frustración y se dijo: “Me tengo que ir a otra parte”. A la vez debe ser tan duro para él ver lo que podía ser su coche… ¡Jesús! Mira Kimi el pasado año y mira lo que hace esta temporada.

Y lo que siempre he admirado de Fernando: a un piloto le ves de verdad cuando tiene un mal coche. Martin Whitmarsh decía: “Siempre buscas a ese piloto que logra puntos con un coche con el que no debería lograrlos. En este sentido, no hay nadie como Fernando”. Cuando era un niño, uno de mis grandes héroes era Stirling Moss y era igual. En un coche de mitad de parrilla, ganaba carreras.

P: ¿Y qué piensa de Carlos Sainz? (La entrevista tuvo lugar antes del Gran Premio de España)

R: Estoy impresionado con él. Le acabo de decir a Maurice Hamilton (otro veterano y reconocido periodista británico) que todo el mundo habla de Verstappen pero, en realidad, el que está siendo más rápido es Sainz.

P: Mr Roebuck, un placer.

R: Igualmente, muchas gracias.

La silenciosa venganza de Luis Enrique firmó su mejor capítulo delante de Guardiola

Hace cinco meses, el vestuario del Barcelona estalló por los aires. Messi se quedó de inicio en el frío y húmedo banquillo de Anoeta, el equipo azulgrana cayó derrotado y una guerra interna que estaba germinando desde hacía tiempo vio la luz: Luis Enrique vs Messi. En aquellos complicados momentos, la figura del entrenador asturiano quedó muy dañada, con el argentino como ganador de la batalla a ojos de la opinión pública y del club. La institución azulgrana le dejó claro al técnico lo que había, que Leo era intocable. Poco a poco, y a golpe de resultados, el entrenador azulgrana fue cogiendo aire hasta llegar a este punto, con un Barcelona cada vez más cerca de soñar con el triplete. La silenciosa venganza de Luis Enrique firmó ante el Bayern, hasta el momento, su mejor capítulo.

La afición del Camp Nou, con Pep Guardiola en el banquillo rival, elevó la voz como hasta ahora no lo había hecho para ensalzar la figura de su entrenador. El nombre de Luis Enrique fue coreado con fuerza desde la grada del estadio barcelonista, para dejar claro que ahora mismo es su líder, el que está guiando al equipo hacia lo puede ser una temporada redonda cuando nadie lo esperaba en el mes de enero. El técnico ha tragado mucho a lo largo de este ejercicio que se torció en un momento y que se enderezó cuando la convivencia con Messi se normalizó. Sin ser amigos, entendieron que el bien común mandaba.

Con una complicada relación con los medios de comunicación, muchas ruedas de prensa han estado cargadas de tensión. Se le ha preguntado una y mil veces por su futuro, sobre si continuará entrenando al equipo la temporada que viene, y él siempre viene a decir lo mismo: “Lo que me interesa es el futuro más inmediato del equipo”. Así ha sido siempre. Con elecciones a la presidencia a la vista, nadie puede asegurar que el asturiano siga en su puesto el próximo ejercicio. Luis Enrique respira hondo y no se mete en esta materia porque su único objetivo, dice, “es sumar títulos”. Y está cerca de cruzar hasta tres líneas de meta…

“Hoy mi relación es buena, no tengo ningún problema con el míster”, dijo el pasado martes Messi, un día antes de que Barcelona y Bayern se vieran las caras en el Camp Nou. Técnico y futbolista han sabido encontrar un punto de encuentro en el que el gran beneficiado está siendo un Barcelona embalado. “Mi relación es normal, buena, como la del resto de compañeros”, añadió el genial atacante con tranquilidad. Con la mirada relajada, Leo quiso despejar las dudas que pudiera haber ahora que el equipo está en la recta final de la temporada. Por ahora reman juntos y con fuerza. En el futuro ya se verá si sus caminos se separan…

Luis Enrique da instrucciones durante el Barcelona-Bayern (EFE)

Máximo goleador de la Champions

Sus relaciones con la dirigencia no ayudaron a que la temporada se desarrollara como esperaba cuando aterrizó en Barcelona. Cuando su duelo con Messi quedó a la vista de todo el mundo, Josep María Bartomeu le dejó claro que en este Barcelona jugaban Leo y diez más, como ya informó en su momento este periódico. Desde entonces, así ha sido, como también que el argentino ha cumplido unos meses fantásticos, coronados -a falta de partidos más importantes- ante el Bayern de Múnich con un genial doblete. “No contemplamos la temporada que viene sin Luis Enrique”, dijo hace poco el presidente, que más de una vez ha recibido un puyazo por parte del técnico.

Messi es único e irrepetible”, exclamaba Iniesta, mientras Bartomeu decía convencido que “es el mejor de todos los tiempos”. Y Luis Enrique, su gran enemigo en su momento, afirmaba que “Messi te sorprende cada día, pero me quedo con todo el equipo”, para poner cierta distancia con el aluvión de adjetivos que llenaron redes y medios para calificar a la estrella de Rosario. Pero obviamente, tuvo que añadir alguna frase más porque la ocasión lo merecía, añadiendo que “la vida es más fácil con Messi. Es un placer verlo cada día, es un futbolista de otra dimensión”.

Y es que un día más el apellido Messi se convirtió en cuestión de minutos en trendic topic. Con sus dos goles marcados al Bayern, Leo pasa a convertirse en el máximo goleador histórico de la Champions League con un total de 77, superando en un gol a Cristiano Ronaldo y en seis a Raúl. En la presente edición, el atacante barcelonista es el máximo goleador del torneo con 10 goles, quedando por detrás con 9 Cristiano Ronaldo y Luiz Adriano. En la presente temporada, Messi suma un total de 53 goles entre todas las competiciones, añadiendo a su hoja de servicios 25 asistencias de gol.

‘Hat-trick’ de la Gioconda

El Madrid juega dos partidos: uno en el campo y otro en la cara de Cristiano Ronaldo. La cara de Cristiano es la de la Gioconda: la gente se para delante de ella y espera a ver qué pasa. Del fútbol moderno lo peor no es el relato, esa narración en la que hay que apoyar los títulos porque si sólo se ganan no pasas a la historia (a la historia del rival, quieren decir), sino la repentina curiosidad por las caras. Antes las repeticiones de la cámara slow motion se fijaban en el modo de ejecución de un regate; ahora, cuando James marca un gol, podemos ver cómo le da un tic nervioso a Cristiano y de qué forma redirige las pupilas buscando entre el público a Franco. No hay que saber lo que hace Cristiano sino lo que piensa, pero hasta en los momentos de más tensión, con el equipo al borde del KO, los compañeros crispados y él negando con la cabeza mientras vuelve a su campo, CR probablemente esté lamentando los diamantes que regaló a Irina.

En los partidos del Madrid pronto se dividirá la pantalla en dos; en una podrá seguirse el partido en el campo y en otra podrá seguirse en la cara de Cristiano. La gloria del pipero (gracias, Hughes, gracias por tanto) se producirá el día en que el Madrid gane 5-0 y lo sepamos sólo por los gestos de contrariedad del luso, tres de ellos por culpa de un inoportuno hat trick suyo. Consciente de eso, ayer Cristiano pensó que si se iba a deprimir porque sus compañeros marcasen un gol mejor los marcaba él todos: hay dinero para psiquiatras. Empezó el partido con un par de disparos arrabaleros y lo terminó rematando con el laurel de la cabeza, el último un golazo tras centro de otro de esos fracasos del Madrid que a final de temporada te tiran encima del plato la tarjeta de Tiger Woods.

Cuando de verdad se contempla la dimensión del Madrid no es cuando pierde, con esas portadas de 11-S, sino cuando gana, con esas portadas de 11-S. Siempre hay un motivo por el cual disolver al Real Madrid. Cuando alguien no interpreta enfados de Cristiano es que Chicharito hace que sobre Benzema, o Isco arruina a Bale, o el 4-4-2 con el que se ganó sepulta el 4-3-3. Hay una derrota íntima para cada victoria. Un día Mourinho puso a Marcelo de lateral, Marcelo marcó un gol y un locutor de radio, al borde del colapso, lo cantó así: «¡Toma, Mourinho, toma!». Yo vi la segunda parte en un bar abrazado a un señor bajito de gafas monedero al que prometí nombrar en mi artículo si ganábamos (gracias, Tomás, gracias por tanto). Me dijo muy serio, después del tercer gol que celebramos besándonos como Breznev y Honecker, que esos goles de CR los quería ver «cuando el Madrid se esté jugando un título». Hay pocas cosas más felices y divertidas que ser madridista. Yo no las conozco.

El fútbol según Shakespeare

En secreto, todos los futbolistas temen a las jugadas inofensivas. Son las más peligrosas. Cuando parece que no ocurre nada interesante, y los mediocentros marean el balón como si diesen vueltas a un guiso, de pronto se escucha un crack en una rodilla, reducida a migas de pan. Esa onomatopeya anuncia la bancarrota en forma de larga lesión, pues hay futuros que dependen de que no se despeine un músculo. Sergio Asenjo, el portero del Villarreal, va por su tercera rotura, algo que lo convierte en un caballero irreductible al que la tormenta hostiga todo el tiempo, pero nunca derrota.

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Un futbolista lesionado siempre sale a flote. En cierto sentido, te evoca a aquel vecino de Ourense al que hace 80 años subieron a una camioneta y condujeron al bosque. Allí le descerrajaron tres tiros. Nada grave, aunque lo dieron por muerto. El joven se arrastró hasta la carretera. Alguien lo recogió y lo llevó al hospital. Días después, tan pronto sus ejecutores se enteraron, partieron hacia la clínica y lo arrojaron por la ventana, desde un tercero. Mal podían imaginar, al huir por una puerta trasera, que el chico no se había roto un solo hueso. Esos son los futbolistas que me gustan. Ni siquiera hace falta que jueguen al fútbol.

Cuando un muchacho se va al hospital en una jugada de trámite, se repone. Lentamente, se hace a la idea de que los huesos despedazados son pelusilla en los hombros, que se sacude sin más. No importa si caes hasta el fondo, ni si el dolor te estremece, ni si cojeas. Todos sabemos que cojo se juega mejor, del mismo modo que un equipo diezmado, según Helenio Herrera, se volvía imbatible. Tal vez la lesión sea una de las primeras adversidades a las que deba someterse un futbolista para ponerse a prueba y descartar que no prefiere ser radiólogo o detective privado.

Cuando nada importante está en juego, y el día te sonríe, adviene la bancarrota

La lesión es lo que pasa mientras no pasa nada. Luka Modric se rompió hace un mes por disputar el dominio de una piedra que confundió con un balón de reglamento. ¿Pudo evitarse? No. Al croata le gusta demasiado el fútbol como para menospreciar los lances estériles, que sólo te conducirán a la ruina. Además es tan buen jugador que no necesita el balón. Puede darte un pase de gol con una lata de Fanta. “Lukita, inventa”, le dice un amigo al comienzo de cada partido. El encuentro contra el Málaga iba a ser un picnic, y se derrumbaron Modric y Bale. Cuando nada importante está en juego, y el día te sonríe, adviene la bancarrota. Shakespeare, que reflexionó mucho sobre fútbol, aunque antes de que se inventase, ya nos alertó en El rey Lear, por boca de Edgar: “El cambio que nos desmantela nos llega siempre cuando estamos instalados en lo mejor”.

La salud se vuelve sospechosa. Carlos Castilho, exguardameta del Fluminense, sufrió su quinta rotura en el meñique izquierdo en el momento que el equipo acariciaba el título. El médico le explicó que con una operación sencilla, y dos meses de reposo, estaría a punto para el comienzo de la siguiente temporada. Castilho lo miró desencajado, y preguntó si no habría manera de acortar la convalecencia. “Por supuesto que sí”, dijo el doctor entre risas. ¿Cómo? “Amputando”. Dos semanas después, Castilho ya defendía la portería con nueve dedos, que se bastan y sobran. Los futbolistas que no cuentan hasta diez para hacer las cosas, viven para siempre en nuestra memoria.

Griezmann reanima al Atlético

Sentado en el palco por su expulsión en A Coruña, Diego Pablo Simeone asistió a otro reconocimiento unánime de su hinchada. Cada nombre de un jugador del Atlético anunciado por megafonía fue correspondido por una fuerte ovación. Sin embargo, la más atronadora fue para él. La afición rojiblanca quiso desligar la fe ciega que tiene en su entrenador del sentimiento generalizado de decepción por su planteamiento del miércoles. A la grada le importó el cómo fue eliminado su equipo desde el juego, no desde el esfuerzo, que nunca fue cuestionado. El resquemor, aparte de caer con el Madrid, tenía que ver con la sensación de que ante las bajas sensibles del vecino se podría haber dado un paso adelante.

Con ese calor de las gradas pobladas de niños por ser el día elegido por el club para ellos, el Atlético se dispuso a acometer su último gran objetivo de la temporada, terminar tercero o segundo en esta recta final del campeonato. Cumplió, aunque hasta el segundo tiempo liderado por el acierto de Griezmann no pudo concretar una victoria muy necesaria.

El oficio del gol en el Atlético le pertenece al francés, transformado ya hasta en un ratero de área si es preciso. Sus dos tantos respondieron al oportunismo de los cazagoles de toda la vida. En el primero enganchó al vuelo y de cabeza un despeje prodigioso de Tyton a remate picado, y con bote, de Koke. En el segundo estuvo rápido para meter la puntera antes que el portero tras un centro de Saúl, ganador de una disputa del balón en el área. Hasta tuvo Griezmann ese letargo melancólico de los goleadores a los que suele despertar el instinto. No estaba Griezmann en el partido y apareció para ganarlo.

El Elche, salvo en los primeros minutos en los que intentó sacar partido de las secuelas nerviosas iniciales que dejó el euroderbi, no dejó nada. Una de sus pocas muescas ofensivas fue un disparo de Adrián, que hurgó en un malentendido entre Giménez y Godín en la frontal del área. Se fue el conjunto de Escribá con tres goles en contra, pero pudo llevarse un saco si no llega a ser por su portero. Cuando el Atlético se desperezó, ajustó los pases fáciles y se soltó por la banda de Siqueira, emergió Tyton, que respondió a una volea y a un cabezazo de Raúl García con reflejos y colocación. El navarro fue incluido en el once en lugar de Arda, muy guadianesco en el último mes, y amenaza con consolidarse en el once de aquí al final de curso. Hizo un gol muy suyo, un golpeo seco de zurda desde el pico del área que sorprendió a Tyton por su palo. Antes, como Torres, había desperdiciado un par de ocasiones.

Cada vez se asienta más la percepción de que los rojiblancos juegan más cómodos sin Mandzukic

La primera de El Niño llegó cuando Koke burló la línea de cuatro del Elche con un pase con el exterior que le dejó ante Tyton. El remate fue un ejercicio de imprecisión por querer reventar la pelota. Un síntoma de ansiedad ante el gol. No marcó Torres en esa ocasión, ni en otra, al poco de iniciarse el segundo tiempo tras controlar a la carrera un pase largo. No encuentra el gol, pero sus movimientos mezclan mejor con el juego originario del equipo. Cada vez se asienta más la percepción de que el Atlético juega más cómodo sin Mandzukic, algo que ya se atisbaba incluso en sus mejores momentos. Sus centrocampistas están muy acostumbrados a verticalizar sin freno el juego en cuanto hay pradera que correr.

El croata calentó banquillo y vio como Simeone prefirió darle entrada antes a Raúl Jiménez que a él, no se sabe si porque prefirió no arriesgar por sus molestias en el tobillo. Lo que sí se conoce es que también el mexicano encaja mejor con las características de los centrocampistas y con el estilo histórico que obligó a variar el fichaje de Mandzukic. El mismo con el que los homenajeados antes del partido lograron la Intercontinental hace 40 años. El contragolpe.

“La religión no tiene nada que decirme sobre mi trabajo”

En 1964, Robert Wilson y Arno Penzias, dos ingenieros de la compañía Bell Labs, andaban ocupados construyendo una nueva antena de comunicaciones. Durante su trabajo, detectaron un ruido de fondo que no eran capaces de eliminar y que no sabían de dónde procedía. Finalmente, aquella radiación fue identificada como el fondo cósmico de microondas, una radiación fósil que era como una especie de eco del Big Bang. El descubrimiento, que mereció el premio Nobel, daba la razón a los científicos que habían defendido la idea de que el universo comenzó en un pequeño punto extremadamente caliente y denso desde el que se expandió.

James Peebles (Winnipeg, Canadá, 1935) fue uno de los científicos que había predicho la existencia de aquella radiación de fondo. Poco antes del hallazgo de los ingenieros de Bell, había planeado su búsqueda junto a otros investigadores de la Universidad de Princeton (EE UU). Según el físico canadiense, ni él ni sus compañeros expresaron decepción alguna por haber sido adelantados en una carrera con el Nobel de fondo. “Lo que existía era emoción ante los datos sobre el origen del universo que estaban allí para ser medidos y analizados”, aseguraba en un artículo que recordaba el 50 aniversario del hallazgo.

La inflación podría resultar errónea y no me sorprendería»

Ayer ofreció una conferencia en la sede de la Fundación BBVA en Madrid titulada El descubrimiento y la expansión del universo. En una conversación unas horas antes de su intervención confiaba en que aquella excitación que sintió tras el descubrimiento de la evidencia del Big Bang sea compartida por mucha gente y muy diversa. “Mucha gente en EE UU o en Europa está fascinada con nuestros descubrimientos; puede que vayan a charlas como la que doy hoy, y después vayan a misa y no tengan problema con eso”.

Pregunta. ¿Ha cambiado mucho nuestro conocimiento sobre el universo desde que usted comenzó a investigar?

Respuesta. Ha cambiado increíblemente. Cuando comenzamos, hace cincuenta años, se hablaba del Big Bang, pero era un concepto muy especulativo. Había muy poca evidencia de que hubiese sucedido. El descubrimiento de esta radiación fósil hace cincuenta años y los estudios posteriores, realizados con un detalle espectacular, han permitido consolidar la idea de que el universo se expandió desde un estado denso y caliente. Es un avance extraordinario.

P. Pese al avance que menciona, da la sensación de que en cosmología, al menos desde el punto de vista de los no especialistas, no ha habido descubrimientos del impacto cultural del Big Bang

R. Las ciencias naturales dependen de las observaciones. Las ideas están bien, pero son tan buenas como las pruebas que las sustentan. La noción de un universo que se expande ya no es revolucionaria, pero las pruebas de que es algo que realmente sucede son el gran avance. También tenemos importantes avances teóricos, como el planteamiento de la materia oscura y la energía oscura. Tenemos pruebas convincentes de que estos conceptos son reales, pero no puedo decirle lo que son o si hay alguna alternativa mejor.

Si un creyente quiere nadar, es mejor que lo haga igual que un no creyente»

P. ¿Hay algún descubrimiento que le habría parecido especialmente sorprendente hace medio siglo?

R. Habría sido una serie de sorpresas. La ciencia ha avanzado de una forma más o menos progresiva durante los últimos cincuenta años. Ha habido muchos descubrimientos importantes, pero el efecto acumulativo es mayor que cada uno individualmente. A veces se realizan observaciones clave que tiene una gran importancia, pero con mucha mayor frecuencia es la acumulación de pequeños avances, que se suman unos a otros, lo que nos da una ciencia desarrollada. En cualquier caso, si me hubiesen dicho hace cincuenta años cómo se iba a producir este proceso, no me lo habría creído.

P. Desde fuera, puede parecer que los grandes descubrimientos vienen de la nada, de momentos de inspiración.

R. Hay descubrimientos impresionantes que sorprenden a todo el mundo, pero son raros. Lo más normal son estos avances progresivos que después es posible que aparezcan de repente en los medios como un gran hallazgo. El descubrimiento del fondo cósmico de microondas fue transformador. La mera existencia de esta radiación fue una gran vergüenza para la teoría competidora de hace 50 años de la teoría del estado estacionario [defendían un cosmos estático, que siempre fue y siempre será, en el que la materia se crea lenta y constantemente].

Recientemente, hubo una gran excitación con el descubrimiento de BICEP2 de una polarización que podría haberse debido a ondas gravitacionales producidas durante la inflación. Eso habría completado uno de los puntos incompletos de nuestra teoría, porque no podemos asegurar qué pasó antes de que el universo comenzase a expandirse. La mejor apuesta que tenemos es la inflación, pero las evidencias que lo apoyan son escasas. Si el hallazgo de BICEP2 se hubiese confirmado, me habría dado más confianza en que la inflación es la respuesta adecuada y eso habría sido de verdad otro experimento transformador. Pero al final no se confirmó.

No encuentro interesantes las predicciones sobre el futuro del universo»

P. ¿Le sorprendería que la idea de la inflación se descartase por los resultados de otros experimentos?

R. No. La inflación podría resultar errónea y no me sorprendería. Si aparecen evidencias de que el universo no se expande, algo que creo que no sucederá, sí estaría sorprendido de verdad. Diría que las posibilidades son cero, pero no debería decir cero. No creo que haya una teoría que sea absolutamente correcta.

Por poner un ejemplo, respecto a la conservación de la energía, en EE UU tú no puedes patentar una máquina de movimiento eterno. Hay una buena razón para eso. Los experimentos han mostrado muchas veces que la energía se conserva y, sin embargo, en la teoría de la relatividad general, la energía no se conserva. Pero las máquinas de movimiento eterno son extremadamente improbables. No podemos asegurar que no existen, porque no podemos llegar a la última verdad. Eso es cierto incluso en las matemáticas. En ciencia solo tenemos aproximaciones excelentes.

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P. Pero sus descubrimientos, pese a parecer más limitados que las certezas que puede ofrecer la religión, influyen mucho en la ideología de la gente, en cómo se mira al mundo.

R. Espero que tenga razón, pero por ejemplo en EE UU tenemos unos políticos bastante curiosos, gente en niveles muy elevados que considera la noción de un universo que se expande como una abominación, porque no está escrito en la biblia. Si me pregunta cuál es la influencia de la religión en mi trabajo, yo diría que la religión no tiene nada que decirnos. Pero también diría que nosotros no tenemos nada que decirle a la religión. Son ámbitos diferentes y mucha gente se siente cómoda con eso.

P. De hecho George Lemaître, uno de los padres de la idea del Big Bang, era un sacerdote católico. ¿Lo conoció?

R. Cuando él estaba empezando a retirarse yo empezaba a subir. No lo conocí en persona, pero conocí su trabajo y lo admiro. En los años treinta entendió muy bien la teoría de la relatividad de Einstein, era un individuo excepcional. Por supuesto, era muy religioso, pero no tenía problema reconciliando los dos ámbitos. Él dijo una cosa que me gusta mucho. Si un creyente quiere nadar, es mejor que lo haga igual que un no creyente. Y lo mismo sucede con las ciencias naturales, si un creyente trabaja en ellas debe hacerlo como un no creyente.

P. Además de ayudar a conocer el pasado del universo, la física hace predicciones sobre cuál será su destino final. ¿Hay alguna que le parece más interesante?

R. No encuentro muy interesantes estas predicciones. El pasado se entiende mucho mejor que el futuro porque hay fósiles. El futuro es fascinante. Podemos decir que el mundo acabará. Pero nuestra ciencia tiene muchas dificultades para entender el futuro, porque no entendemos bien la energía oscura, que está afectando el ritmo de expansión del universo ahora, y puede tener un efecto muy grande en el futuro o no, dependiendo de la naturaleza de la energía oscura, que desconocemos. ¿Seguirá expandiéndose el universo o se contraerá de nuevo hasta producir un Big Crunch? Para mí es una pregunta poco interesante porque no hay forma de poner a prueba las respuestas.

Las cañerías del Barça funcionan muy bien

Cuando yo era un crío de nueve años, en mi barrio del Abasto de Buenos Aires, existía una forma de distracción que consistía en hacer un círculo y pasarnos un balón unos a los otros con alguien en el medio tratando de quitárnoslo. El que interceptaba el balón dejaba el centro para pasar a disfrutar con su nueva posición. Así, hasta que nos cansábamos y pasábamos a jugar un partidillo. Todo esto ocurría en la calle. A ese ejercicio le llamábamos “medio”. “¿Hacemos un medio?”, era la pregunta de rigor, cada tarde, después del colegio. Así que el famoso rondo que hizo escuela en el Barça, en mi barrio se llamaba medio. En el partidillo se imponía otro ejercicio más insolente. Y más necesario, porque además de contrarios, había que sortear coches. El caño.

En el Barça de los últimos años, el medio, además de clave de su filosofía futbolística, es esa exasperante minis-asociaciones que urden sus jugadores para controlar el partido, para ralentizarlo o para llegar a la portería contraria, donde sus defensas ven la pelota cuando ya los ha esquivado. Últimamente en el Barça comienza a contagiarse el uso indiscriminado del caño. Creímos por un momento que Aimar era el dueño absoluto del invento. Pero en recientes partidos, Messi se sumó a la fiesta. Ahora, desde el partido contra el PSG, parece que Luis Suárez, no queriendo ser menos, le propinó dos consecutivos a David Luiz como para retirar al zaguero más intratable.

Creímos por un momento que Aymar era el dueño absoluto del invento del caño. Pero en recientes partidos, Messi se sumó a la fiesta

El caño no es una jugada cualquiera en el fútbol. No es una provocación aunque lo parezca, ni una ocurrencia manierista. Es la única que puede atravesar a una figura de carne y hueso. Y es la única que hace que balón y jugador se separen y se reencuentren en fracción de décimas de segundos para acortar distancia hacia la portería adversaria. El caño parece un adorno, pero no lo es. Es un dispositivo para ahorrar tiempo y espacio. Es una elipsis.

Aimar, Suárez y Messi entregados al mismo arte del escapismo. Ni Houdini lo hubiera mejor haría mejor.

David Silva, retirado en camilla y con oxígeno tras recibir un codazo

David Silva, centrocampista español del Manchester City inglés, abandonó en camilla el partido que disputó su equipo en la Premier League inglesa ante el West Ham tras recibir un fuerte codazo en la cabeza del senegalés Cheikhou Kouyaté.

El futbolista internacional español dejó el césped del Etihad Stadium en el minuto 68 cuando su equipo ganaba 2-0. Cuando disputaba un balón con su rival, fue golpeado y no pudo continuar en el encuentro. Silva fue atendido durante siete minutos por los servicios médicos de su club y fue evacuado a los vestuarios en camilla consciente, con un collarín y con oxígeno.

«Muchas gracias a todos por los mensajes de apoyo. Todas las pruebas han salido bien y ya me encuentro en casa. Lo más importante son los tres puntos», escribió Silva en Twitter.

Antes de sufrir ese incidente, el Manchester City ya había resuelto un encuentro que le sirvió para sumar tres puntos con los que se consolida en la cuarta y última plaza que da acceso a la próxima edición de la Liga de Campeones.

James Collins abrió el camino de la victoria del City con una diana en propia meta en el minuto 18. Poco después, en el 36, el delantero argentino Sergio «Kun» Agüero cerró el marcador tras culminar un contragolpe. Con su tanto, alcanzó los veinte para colocarse en lo más alto de la clasificación de máximos goleadores de la Premier League.

Los más bellos goles en verso

Nada puede despertar más pudor que poner letras minúsculas a quien las embelleció con mayúsculas. La temeridad se acepta porque frente al inevitable sonrojo pesa más disfrutar por enésima vez del mejor poeta futbolístico. Entre otras muchas cosas, eso era Eduardo Galeano (Montevideo, 1940-13 de abril de 2015), autor de los goles orgásmicos más líricos, rapsoda de “esos carasucias que cometen el disparate de gambetear (…) por el puro goce del cuerpo que se lanza a la prohibida aventura de la libertad”. También fue exégeta del dios redondo, el fútbol, “la única religión que no tiene ateos”. Sus feligreses son “hinchas en el manicomio” cuya camiseta es “la segunda piel” y la única unanimidad es el árbitro, “al que todos odian”.

Como los pies de palo no le obedecían salvo en sueños, jugó al fútbol con la palabra. Con ella, como mendigo del buen fútbol, suplicaba “por una linda jugadita, por amor de Dios”, lo que podía llegar a neutralizar su pasión por Nacional y la Celeste. Incluso dejaron de importarle los colores de aquellos jugadores que le brindaban la alegría “del juego bien jugado” y cada vez que comenzaba un Mundial, él y su compañera Helena colgaban en la puerta de casa el siguiente cartel: “Cerrado por fútbol”. Era su estadio, “porque no hay nada menos vacío que un estadio vacío”, y él se sometía a la dictadura de la “telecracia”. Allí, como en las canchas en directo, disfrutaba del ídolo, fácil de identificar porque “la pelota lo busca, lo reconoce y lo necesita”. También se compadecía del jugador en el ocaso, “al que la fama, señora fugaz, no le dejaba ni una carita de consuelo” en su retiro.

No solo padecía por el jugador, el divo caído. Tenía sentimientos encontrados con la “orgullosa y vanidosa pelota”. La menina, caricia verbal de los brasileños, tenía motivos para la petulancia: “Bien sabe ella que a muchas almas da alegría cuando se eleva con gracia, y que son muchas las almas que se estrujan cuando ella cae de mala manera”.

Maradona llevaba la pelota atada al pie, Messi lleva la pelota dentro del pie”

En ese “triste viaje del placer al deber” por el que ha transitado el fútbol, el gol era una pesadumbre, signo de los tiempos modernos. “El gol es el orgasmo del fútbol y como el orgasmo es cada vez menos frecuente en la vida moderna”. Gran culpa tenían los arqueros, “aguafiestas del gol que bien podrían ser llamados mártires, paganinis, penitentes o payasos de las bofetadas”. Como Zamora, “pánico de los delanteros”, porque si le miraban “el arco se encogía y los postes se alejaban hasta perderse de vista”. Y Yashin, “brazos de araña y manos de tenaza”.

Para alivio orgásmico ahí estaban los grandes delanteros, los que hacían del gol un do de pecho. El brasileño Friedenreich, hijo de alemán y una lavandera negra, genio del Sudamericano de 1919 “que hizo más goles que Pelé” y cambió la geometría de todo un país: “Desde Friedenreich, el fútbol brasileño que es de veras brasileño no tiene ángulos rectos, como tampoco los tienen las montañas de Río ni los edificios de Niemeyer”. Sin olvidar a su compatriota Leónidas, “al que en el Mundial del 34 le contaron seis piernas y opinaron que era cosa de magia negra”.

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A los primeros tótems brasileños les sucedió un rey, Pelé: “Cuando iba a la carrera pasaba a través de los rivales, como un cuchillo. Cuando se detenía, los rivales se perdían en los laberintos que sus piernas dibujaban. Cuando saltaba, subía en el aire como si el aire fuera una escalera. Cuando ejecutaba un tiro libre, los rivales que formaban la barrera querían ponerse al revés, de cara a la meta, para no perderse el golazo”. Con Pelé se alistaba en la selección alguien que regateaba como “un Chaplin a cámara lenta que murió de su muerte: pobre, borracho y solo”. Tenía el apodo de un feúcho e inútil pajarillo: Garrincha.

Al entronizado Pelé solo le discutía el trono Di Stéfano, al que “todo el campo de juego cabía en sus zapatos”. La Saeta jugó en el Madrid con Kopa, “un francés al que llamaban el Napoleón del fútbol porque era bajito y conquistador de territorios”. Y por la orilla izquierda del histórico Madrid volaba Gento, “un forajido que tenía la captura recomendada por todos los equipos rivales, al que a veces conseguían encerrarlo en cárceles de alta seguridad, pero él se zafaba siempre”. Al Madrid, primer colonizador de la Copa de Europa, le exigía, y mucho, el poderoso Benfica, que por esas paradojas del fútbol lideraba Ninguém (nadie, ninguno). Había nacido “destinado a lustrar zapatos, vender maníes o robar a los distraídos”. Fue Eusebio, “un africano de Mozambique el mejor jugador de la historia de Portugal”.

Tampoco hay duda de quién fue el mejor jugador en Holanda. Cruyff fue “un director de orquesta y músico de fila, calentón, trabajador y talentoso”. Al genio naranja se le cruzó en el camino el Torpedo Müller, un depredador “disfrazado de abuelita” para el que “la red era el encaje de novia de una niña irresistible”. En los ochenta apareció Platini, que hacía “goles de ilusionista de esos que no pueden ser verdad”. Lo mismo sucedía con el brasileño, Zico, “que metía goles que los ciegos querían que les contaran”.

El fútbol fue para el escritor uruguayo, “la única religión que no tiene ateos”

De dibujos animados era Romario, “que ensayaba en su favela infantil los muchos autógrafos que iba a firmar en el futuro”. Un futbolista “que trepó a la fama sin pagar los impuestos de la mentira obligatoria: se dio el lujo de hacer siempre lo que quería”. Un enigma este Romario, de piernas con arco y culo bajo. A este juego nunca le faltaron arcanos. Como el de Baggio. “Su fútbol tiene misterio: las piernas piensan por su cuenta, el pie dispara solo, los ojos ven los goles antes de que ocurran”.

Y para gigantes futbolísticos de cuerpos recortados, Maradona y Messi. El Pelusa, “en el frígido fútbol de fin de siglo XX, que exige ganar y prohíbe gozar, es de los pocos que demuestra que la fantasía puede ser eficaz”. Ocurre que el Diego “jugó, venció, meó y perdió”. Lo de Messi en los dedos de Galeano tuvo que esperar. Hubiera merecido una edición única de Su Majestad el Fútbol (1968), pero el escritor uruguayo cerró su segundo gran partido literario en 1995. Y lo hizo así: “Escribiendo iba a hacer con las manos lo que nunca iba a ser capaz de hacer con los pies, yo no tenía más remedio que pedir a las palabras lo que la pelota, tan deseada, me había negado. De ese desafío, y de esa necesidad de expiación, ha nacido este libro (…) No sé si es lo que ha querido ser, pero ha llegado a su última página. Y yo me quedo con esa melancolía irremediable que todos sentimos después del amor y al fin del partido”. Se llamó El Fútbol a Sol y Sombra. Un incunable, goles en verso.

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Quedaba uno suelto. El de Messi, el último gran asombro para el mayor trovador del fútbol. Galeano, en una entrevista con el diario La Nación, defendió su tesis de la messiología: “Inventé una teoría, que se la hice llegar a él a través del director técnico de la selección: así como Maradona llevaba la pelota atada al pie, Messi lleva la pelota dentro del pie. Lo cual es un fenómeno físico. Inverosímil. La frase le llegó. Y se ve que le gustó, porque me mandó una camiseta de regalo. Científicamente es imposible, ¡pero es verdad!”.

Palabra de quien aprendió de Juan Carlos Onetti que las “únicas palabras que merecen existir son las que mejoran el silencio”. Lástima que el fútbol no haya guardado el suyo, un minuto silencioso por su mejor juglar, un coplista único del balón impreso.

Y perdone, maestro, que le haya tomado las palabras.

Por qué mirar a tu perro hace que ambos os sintáis mejor

Cuando un perro nos mira solemos pensar que quiere salir de paseo o parte de nuestro bocadillo. Pero quizá sólo esté reforzando los vínculos emocionales con su mejor amigo. Un grupo de investigadores japoneses ha demostrado que los canes se aprovechan de la oxitocina, una hormona relacionada con la conducta maternal y la confianza, para que el simple contacto visual potencie la unión.

La mirada entre perros y humanos eleva los niveles de oxitocina de ambos. Se trata del mismo incremento que tiene lugar cuando una madre y su bebé se miran, por lo que parece que estos animales lograron desviar esta respuesta para ganarse un lugar en nuestros corazones, con la intención de mejorar los vínculos con su nueva familia humana. Es decir, que los canes adquirieron una forma de comunicación, hasta entonces típicamente humana, a lo largo de su domesticación.

Así lo ha demostrado un grupo de investigadores de la Universidad Azabu de Japón, tal y como publican hoy en Science en un estudio que aparece en portada de la revista. “Los resultados sugieren que los humanos muestran un afecto similar por sus compañeros al que sienten por su familia”, asegura el equipo de biólogos en su artículo.

Por qué mirar a tu perro hace que ambos os sintáis mejor

Las repercusiones del descubrimiento trascienden la mera curiosidad, porque prueba que la relación con los perros puede ser beneficiosa para la salud. La oxitocina se utiliza en tratamientos relacionados con el autismo y el estrés postraumático, por lo que la interacción con estos animales podría ser positiva para aumentar los niveles de la hormona social.

El estudio se efectuó con 30 perros de diferentes razas y edades. En una primera parte del experimento se introdujo durante 30 minutos a los animales en una habitación con sus dueños, mientras los científicos registraban las interacciones (hablar, tocar y mirar) que tenían lugar entre ambas especies.

Al medir los niveles de oxitocina antes y después del experimento (mediante un análisis de orina), quedó patente que un contacto visual prolongado entre perros y humanos provocaba un aumento en la concentración de dicha hormona en el cerebro de ambos. Este aumento fue proporcional al tiempo en el que animales y dueños mantuvieron una interacción visual.

El estudio muestra que la relación con los perros puede ser beneficiosa en tratamientos relacionados con el autismo y el estrés postraumático

No sólo eso, sino que cuando se humedeció el morro de los animales con la hormona, el tiempo de interacción visual aumentó, a la vez que los niveles de oxitocina se incrementaba en los dueños. Este efecto, sin embargo, sólo se produjo con las hembras, lo que sugiere que estas son más sensibles a las consecuencias afectivas de la hormona.

Las conclusiones del hallazgo demuestran que los vínculos biológicos entre estas especies se refuerzan gracias a un circuito neuronal impulsado por la oxitocina, de forma similar a lo que sucede entre padres e hijos gracias al contacto visual. Y es que la hormona se encarga (entre otras funciones) de estrechar los vínculos sociales entre miembros de la misma especies.

En cuanto a miradas se refiere, los perros cometen los mismos errores sociales que los niños pequeños. Ambos tienden a interpretar que todo contacto visual tiene una intención comunicativa, aunque no siempre sea el caso. Hasta este punto la domesticación ha supuesto una humanización de los canes.

Diferencias entre lobos y perros

La teoría de que la domesticación de los perros comenzó cuando nuestros antepasados se hicieron con cachorros de lobo no es aceptada pese a su popularidad. Y es que por muy adorable e inofensiva que pueda resultar una cría, estos seres humanos se habrían encontrado con un adulto salvaje y peligroso en muy poco tiempo.

Lo más probable es que nuestros mejores amigos se domesticaran solos: aquellos ejemplares lo suficientemente listos y mansos descubrieron que seguir de cerca los campamentos humanos era equivalente a comida gratis. Estos lobos fueron reproduciéndose hasta comer literalmente de manos humanas. Una historia en la que ahora sabemos que la oxitocina jugó un importante papel para afianzar, a lo largo de cientos de años, la domesticación.

‘Los resultados sugieren que los humanos muestran un afecto similar por sus perros al que sienten por su familia’

Por este motivo el equipo nipón repitió el experimento con lobos domesticados. Los resultados fueron bien diferentes, ya que los animales no buscaron la mirada de los humanos ni hubo una correlación entre estas miradas y los niveles de oxitocina. Los investigadores concluyeron que estos animales no utilizan esta comunicación visual con nosotros, aunque hayan sido criados de forma doméstica desde cachorros, y que esta es exclusiva de los perros.

Este descubrimiento no sólo sirve para comprender mejor cómo los perros se convirtieron en parte imprescindible de las sociedades humanas. “Cuanto más sepamos sobre esto más aprenderemos sobre los orígenes de la civilización”, explica el biólogo evolutivo de la Universidad de Oxford (Reino Unido), Greger Larson, en un artículo que acompaña al trabajo nipón en Science.

Pocos animales pueden presumir de haberse ganado nuestro amor y amistad como los perros. Cómo se forma tan estrecho vínculo a nivel biológico era un misterio, pero el descubrimiento de que las miradas y la oxitocina forjan una relación mutua desvela hasta qué punto estas mascotas pertenecen a nuestra familia.

Los bebés aprenden de lo inesperado

Pocas cosas estimulan más a un científico que un hecho inesperado, porque los datos que no encajan en la teoría vigente suelen señalar el camino hacia una teoría mejor. Así progresa la ciencia. Y también así es como aprenden los bebés, según un bello y eficaz experimento de las psicólogas Aimee Stahl y Lisa Feigenson, de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore (EE UU). Los niños de 11 meses se aburren con los objetos que se comportan de forma predecible, como una pelota que rebota en la pared, y centran su atención en los que violan las expectativas, como una pelota que atraviesa la pared. En cierto modo, los bebés reproducen la historia de la ciencia.

El paralelismo con la ciencia no se agota ahí, porque los bebés no solo utilizan lo inesperado para enfocar su atención, sino también para diseñar los siguientes experimentos. Cuando ve que una pelota parece atravesar la pared, el bebé toma la pelota y empieza a golpearla, como para comprobar si es un objeto sólido. Dar golpes a una pelota puede parecer un experimento un poco grueso, pero esperen a ver la siguiente prueba.

Para los niños pequeños, el mundo es un lugar increíblemente complejo y lleno de estímulos dinámicos»

En esta segunda prueba, la pelota –siempre según los trucos que han perpetrado las psicólogas— no atraviesa la pared, sino que va moviéndose por un carril que tiene un gran agujero en el centro. Lo esperable es que la pelota caiga por el agujero, y cuando eso ocurre los bebés no se interesan por el fenómeno. Solo se fijan en él si la pelota no cae por el agujero y, como en el caso anterior, eso les lleva a experimentar con la pelota. Pero esta vez no le dan golpes, sino que la toman en sus manos y la dejan caer al suelo: lo que quieren comprobar ahora no es si se trata de un objeto sólido, sino si está sometido a la gravedad. El trabajo de Stahl y Feigenson, que han repetido estos y otros experimentos con 110 bebés de 11 meses, se presenta en Science.

Todas estas pelotas que atraviesan paredes o violan la ley de la gravedad no son más que trucos, lo que puede parecer una crueldad con los pobres bebés, que ni siquiera se han podido presentar como voluntarios para el estudio. Pero la psicología experimental suele consistir precisamente en eso: en tomar el pelo a los sujetos de estudio para aprender algo sobre los mecanismos normales de la mente humana. Los sujetos suelen ser estudiantes universitarios que se ganan unos créditos a cambio de someterse a todas esas perrerías. A los bebés, ni créditos.

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Pero ¿en qué se basa el modelo del mundo de un bebé de 11 meses? ¿De dónde han sacado ese conocimiento cuya violación parece despertar su instinto experimental? La interpretación de las autoras es que se trata de un conocimiento que viene puesto de serie, lo que los científicos cognitivos llaman una “física innata”, y que compartimos con el resto de los animales. Cuando un perro coge con la boca la pelota que le has tirado, está exhibiendo su conocimiento instintivo de las leyes de Newton: tiene que calcular la parábola que va a describir el proyectil, y lo hace sin calculadora, y sin siquiera tiempo para usar una.

En cierto modo, los bebés reproducen la historia de la ciencia

“Para los niños pequeños”, dice Feigenson, “el mundo es un lugar increíblemente complejo y lleno de estímulos dinámicos. ¿Cómo saben los aprendices en qué centrarse, sobre qué merece la pena aprender más, y qué ignorar? Nuestra investigación indica que los niños usan lo que ya saben sobre el mundo para generar predicciones. Cuando esas predicciones resultan incorrectas, los niños usan esa discordancia como una oportunidad especial para aprender”. Justo como los científicos.

Feigenson deduce también que la motivación última de los bebés no es meramente aprender algo más sobre los objetos que violan sus expectativas, sino llegar a entenderlos. De ahí que los experimentos que hace el bebé con la pelota parezcan diseñados específicamente para la violación concreta de su modelo interno del mundo que la pelota ha parecido ejecutar, como atravesar la pared o desafiar a la gravedad.

En fin, ya ven que la vida de un bebé de 11 meses es mucho más dura de lo que parece a primera vista. Sobre todo si tienen la mala suerte de dar con dos psicólogas de Baltimore.

Documento

‘Observing the unexpected enhances infants’ learning and exploration’

Un rostro nuevo para Violet gracias a una impresora 3D

El cirujano sostiene una cavidad ocular de plástico blanco transparente en cada mano. Separándolas lentamente, John Meara muestra la distancia que había entre los ojos de Violet Pietrok al nacer. Luego las acerca de nuevo para enseñar su posición transcurridos 19 meses desde que la operó.

Violet, que ahora tiene casi dos años, nació con un defecto poco común conocido como fisura facial de Tessier. Según su madre, sus ojos de color castaño oscuro estaban tan separados que su visión se parecía más a la de un ave de presa que a la de una persona. Encima del ojo izquierdo se apreciaba un gran bulto. No tenía cartílago en la nariz. Los huesos que normalmente se unen para formar la cara del feto no se habían soldado adecuadamente.

Sus padres, Alicia Taylor y Matt Pietrok, acudieron a Meara, del Hospital Infantil de Boston, a miles de kilómetros de su hogar en Oregon, porque el cirujano plástico había practicado cuatro operaciones similares en los últimos tres años. Antes de intervenir a Violet, Meara quería una idea más precisa de su estructura ósea de la que podía ofrecerle una imagen en una pantalla, así que pidió a su compañero Peter Weinstock que le imprimiera un modelo tridimensional del cráneo de Violet a partir de resonancias magnéticas.

El primer modelo le ayudó a decidir cómo debía proceder y a comentar el plan de tratamiento con la familia. Otras tres impresiones en 3D cuando faltaba menos para la intervención permitieron a Meara girar la maqueta del cráneo en direcciones que le resultarían imposibles con una imagen y que no intentaría con un paciente sobre la mesa de operaciones. Luego pudo cortar y manipular la maqueta de plástico para determinar cuál era la mejor manera de acercar las cavidades oculares más de 2,5 centímetros.

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John Meara, en su despacho. / Hospital Infantil de Boston.

Esas maquetas impresas en 3D están transformando la atención sanitaria, ya que brindan a los cirujanos nuevas perspectivas y oportunidades para practicar y permiten a los pacientes y a sus familias comprender mejor unos procesos complejos. Los hospitales también están imprimiendo herramientas de formación y material quirúrgico personalizado. Los médicos esperan poder imprimir algún día órganos de repuesto.

“No cabe duda de que la impresión en 3D será una medicina revolucionaria”, afirma Frank Rybicki, antiguo director del laboratorio de diagnóstico por imágenes en el Hospital de Brigham y de Mujeres, situado a unas pocas manzanas del Hospital Infantil de Boston, y ahora director de imagen médica en el Hospital de Ottawa (Canadá). “Acorta los procedimientos y mejora la precisión”, añade Rybicki, un radiólogo que utiliza la impresión en 3D en su trabajo con trasplantes faciales. “Cuando la bioimpresión se afiance, lo cambiará todo”, remacha.

Células y órganos

Por el momento, la impresora expulsa una capa de plástico líquido en lugar de tinta. Después añade una segunda capa, y luego otra, y poco a poco se forma un cráneo, una caja torácica o lo que indique el cirujano. El mismo proceso puede imprimir también estratos de células humanas. Hasta la fecha, los investigadores han impreso vasos sanguíneos, órganos sencillos y fragmentos de hueso. El año pasado le salvaron la vida a un niño de Utah utilizando una tablilla de plástico impresa en 3D, con la cual le abrieron la tráquea.

Weinstock, director del Programa de Simulación Pediátrica del Hospital Infantil de Boston, ve los modelos en 3D como parte de un programa más amplio para mejorar la labor quirúrgica. Explica que en el hospital de Boston y una docena de centros pediátricos de todo el mundo, el programa de simulación quirúrgica que desarrolló mejora la comunicación y la confianza de los equipos, y aumenta su seguridad en sí mismos antes de unas operaciones extremadamente complejas. Weinstock cree que también acorta el tiempo que los pacientes permanecen anestesiados.

Los médicos introducirán catéteres en réplicas de vasos sanguíneos, planificarán ‘bypass para aneurismas y sentirán la diferencia táctil entre los tumores y los tejidos sanos

Si el programa, en marcha desde hace casi dos años, ha evitado siquiera un error médico grave –y Weinstock está convencido de que ha evitado muchos–, está amortizado, como también lo está la impresora 3D de 400.000 dólares, que funciona de manera casi permanente en el sótano del hospital.

Las maquetas del inusual cráneo de Violet permitieron a Meara pronosticar con exactitud lo que encontraría debajo de aquel rostro que hacía que los desconocidos se detuvieran por la calle. Meara ya había recibido modelos impresos del cráneo de otros pacientes, pero tenía que esperar durante semanas o meses una sola réplica que costaba miles de dólares. La impresora de Weinstock generó cuatro copias idénticas en unos pocos días, cada una de ellas por un precio de unos 1.200 dólares y con una precisión milimétrica.

Experimentando con una maqueta que había modelado él mismo, Meara se dio cuenta de que en su posición ideal, los huesos de las cavidades oculares chocarían, lo cual limitaría la visión de Violet, así que modificó el diseño para evitar esa colisión.

“La capacidad para mover físicamente esos segmentos es enorme”, dice Meara. “De lo contrario, tienes que hacerlo por primera vez en el quirófano”. A principios de octubre, el día en que Violet debía ser intervenida, Meara consultó varias veces una maqueta en la sala de operaciones. La cirugía salió tal como se esperaba.

Cuando la bioimpresión se afiance, lo cambiará todo”

A medida que mejoren las impresoras 3D, también lo harán los resultados quirúrgicos, observa Rybicki. Pronto, los médicos introducirán catéteres en réplicas de vasos sanguíneos, planificarán bypass para aneurismas y sentirán la diferencia táctil entre los tumores y los tejidos sanos, por ejemplo.

El falso quirófano de Weinstock, situado en la tercera planta del hospital, parece, suena y huele igual que el de al lado, este de verdad, incluidos el instrumental, los ruidosos monitores y el líquido rojo que rezuma. Ha contratado a un titiritero y ex ingeniero cinematográfico para que las sesiones de práctica resulten más reales. Noah Schulz, un ingeniero mecánico que se incorporó recientemente a la plantilla del hospital después de haber trabajado en el mundo del espectáculo, aplica su experiencia teatral a la creación de impresiones tridimensionales de maniquíes quirúrgicos anatómicamente precisos.

Según Weinstock, neurocirujanos, cardiólogos y cirujanos ortopédicos, entre otros, utilizan a menudo el quirófano de simulación “para entrenarse”.

Aunque hasta el momento se han realizado pocos estudios sobre las ventajas de la impresión en 3D o las simulaciones quirúrgicas, investigadores del Departamento de Asuntos de Excombatientes han demostrado que los ejercicios en equipo realizados en quirófanos redujeron el número de muertes o lesiones en pacientes hasta en un 18%.

“Si resolvemos un problema, eliminamos un error, identificamos una amenaza de seguridad latente o salvamos una vida”, reduciremos los costes personales y económicos, afirma Weinstock, y añade que las ventajas de ensayar procedimientos rutinarios, respecto a los cuales médicos y enfermeras pueden volverse complacientes, son tan grandes como en casos inusuales como el de Violet.

Los padres de Violet, que viven cerca de Salem, en Oregon, y tienen otros cinco hijos, entre ellos Cora, la gemela de Violet, que está sana, se sintieron reconfortados por los numerosos preparativos de Meara. El día de la operación, cuando el cirujano salió a hablar con la familia, “lucía una sonrisa de oreja a oreja”, recuerda Taylor. “Anunció que todo había salido a la perfección”. Conocer cada uno de los movimientos que iba a realizar fue muy diferente “de abrir a Violet y decir: ‘¿Cómo arreglamos esto?”.

El año pasado salvaron la vida a un niño de Utah utilizando una tablilla de plástico impresa en 3D

Aun así, la recuperación de Violet ha sido difícil. La piel del cuero cabelludo no era lo bastante fuerte para aguantar los puntos. Toda la cicatriz amenazaba con abrirse, desde la parte superior de la cabeza hasta la cara, y tres meses después sigue sin cerrarse. La segunda intervención para crear unos párpados que funcionaran solo ha sido una solución parcial. Serán necesarias más operaciones para acercarle más los ojos y añadir cartílago nasal.

Pasará mucho tiempo hasta que el rostro de Violet haga que la gente se pare por la calle; algunas personas se muestran amables y curiosas, y otras prestas a proferir insultos hacia una niña con un aspecto diferente. Pero Violet no parece darse cuenta. Juega al cucú tras con desconocidos. Inclina la cabeza hacia atrás y se ríe incontrolablemente cuando su madre le hace cosquillas. “Tiene algo increíble, algo que encandila”, asegura Taylor.

Traducción de News Clips

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