Un grupo de danza rescata las sonoridades de los pueblos montuvios

La Compañía de Danza Costeña Retrovador nació hace 31 años en Guayaquil. Es una agrupación que busca rescatar las tradiciones de los pueblos montuvios del litoral ecuatoriano.

El grupo es dirigido por Wilman Ordóñez Iturralde, bailarín, coreógrafo y autor de más de una decena de libros sobre el folclor y tradición oral montuvios. Uno de ellos es Alma montuvia, de la música y el baile en el litoral ecuatoriano, Antología de la literatura montuvia, Amorfino: canto mayor del montubio, Folklore y sociedad, entre otros.

Desde el 2014 pertenece a la Academia Nacional de Historia del Ecuador y este año fue homenajeado como personaje destacado e invitado de honor del Comité Cívico Ecuatoriano de Nueva York.

El uso de los trajes típicos forma parte del espectáculo folclórico que ofrece el grupo.

El folclorista recordó que la compañía se fundó el 26 de noviembre de 1986 para responder a algunos aspectos socioantropológicos que desaparecían en ese tiempo. También por el nacimiento de una conciencia política frente a un silencio del pueblo montuvio, de su música y su baile.

Ordóñez comentó que antes de crear el grupo Retrovador, él y sus hermanos ya pertenecían a otra agrupación de danza folclórica, el ballet Amazonas del profesor Miguel Herrara Villacís.

Sin embargo, “comencé a preguntarme ¿por qué razón en el ballet Amazonas no bailábamos danzas costeñas, danzas montuvias? ¿Por qué razón, si Guayaquil fue declarada en 1934 como capital montuvia, por José de la Cuadra, bailábamos san juanitos, danzantes, cachullapis, bailes de abajo, yumbos? “No bailábamos polkas cruzadas, bailes de golpe de tierra, bailes de chamba, ferengo y candil, que luego estudié y rescaté, a través de mis textos”, dijo.

Entonces, asumimos esa conciencia del presente histórico y social y propusimos crear un ballet folclórico que ayude a llenar ese vacío de sonoridades y expresiones danzadas, comentó. “Después de la salida de mis hermanos y de la mía del ballet Amazonas conformamos Retrovador como una compañía familiar, integrada por cinco hermanos y Jorge Iván Agua Cedeño, proveniente del Ballet Folclórico Guayaquil, del fallecido Jorge Córdova”.

El escritor mencionó que en sus inicios la compañía estaba conformada por tres parejas de bailarines. Sin embargo, para cuando cumplió su primer aniversario, el cual celebró con una actuación en la Casa de la Cultura Ecuatoriana, ya había crecido a 12 bailarines, o sea 6 parejas.

Actualmente, la nómina supera los 20 miembros, quienes bajo una metodología de investigación etnográfica, revalorizaron los elementos músico-coreográficosmontuvios. La calidad de sus actuaciones los hizo destacar y han sido invitados a numerosos eventos nacionales e internacionales. México, Colombia, Perú, Venezuela, Costa Rica, Bolivia, Brasil y China son algunos de los destinos que han visitado.

Tradiciones montuvias

Ordóñez explicó que su curiosidad por entender más acerca de la tradicionalidad montuvia tiene un antecedente familiar. “Cuando estudiaba política y sociología investigué el proceso liberal Alfarista, entonces comencé a preguntarme por mis orígenes, que son completamente montuvios”, contó.

Por el lado de mi madre, agregó, la ascendencia es riosense y por mi padre es orense. Mis bisabuelos habían pertenecido a las montoneras de Alfaro. Esto le hizo comprender que tiene una etnicidad, una identidad y una memoria histórica, sociocultural y simbólica montuvia.

Ordóñez lamentó que las tradiciones montuvias miran como algo estático, cuando en realidad se mantiene en evolución.

“Por ejemplo, la gente define al montuvio por sus ropas, dicen que se están perdiendo las tradiciones porque ya no se visten como antes, porque ya no andan a caballo sino en moto. ¿Pero que me digan quién viste o vive de la misma manera que se hacía hace dos siglos?

Si las comunidades cambian y modifican sus costumbres, ¿por qué con los montuvios deben ser diferentes”, concluyó. Su grupo de danza no solo representa colores y pasos, sino identidad e historia. (I)