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Una de cada cinco personas en el mundo no tiene acceso a la red eléctrica en su casa. Imagínense renunciar al ordenador, a la nevera, o a algo más simple que todo eso: la luz eléctrica. Entre esas personas hay miles de estudiantes, muchos de ellos niños, y amas de casa que tienen que interrumpir su tarea al caer la noche porque se quedan a oscuras. En muchos de esos lugares, las lámparas caseras de queroseno son la única alternativa, pero no se trata de una solución demasiado saludable. El Banco Mundial estima que 780 millones de mujeres y niños respiran habitualmente gases resultantes de la combustión de queroseno, equivalentes a fumar 40 cigarros al día.
No solo la salud se ve comprometida con la quema de queroseno. Esas lámparas son una amenaza para la seguridad, ya que pueden causar incendios devastadores en viviendas tipo chabola, un problema económico, ya que pueden consumir hasta el 30% de los ingresos de las familias más pobres, y un inconveniente medioambiental, ya que se calcula que a nivel global la combustión de queroseno genera el 3% de las emisiones de CO2.
Por eso no son pocas las iniciativas que intentan encontrar otra solución, algo que permita a esos hogares sin electricidad liberarse del queroseno con una alternativa más segura, barata y limpia. GravityLight es una aproximación al problema: una pequeña lámpara que no requiere electricidad, pilas ni luz solar porque funciona simplemente gracias a la fuerza de la gravedad, una fuente de energía gratuita y que se encuentra al alcance de cualquiera.
Un saco de 12 kilos que cae para crear luz
Así es como funciona. El mecanismo requiere de un elemento pesado, de unos 12 kilos, que puede ser una bolsa de piedras o de arena. El peso sujeta con un gancho a una correa, que discurre por el interior del mecanismo, colgado a cierta altura, aproximadamente un par de metros. Al soltarlo, el peso comienza a caer muy lentamente, aproximadamente a 1 milímetro por segundo.
En el interior del mecanismo, un sistema transforma el movimiento en electricidad. Tal y como explican sus inventores: la correa, agujereada, actúa como la cadena de una bicicleta, haciendo rotar una rueda dentada muy despacio pero con mucha fuerza de torsión. Una serie de engranajes transforman ese movimiento que entra en otro de salida, con mucha más velocidad, que a su vez hace girar un generador de corriente continua a miles de rotaciones por minuto.
‘Esto genera algo menos de una décima parte de un vatio, suficiente para iluminar el led incorporado, que da cinco veces más luz que una lámpara de queroseno’
“Esto genera un poquito menos de una décima parte de un vatio, suficiente para iluminar el led incorporado. Gracias al aumento en la eficiencia de los LEDs, esto produce una luz cinco veces más brillante que las lámparas tradicionales de queroseno”, explica GravityLight en su página web.
Una vez que la bolsa llega al suelo, un tiempo que puede variar dependiendo de la altura a la que estuviese colgada, pero que suele rondar los 20 minutos, basta con volver a izarla para repetir el proceso. El invento cuenta con un accesorio llamado SatLight, una bombilla led con su propia pantalla que permite colocar la fuente de luz en un punto algo separado del mecanismo, algo que resulta muy útil para alumbrar por ejemplo una mesa de estudio sin tener un saco de 12 kilos cayendo constantemente sobre nuestra cabeza.
Llevar las fábricas a Kenia
Después de hacer pruebas con el primer modelo, GravityLight se encuentra ahora mismo inmersa en una campaña de crowdfunding para lanzar el segundo, CL02. Aunque quedan aún 10 días para que termine, ya han conseguido algo más de los 200.000 dólares que buscaban para poner la producción en marcha.
Una producción que pretenden llevarse a Kenia. Forma parte de la filosofía de trabajo: no quieren llevar un pez, sino enseñar a pescar. “Queremos crear trabajos, habilidades y formas de vida a nivell local para aquellos que produzcan y vendan GravityLight”. El precio rondará los 10 dólares, y puesto que no necesitará más fuente de energía que la gravedad tirando del peso, no será una inversión ni muy grande ni muy prolongada en el tiempo.
El equipo asegura que no serán los hogares sin electricidad los únicos que puedan aprovechar su invento. Puede ser útil también en garajes o almacenes, en momentos donde haya cortes del suministro eléctrico o incluso como luz nocturna para los niños.
Messi no suda, no grita ni tampoco llora, nunca se vio una lágrima suya, a diferencia de las de Casaus, que eran azulgrana, ni tampoco hay constancia de una gota de su sangre, insensible en los partidos más estresantes como el de ayer en el Camp Nou. El 10 apareció como una divinidad en un momento en que el encuentro era del Bayern, cuando en la hinchada se convencía de las bondades de un 0-0, Rakitic aguantaba al Barça y calentaba Xavi. No rompía el encuentro por ningún sitio y entonces Messi descerrajó el portal del gigante Neuer con dos tiros opuestos, uno seco y otro suave, terminales para el equipo de Guardiola.
Aunque ni siquiera fue nombrado, Guardiola salió como un señor del Camp Nou. Jugó el Bayern con la grandeza de los mejores, sin reparar en las ausencias de Robben y Ribery, excelente en el juego colectivo, capaz de competir con el Barça. Los azulgrana estuvieron activos y ambiciosos, enérgicos y competitivos en una noche sin concesiones, lamentos, romanticismos ni ñoñerías, entregados los dos equipos a una afrenta muy seria para suerte del Camp Nou. Nadie había descifrado tan bien hasta ahora al Barça como Pep. No hay antídoto posible, sin embargo, contra Messi.
El secreto no estaba en las alineaciones, hasta cierto punto cantadas, sino en cómo los jugadores se repartían el campo, especialmente los del Bayern de Guardiola, que prefirió a un todocampista de la talla de Schweinsteiger a un media punta indefinido y famoso como Götze. El encuentro parecía girar al fin y al cabo alrededor de Messi. Y Guardiola basculó a su equipo hacia la banda del 10 mientras abría la cancha por la derecha para Thiago y llenaba la divisoria con un medio más a cambio de defender con tres, una temeridad si se tiene en cuenta la nómina de delanteros azulgrana: Messi, Luis Suárez y Neymar.
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El plan de Guardiola propició un cuarto de hora de vértigo, imposible de digerir para los volantes, superados por el ir y venir de defensas y delanteros, una locura para los porteros, expuestos a situaciones de mano a mano como la que afrontó Neuer con Luis Suárez. El meta le ganó la partida al ariete y se acabó el riesgo y la diversión, menguó la tensión, se pasó de la locura a la cordura y se calmó el Camp Nou. A partir de la recomposición de líneas alemana, ya con un esquema más convencional (4-4-2), se impuso el orden, se achicaron los espacios y se acabaron los mano a mano que había propiciado el 3-5-2 inicial del Bayern.
Nada pudieron opinar los alemanes, convertidos en carne de cañón por Leo, como temía Pep
Incluso con la contienda atemperada nadie reparó en la figura de Guardiola, ignorado cuando se cantaron las formaciones, sin mención alguna, como si fuera un técnico rival cualquiera, concentrada como estaba la hinchada en un partido agotador, dominado por la grandeza de Neuer. El meta, imponente con los pies, marcó las diferencias ante Alves (m. 38) y Suárez (m. 11), exuberante el lateral e inteligente el delantero, sobresalientes en el despliegue del Barça. Aunque el marcador ni pestañeó, los dos equipos agradecieron el descanso después de batirse de manera soberbia, como demanda la Champions.
El desgaste físico fue tan brutal como el psicológico, digno de un thriller por su interés y emoción, muy absorbente para el espectador, igual de concentrado que los jugadores, incluido Messi. Aunque al 10 le costó salir de la defensa de ayudas que montó el Bayern, nunca le dio la espalda al encuentro sino que se ofreció como extremo o volante, de acuerdo a las necesidades del Barça, que siempre tuvo más peso en el partido que el Bayern. Los jugadores sabían, también Messi, que cualquier descuido penalizaba, que un error podía ser definitivo en un choque de máximos, intenso, digno de la Copa de Europa.
Ni siquiera su progenitor futbolístico, quien más le ha entendido, sabe cuál es su secreto
La cita exigía futbolistas mayúsculos, y más por parte del Barcelona, que pasó un mal rato en la reanudación, gobernada por la serenidad y despliegue del Bayern. Rakitic sostuvo entonces al Barcelona mientras calentaba Xavi. Aparentemente necesitaba paciencia el Barça. Al Bayern le perdió entonces la confianza, la superioridad con que jugaba, el punto de soberbia en la salida del balón, perdido por el lateral ante el arrebato de Alves. El brasileño anticipó, robó, aceleró y la puso para Messi, que no perdonó a Neuer. Messi entró en acción y ya no paró hasta meter un segundo gol excelso por el recorte a Boateng.
Messi regateó al central del Bayern, descuartizado en la cancha, para después picar la pelota sobre la salida del inmenso Neuer. La jugada sacó del encuentro a los alemanes, entregados a un final de partido suicida, rematado en el tiempo añadido por un tercer gol, tras una asistencia de Messi, materializada por Neymar, excelente en la definición ante Neuer. Los azulgrana entraron en combustión y alrededor del 10 se convirtieron en la máquina de matar, en el equipo que rebosaba salud desde Anoeta, el estadio que marca el punto de inflexión del Barça. Nada pudo opinar el Bayern, convertido en carne de cañón por Messi como temía Guardiola.
Nadie hubiera dicho que el Bayern estaba mutilado, atacado por una depresión y un rosario de calamidades, hasta que apareció Messi y marcó el camino hacia la final de Berlín. Ni siquiera su progenitor futbolístico, quien más ha entendido al 10, como es Guardiola, sabe cuál es el secreto de Messi. Ni suda, ni llora, ni sangra, simplemente marca goles de fábula como el segundo, suficiente para marcar diferencias, digno de ser tatuado en su brazo izquierdo después de que en el derecho ya luzca una de las vidrieras de la Sagrada Familia, una obra tan admirada como inacabada como el fútbol del propio Leo Messi. Tenía razón Guardiola: no hay remedio contra Messi.
La intención de Guardiola, por más que tildara la misión de imposible, era minimizar la incidencia de Messi durante el partido. Por eso dispuso al principio un sistema (3-5-2) donde Xabi Alonso y Schweinsteiger taparan las diagonales de La Pulga y Bernat ayudara a Boateng en el costado por si salía por la derecha. Y aunque consiguió frenar en un inicio al 10, el desaguisado fue completo para el Bayern; los carrileros no llegaban a tiempo ante el juego directo practicado por el Barça: pases de Busquets, Piqué y hasta Ter Stegen y los puntas haciendo fortuna en el uno contra uno. Cambió Guardiola de relato y de sistema al cuarto de hora, con una línea de cuatro atrás, por lo que el Barça recobró en buena medida el fútbol de posesión. Pero ante tres o contra cuatro zagueros, por arriba o por abajo, en profundidad o al pie, el receptor en el balcón del área rival casi siempre fue Luis Suárez. Al menos hasta que le duró el oxígeno, cuando cogió el relevo un agitador y agitado Neymar —que bien pudo ver la tarjeta roja por encararse con el árbitro— y cuando, sobre todo, sentenció Messi.
Sin el balón en los pies el uruguayo fue un futbolista incómodo y difícil de aplacar
Desde bien pronto se preparó Suárez para el esfuerzo. Esprín tras dar la mano a los rivales; esprín tras la foto oficial del equipo; y esprín tras el saque inicial del Bayern. Vivir para correr. Y corrió como si no hubiera mañana el 9, sabedor de que Luis Enrique exige el acoso alto en campo ajeno —su generosidad validó un buen puñado de balones recuperados por la zaga tras pelotazo de la defensa rival— y también consciente de que si juega en el Barça es porque nunca dejó una pelota por pelear. Incluso se mostró de lo más predispuesto a ocupar la zona de Messi cuando éste se hacía el remolón en la transición ataque-defensa. Sin el balón en los pies fue un futbolista incómodo y difícil de aplacar; con el balón en juego para los intereses del Barça fue un tormento difícil de detener.
Sumaba 19 goles en los últimos 20 encuentros el delantero centro, pero ante el Bayern falló lo que hacía tiempo no hacía. Resulta que Ter Stegen sacó en largo, peinó Messi y Suárez, validado por un fuera de juego bien tirado por Boateng pero mal seguido por Benatia, se plantó ante Neuer. Esperó a chutar el charrúa, pero le aguantó el meta alemán para hacer una atajada que recordó a la de Casillas sobre Robben en la final del Mundial de 2010. Después, habilidoso, se ganó la línea de fondo y centró a Neymar, que falló lo improbable. Pero no se resistió a su infortunio el uruguayo, que también se ganó una parcela en el área para rematar alto y torcido un saque de esquina de Neymar. Incluso tuvo una última que, precipitado, chutó desde lejos y a las nubes.
Sin embargo, poco importaba por aquel entonces porque Messi ya había resuelto el encuentro. El 10 pareció reservarse para el final con dos goles sensacionales, sobre todo el segundo tras un recorte que sentó a Boateng y una cuchara que desequilibró a Neuer. Todos los del Barça corrieron a abrazar a Leo, tumbado en el suelo de felicidad. Como a Neymar en el tercer tanto. Aunque tras la primera diana azulgrana, hubo uno que corrió a por la pelota, ya en la red. Fue Suárez, que la cogió con rabia, le gritó con fuerza y la chutó a los aires. Le debía una. Pero pronto dejaría de importar.
La llegada de Saúl o la influencia anímica y el despliegue que Gabi fue la gran duda de Diego Pablo Simeone en su cuestionado planteamiento de la vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones disputado en el Santiago Bernabéu. En su decisión final de alinear a Saúl pesó la necesidad de hacer un gol que nunca llegó. Cuando Simeone se agarra a las estadísticas observa que sus centrocampistas esta temporada no alcanzan en Liga los registros goleadores del curso pasado. Solo Tiago, con cinco tantos por los dos del curso anterior y Mario, uno por ninguno, han mejorado sus cifras. A estas alturas del campeonato, Raúl García (9/5), Koke (6/2), Arda (3/2), Gabi (3/0) tienen una marca inferior. Saúl, que no estaba en el plantel, lleva cuatro y solo superaría los tantos conseguidos en la Liga pasada por Óliver Torres (1), Cebolla Rodríguez (1) y Diego Ribas (1). El recuento final dice que los centrocampistas rojiblancos del equipo campeón de Liga sumaban 26 goles por 17 hasta la jornada 35. Menos llegada y menos pegada que pueden explicar parte de ese déficit de puntos que no permiten pelear el campeonato hasta el final. Aunque en la comparación, también la pareja de delanteros Diego Costa-Villa (27 y 13) sale ganadora por siete goles de diferencia frente a Griezmann-Mandzukic (22 y 12).
El Atlético choca contra el banderín
La eterna zancada de Torres
El Barça golea al Córdoba y se mantiene firme en el liderato
El Madrid se aferra a la Liga
Entre las muchas facetas que Simeone ha extrapolado de su época de jugador a la de entrenador está la de la llegada desde la segunda línea de los centrocampistas. Él fue un volante llegador que en sus mejores épocas rondaba la decena de goles por campaña. Era más frecuente verle tocar de primeras hacia adelante para descolgarse hacia el área que verle retrasar el juego y volver a mostrarse. Con la pelota, Simeone siempre tendió más a verticalizar el juego que a entretenerlo en horizontal. Desde su llegada al banquillo del Atlético le ha exigido el gol a sus centrocampistas. El juego del equipo ha girado mucho sobre la sobre la idea de sorprender desde la llegada por sorpresa de los medios. En este sentido, el fichaje de Mandzukic, además de lastrar el contragolpe, también supuso cierta indefinición. Al inicio, con la apuesta de alimentarle de centros desde los costados y jugar menos al contragolpe, los medios, a veces, se frenaban esperando que el croata llegara a ocupar el centro del ataque. En un principio, Mandzukic también debía servir para balones y darlos a los medios que llegaban desde la segunda línea. En algunos partidos lo hizo, pero son minoría. Cuando Simeone rectificó en parte haciendo caer más a las bandas al croata para despejarle el frente a la velocidad de Griezmann ese recurso quedó más limitado.
Los medios rojiblancos llevan 9 goles menos este curso que el anterior
El partido del Bernabéu fue muy significativo en otros detalles que no han terminado de hacer del Atlético un equipo tan redondo como el de la temporada pasada. En la configuración de ese centro del campo formado por Koke, Tiago, Saúl y Arda el entrenador rojiblanco pensó que juntaba a los cuatro centrocampistas más técnicos que tiene en el plantel. No quería la posesión, pero sí asegurar los pases para una delantera en la que también optó por Mandzukic pensando en una mejor relación de este con los centrocampistas que la que pueda tener Torres. Ni lo uno ni lo otro se dio. Metido en su campo, la presencia del croata impidió que se estirara el equipo, incapaz de salir de la presión del Madrid con balones largos al espacio. No estuvieron acertados en el pase los centrocampistas en el Bernabéu, como tampoco lo estuvieron el sábado ante el Athletic. El mal pie generalizado, sobre todo durante el primer tiempo, es una tónica general de un equipo que perdió 116 balones y que de 477 pases totales más de un tercio, 148, fueron malos. La imprecisión en los últimos partidos se ha viralizado sobre todo en el centro del campo.
No todo son malas noticias para el plan para evitar la extinción del lince ibérico. La recuperación se ha estancado en los últimos años y cada vez mueren más ejemplares atropellados por la inacción de las autoridades, pero hay un nuevo motivo para el optimismo: el nacimiento de al menos dos crías de lince en Extremadura, en libertad, por primera vez desde que el felino desapareciera de esta región. El proyecto para consolidar nuevas poblaciones más allá del territorio andaluz da señales esperanzadoras.
«Hace décadas que no nacía una cría en libertad fuera de Andalucía», reconoce feliz Miguel Ángel Simón, director del plan para la conservación del lince (Life-Iberlince). La madre de estos dos cachorros es Kodiac, una hembra liberada hace tan solo 10 meses en el Valle de Matachel (Badajoz). Aunque no se esperaba que fuera reproductora tan pronto (tiene dos años de edad y suelen empezar a reproducirse a los tres años) ha sorprendido gratamente después de haberla visto con dos cachorros, aunque pudiera haber alguno más. El seguimiento es muy discreto en estos momentos para no incomodar a la nueva familia.
Después de consolidar dos poblaciones grandes en el entorno de Doñana y el de Sierra Morena, en Andalucía, en 2014 se comenzó por primera vez con la suelta de 26 linces (la mayoría jóvenes, más adaptables) en Castilla-La Mancha, Extremadura y Portugal, con la idea de lograr una expansión real de este animal por regiones en las que campaba hace medio siglo. En 2015, se han liberado otros cuatro linces en Badajoz (tres hembras y un macho). Siete de estos linces liberados en los nuevos territorios han muerto, en su mayoría a causa de la acción humana.
«No es habitual que las hembras jóvenes se reproduzcan, lo normal es que tarden algo más», explica Simón. Y añade: «Si se reproducen este año, seguramente también lo hagan el próximo. Estamos muy contentos». Existe otra hembra también liberada en 2014, llamada Kakapo, que está emparejada con un macho y que «presenta comportamiento de crianza», según la Junta de Extremadura, por lo que en las próximas fechas se podría confirmar el nacimiento de más crías.
Decía Hegel que la historia es el ámbito donde se despliega la razón. Bien, pues el fútbol es el espacio donde se cruzan o tienden a cruzarse los destinos deportivos con los intereses comerciales, tecnológicos y comunicativos. El sorteo de semifinales de la Champions League (la Sampionlí en la jerga peculiar de Jesús Gil) ha deparado un Barcelona-Bayern (en adelante, BB) y un Juventus-Real Madrid. El desequilibrio de la segunda semifinal es manifiesto (así lo decidió el azar), así que la probabilidad de que el Real Madrid juegue la final (Berlín, 6 de junio) es elevada; en la semifinal BB, a duras penas puede arriesgarse un favorito, pero, en fin, el Bayern de Pep y su pantalón roto o descosido parece aquejado de episódicos raptos de debilidad (véase el primer encuentro de la eliminatoria anterior en Oporto) que levantan recelos entre los apostadores. A lo peor no es nada, porque el Bayern despachó al Barça el año pasado sin despeinarse, pero la probabilidad combinada de que la final de Berlín la jueguen los almogávares y los vikingos está por encima del 50%.
Y qué pasaría entonces? Pues que el interés comercial que obsesiona a la UEFA disminuiría, el partido atraería menos a los internautas europeos (desde luego, a los alemanes) y la publicidad podría sufrir de hipotensión. Apenas pudieron taparse las quejas en la final del ejercicio pasado (Atlético de Madrid-Real Madrid); si se repite en 2015 una final española, es probable que la UEFA proponga un sorteo teledirigido para la final de 2016 y que el entrenador de uno de los finalistas sea siempre Mourinho. A grandes males, grandes remedios.
El fútbol se aproxima velozmente a varias encrucijadas. En una de ellas, tendrá que escoger si opta por el carril deportivo, con sus aficionados de siempre y un entorno semicerrado, o acomodarse de una vez a la presión de la publicidad, los horarios y las visitas en Internet; en otra, tendrá que decidir si es útil mantener la ficción igualitaria (una Liga en la que se enfrentan pesos pesados como el Barça o el Real Madrid con pesos pluma como el Córboba o el Levante), y en una tercera (aunque no acaban aquí), entre pagar a las estrellas o a Hacienda. Aunque en este caso la decisión ya es conocida.
Menudo como ha sido siempre, pálido por naturaleza, hijo del patio del colegio de Fuentealbilla y del Bar Luján, Iniesta siempre ha cabido en un trozo muy pequeño de campo. La memoria colectiva ni siquiera recuerda su célebre partido como medio centro en Lisboa, aquel que acabó 0-0, sino que solo retiene sus exquisitos regates como falso extremo, sus delicadas paredes con Ronaldinho o Messi o sus goles terminales en Stamford Bridge y Johanesburgo.
La sensación es que era un futbolista de recorrido corto, un volante desequilibrante, frágil y de esfuerzos medidos, de bellos detalles más que de grandes partidos, de apoyos, el juego del toco y me voy para volver a recibir, siempre asociado a una baldosa. Hasta que el martes se marcó una jugada fuera de catálogo contra el PSG. Luis Enrique le ha alargado la cancha 15 metros, como anunció Valdano, e Iniesta se la recorrió de área a área con la elegancia de un bailarín y el bisturí de un forense, para habilitar a Neymar.
Iniesta simboliza la esencia del fútbol del Barça
La jugada era gol o gol, por la conducción, por los quiebros y cambios de ritmo con que Iniesta sorteó a Cabaye, Cavani, Verrati y Marquinhos, por su determinación desde que tomó la pelota, se dio la vuelta y trazó su carrera campo a través hasta Neymar. La hinchada rompió a aplaudir y coreó largamente el nombre de Iniesta, hoy un jugador más completo e intenso, más sabio e igualmente artista, felizmente recuperado para la causa, preocupado como estaba el barcelonismo por su extravío.
Iniesta simboliza la esencia del fútbol del Barça. Aunque los goles los marcan los tres pepinos, como denomina Piqué a Messi, Neymar y Suárez, el juego fluye cuando el partido lo procesan los centrocampistas y el equipo se organiza a partir de Busquets. La salida de balón acostumbra a ser más aseada y la presión colectiva en terreno contrario resulta tan sincronizada como efectiva. Juega a ratos Xavi, aprende rápido Rakitic, no falta Iniesta y Luis Enrique ha recuperado incluso a Sergi Roberto.
La presencia de los medios garantiza el estilo, reconcilia al equipo actual con su historia más gloriosa, y las aportaciones de Luis Enrique son capitales para aumentar su competitividad, empeorar a rivales como el PSG y el City y mejorar la lectura de los partidos, como se advirtió el martes, una jornada rica en registros y tiempos de juego: el rondo, paciente o rápido, alternó con las transiciones y siempre que fue posible se impuso el ataque corto y veloz. El control fue absoluto y por vez primera se completó un gran partido, sin altibajos, presidido por un fútbol coral serio e inteligente, con y sin balón. La mezcla funcionó tan bien que Alves no metió la pata, sino que jugó de manera excelente, y Messi se quitó de en medio, pareció uno más, convencido de que no le tocaba intervenir, solidario con Iniesta. Y es que su jugada expresa la fusión Luis Enrique-Barça, decisiva para poder aspirar a ganar títulos.
La revolución de las impresoras 3D estaba siendo demasiado lenta. Para crear una simple figurita se necesitan horas y hasta días si es algo más grande. Sin embargo, un nuevo método que combina resinas líquidas, luz ultravioleta y oxígeno consigue obtener objetos 100 veces más rápido. Es el gran paso que le faltaba a la democratización de la fabricación en masa y su promesa del háztelo tu mismo.
La impresión 3D es muy parecida a la pastelería. Los pasteleros crean capa a capa la tarta, que toma consistencia una vez que se enfría. Con las impresoras 3D hay dos grandes tecnologías para hacer las tartas. En una, el modelado por deposición fundida (FDM, por sus siglas en inglés), la impresora calienta el rollo de material y con una especie de manga pastelera crea el objeto. Un chorro de aire enfría el filamento para que solidifique. La estereolitografía, sin embargo, usa resinas líquidas que, al ser expuestas a la luz ultravioleta, se solidifican como si fuera una plancha de caramelizar. La FDM es más sencilla y asequible, pero muy lenta y con peor resolución. La estereolitografía ofrece mejores resultados, pero la operación con las resinas es muy compleja.
«La fabricación por adición tiene el potencial de transformar la complejidad con la que se fabrican objetos funcionales, pero la impresión 3D convencional los fabrica usando un enfoque por etapas, capa a capa, que lleva mucho tiempo», dice el químico de la Universidad de Carolina del Norte (EE UU) y creador de la nueva impresora CLIP, Joseph DeSimone. Para este experto en ciencia de polímeros, existe una gran distancia entre la velocidad en el diseño industrial o prototipado rápido y la velocidad en la fabricación que obstaculizan «la capacidad de la impresión 3D de ir más allá de las fases de diseño y realización de prototipos de un producto».
La estereolitografía usa resinas líquidas sensibles a la luz ultravioleta, que las solidifica
Lo que ha conseguido DeSimone y su equipo ha sido simplificar la estereolitografía, acelerando la velocidad de impresión y sin, por ello, afectar a la calidad de los objetos impresos. Su impresora CLIP (Interfaz de Producción Líquida Continua, por sus siglas en inglés), les permite controlar el proceso por el que las moléculas de la resina líquida se solidifican creando estructuras complejas en un proceso llamado polimerización.
Tal y como explican en la revista Science, donde su creación ocupa la portada de esta semana, en vez de usar un sistema mecánico, los creadores de CLIP juegan con el láser ultravioleta que inicia la reacción química de solidificación y el oxígeno, que la detiene. Su gran aportación es una especie de cristal que, como unas lentillas, les permite ajustar el paso de la luz y del oxígeno. De esta manera, consiguen una impresión continua que da a los objetos un acabado perfecto en su forma y sin fracturas en el interior.
Pero lo mejor de CLIP es su velocidad de impresión. Hasta ahora, la impresión vertical podía imprimir unos cuantos milímetros a la hora. Aunque las capas de material superpuesto tienen un grosor de entre 50 y 100 micras (una micra es la millonésima parte de un metro), había que imprimir cada capa, dejar que solidificara y volver a por otra capa. La nueva impresora eleva el objeto del recipiente con la resina a un ritmo de 500 milímetros a la hora, es decir, hasta 100 veces más rápido.
Durante la presentación de CLIP en las charlas TED, DeSimone mostró algunos ejemplos de lo que puede hacer su impresora en unos minutos. Desde una Torre Eiffel de recuerdo, hasta micro agujas para la administración de medicamentos, pasando por prótesis dentales o stent coronarios, una especie de endoprótesis para el corazón.
«Si la impresión 3D quería salir del nicho de los prototipos en el que ha estado atrapada durante décadas, teníamos que encontrar un tecnología disruptiva que afrontara el problema desde una nueva perspectiva y abordara las debilidades fundamentales de las impresoras 3D», comenta Jim Goetz, uno de los socios de Sequoia, una compañía de inversión que pone su dinero en las tecnologías más rompedoras y prometedoras. «Cuando conocimos a Joe [por Joseph DeSimone] y vimos lo que su equipo había inventado, tuvimos claro al instante que la que la impresión 3D ya nunca sería la misma».
«Cuando vimos lo que habían inventado, tuvimos claro que la que la impresión 3D ya nunca sería la misma», dice un inversor
CLIP ha demostrado su valía imprimiendo plásticos, cerámicas y materiales orgánicos, pero debería funcionar bien con todo material basado en polímeros. Para comercializar su tecnología, DeSimone y parte de su equipo investigador han creado, junto a inversores como Goetz la empresa Carbon3D.
«Es un gran comienzo, la revolución está ahí», opina el director de investigación de BQ, Juan González. Esta es una de las pocas empresas españolas que fabrica impresoras 3D del tipo FDM y que está investigando con las de resinas. «El tiempo puede dar igual en el uso doméstico, pero en la empresa es un factor clave», añade. Pero no se trata solo de que se reduzca el tiempo de impresión, sino que el acabado en un proceso continuo como el de CLIP es muy superior.
La inyección por molde que se usa en la producción industrial aún tiene años de vida, pero con avances como este, González cree que está más cerca «el objetivo de conseguir la producción masiva del molde pero con la capacidad de personalizarla de la impresión 3D».
Documento: ‘Continuous liquid interface production of 3D objects’
La contraseña, una combinación de números y letras, a veces incluso signos difíciles de recordar para hacerla más segura, comienza a diluirse. Apple fue la primera en incluir un sensor de huellas dactilares en sus móviles. Yahoo! acaba de anunciar su intención de cambiar la forma en que se accede a sus cuentas de correo. Samsung y Qualcomm quieren que los sensores estén distribuidos por todo el móvil, para que baste con tomarlo en la mano para comenzar a funcionar de manera segura. Windows 10 va un paso más allá. Aunque son diversos los experimentos, Microsoft ha sido la primera en llevarlo al mercado de consumo.
Joe Belfiore, el máximo responsable del próximo sistema operativo de Microsoft, ha desvelado el funcionamiento de Windows Hello, como han llamado al sistema de acceso usando patrones biométricos en lugar de la combinación que se teclea normalmente.
“Con solo mostrar tu cara o tocar con el dedo el sensor, los aparatos con Windows 10 te reconocerán. No solo es más sencillo, sino más seguro. La contraseña ya no está en el servidor o el aparato que usas”, explica el directivo.
El sistema sirve tanto para abrir sesión en el móvil y el ordenador, como para acceder a aplicaciones de pago o la intranet de la empresa. “Las contraseñas son uno de los puntos de seguridad que hay que mejorar. Usar tu cara, tu iris y tus huellas dactilares”, insiste.
Sin embargo, no todos los aparatos incluyen el sensor y es precisamente ahí donde Microsoft trabaja, empujando a los fabricantes de móviles y tabletas, también de ordenadores híbridos como su Surface, que tampoco cuenta con esta opción, a incluirlo.
Belfiore defiende que Windows Hello será seguro, incluso si se prescinde del sensor: “Usamos una combinación de software y hardware avanzada, que sabe discernir, que distingue si lo que tiene ante sí eres tú o una foto tuya puesta por alguien que te quiere suplantar”. Para ello, las cámaras adaptadas a Windows Hello usarán infrarrojos para escanear la cara y el iris aunque las condiciones de luz no sean óptimas.
El funcionamiento de este servicio, que estará listo para el estreno del sistema operativo, comenzará con el estreno del móvil, tableta u ordenador que use este software. Primero con una combinación de números, hasta que los sensores biométricos creen un patrón lo suficientemente certero. Después, ofrecerá el acceso a diferentes webs compatibles con sus sistema. No se han desvelado nombres, pero se sobreentiende que serán bancos, webs de comercio electrónicos, contenidos en la nube personal o profesional y redes sociales.