La sequía deja casi sin bidones de agua al Tour de California, la competencia del Giro

Durante casi cien ediciones, el Giro de Italia ha sido la ronda internacional que ha copado absolutamente todas las portadas del mundo del ciclismo durante el mes de mayo. Se lo ha ganado por historia y por ser una de las competiciones más espectaculares del circuito, siempre con el permiso de la Vuelta y, sobre todo, del Tour. Es indiscutible su relevancia histórica y la importancia que tiene dentro del pelotón. Por ejemplo, la noticia del día ciclista de este martes era que se había estrenado en una grande Davide Formolo y que otro australiano, el tercero ya, se vestía de rosa, Simon Clarke.

Sin embargo desde hace tiempo ya, un lustro para ser exactos, el Giro ya no es la única competición llamativa de mayo. En 2010, el Tour de California tomó una decisión sin precedentes y colocó su campeonato en las mismas fechas que el italiano, obligando a muchos ciclistas y equipos a elegir entre uno u otro.

El Giro es el Giro y a no ser que dentro de un tiempo haya una hecatombe de la que no se salvase ni Noé, lo seguirá siendo. Pero claro, también es comprensible que a algunos corredores les motive y no poco correr la vuelta más importante de Estados Unidos. Vale que no tiene el prestigio ni la compensación económica de las grandes rondas europeas, pero los americanos están apostando fuerte por el Tour de California y muestra de ello es precisamente que cada año de los últimos cinco hayan seguido manteniendo las fechas.  Este año, sin ir más lejos, están allí dos de los mejores ciclistas del mundo, como son Mark Cavendish y Peter Sagan, primero y segundo en la general, respectivamente.

Esta decisión no fue a la ligera. Es decir, los organizadores del Tour de California no se levantaron una fresca mañana de febrero y decidieron que al año siguiente iban a hacer la competencia al Giro. En absoluto. Lo de fresca no era sin querer, precisamente. La zona meridional de California tiene un clima relativamente tropical, con unas temperaturas suaves la mayor parte del año. Pero el norte sufre el invierno como buena parte de los Estados Unidos y durante las primeras cuatro ediciones (la primera fue en 2006), los ciclistas tenían dificultades para concluir las etapas y añadir montaña se antojaba difícil. Así que buscaron una manera de solucionarlo y trasladaron la ronda a la primavera.

Lo que seguro que no se esperaban era lo que le ha caído encima a todo el Estado de California. En ciertas zonas, como Los Ángeles, por ejemplo, no ha caído una gota de lluvia en todo un año. La sequía está arrasando el Estado, vaciando presas, secando ríos como si fueran salinas, y complicando y mucho la existencia a las productoras de agua dulce embotellada. La falta de suministro les ha obligado a reducir su volumen de ventas. Si no hay agua, no se puede embotellar. Y de ahí, el problema se ha extendido al deporte en general y al ciclismo en particular. La imagen que ilustra esta pieza es bastante reveladora del ambiente seco que tienen que soportar los ciclistas.

Pero lo peor de todo no es eso, sino que hay hasta racionamiento de agua entre los equipos. La organización se las está viendo muy turbias para conseguir agua suficiente para todo el pelotón. No hay suficiente agua en California como para que cada casa pueda beber con normalidad, imagínense para que cientos de ciclistas tengan siempre sus bidones llenos y con disponibilidad constante. Así, que los directores de los equipos se las tuvieron que apañar en la segunda etapa, disputada este lunes, para encontrar agua pura y añadirle ellos mismos los minerales necesarios para poder hidratar a los ciclistas. Toda una aventura la que están viviendo todos aquellos que no quisieron o no pudieron pedalear en tierras italianas.

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