Tan cruda resultó la Juve que con menos que el Madrid logró destemplar al conjunto español, al que se le vieron más costurones de los esperados. Salvo en el tramo final del primer acto, el equipo de Ancelotti fue a remolque de un rival abnegado, de pierna fuerte e ideas muy claras y, en algunas fases, cordial con la pelota. Con su victoria, los juventinos pusieron cerco a un Madrid con tembleques en la zaga, con Ramos sin cadena en el medio campo y con Bale menos que de puntillas, por subrayar sus mayores desarreglos. Mal de entrada y desbocado al final, entremedias el empate de Cristiano fue un espejismo. No tuvo continuación y Tévez tocó la corneta para dejar al campeón con la angustia de una vuelta que no se presume con paseíllo.
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‘Ya estamos todos’, por M. JABOIS
Tévez, rey del Piamonte
Tiene menos cartel que el Madrid, pero no hay cascoteros en esta Juve, que reniega del costumbrista manual de algunos equipos italianos que bendicen el pelotazo porque no desordena. Con el imperecedero Pirlo como mascarón, el campeón del calcio arrancó con brío, con fútbol geométrico, con el balón al pie. Según dictara la jugada, a las órdenes de Pirlo, por supuesto, al que le falta depósito, pero mantiene de forma fugaz su distinguido visor, los jugadores de Allegri enchufaban en corto a Vidal o Tévez, o bien citaban con las luces largas a Morata, un coloso hasta que reventó. Las dos vías generaban quebraderos al Madrid, con Ramos y Kroos demasiado alineados para atacar y defender. A sus espaldas, los dos suramericanos del Juventus provocaban agudas interferencias entre el medio campo y la zaga española. Morata enredaba por su cuenta a Pepe y Varane. Su físico le procura el forro adecuado para el cuerpo a cuerpo.
Por momentos, la Juve lograba afeitar al Madrid y a la cuarta llegada antes de los diez minutos logró su propósito. Tévez encontró un pasillo con gran facilidad y su disparo cruzado lo acarició Casillas a su derecha, junto al poste. Morata, que es rastreador de áreas, estaba junto a la presa. No fue un tanto casual, ni mucho menos. Quizá desde el Milan de Sacchi no se conozca una escuadra italiana que haya dado 27 pases previos a una diana. Eso certificaron los estadísticos, tan valiosos con sus laboratorios. El gol, su génesis, retrató a un Madrid atribulado, tiritón con la pelota, blando en las disputas. En el espinazo del equipo, Sergio Ramos bastante tenía con encajar como postizo centrocampista. No encontraba con quién chocar y el partido demandaba gobierno. Sin un intermediario en el medio, Bale, como ariete, y Cristiano, proyectado desde la izquierda, quedaban aislados, fuera de plano.
Lejos de mantener la ruta, la Juve poco a poco cambió la escala musical. Prefirió refugiarse más en las cuerdas de Buffon y perdió metros hacia Casillas. Mala decisión, no conviene abrir el paisaje a Kroos, pese a su aparente pecho frío. El alemán anestesió a los suyos. Es lo que tiene colonizar el balón. A su compás respiró el Madrid, que comenzó a dar avisos en campo ajeno. Ya asomaba James, capital para la ofensiva madridista, clave para agitar a cualquier adversario. En la crecida visitante, fue el propio James quien provocó una indecisión de Evra, que fue al combate como un monaguillo. La acción descolocó a Chiellini, que fue al rescate sin éxito. El colombiano templó el baló al segundo palo y a Cristiano, sobre la raya de gol, le bastó con poner el flequillo que no tiene. Su puntualidad con el gol es mucho más que asombrosa, es una corazonada permanente.
La Juve notó la sacudida del innumerable tanto del portugués. Ya no era el equipo fluido del arranque. Las teclas eran de Kroos, de James, de Cristiano… Y, por un momento de Marcelo, que alivió su dislocada actuación al frente de una estupenda jugada colectiva. Tras una danza de Isco por el costado izquierdo, el lateral brasileño citó a James con el gol. El cafetero, a un palmo de la portería, se lanzó en plancha y su cabezazo fundió el larguero. Increíble. Solo cabía esperar gol o gol.
Salvo en el último tramo del primer tiempo, el cuadro de Ancelotti fue a remolque
En alza el Madrid, el retorno al segundo acto no tuvo la misma derivada. La Juve, de entrada, se pareció más al del inicio del duelo. Otra vez con más decisión, enérgica. Llegó el momento de Tévez, que es una avispa a campo abierto, canchero como pocos, pícaro e “incordión”. El Apache reflotó a los blanquinegros. Con Ramos con cara de náufrago y Bale no se sabe dónde, el grupo de Ancelotti no daba con la tecla, desajustado en todas las líneas. La Juve, como buen italiano, hurgó en la herida. Un córner a favor concluyó en un desastre para el Madrid, que se lo ganó a pulso. Cerraban, con dice el libreto de toda la vida, los dos laterales, los dos bajitos, Carvajal y Marcelo. Al brasileño le llegó un rebote y se animó a buscar un disparo. Una imprudencia cuando se está de centinela. El rechace en la alambrada local llegó a Tévez, que pegó varios muletazos a Carvajal hasta que este, con un punto de ingenuidad, le atropelló. Bien pudo contener, sin más. El argentino no falló desde el penalti.
El gol retrató a los visitantes, tiritones con la pelota, blandos en las disputas
Reaccionó Ancelotti, que puso en vuelo a Chicharito en detrimento de Isco. Bale, en tierra de nadie, se mantuvo. Un minuto tardó Allegri en dar réplica. Barzagli por el sorprendente Sturaro, titular pese a llevar solo desde febrero en Turín y haber jugado un encuentro de Champions y ocho de Liga. Frente al 4-3-3 español, el 5-3-2 italiano. Exhausto Tévez, la Juve se encomendó al blindaje a ultranza y una aventura de Llorente, relevo del más que meritorio Morata. El Madrid contra un muro, la Juve en el descampado, a cielo abierto. El partido obligaba a contener la respiración. No sobraba fútbol, pero había fogatas ante las dos porterías. La tuvo CR nada más irrumpir Chicharito, que en un rato dejó mal al inoperante Bale, por fin relevado a poco del final por Jesé.
El Madrid, sin mucho tino, aceptó descamisarse, ir a por el empate, poner remedio antes de la vuelta a Chamartín. Llorente a punto estuvo de hacérselo pagar caro. No hubo para más y la gente de la Juve tiró serpentinas, confetis y lo que tenía a mano para festejar un resultado que deja a su equipo con un destino posible a Berlín. Al Madrid le toca remar. En Turín tuvo muchas grietas. Esta vez, los remiendos, a estas alturas de la Copa de Europa, no fueron suficientes. Plano y sin ideas solo le quedó colgar balones sin techo. No es lo que se espera del campeón. Tiempo tiene para la reflexión. Para cuadrarse de otra manera el próximo miércoles. Falta le hará, y recursos tiene.
El próximo 27 de junio regresará a Gales para recibir un homenaje al cumplirse 50 años de su debut con 16 en el Cardiff City, entonces en la First Division, equivalente a la actual Premier League. Dirige desde el pasado verano al WAC Casablanca, con el que está a tres partidos de proclamarse campeón de la liga marroquí, aunque en la última jornada se enfrentará en su campo al segundo clasificado. John Toshack, exentrenador entre otros clubes de Real Sociedad y Real Madrid, tuvo a sus órdenes a Gareth Bale cuando fue seleccionador de Gales, de ahí que sea una voz más que autorizada para comentar la discutida y delicada situación de su paisano, especialmente tras su pobre partido en Turín donde los blancos cayeron por 2-1.
«Vi el Juventus-Real Madrid y la verdad es casi no tocó bola», dice John Toshack a El Confidencial nada más preguntarle por un futbolista al que hizo debutar con 17 años en su selección nacional. «El último puesto en el que veo a Bale es de extremo derecho. Gareth es lateral izquierdo de nacimiento y fue subiendo y subiendo… Un lateral perfecto para aquellos tiempos en los que jugábamos con un libre y dos centrales. Es rapídisimo, da buenos centros y tiene mucha calidad con la pierna izquierda. También puede jugar en un 4-4-2 por delante del lateral izquierdo. Recuerdo que en un partido que jugamos con Gales en Moscú los últimos veinte minutos le coloqué solo en punta. Empatábamos y le puse ahí para aguantar el resultado, pensando en el daño que hace con espacios y saliendo a la contra».
«No sé lo que pasa, pero vaya donde que vaya, no creo que le pongan de extremo derecho», insiste un contrariado Toshack. «Yo le tuve cuando aún era más joven, con 17 años debutó junto a Ramsey, del Arsenal, con Gales. Tuvo mala suerte con las lesiones, pues estuvo un año entero fuera y cortó su progresión. Todos los que le conocemos sabemos que puede hacer más. Le veo un poco encorsetado. Tiene que soltarse y superar la presión. Lo mucho que pagó el Real Madrid por él le está pesando, sobre todo porque es un chico muy introvertido y no se va a quejar de nada».
El veterano entrenador galés no duda del talento de Bale: «Ahí está el balón que le puso a Cristiano con la izquierda contra el Sevilla…», destaca, de ahí que a continuación confiese que «no entiendo gastarse ese dinero para ponerle en un puesto que no es el suyo. Es mejor lateral izquierdo que Marcelo o Coentrao. Maldini era el mejor lateral izquierdo y a nadie se le ocurría colocarle en el derecho, aunque acabara jugando de central».
Toshack también habla como exentrenador del Real Madrid. «Ancelotti sabrá lo que tiene que hacer y la verdad es que no lo tiene fácil, pues si no se quejan unos se quejan otros. Todos los aficionados y los periodistas tienen sus favoritos para jugar y él tiene que decir quién lo hace y quién no. Pero lo que es evidente es que el Madrid no está sacando lo mejor de Bale. Recuerdo la jugada que hizo en la final de Copa contra el Barcelona y en la que el entrenador rival debería haberle hecho falta para pararle… De esas puede hacer cinco o seis por partido, sobre todo si como en esa jugada lo hace por su perfil bueno. Y es que, a pesar de todo, Gareth va a terminar la temporada con alrededor de 20 goles». De momento, suma 17.
De su experencia con Bale en la selección de Gales, Toshack también destaca un partido en el que «jugó de lateral izquierdo contra Brasil en el campo del Tottenham. Recuerdo que enfrente tenía a Marcelo e hizo tan buen partido que el Tottenham le fichó del Southampton. En el Real Madrid no sé si le trajeron pensando en que jugara de extremo derecho o si jugar ahí fue un accidente. A mí Benzema siempre me ha gustado y cuando el Real Madrid le fichó ya dije que era el mejor delantero centro del futuro. Si Cristiano quiere jugar por izquierda para entrar hacia adentro y tirar a puerta con la derecha y Benzema es el 9, al final resulta que el único que está jugando fuera de sitio es Bale. Gareth necesita participar en el juego, formar parte de un bloque y no esperar a que le lancen un balón en largo. Me da pena porque es capaz de aportar más».
Sobre si no cree que Cristiano Ronaldo sería un magnífico delantero centro, John Toshack ni lo duda: «Seguro que sí, pero siempre fue un 7 y ahora parece que hace más goles arrancando desde la izquierda». Es decir, que, a diferencia de Bale, al que perjudica jugar fuera de sitio, parece que el caso de Cristiano es justo lo contrario. Las paradojas de un club sin director deportivo y con un entrenador que no hará las alineaciones al dictado, aunque algunos jugadores parecen jugar por decreto.
El Madrid juega dos partidos: uno en el campo y otro en la cara de Cristiano Ronaldo. La cara de Cristiano es la de la Gioconda: la gente se para delante de ella y espera a ver qué pasa. Del fútbol moderno lo peor no es el relato, esa narración en la que hay que apoyar los títulos porque si sólo se ganan no pasas a la historia (a la historia del rival, quieren decir), sino la repentina curiosidad por las caras. Antes las repeticiones de la cámara slow motion se fijaban en el modo de ejecución de un regate; ahora, cuando James marca un gol, podemos ver cómo le da un tic nervioso a Cristiano y de qué forma redirige las pupilas buscando entre el público a Franco. No hay que saber lo que hace Cristiano sino lo que piensa, pero hasta en los momentos de más tensión, con el equipo al borde del KO, los compañeros crispados y él negando con la cabeza mientras vuelve a su campo, CR probablemente esté lamentando los diamantes que regaló a Irina.
En los partidos del Madrid pronto se dividirá la pantalla en dos; en una podrá seguirse el partido en el campo y en otra podrá seguirse en la cara de Cristiano. La gloria del pipero (gracias, Hughes, gracias por tanto) se producirá el día en que el Madrid gane 5-0 y lo sepamos sólo por los gestos de contrariedad del luso, tres de ellos por culpa de un inoportuno hat trick suyo. Consciente de eso, ayer Cristiano pensó que si se iba a deprimir porque sus compañeros marcasen un gol mejor los marcaba él todos: hay dinero para psiquiatras. Empezó el partido con un par de disparos arrabaleros y lo terminó rematando con el laurel de la cabeza, el último un golazo tras centro de otro de esos fracasos del Madrid que a final de temporada te tiran encima del plato la tarjeta de Tiger Woods.
Cuando de verdad se contempla la dimensión del Madrid no es cuando pierde, con esas portadas de 11-S, sino cuando gana, con esas portadas de 11-S. Siempre hay un motivo por el cual disolver al Real Madrid. Cuando alguien no interpreta enfados de Cristiano es que Chicharito hace que sobre Benzema, o Isco arruina a Bale, o el 4-4-2 con el que se ganó sepulta el 4-3-3. Hay una derrota íntima para cada victoria. Un día Mourinho puso a Marcelo de lateral, Marcelo marcó un gol y un locutor de radio, al borde del colapso, lo cantó así: «¡Toma, Mourinho, toma!». Yo vi la segunda parte en un bar abrazado a un señor bajito de gafas monedero al que prometí nombrar en mi artículo si ganábamos (gracias, Tomás, gracias por tanto). Me dijo muy serio, después del tercer gol que celebramos besándonos como Breznev y Honecker, que esos goles de CR los quería ver «cuando el Madrid se esté jugando un título». Hay pocas cosas más felices y divertidas que ser madridista. Yo no las conozco.
Celta y Madrid piropearon al fútbol. A ese fútbol trepidante, golpe a golpe, sin tregua. Ese fútbol, en definitiva, que irrita a los ortodoxos de las gaitas tácticas, a esos que festejan como éxito el bostezo, que nada pase, que nadie se descamise. En Vigo lo hicieron todos, en un duelo a toda mecha, sin protocolos. Una gozada. Lo fue hasta para el Celta, que cayó con gloria, reconocido por su gente, que tiene motivos para el orgullo. Y más aún para el Madrid, que ha encontrado en el inesperado Chicharito el hilo al que agarrarse para pelear la Liga y lo que sea. Los de Ancelotti se llevaron un partido mayúsculo. Forzados al límite por un estupendo rival, salvaron un escollo descomunal. Una de esas victorias de mucho mérito, como subrayable fue la actuación del equipo vigués, que se rebela a ser un club subsidiario. El fútbol agradece apuestas así. Un brindis.
El Celta tiene su banda sonora. No se siente inferior, no importa el tonelaje del adversario. Un equipo didáctico para muchos de su condición, un conjunto de pensamiento propio. Frente al Madrid, se sublevó desde la primera bocanada. Augusto Fernández, Krohn-Dehli y Orellana, a los que les gusta rumiar la pelota, dar palique al balón, catalizaron el juego. Los tres tienen panorámica, no desprecian un toque ni arrestados por el rival. Da gusta verles. De entrada fueron un tormento para la zaga madridista. El Celta rescataba la pelota con la presión alta, el Madrid sufría un engorro. Y cada pérdida era un aviso. Hasta que Nolito, a lo Nolito, con esa jugada tan de autor, con regate en diagonal desde la orilla izquierda, acabó por dejar planchado a Casillas, inmóvil tras colarse el remate bajo los pies de Varane. La jugada partió de un córner favorable a los de Ancelotti, a Illarra le birlaron la pelota y la contra cerrada por el extremo celtiña tuvo un broche algo rocambolesco: Sergio Ramos cruzó la cancha, de área a área, con la bota derecha en la mano.
La desventaja, con la Liga en Barcelona, exigía una respuesta firme del grupo de Ancelotti. No era una jornada de paso, para remolones. Al equipo le costaba sacudirse al contrario, un conjunto de puertas abiertas, que se repliega hacia adelante, sin recular. La posición del chileno Orellana, a espaldas de Kroos e Illarramendi, torturaba a los visitantes. Mala noticia para el vasco, tras verse del todo arrinconado en la última cita de Champions. Con Orellana de enganche para todos, Kroos no se daba por enterado, los centrales, a lo suyo con el ariete Larrivey, e Illarra, extraviado.
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Aturdido el Madrid, el equipo encontró una vía de escape por la banda izquierda del Celta, donde Nolito, proclive a otras misiones, no escoltaba a los suyos. Ni siquiera se dejaba caer Cristiano por ese costado. Así fue en el empate visitante. James, como en el gol europeo de Chicharito al Atlético, se ha acostumbrado a dar carrete a CR por esa orilla. Lo hizo de nuevo en Balaídos y la incursión del portugués concluyó con un despeje hacia la frontal que cazó Kroos de maravilla, con un disparo contundente y con precisión de cirujano. El Celta notó la descarga y encajó el segundo tanto con Larrivey noqueado tras un trompazo de cabezas con Ramos, lo que le obligó a jugar con un gorro de látex como cortafuego de la sangre. La ruta fue la misma, el carril izquierdo celeste. También repitió el protagonista, James, el mejor mensajero del gol de este Madrid. El colombiano tiró dos paredes con Chicharito, suerte que maneja como los ángeles, y el mexicano, que está en onda, batió a Sergio, que hizo el sapo y el balón se alejó a la red entre sus piernas.
El partido no tenía pausa. A la reacción del Madrid correspondió la de los de Berizzo. Nada de achicarse. En otra oleada de buen juego, Santi Mina le tomó la matrícula a Marcelo, superado por un milimétrico servicio de Orellana. El vigués se presentó ante Casillas, su primer intento se fue al poste izquierdo del Madrid. Cazó el rebote por delante de Marcelo, y bingo. El encuentro no admitía descuido alguno, exigía una mirada fija, permanente. Toma y daca, pim, pam, pum. Conmovedor el Celta, llevado al extremo el Madrid, que demostró que la contundencia que le distingue también es cosa de suplentes, al menos de este Chicharito iluminado. Un goleador con ojo clínico cuando tiene escena. Con un exceso de vocación ofensiva, con la zaga local fuera de los cuarteles, el «guisante» habilitó a CR en una contra que concluyó con disparo cruzado del luso al poste. El preludio del 2-3, obra de James, que asiste y golea, otra vez en alza, de nuevo varios escalones por delante de Isco, solo fugaz con algún arabesco. James, con un desvío de Fontás, dejó al Madrid con el marcador de cara al filo del descanso tras un primer acto extenuante.
Cabía pensar que de vuelta del intermedio bajara el ritmo. Un espejismo. Nada de nada. El guion se mantuvo, con el Celta invadiendo el perímetro de Casillas, con Nolito de reto en reto con Carvajal, y casi siempre victorioso. El Celta iba con todo, el Madrid lo fiaba al horizonte despejado, al ataque a la carrera, como le gusta. Pero no le llegaba la jugada ansiada, porque su rival no cejaba en el empeño, iba, iba e iba. En uno de los asaltos, la gente reclamó penalti de Kroos a Orellana, en una acción confusa. El Madrid no tenía aire hasta que Sergio Ramos, en plan centurión, se lanzó a la aventura hasta la media cancha, donde nadie le obstaculizó el tranco y el defensa andaluz ejecutó un arquitectónico pase a Chicharito, que pinchó la pelota con exquisitez antes de batir a Sergio. Una veta de primera este Chicharito que parecía irrelevante.
Ni con 2-4 lo veía claro Ancelotti, sabedor de que enfrente había un adversario de cuerpo entero. La prueba es que el técnico italiano recurrió a Pepe y Arbeloa en detrimento de Chicharito y James. El Madrid bajó la persiana al duelo con seis defensas. El choque le había exigido de lo lindo y con el sueño de Chicharito puede seguir soñando. Para el Celta, honores. Si hay que perder, que se pierda así. Hay Liga, mucho Celta y mucho Chicharito.
Orgullosos de su bandera, de su tierra y de su emblema futbolístico, el Chicharito, un buen número de mexicanos se pasearon por Vigo y frente a Balaídos durante las horas previas al partido. Expansivos y parlanchines como su ídolo, afortunados todos al fin porque el coliseo vigués vivió una segunda eclosión merengue del que hasta hace una semana era el delantero más suplente del Real Madrid. Hoy todos los focos le alumbran, goleador para dar el pase a semifinales a su equipo en la Champions, dos veces realizador para mantenerle en la Liga. “¡Viva México, viva Jalisco y viva el Chicharito!”, gritaba un abanderado aficionado entre la muchedumbre que aguardaba la salida de los futbolistas tras el partido. Perdida, por las lesiones, la sintonía de la BBC, el Madrid se expresa con acento azteca y aplaca la añoranza de los ausentes con el rendimiento de los presentes.
Hubo momentos desagradables, pero ahorita estoy feliz”
Chicharito Hernández
El delantero mexicano llega a su cénit como madridista justo cuando el club debe valorar si hace efectiva la opción de compra que pactó con el Manchester United el pasado verano. 25 millones de euros cuesta ese pase, de los que habría que descontar una décima parte, que es el dinero en el que se valora la cesión de esta temporada. En total 22 millones por un suplente, sí, pero cumplidor. “No pienso en eso, sólo en disfrutar del presente”, zanjó Javier Hernández. Sus números son demoledores en todos los sentidos. Apenas ha contado para el entrenador, que le otorgó en Vigo su tercera titularidad en lo que va de Liga. Participó en quince partidos más, apenas unas migajas para sumar en total 510 minutos. Diez veces remató entre los palos y seis veces marcó gol. Anota cada 85 minutos.
“Ha tenido mucha paciencia y es justo todo lo que le está pasando ahora”, apunta James Rodríguez. El colombiano no dejó de asociarse con Chicharito, más proclive a caer hacia el flanco derecho. Allí tejieron el gol que puso en ventaja al Real Madrid, tres paredes culminadas por el goleador con un remate bajo las piernas del meta Sergio Álvarez. “Todo el equipo está trabajando bien, pero él está disfrutando su momento, que es muy bueno”, reconoció Ancelotti. Tras el partido se le planteó al estratega italiano si el estatus del nuevo héroe madridista había cambiado, si su puntería convertía en prescindible a alguno de los que no hace tanto eran titularísimos. “Si Chicharito está así es innegociable como Cristiano, Benzema, James, Isco… Tengo un equipo innegociable, juegan sólo once y el resto se queda en el banquillo”. “Esa es una cuestión para el míster, lo único que está en mi cabeza es disfrutarlo ahora. Es un trabajo de conjunto. Ahorita estoy feliz, en el pasado se vivieron noches no tan agradables y ahora disfruto de algo que pedía en cada oportunidad que tenía”, explicó el mexicano.
No ha bajado nunca los brazos, nunca ha dejado de ayudarnos y entrenó siempre muy duro”
Marcelo
La caseta blanca da la sensación de agradecer tanta buena fortuna para su compañero. “A quien trabaja, Dios le ayuda”, concluyó el lateral Marcelo cuando le preguntaron por Chicharito. “Es un grandísimo jugador, pero no sólo de esta semana. No ha bajado nunca los brazos, nunca ha dejado de ayudarnos y entrenó siempre muy duro”. Minutos antes Sergio Ramos le había propinado un monumental abrazo después de que ambos conectaran para que llegase el gol que cerró el partido, el cuarto del Madrid. Poco después, al llegar al banquillo sustituido por Ancelotti le recibieron con idénticas muestras efusivas tanto Paul Clement, uno de los auxiliares del entrenador, como Keylor Navas, Arbeloa y Nacho. Luego Chicharito se sentó, miró al cielo, se santiguó y lanzó un guiño a su afición.
El entrenador del Celta, el Toto Berizzo, alabó la labor de sus jugadores y responsabilizó de la derrota a la efectividad de los delanteros madridistas: “La actuación de mi equipo me deja muy contento. Fuimos fieles a nuestro estilo de jugar pero su pegada nos hizo daño. Patearon seis veces a nuestro arco y nos convirtieron cuatro goles”.
Entre los 200 partidos que cumple mañana en Villarreal, su 45 cumpleaños y los coletazos críticos del euroderbi compusieron una comparecencia tan distendida como reflexiva de Diego Pablo Simeone. Tranquilo, el entrenador del Atlético entrelazaba los pulgares mientras elaboraba pausadamente unas respuestas que pocas veces fueron tan largas. Y nunca tan expresivas con esa sensación de amenaza o de vértigo que pueden generar una avalancha de críticas incluso en un entrenador de fútbol tan valorado por una afición. “En estos 200 partidos han pasado cosas muy buenas. El esfuerzo, la entrega y la competencia que hemos tenido en todos los futbolistas que han pasado nos ha permitido encontrarnos en un lugar de exigencia tremendo y eso habla muy bien de todo lo que se ha hecho. Esperamos seguir de la misma manera, pensado que me pueden echar mañana y eso me hace estar alerta para cuidar el lugar que tengo porque me gusta, lo quiero y porque me siento identificado con el club”.
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Solo el Madrid hizo méritos
Simeone fue preguntado, más allá del crédito que tiene entre la hinchada, por si no había percibido la sensación de desencanto generalizado por su planteamiento del Bernabéu. “¿Las sensaciones?”, se repreguntó, “Las sensaciones son muy amplias, en el fútbol podemos discutir un montón de cosas, si es mejor perder 4-2-, 5-3 y 1-0 sobre el final con uno menos, que eso no lo recuerdan mucho, o con Tiago que había pedido el cambio porque estaba fundido. Pero uno no busca excusas, sino que habla de una realidad que es incompatible con lo que opinan desde otro lugar. Es entendible porque las criticas son justas desde el lugar que uno tiene y tienen que existir, y se puede discutir. El fútbol es muy bueno porque todos tenemos razón”.
Estoy en alerta para cuidar el lugar que tengo porque me gusta, lo quiero y me siento identificado con el club”
Tiene Simeone un convencimiento total en que es el la pura eliminación y no el cómo fue lo que ha disparado la cascada de críticas hacia su planteamiento del miércoles pasado. “No hay que enojarse con la críticas, no fastidiarse, todo lo contrario, hay que tomar algún comentario y obviamente dejar de lado los que no tienen argumento. Me acuerdo cuando empezamos, los primeros partidos con el Madrid o el Barça decían: ‘Hay que apretarlos arriba’. Y te metían cinco, seis; ‘Hay que apretarlos fuerte atrás’. Y te metían cinco, seis goles… “El futbol”, advierte Simeone, “da la oportunidad de que hablemos todos y que tengamos nuestras razones porque todos somos entrenadores. Los que estamos ahí tenemos que tomar decisiones y estamos más expuestos al resultado y cuando este es negativo, las criticas tienen más valor”. “Pero cuando jugamos en el Bernabéu”, señala el técnico refiriéndose a la final de Copa conquistada en 2013, «y ganamos después de 14 años nos reventaron los palos todo el partido, pero vencimos 2-1. Esto es el fútbol”, zanjó de forma lacónica.
Cuando ganamos la Copa en el Bernabéu nos reventaron los palos todo el partido, pero ganamos 2-1- Esto es el fútbol»
Desde el miércoles se ha entremezclado de mala manera el liderazgo que Simeone tiene entre la hinchada y sus méritos, con las críticas por un solo partido. No se ha cuestionado una trayectoria, pero sí 90 minutos en los que el Atlético apenas dio sensación de poder imponerse a ese Madrid en el que no estaban ni Modric, ni Marcelo, ni Benzema, ni Bale. “La gente no consume solamente lo que escucha o lo que lee, sino lo que ve, y lo que ve es una realidad que dice que desde hace tres años y medio competimos, que hemos estado a la altura de todas las competencias. Más allá de lo que puedan leer o escuchar están acompañando al equipo porque ha mostrado rebeldía, insistir, no bajar los brazos… las señas de identidad del club. La gente se encuentra totalmente identificada con los jugadores y que griten que están orgullosos de ellos no es fácil. La gente quiere a este equipo y vamos a seguir compitiendo con nuestras armas”.
De estos 200 partidos me quedó con el que ganamos la Liga en el Camp Nou, ningún hincha del Atlético lo olvidará»
En estos tres años y medio y 200 partidos, Simeone apunta a su mayor logro como el momento más inolvidable. “El partido en el Camp Nou… Con el Barça jugando de local y 90.000 espectadores, perdiendo 1-0 y sin Arda y sin Diego Costa que se lesionaron en el primer tiempo… Que el equipo logre ganar la Liga, la verdad que nunca se nos va a olvidar a ningún hincha del Atlético que pueda vivir ese momento”, concluyó.
“Me ha tocado a mí pero este gol es de todo el equipo”, dijo Chicharito nada más terminar el partido. Cojeaba todavía. Del dolor y de la tensión. La que acumuló no sólo anoche sino durante toda la temporada. Quería hacer más y no tenía oportunidades ni hueco para hacerlo. Le llegó anoche y no defraudó. Tuvo que pedir el cambio, exhausto, nada más marcar el gol de la victoria, la que le abre las puertas de las semifinales al conjunto blanco. Se le subió el gemelo y se marchó cojeando y llevándose la mano al muslo. El estadio entero coreaba su nombre mientras él mandaba besos por aquí y por allá. Una vez en el banquillo, pierna estirada y bolsa de hielo, dejó paso a las lágrimas. Se santiguó, se abrazó a Keylor Navas y no lo soltó hasta el pitido final.
“Chicharito ha jugado bien, con ganas, tenía muchas. Ha sufrido mucho esta temporada, ha jugado poco y se merece este gol, un gol importante para nosotros, porque nunca ha bajado los brazos incluso en los momentos difíciles. Siempre se ha entrenado bien y hoy se ha llevado el premio”, dijo Carlo Ancelotti ya en la sala de prensa del Bernabéu. Fue una rueda de prensa extraña la del técnico italiano. Nunca suele enviar mensajes. Anoche lo hizo. A “un periodista que no es periodista” que, dijo, “pidió compasión para mí. Y yo no necesito compasión [se refería a un columnista de El Mundo que es crítico musical].
Chicharito ha sufrido mucho esta temporada, ha jugado poco y se merece este gol porque nunca ha bajado los brazos incluso en los momentos difíciles»
CARLO ANCELOTTI
“Para nosotros cada partido es un examen, no sólo el de hoy. Esta noche lo hemos superado, después llegarán otros, es el fútbol, siempre es así y yo no tengo ninguna reivindicación personal. Tengo el cariño del club, de los jugadores y de mucha gente”, comentó el italiano. Algo sí reivindicó. La fe que tiene el grupo, su grupo, que esta temporada todavía no había conseguido derrotar al Atlético. Lo hizo anoche, quizás la noche más complicada con las bajas de Modric, Bale, Benzema y Marcelo.
“Era un partido clave por toda la presión que teníamos y por el rival que ha vuelto a demostrar que es muy fuerte. El Atlético ha luchado cada balón. Preparamos bien el partido, lo planteamos bien, sin prisa. Nos dio confianza lo que hicimos en la ida. Queríamos esperar el momento bueno para marcar”, analizó. ¿Pensaba que el partido se iba a desarrollar así?, le preguntaron. “Yo lo quería así, quería tener un buen control del juego, buscar soluciones ofensivas sin prisas. Quería evitar problemas a la contra, y faltan inútiles y estar concentrados a balón parado. El equipo ha estado bien, controlando el partido todo el rato”, contestó.
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Motivación, dijo, había de sobra, por lo que no hizo que hacer hincapié en eso en la última charla antes de saltar al campo. “Hemos hablado únicamente de la estrategia, de cómo defender y atacar. La motivación era alta, el equipo estaba convencido, no he visto tensión en los ojos de los jugadores. Por eso la charla ha sido meramente táctica”, prosiguió.
¿Y ahora? “Con estas ganas el Madrid puede competir con cualquiera. Tenemos tiempo para recuperar a los lesionados y las cosas van a mejorar”, concluyó el técnico. El bombo decidirá el rival: Bayern, Juve o Barcelona.
No había acabado el partido todavía y Carlo Ancelotti ya tenía a dos jugadores tratándose en las camillas del vestuario. Gareth Bale aguantó tres minutos ayer contra el Málaga. Modric una hora. El galés se retiró con un pinchazo en el gemelo. El croata, a falta de que lo confirmen las pruebas a las que será sometido hoy, con un esguince del ligamento lateral externo de la rodilla. Es el diagnóstico de la primera exploración que le hicieron en el vestuario. El de anoche podría haber sido uno de sus últimos partidos de la temporada, ya que si las pruebas confirman la lesión, estará da baja entre cinco y seis semanas. Ninguno de los dos estará el miércoles contra el Atlético en el duelo clave de los cuartos de Champions.
“Mi optimismo es que tenemos una gran oportunidad al jugar en casa, vamos a intentar hacer lo que podamos parea llegar a las semifinales de Champions, con o sin Bale”, contestó Ancelotti cuando le preguntaron si la afición madridista podía ser optimista sobre la presencia de los dos jugadores el próximo miércoles. Al técnico italiano se le vio preocupado anoche en la sala de prensa del Bernabéu. El Madrid cumplió el trámite contra el Málaga (3-1, sufriendo más de la cuenta), se mantiene a dos puntos del Barcelona , pero el italiano se juega la temporada el miércoles sin tres piezas claves: además de Modric y Bale no tendrá tampoco a Marcelo, sancionado.
Karim Benzema, con unas molestias en la rodilla, no se entrenó ayer y no entró en la convocatoria. “Benzema va a estar. Está mejorando y tenemos cuatro días más para recuperarlo bien”, aseguró Ancelotti. Tenía la cara de un náufrago en mar abierto y sin brújula el italiano. “El partido ha sido positivo salvo estos dos problemas, hemos ganado con mil dificultades, primero las lesiones, luego el fallo en el penalti. Hemos luchado y nos hemos sacrificado, es lo que me ha gustado del equipo y era lo que necesitábamos hoy”, analizó.
Modric se quedó tendido en el suelo después de un choque con Recio. Al apoyar el pie se le giró la rodilla. Sus compañeros corrieron hacia él hasta que llegaron los médicos. El croata se probó pisando fuerte el suelo mientras uno de los galenos del club pedía el cambio. “He oído un clic”, dijo. Salió del campo por su propio pie sin cojear demasiado. Y, sin embargo, la primera exploración en el vestuario, habla de esguince. Un mazazo para Ancelotti, que justo esta semana decía que la vida con Modric era mucho más fácil, y también para el jugador. El croata regresó el 10 de marzo (contra el Schalke) después de cuatro meses fuera por un arrancamiento en el tendón. El Madrid acusó mucho su baja y, justo cuando el pequeño centrocampista había hecho despegar al equipo, se frena de nuevo.
Si las pruebas confirman la lesión, Modric estará da baja entre cinco y seis semanas
Gareth Bale, por su parte, se retiró en el minuto 3 por un problema en el gemelo. Se lesionó solo. Sentado en el suelo y tocándose el gemelo izquierdo le explicaba a Cristiano Ronaldo dónde le dolía. Abandonó el campo sujetado por dos médicos, cojeando y con mala cara. Hasta le costó bajar las escaleras que llevan al túnel de vestuarios. Los fisios estuvieron tratándole durante más de una hora en la caseta con hielo y masajes.
Para averiguar si hay rotura hay que esperar 24-48 horas. Por lo que hoy el galés se someterá a una resonancia para averiguar el alcance de la lesión y los tiempos recuperación. Queda descartado para el miércoles. Bale, que había jugado 24 partidos seguidos desde noviembre, se ha perdido dos encuentros en los últimos diez días. Contra el Eibar, el pasado sábado, descansó por una sobrecarga –un par de días antes había forzado para jugar en Vallecas después de recibir un pisotón en el entrenamiento- y ayer apenas jugó tres minutos. 3.648 minutos suma el galés en lo que va de temporada en la que ha anotado 17 goles y repartidos 10 asistencias. La última lesión muscular que sufrió –aparte la sobrecarga de la semana pasada- fue en octubre. Una rotura en el piramidal le hizo perder cuatro partidos: el de Champions contra el Liverpool en Anfield, el clásico, la ida de Copa contra el Cornellá y el de Liga contra el Granada.
Las alternativas de Ancelotti para el miércoles son Isco para sustituir a Bale e Illarra, Lucas Silva o Khedira para sustituir a un insustituible Modric.