Toño y Manchester United ya tiene rival para la semifinales de Europa League

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¿Se puede 'hackear' un avión? El FBI sostiene que ya lo han hecho

El experto en seguridad informática Chris Roberts, fue interrogado recientemente por el FBI después de anunciar haber hackeado los sistemas de seguridad de varios aviones en los que viajó entre 2011 y 2014. El fundador de la empresa dedicada a la ciberseguridad One World Labs, publicó un tuit hace un mes en el que, aparentemente de broma, decía estar “jugando” con un Boeing 737/800 de la compañía United Airlines y que iba a activar en remoto el sistema de mascarillas de oxígeno de la aeronave.

El FBI sostiene ahora que Roberts entró en los sistemas del avión y ha emitido una alerta a las aerolíneas en la que les solicita extremar la vigilancia. Boeing por su parte ha asegurado que una incursión pirata en los sistemas internos de sus aviones es imposible. Y el último en discordia, United Airlines, ha retado a cualquier hacker a detectar un bug en su plataforma a cambio de una suculenta recompensa.

¿Son hackeables los sistemas de los aviones? Según el FBI sí. Los expertos sin embargo, apuntan a que actualmente es imposible. O por lo menos los que guardan relación con la navegación y funcionamiento de la aeronave.

Según ha explicado a Teknautas Daniel Montero Yéboles, Jefe de Sistemas de Aviónica de GMV, «el único sistema susceptible de ser hackeado dentro de un avión es el de entretenimiento, pero está aislado del resto». Por regla general los aviones disponen de unas pantallas en los asientos desde las que los pasajeros pueden desde ver películas hasta escuchar música o seguir la trayectoria del vuelo. Otros cuentan con una entrada USB e incluso ethernet. «Este sistema puede llegar a ser susceptible pero no está conectado con ningún otro. Los sistemas críticos como el Flight Management System no son accesibles desde fuera. En este caso y aunque el hacker hubiera podido meter un virus o troyano, no habría tenido ninguna capacidad real de afectar a la operación del avión».

‘El único sistema susceptible de ser hackeado dentro de un avión es el de entretenimiento, pero está aislado del resto’

Chris Roberts reconoció haber entrado en el sistema de entretenimiento del avión. El FBI sin embargo le acusa de haber accedido a otras redes, incluidas las conectadas con el sistema de propulsión y combustible del avión.

El director de Comunicación y Laboratorio de Eset España, Josep Albors, ha añadido al respecto que «en la mayoría de casos el sistema de entretenimiento que incorporan los aviones es un Linux modificado, mientras que los de navegación son sistemas propietarios que desarrollan las compañías aeronaúticas. Lo máximo que puedes hacer es borrar las películas del resto de pasajeros o el audio, pero no acceder a los sistemas de navegación».

Interfiriendo entre el avión y la torre de control

Donde sí flojean los vuelos comerciales es en la comunicación con tráfico aéreo. El español Hugo Teso demostró durante una conferencia Hack in the box y gracias a un simulador, que se pueden piratear los sistemas de comunicación ACARS y ADS-B. «El autopiloto no admite órdenes externas, lo que impide que pueda ser hackeado. Sin embargo, el avión intercambia datos con tráfico aéreo, por lo que existe la posibilidad de que estos puedan ser alterados», ha explicado Daniel Montero.

En la misma línea se ha manifestado Albors: «Estos sistemas de comunicación se empezaron a implementar a mediados de los años 90 pero todavía presentan problemas con el cifrado. Hugo Teso demostró que se podían interferir los datos entre un avión y la torre de control».

El investigador Brad Haines por su parte demostró que la infinidad de datos que comparten los vuelos comerciales con aplicaciones como por ejemplo Planefinder AR o Flightradar 24 vienen sin cifrar, por lo que también pueden ser interceptados. Haines explicó que algunos de los ataques que se podían conseguir como consecuencia de esto eran crear datos falsos en los sistemas de los aviones, interferir en el GPS o crear un tráfico erróneo.

A pesar de los trágicos accidentes aéreos ocurridos recientemente y la creciente sensación de que se están incrementando, lo cierto es que según el Bureau of Aircraft Accidents Archives, 2014 fue el año en el que menos tragedias ocurrieron en décadas. Tras el incidente del vuelo de Germanwings fueron muchos los que apuntaron a un ataque hacker. Sin embargo, hasta la fecha esto no ha ocurrido.

El experto Hugo Teso ha reconocido que, a pesar de que todavía queda mucho margen de mejora, a día de hoy, todavía estamos muy lejos de que un ciberdelincuente pueda hacerse con el control de un avión en pleno vuelo. Pero, ¿y en un futuro?

Actualmente ya existen proyectos que aspiran a controlar las aeronaves de forma automática. Es decir, que permitan controlar el avión desde tierra para evitar de esta forma posibles accidentes. Se prevé que esto sea una realidad dentro de 20 años. «Cuando esto ocurra sí que puede haber un riesgo de que los vuelos sean hackeados. Si hoy en día un avión tiene un problema y no responde a tráfico aéreo lo único que puede hacer la torre de control es ver cómo se estrella. La idea es que en un futuro se pueda controlar el avión. Es en ese momento cuando tendremos que implementar las medidas de seguridad para que ese lazo de control no pueda ser hackeado«.

Moyes, en ‘stand by’

Desde la época de John Benjamin Toshack, ningún entrenador había causado tanta sensación en la Real Sociedad como David Moyes. Dos británicos pintando las habitaciones oscuras de la Real Sociedad en momentos singulares. Un galés y un escocés, uno criado en el Liverpool, como jugador, el otro en el Everton, como entrenador. Dos orillas británicas cayendo en la misma playa de La Concha. Y sin embargo, la operación de Moyes, encumbrado en el Everton, enterrado en el Manchester United, no ha dado beneficios.

La Real no ha mejorado con el entrenador británico, no han cambiado los futbolistas, ha tranquilizado la clasificación, pero no ha habido un giro en el relato de un equipo que parece condenado a las novelas futbolísticas predecibles. En Anoeta no se advierten nuevos vientos, pero se esperan. Prevalece una situación de stand by, como si el verdadero Moyes fuera el de la próxima temporada, el que haga su plantilla, el que imponga si estilo.

Moyes es un tipo educado y simpático. Acostumbraba a invitar al entrenador del equipo rival a una copita de champán al término del encuentro. Una costumbre británica que no coincide con el apasionado espíritu mediterráneo y las urgencias de los resultados y los viajes. En el terreno de juego, la Real no difiere mucho de la de Jagoba Arrasate. Defienden los mismos, donde ejerce de jefe Íñigo Martínez y los demás flotan. En el centro del campo ha confiado en Rubén Pardo y Granero, en detrimento del veterano Bergara, mientras en la delantera juegan los mismos con las mismas alternancias.

La comunicación entre el pasado y el futuro está de momento cortada

El teléfono está en espera. Se anuncian cambios profundos para la próxima temporada. No se sabe si se anuncian o se advierten, pero lo cierto es que el teléfono de David Moyes actualmente comunica. La comunicación entre el pasado y el futuro está de momento cortada. El último reto de la Real es el de hoy (22.00) en el clásico contra el Athletic en San Mamés, un recinto al que ha dedicado todo tipo de elogios David Moyes, en un ejercicio tan inoportuno como sincero.

Un derbi en martes entre el Athletic aspirando a la séptima plaza (con la final de Copa en el párpado) y la Real, con mirada en la próxima temporada, a las diez de la noche de un día laborable, roza un tanto con la rutina. La Real esperando la revolución y el Athletic, la confirmación. Y David Moyes, en stand by, aunque el teléfono este ardiendo de mensajes y esperanzas. A fin de cuentas, siempre hay una brasa encendida en todos los clásicos entre el Athletic y la Real, aunque no siempre de la misma llama. Moyes no la ha encendido.

Chicharito, el optimista del gol

Este mexicano con apodo de guisante es algo más que un goleador espasmódico, que es lo que único que le han dejado ser hasta el pasado miércoles en el Real Madrid. Su optimismo, no solo ante el gol, ha resultado contagioso para los suyos. Con el vestuario en vilo por las lesiones y el Atlético y la Liga a la vista, Chicharito, desde el cuarto oscuro en el que ha vivido ocho meses en Chamartín, ha salido al rescate de todos, con rezos, sonrisas y lágrimas. Su conmovedora abnegación le ha mantenido a flote cuando se le daba por más que caducado. Llegadas las urgencias, cabía pensar que Chicharito solo era un recurso por descarte del resto, que aparecería un jugador deprimido, pasado de peso, sin las botas afiladas y con el colmillo justo para ser un parche de emergencia y regresar a Manchester para discutir con el agrio Van Gaal.

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Para deleite madridista, antes de golear, transmitió un entusiasmo juvenil, como el de un chico con botas nuevas. Todo jovialidad, aliento, euforia. De repente, la bandera blanca de Chicharito no era la de la rendición, lo que nadie hubiera podido reprocharle. Era la enseña que colorea su escudo actual, el que lleva de paso al estar cedido por el United. Nadie remató y empujó más en el derbi madrileño de la Champions, hasta que tuvo su premio. Un gol de mucho valor, pero de ejecución nada extraordinaria. El tanto del oportunista. Esa era la etiqueta de este mexicano, aunque rebajada desde que se fue difuminando en Old Trafford. Hoy, el promedio goleador de su carrera es de 0,38, por debajo del 0,47 de Benzema, por ejemplo. Un día de gloria para el héroe inesperado, para el muchacho desconsolado en el banquillo, para el alumno al que por fin se agarraba Ancelotti, colgado de su cuello salvador. El madridismo buceó para encontrar referentes de iluminados por un día. Un Morales, aquel jugador de los 90 que ganó al Atlético y se le acabó la fiesta en el Real.

Mientras Chicharito regaba portadas con clavos ardiendo, llegó la cita de Vigo. El efecto Chicharito quizá permitiera que el mexicano cazara algún rebote de gol, algún rechace o una pillería. Si ante el Atlético se vio al goleador puntual, en Balaídos irrumpió otro Chicharito, el Chicharito jugador. Si su medio natural era el área y fuera un patoso, resulta que tiró un par de paredes estupendas con James y acabó con un gol de jugada. Luego, asistió en carrera a Cristiano en una contra y puso el broche con una pinchada propia de Zidane. Su oportuno y picante desmarque lo entendió Ramos. La pelota le llegó al vuelo, con la carga de un defensa adversario. Una pérdida de tiempo ante un supuesto empujador de goles. Otro desmentido. El azteca calmó la pelota como el que acuna a un bebé, enfiló al portero Sergio y obró como el que lleva el gol en el tuétano. Dos Chicharitos: el goleador y el más desconocido, el jugador.

Lo de Vigo fue una demostración de que lo suyo puede no ser episódico si ahora que ya es innegociable y tendrá precio este verano para ser presentado con pompas, Ancelotti y el club le alistan no como un Morales, sino como un Larsson. Aquel sueco que hizo carrera en Barcelona con goles y dando buenos turnos a los titulares. Con ello, muy profesional, se ganó el apego de la hinchada, como ya sucede con Chicharito. A estos futbolistas no se les pide más de lo que dan. La gente también adora a esos titulares entre los suplentes siempre optimistas y con la puesta a punto.

Vascos al servicio del Real Betis Balompié

El escudo del Betis luce orgulloso en pleno centro de Sevilla. Justo enfrente de la calle Sierpes se encuentra la Peña Bética 1935. En su balcón, el gran escudo del conjunto andaluz rememora la gran hazaña del Betis. No es otra que la conquista de su único título de Liga, logrado en 1935 después de una temporada en la que el equipo andaluz rompió la hegemonía de un campeonato liguero instaurado en 1928 y que solo habían ganado el Madrid, el Athletic y el Barcelona. El 28 de abril de 1935 el Betis ganaba en Santander 0-5 y se proclamaba campeón. 80 años han transcurrido de una gesta que fue transmitida en teléfono por los directivos desplazados a Santander y que llegó a Sevilla cuando se celebraba la Feria de Abril.

El Flecha Verde, el autobús que transportaba al equipo, se dirigió a Bilbao a recoger la Copa de campeón (en poder del Athletic) y luego a Sevilla, donde llegó en la noche del 30 de abril. El Betis homenajeó a sus campeones con una ofrenda floral en el monumento que le honra y se alza en el terreno donde hace 80 años se ubicaba su campo, el Patronato Obrero, inaugurado en 1918.

Hay que analizar bien por qué el Betis se convirtió en el primer equipo en ganar un título tras 33 ediciones de Copa y seis de Liga sin ser un club catalán, vasco o madrileño. Habría que desterrar algunos tópicos que han acompañado a la entidad andaluza desde el inicio de los tiempos. En la década de los treinta, el Betis no era el equipo del pueblo ni de los obreros, como tanto se ha destacado de forma errónea. En su junta directiva siempre militaron conocidos miembros de la burguesía sevillana y el torero y poeta Ignacio Sánchez Mejías dinamizó al club sevillano desde su presidencia en 1928. El Betis inició en 1932 una política de fichajes de jugadores de experiencia. El conjunto sevillano ficha a Lecue en 1932 procedente del Alavés. Y a Unamuno y Saro en 1933 procedentes del Athletic y el Arenas. Además de gastarse el dinero, el Betis tuvo ojo y pescó a jóvenes promesas del fútbol vasco, como el portero Urquiaga en 1932 y el defensa Aedo en 1933, ambos procedentes del Barakaldo. Al mismo tiempo, el equipo filial gana el Campeonato de Andalucía en 1934. De él salen dos campeones de Liga, Caballero y Valera.

El entrenador del Betis campeón, Patrick O’Connell, dirigió luego al Barcelona y al Sevilla

El Betis que gana la Liga está compuesto por seis jugadores vascos (Urquiaga, Areso, Aedo, Larrinoa, Unamuno y Lecue), que componen su columna vertebral. Además estaba Saro, de Valladolid, pero criado en el País Vasco. La defensa Urquiaga, Areso y Aedo llegó a ser internacional y en la delantera destacaron como máximos goleadores del equipo campeón Unamuno (13 goles) y Lecue (7). En el banquillo se sentaba un técnico excepcional, que llegó a ser capitán del Manchester United en 34 ocasiones. Se trata de Patrick O’Connell, que entrenó al Betis de 1932 a 1935 y luego desde 1940 a 1942. También al Sevilla de 1942 a 1945. “Fue un triunfo contra todo pronóstico, logrado con el liderazgo y la orientación de mi difunto abuelo, el irlandés Patrick O’Connell”, escribe en la web del club andaluz su nieto Michael. 80 años de la Liga del Betis, en buena parte lograda por el inestimable servicio de seis jugadores vascos de categoría. El gran triunfo de esta entidad ahora en Segunda y disparado en el liderato en busca del ascenso empujado por 37.000 socios. El Betis, el primer equipo andaluz en jugar en Primera, ganar la Liga y disputar la Liga de Campeones (2005-2006).

El Chelsea acaricia la Premier

El Chelsea tiene la Premier en el bolsillo. Sin grandes alardes, poco mando y escasa propuesta, el cuadro de Mourinho resistió las embestidas del United y se llevó el partido con un solo golpe, de Hazard, que certificó el triunfo por debajo de las piernas de De Gea. A cinco jornadas para el final, el Chelsea le saca 10 puntos al Arsenal, su máximo perseguidor, y acaricia el título de Liga.

El United, mermado por las bajas,—Carrick, Phil Jones, Blind y Marcos Rojo, se lesionaron contra el City—no pudo sumar su séptimo triunfo consecutivo. Lanzado en la recta final de Liga, solo su desastrosa primera vuelta explica que no le haya podido discutir el liderato al Chelsea, que ha visto cómo sus rivales se caían de la lucha por incomparecencia. De hecho, el cuadro de Van Gaal es el segundo mejor equipo de la Premier en 2015, solo por detrás del Arsenal, al que le podría quitar la segunda plaza, sin perder de vista al City, a cuatro puntos.

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El fogoso inicio de los diablos rojos en Stamford Bridge pilló a contrapié al equipo de Mourinho, que no acostumbra a alarmarse con el primer contratiempo. Proponía el United, esperaba su rival, ordenado defensivo y previsible, experto en sacar suculentos réditos de situaciones adversas. Rooney pudo adelantar a su equipo cuando no se habían cumplido ni cinco minutos de partido. El ariete, más retrasado en Stamford Bridge, recibió un centro desde la izquierda, se acomodó el balón y lo lanzó a la escuadra de Courtois. En la otra portería, De Gea cantó gol. Le engañó la perspectiva, que le hizo creer que el balón había entrado por donde solo pasó cerca.

Poco a poco el Chelsea empezó a acompasarse con el ritmo del partido, marcado por el United. Sin Costa ni Rémy, Mourinho apostó por Drogba en punta. El marfileño de 37 años sumó su décimo partido como titular, escoltado por Hazard, Oscar y Fàbregas. El talento blue, sin embargo, andaba desaparecido en Londres, diluido por el control del United, bien cerrado por Herrera y punzante con Mata, que volvía a Stamford Bridge. De un embrollo y un error de De Gea pudo llegar el primero del Chelsea. Un lío que acabó con Ivanovic en el suelo y De Gea mangándole un balón a Hazard con la mano fuera del área que el árbitro no vio.

El gol llegó un instante después, cuando por fin conectó el talento ausente del Chelsea. Terry robó el balón y cedió a Fàbregas, que lo condujo hasta encontrar a Oscar. El brasileño asistió de tacón a Hazard, que encontró entre las piernas de De Gea el camino directo a su red. El Chelsea volvió a sacar petróleo de un paréntesis, de un inciso en su espeso juego.

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Hazard celebra su gol al United. / Bogdan Maran (AP)

Poco cambió en la segunda parte, salvo que el Manchester bajó la intensidad. Tanto que un despiste de Herrera, obligado a hacer del lesionado Carrick, pudo costarle el segundo en contra. El español dirigió su pase a Matic, que lanzó un balón largo a Drogba. El punta se citó delante de De Gea dentro del área, acompañado por Smalling, que llegó justo para meter el pie y desviar el disparo. El balón se marchaba desviado, pero Hazard corrigió su trayectoria y, sin ángulo, lo hizo chocar con el exterior del palo derecho de De Gea.

La más clara para el United la tuvo Falcao, que también se topó con la madera. El palo evitó que el colombiano, que pide más minutos, respondiera con goles a la oportunidad que le había dado Van Gaal. El holandés movió el banquillo en busca de la agitación de Di María y Januzag, pero resultó insuficiente para evitar que el Chelsea diera un golpe prácticamente definitivo a la Liga.