Emelec no pudo sostener su ventaja ante River y se complica en la Libertadores

Emelec no pudo sostener su ventaja ante River y se complica en la Libertadores River Plate derrotó 2 a 1

River Plate tendría su once para enfrentar a Emelec

River Plate tendría su once para enfrentar a Emelec River Plate tendría su once para enfrentar a Emelec. La delegación

«Marcarle a un rival como River sería un sueño cumplido»

«Marcarle a un rival como River sería un sueño cumplido» Bruno Vides seguramente saltará a la cancha del estadio Capwell

Vía libre para fichajes: Miranda y Mandzukic se van al Inter y a la Juventus

El Atlético ha dado el primer paso para formar lo que será la plantilla de la temporada 2015-16. De ese paso, que en realidad es doble sorprenden dos cosas, principalmente: que se haya producido en una fecha tan temprana (antes incluso de la apertura oficial del mercado de fichajes) y otra el montante por el que Mario Mandzukic jugará en la Juventus las tres próximas temporadas y por el que João Miranda se marcha al Inter. 15 millones de euros al contado más otros tres dependiendo de ciertas variables que se embolsa el Atlético por el 9, por  el que hace menos de un año pagó 22. Y algo más de doce pagarán los nerazzurri por el brasileño. En total, menos de 30 millones ingresados.

Era un paso que tenía que dar el Atleti y el delantero, puesto que ninguno se quiso mutuamente desde casi el inicio de la aventura del croata en el Calderón. Llegó como sustituto directo de Diego Costa, pero nunca contó con la aprobación de Diego Pablo Simeone que, a fin de cuentas, es quien decide si le gusta o no el jugador que el club le compra. Y no, no le gustó desde el principio, pero era lo que había y tenía que apechugar y darle la responsabilidad que el precio pagado al Bayern marcaba.

Mandzukic y Tévez luchan por un balón en el Atlético-Juventus de Champions (Reuters).

Y lo cierto es que Mandzukic cumplió con lo que se le pidió, hasta cierto punto, claro. Ese punto fue febrero. A partir de ese mes, más concretamente del día 21 de ese mes, el punta no marca un gol con el Atlético y ya nunca más lo volverá a hacer. Estar los tres últimos meses de competición sin anotar jugando casi todos los partidos le dio la razón a Simeone. Tenía cierta desconfianza hacia su delantero titular, y en el periodo más importante de la temporada, se quedó seco, probando que tal desapego tenía una base real. Pero hasta entonces, había marcado 20 goles entre todas las competiciones, una cifra más que aceptable.

Este traspaso tiene dos lecturas posibles: la primera, que Carlos Tévez no va a seguir en la Juventus definitivamente, pero tampoco se va a marchar al Atlético de Madrid. El Apache volverá a Boca con casi total seguridad, sólo a falta de que los xeneizes y la Juve lleguen a un acuerdo. La segunda, que el Atleti pierde a su referencia ofensiva y el que iba a ser su sustituto, precisamente Tévez, no llegará. Eso sí, lo que se consigue con esta venta es acelerar por fin para cerrar el traspaso de Luciano Vietto, que llegará al Manzanares próximamente.

Miranda consigue lo que quería

Llevaba un año queriendo dejar el club y sólo a falta de confirmación oficial, Miranda lo consigue. El Inter de Milán se lleva al central brasileño por unos 12,5 millones de euros, una cifra tremendamente alejada de los 30 millones de la cláusula que no se atrevió a pagar el Barcelona el verano pasado y por lo que fichó a Mathieu por 20. El Inter, que se quedó fuera de Europa, octavo en la Serie A, se lleva a un central de primerísimo nivel para tratar de competir lo mejor que pueda el Scudetto con la Juventus y los demás grandes del calcio.

Ésta es otra salida con la que contaba la dirección deportiva del Atlético. Giménez ganó peso con el paso del curso y se perfila como indiscutible titular junto a Godín, lo que obliga a contratar, al menos, a otro central que pueda ocupar el rol que venía desempeñando el joven uruguayo. Ese podría ser Emanuel Mammana, que es uno de los líderes de River Plate a sus 19 años.

Y todavía faltan varias salidas más, alguna será esperada, otras sorprenderán. En el primer grupo se encuadra Arda Turan. Uno de los iconos del Atleti sintió el año pasado que había acabado su ciclo como rojiblanco pero no le dejaron irse. Ahora, como con Miranda, no se será tan estricto en lo que ha exigir la cláusula de rescisión se refiere. En ese grupo también podrían estar Siqueira, Raúl Jiménez y Mario Suárez. Pero no sería descabellado, y entramos en el segundo grupo, que otros como Antoine Griezmann (pretendido muy seriamente por el Chelsea) e incluso Fernando Torres (decepcionado por su suplencia), puedan marcharse también. Toda salida será cubierta, con mejor o peor criterio, pero así será. Uno de los que puede llegar es un viejo conocido como Thiago Motta, aunque el Atleti sigue teniendo a Youri Tielemans como opción de futuro para el mediocampo. 

Messi, Neymar y Luis Suárez: el tridente que fusionó el liderazgo de Mascherano

Cuando la temporada no había dado comienzo y los equipos estaban poniéndose a punto para afrontarla, muchos dudaron. Encajar tres piezas de tanto nivel no se presentaba como tarea sencilla para Luis Enrique. No sólo a nivel futbolístico, sobre todo personal teniendo presente que hablamos de tres estrellas de nivel mundial. El primer asunto quedó resuelto hace mucho a la vista de los espectaculares números firmados por este trío, y el segundo no se reveló como problemático nunca. La convivencia entre Messi, Neymar y Luis Suárez se ha desarrollado por el mejor cauce, sobre todo gracias al silencioso y efectivo trabajo realizado por Mascherano. Fundamental de principio a fin. Y primer título de la temporada en el bolsillo tras el triunfo logrado en el Vicente Calderón.

Los números que han firmado –con un partido de Liga, final de Copa y final de Champions League por disputar– los tres atacantes del Barcelona son descomunales. Ni más ni menos que 115 goles han marcado hasta el momento entre los tres en todas las competiciones, Liga, Champions y Copa del Rey. Messi (41, 10 y 3), Neymar (22, 9 y 6) y Luis Suárez (16, 6 y 2) han lanzado a un Barcelona que puede firmar un histórico triplete. Leo ha encontrado la felicidad, sobre todo porque ninguno de sus dos compañeros puso en cuestión su liderazgo, lo que sí hicieron otros como Eto’o o Ibrahimovic, en el Barcelona, o Tévez en la selección argentina.

Con los peligrosos precedentes de Eto’o, Ibrahimovic y Villa, se temía que Messi no aceptara de buena gana tener a su lado a dos futbolistas de un nivel superlativo que hicieran sombra a su eterna autoridad futbolística. La convivencia con Neymar no empezó de la mejor manera, con una fría distancia entre ambos en los primeros tiempos, cuando Leo aún mascullaba entre dientes por no tener a su lado al Kun Agüero. No le agradó la contratación del brasileño, un icono mundial que podía poner en peligro su liderazgo. Pero eso no sucedió, entre otras cosas porque Neymar repitió una mil veces que el argentino era el mejor, el indiscutible capo del equipo. Y Mascherano, al que respeta como a nadie su compañero de equipo y selección, cumplió una función básica para que la convivencia no se ensuciara.

Messi, nada más marcar el gol que dio la Liga al Barcelona (Reuters)

De asados y demás cuestiones

El arranque de la relación entre Neymar y Messi tuvo la frialdad como bandera. El de Rosario no le recibió precisamente con los brazos abiertos. Pero poco a poco, y gracias a la actitud del brasileño, el ambiente se fue relajando. Cada vez que podía, el icono de la canarinha lanzaba flores a su compañero. “Leo es el mejor jugador que he visto”, dijo en alguna oportunidad, mensaje, como otros similares, que relajó a su compañero. A lo largo de esta temporada, en la que Ney plasmó en el terreno de juego todo lo bueno que tiene, su convivencia con Messi acabó convirtiéndose en más que respetuosa. Cada uno encontró su espacio para alumbrar un Barcelona que desde hace tiempo se muestra intratable.

Mascherano, al que Messi respeta mucho por su personalidad y por ser un impecable profesional, trabajó mucho para que las dos estrellas remaran en la misma dirección. El defensa/mediocampista argentino es todo un líder en el vestuario y su callado trabajo con Leo encontró el premio de una buena convivencia entre ambos. Sucedió algo similar cuando llegó Luis Suárez. Ambos con pasado red del Liverpool, el Jefecito trabajó para que el uruguayo entrara con buen pie en el vestuario azulgrana, sobre todo a ojos de Messi. Con una cultura similar, los asados y asuntos de conversación similares fueron clave para que encajaran perfectamente Leo y Suárez. Y todo bajo la atenta mirada de Mascherano.

En el pasado Mundial de Brasil, cuando Argentina se jugaba un lugar en la final ante Holanda, Mascherano vino a decir a sus compañeros que estaba “harto de comer mierda, quiero ganar este torneo”. La albiceleste eliminó a la Orange y se jugó la gloria con una Alemania que ganó el título gracias a un postrero gol de Götze. Basta la mencionada frase para entender el carácter de un jugador único. Curioso caso el suyo, que debutó antes con la selección mayor de Argentina en un amistoso contra Uruguay que en la primera división con River Plate, club en el que dejó huella –le gustaría acabar su carrera en el equipo de la franja roja, según ha dicho alguna vez–. Leo Astrada, el Jefe y líder del club bonaerense, le cedió el mítico 5 para terminar siendo bautizado Mascherano como el Jefecito. En el Barcelona su categoría alcanzó la condición de jefe supremo, como bien pueden atestiguar Messi, Neymar y Luis Suárez…

La Bombonera resolverá la trilogía de mayo

La trilogía de mayo, como llaman los argentinos a los tres Boca-River seguidos, ya está lista para escribir el final. Boca ganó el primero, el del campeonato, con un 2-0 rotundo en su casa. River se la devolvió y ganó anoche el segundo, la ida de octavos de final de la Copa Libertadores, con un 1-0 de penalti después de un partido durísimo. Todo se decidirá en La Bombonera el próximo jueves. De esta trilogía saldrá un campeón de la batalla eterna entre los dos grandes equipos argentinos.

River salió a ganar y sobre todo a defender su portería. Eso incluía entradas durísimas, que llevaron a quedarse con diez al final, cuando ya no importaba. Boca, que se creía favorito, pudo marcar varias veces, pero falló. Después de 18 partidos invicto eligió el estadio menos adecuado para su primera derrota de 2015. Un partido donde pudo pasar todo, pero que al final se decidió por un penalti claro y bastante absurdo en el 37 de la segunda parte que marcó Carlos Sánchez. River dominó, sobre todo el primer tiempo, pero no lo suficiente como para estar tranquilo hasta el silbatazo final.

River y Boca, dos estadios, dos hinchadas, dos mundos que empezaron juntos, allá en la Boca, el barrio de los emigrantes, cerca del riachuelo, tan contaminado que nadie quería vivir allí y mandaban a los recién llegados, los que bajaban de los barcos que huían del hambre europea con ilusión, pero sin dinero y solo podían permitirse una habitación compartida en un conventillo. River dejó el sur de Buenos Aires donde nació y se marchó al rico norte. Desde entonces son los millonarios, y no quieren saber nada del barrio en el que nacieron y donde sigue su eterno rival.

El acceso a los dos estadios denota evidentes diferencias. A La Bombonera se llega por descampados llenos de basura. Al Monumental se accede desde la Avenida del Libertador, una de las más caras de Buenos Aires. En La Bombonera todo está encajonado, también los ultras de la 12, encerrados por un cristal blindado que, visto desde el otro lado, ofrece la sensación de estar observando a una criatura peligrosa y llena de vida. En el Monumental todos los espacios son abiertos y entre el público y el campo hay una pista de atletismo, lo que impide esa sensación de peso en la espalda que describen los jugadores en La Bombonera, donde apenas hay sitio para sacar los córners.

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Aparentemente, la hinchada de River no canta mucho menos que la de Boca. Al menos no cuando está el archirrival delante. Es un falso mito. Gritan y tiene canciones largas que canta todo el estadio, como los otros. Pero tienen un gran problema: se escucha mucho menos. Sencillamente sus cánticos se elevan al viento, los de los rivales se aprietan y se notan en el cuerpo por esa caja de bombones inconclusa que es el estadio de Boca. Una caja de resonancia perfecta. Pero los millonarios también gritan, tanto que los aviones que pasan cada cinco minutos para aterrizar en el vecino Aeroparque apenas se escuchan.

Los carteles que llenan el estadio son de los mismos barrios populares que se ven en La Bombonera. Con algunas diferencias, sobre todo por la ubicación norte-sur, los dos equipos son interclasistas, grandes y ricos. Aunque no tanto como sus hermanos en España, Italia o Reino Unido, que se llevan casi desde niños a las mejores estrellas argentinas, dejando el fútbol local en manos de jovencísimas promesas, descartes y estrellas veteranas que vuelven a su tierra a pasar sus últimos años. Para más inri, los dos equipos, que antaño anunciaban cervezas argentinas, ahora llevan en su camiseta a un conocido banco español, uno de los más importantes en Argentina, donde los españoles dominan buena parte del mercado financiero.

A River y Boca les unen otras similitudes, como el nivel de los delitos cometidos por los jefes de sus barras bravas. Los de Boca acaba de crear un conflicto entre el Gobierno y el club porque querían volver al estadio después de cumplir sus condenas. Uno de ellos ha sido procesado por homicidio. El que fue líder de la barra de River, Alan Schlenker, acaba de ser condenado por asesinato.

Ajenos a la guerra en las gradas, River y Boca pasaron una primera parte de tanteo con dominio de River. Era como si tres superclásicos seguidos fueran demasiados y los jugadores estuvieran cansados de tanta presión. Pero nada más empezar la segunda parte volvió la emoción. Boca salió a por todas, y estuvo a punto de marcar dos veces en el primer minuto. Dominaba. Pero ahí estaba la hinchada millonaria.

En todos los estadios del mundo jugar en casa ayuda. Pero en Argentina, donde el público al completo no para de cantar todo el partido, la afición es un jugador clave. Y ahí estaba el Monumental para ayudar a los suyos. “Vamos, millonarios, hay que poner más huevos, esta noche cueste lo que cueste, tenemos que ganar”, gritaban. “Lo único que quiero es salir campeón en La Bombonera”, animaban con un cántico de siempre para el superclásico. Y River reaccionó.

Boca parecía durante un buen rato sin fuelle. Pero River perdonaba. Como sucedió la semana pasada antes de que llegaran los dos goles en los últimos cinco minutos, la cosa parecía encaminada a un empate. Hasta que llegó el penalti y el gol. Y ahí, después del 1-0, River pudo rematar el partido. Pero a Boca le salvó su portero, que logró dejar las cosas listas para que La Bombonera decida. Y allí de nuevo la hinchada hará su parte, que en Argentina es muy superior a la media.

La historia alerta al Real Madrid

La imponente onda expansiva de Real Madrid, Barça y Bayern parece haber rebajado a poco menos que a la condición de telonero de las semifinales a la Juve. No traga Carlo Ancelotti, hombre de fútbol, que sabe de la enorme solera de su paisano adversario. Por algo no es precisamente el club de sus amores. Pese a su tránsito por el banquillo turinés, el actual técnico madridista nunca enraizó con la institución de la familia Agnelli, su enconado rival como jugador y entrenador. Y, al igual que su míster, también debe estar en alerta todo el Madrid, al que su deslumbrante galaxia hace partir como favorito por méritos propios.

Pero desde finales de los ochenta, Italia nunca fue un paraíso madridista. A doble eliminatoria, el Real no despacha a un equipo del calcio desde 1987. Paradojas de la vida, desde que Ancelotti sorprendiera a Buyo con un zapatazo kilométrico en el origen del 5-0 del Milan de Arrigo Sacchi a la Quinta en 1989, los blancos han caído en las siete citas posteriores con italianos a dos partidos. Dos veces con el mismo Milan, tres con el Juventus y una con Torino y Roma. Cierto que los de Chamartín se desquitaron con creces a un solo encuentro, en la Séptima, en la final de 1998 con los blanquinegros vencidos por Mijatovic.

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Ni entonces ni ahora, el Juventus era un equipo cualquiera. No puede serlo el club que afilió a Sívori, Boniperti, Zoff, Rossi, Scirea, Platini, Boniek, Baggio, Zidane, Pirlo… Se trata de la entidad más laureada del campeonato italiano (31 ligas) y fue la primera en la historia en conquistar los tres títulos europeos (Copa de Europa, Recopa y Copa de la UEFA)… Es uno de los 12 conjuntos que han levantado más de una Orejona (dos) en 59 ediciones. En definitiva, el Madrid, con sus muchas virtudes y toda su mística en esta competición, se mide a un adversario heráldico, de esos que compiten en las buenas y en las malas, de los que acostumbran a tener un plus en los genes. “Seguramente, la Juve sea la sorpresa de las semifinales, pero es serio candidato al título”, sostuvo ayer Ancelotti, que no espera un contrario similar al Atlético, “sino un partido distinto, porque a la Juve también le gusta la posesión”.

Al campeón le aguarda un Juventus de pura cepa italiana, que lo primero que negocia es la portería a salvo y penaliza los descuidos ajenos. Para ello se aferra en muchas ocasiones a su propia BBC —Bonucci, Barzagli y Chiellini—, tres centrales internacionales sobre los que sustenta su dique delante de Buffon, imperecedero a sus 37 años. Él lidera a un equipo titular cuya media de edad fluctúa entre los 30,5 años si el ariete es Morata o los 31,2 si el elegido es Llorente. Massimiliano Allegri, su técnico, no tiene reparos en alterar el sistema, y el equipo está acostumbrado a mutar de una línea de tres centrales a una tapia con solo cuatro zagueros. En ese caso, a Tévez y al delantero español de turno los auxilia el argentino Pereyra, acunado en River Plate. Allegri hizo un guiño al respecto de la táctica para hoy: “Ancelotti ha dicho que cuatro atrás y yo también digo cuatro”. En su opinión, “una semifinal requiere un partido perfecto en la ida y en la vuelta”. Quien aún no está listo es el francés Pogba, que ayer no se entrenó con el grupo.

«Habrá que defender mejor de lo que lo hemos hecho últimamente”, dijo Ancelotti

“No sabemos seguro cómo van a jugar, pero, sobre todo, habrá que defender mejor de lo que lo hemos hecho últimamente”, dijo Ancelotti, que puntualizó que su equipo se perfila para “jugar un partido de ataque”. En ese sentido, “Bale está perfecto” y la baja de Benzema no puede determinar, según el entrenador, que el equipo no tenga movilidad “con o sin balón, o que no lo mueva con rapidez”. Por tercera vez en menos de un mes, Sergio Ramos estará en el eje del campo. Eso sugirió el preparador italiano, que no dio más pistas sobre la alineación de partida.

Ancelotti hizo bien en mostrar cautelas. Una institución de la aristocracia de la Juve pocas veces puede ser un tapado. Su sedimento le avala, y también su solvencia en Europa y en el campeonato italiano, por mucho que no esté en su momento de mayor púrpura. En su nuevo estadio, con aforo para 41.000 espectadores, tiene la oportunidad de iniciar el retorno a una final doce años después. Entonces, sucumbió ante el Milan de… Ancelotti. En Turín, asentada la regeneración institucional tras las vergüenzas del Moggigate, parte de la capital del Piamonte y gran parte de Italia sueñan con el regreso a la cumbre. A la que nunca pudo volver el Gran Torino, el otro emblema turinés, de cuya desgracia en Superga se cumplieron ayer 66 años, con homenajes en la ciudad en memoria de aquellos 31 muertos —18 futbolistas del Toro incluidos, con el glorioso Valentino Mazzola a la cabeza— en el accidente aéreo que cambió drásticamente el panorama del fútbol italiano y europeo.

La Juve, mientras, se mantiene con toda su raigambre. En principio, se atisba la cruda Juve de toda la vida, la que con más o menos cartel de vestuario se las suele apañar para desafiar a cualquiera, incluido a todo un campeón mayúsculo como este Madrid. Luego, el fútbol dirá.

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Pero desde finales de los ochenta, Italia nunca fue un paraíso madridista. A doble eliminatoria, el Real no despacha a un equipo del calcio desde 1987. Paradojas de la vida, desde que Ancelotti sorprendiera a Buyo con un zapatazo kilométrico en el origen del 5-0 del Milan de Arrigo Sacchi a la Quinta en 1989, los blancos han caído en las siete citas posteriores con italianos a dos partidos. Dos veces con el mismo Milan, tres con el Juventus y una con Torino y Roma. Cierto que los de Chamartín se desquitaron con creces a un solo encuentro, en la Séptima, en la final de 1998 con los blanquinegros vencidos por Mijatovic.

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Ancelotti: “Aquí gana el más valiente”
https://deportes.elpais.com/deportes/2015/05/04/champions/1430732706_181982.html
https://deportes.elpais.com/deportes/2015/05/03/champions/1430679116_979717.html

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