El parque vuelve a abrir sus puertas 22 años después y una vez más no han reparado en gastos. Jurassic World ha sido la primera película de la historia en superar los 500 millones de dólares de recaudación en el fin de semana de su estreno. Se trata de un filme de acción y aventuras que no pretende ser un documental como Caminando entre dinosaurios, pero esto no evita que sus fallos científicos hayan indignado a algunos seguidores y paleontólogos. Por mucho que sean exigencias del guion.
“Es una película, una obra de ficción. La última cosa que necesita es ser científicamente derribada”. Así defiende Jack Horner, uno de los paleontólogos más importantes de la actualidad y consejero en toda la saga, las decisiones tomadas. El experto lo compara con otro filme del mismo padre, Tiburón: “Los tiburones de verdad no comen barcos para llegar a la gente”. De la misma forma, un dinosaurio no intentaría atacara a todo lo que se mueve. Aclarado esto, es hora de analizar de forma objetiva la ciencia de Jurassic World.
Dinosaurios con pluma
Desde mediados de los 90 se sabe que muchos de estos animales estaban cubiertos de plumas, porque en ocasiones han quedado fosilizadas junto al animal. La lista de dinosaurios emplumados aumenta con cada nuevo hallazgo y los velociraptores son uno de los mejores ejemplos. Incluso el feroz Tyrannosaurus rex tenía todo el cuerpo o parte de él cubierto de plumas.
La carencia de plumas ha sido, por unanimidad, la mayor decepción. Los guionistas debieron pensar que los velociraptores parecerían mucho menos temibles con una capa de plumaje. Curiosamente la película original sí aprovechó el conocimiento científico de la época para mostrar a los dinosaurios como animales ágiles, y cambió la imagen de reptiles lentos que tenía el público. En este caso, sólo una escena al comienzo de Jurassic World recuerda el nexo que comparten aves y dinosaurios.
El ‘Velociraptor’ que nunca existió
Se trata de una de las creaciones más populares de Steven Spielberg desde que hicieran su aparición en la película de 1993 y aprendieran a abrir puertas. Pero lo cierto es que el Velociraptor mostrado en esta sagas de películas no existe y tiene poco que ver con el original.
Un pterosaurio no podría levantar a un ser humano adulto y algunos ni siquiera volaban muy bien
Ya hemos dicho que estaban cubiertos de plumas, pero es que además el Velociraptor mongoliensis no era mucho más grande que un perro: su altura era de medio metro. Por motivos dramáticos, los guionistas aumentaron su tamaño hasta los tres metros, tomando como modelo a otro dinosaurio, Deinonychus, pariente de los velociraptores.
Otra licencia artística respecto a este animal hace referencia a su prodigiosa inteligencia. Aunque es cierto que muchas aves actuales muestran capacidades extraordinarias, el registro fósil no aporta ninguna prueba de ello, por lo que probablemente ni siquiera pudieran ser entrenados para recibir órdenes.
Los huesos sí que demuestran que los Velociraptor no tenían músculos faciales (como las aves) por lo que difícilmente podrían poner caras como en la película. También que sus muñecas y colas eran bastante rígidas: apenas podrían moverlas.
Paquicefalosaurios con la cabeza muy dura
Estos dinosaurios, cuyo nombre Pachycephalosaurus significa «cabeza dura» en latín, son una de las especies más populares debido a su curioso físico. Su cráneo extremadamente grueso hizo suponer a los paleontólogos durante décadas que estos animales chocaban sus cabezas de forma similar a los ciervos actuales.
Jurassic World rescata esta hipótesis, al decir que los paquicefalosaurios hacían saltar los chips de rastreo debido a cabezazos. Lo cierto es que las teorías más recientes descartan los choques de cabeza: ni el cráneo ni el cuello curvado habrían resistido semejante fuerza.
Un mosasaurio titánico
El mosasaurio ha sido una de las criaturas más celebradas de la película desde su primera aparición en el trailer. En Jurassic World este reptil (que no es un dinosaurio) aparece alimentándose de un tiburón blanco (los dueños del parque parecen ignorar que se trata de un animal en peligro de extinción), lo que permite estimar su tamaño aproximado.
La conclusión es que el Mosasaurus de la película es inmenso. Aunque el fósil más grande jamás encontrado no supera los 18 metros de alto, de esta escena puede calcularse que el animal del parque es casi el doble de grande.
Pterosaurios con extra de músculo
Los pterosaurios (que, al igual que los mosasaurios, tampoco eran dinosaurios) son los primeros vertebrados conocidos con la capacidad de volar. Si los Velociraptor tenían plumas, muchos de estos animales tenían una especie de pelo que cubría buena parte de su cuerpo y alas. Dos especies de pterosaurios hacen su aparición en Jurassic World: Pteranodon y Dimorphodon.
Los velociraptores eran mucho más pequeños y tenían el cuerpo cubierto de plumas
Los pteranodones más grandes medían unos 6 metros de un extremo del ala a otro y pesaban unos 30 o 40 kilogramos. Obviando que los animales de esta saga son todos hembras, considerablemente más pequeñas en esta especie, es imposible que uno de ellos pueda levantar al vuelo a un ser humano adulto.
Dimorphodon era una especie todavía más pequeña de pterosaurio y probablemente un volador mediocre incapaz de desplazarse grandes distancias por el aire. Además, ambos reptiles son muy violentos en la saga de Spielberg y atacan a cualquier humano que encuentren. En realidad, su dieta se limitaba a animales más pequeños.
Rugiendo por doquier
En el espacio no se escuchan las explosiones, pero nadie podría imaginar un Star Wars sin ellas. Igualmente, no es posible determinar si los reptiles prehistóricos hacían algún tipo de sonido y en caso afirmativo si rugían como en esta saga, pero un Tyrannosaurus rex silencioso da menos miedo.
¿Cómo suena un dinosaurio si no hay nadie para oírlo? Los cocodrilos sí que rugen, por lo que no es descabellado pensar que estos animales prehistóricos pudieran comunicarse. Aunque el sonido de los reptiles de ficción haya sido creado desde cero combinando los de varios animales, puede que en realidad esta licencia artística sea un acierto.
El ‘Velociraptor’ que nunca existió y otros cinco errores científicos de ‘Jurassic World’
La mayoría de estos errores obedecen a exigencias del guion. La propia película contesta cualquier crítica al decir, en boca de uno de sus personajes, que «todos los animales son inventados»: puesto que resultó imposible obtener el genoma completo de un dinosaurio, tuvo que completarse con el de otros animales. De esta forma, los reptiles mostrados son diferentes a los reales, sin plumas y más grandes. Una explicación que demuestra que, en el pulso entre ciencia y espectáculo, las palomitas y el 3D suelen ser los vencedores.
«Para mí este es mi tercer Giro, y para los que lo han visto por televisión también son tres». Si quedaba alguna duda de que para Alberto Contador la sanción de dos años que le impuso el Tribunal Arbitraje Deportivo (TAS) no cuenta, sus declaraciones de este domingo en Milán tras ganar el Giro de Italia las despejaron. El ciclista español volvió a dejar claro que considera legítimos el Tour de 2010 y el Giro de 2011, lo que engorda su palmarés y lo coloca por encima del de Miguel Indurain.
Oficialmente, el Giro ganado este domingo es el segundo de su carrera y su séptima carrera de tres semanas: dos Tour de Francia, dos Giros de Italia y tres Vueltas a España. Pero para Contador es la novena. Así lo defiende públicamente y así se puede leer en su página web (www.albertocontador.org). En la sección palmarés aparecen todos los triunfos conseguidos durante el período sanción, incluidas esas dos grandes vueltas. Con sus cuentas, Contador no sólo ha superado a Indurain, sino también a Jacques Anquetil, ganador de ocho grandes vueltas; y está muy cerca de Bernard Hinault (10) y Eddy Merckx (11).
Oleg Tinkov (el del pelo teñido en la imagen) fue el rey de la fiesta en la meta de Milán (Efe)
Alberto Contador dio positivo por clembuterol en el Tour de Francia de 2010, carrera que acabó ganando con 39 segundos de ventaja sobre
Andy Schleck
, su gran rival por aquel entonces y hoy ya retirado. Sin embargo, la sanción no llegó hasta febrero de 2012. En medio, una batalla legal en la que el corredor de Pinto no se cansó de defender su inocencia y su honor.
El principal argumento de su defensa fue (y es) que el clembuterol apareció en su organismo por la ingesta de carne contaminada. El TAS admitió que era posible, pero improbable con las pruebas presentadas. Por eso lo sancionó dos años, aunque dado el tiempo que había pasado, Contador estuvo apartado de las carreteras ocho meses; el resto fue una sanción retroactiva.
Contador volvió a la competición poco antes de la Vuelta a España de 2012, carrera que terminó ganando, exhibición en Fuente Dé inlcuida. Desde entonces ha vuelto a ganar otras dos pruebas de tres semanas: la Vuelta de 2014 y el Giro de este año. A sus 32 años, Alberto Contador ya lo ha ganado casi todo, y varias veces. Sus resultados impiden poner en duda su grandeza como corredor. Es uno de los mejores ciclistas de las últimas décadas, aunque tenga una mancha, y no pequeña, en su expediente.
Precisamente el intento de negar ese episodio, de intentar borrarlo, como hace en su página web, le hace un flaco favor. La sanción incluía la anulación de aquellas dos victorias, por lo que en su vitrina hay siete grandes vueltas, ni una menos, ni una más.
Hay futbolistas que escriben su historia en un libro aparte. Conquistado el juego, rendida la afición, parecen saltar al césped dispuestos a atrapar registros. El 18 de agosto de 1998, Xavi Hernández (Terrassa, 1980) se estrenó en un partido oficial con la camiseta del Barcelona. Nadie en el fútbol actual ha abierto tanto sus vitrinas (25 copas, tres con la selección española). Nadie ha disputado más encuentros con el Barça (755). Y, desde el miércoles, nadie se ha visitado tantos campos en Europa. Leyenda entre leyendas, frente al PSG el capitán del Barça sumó su partido 169 en competiciones europeas. En el retrovisor quedaron Maldini (168), Seedorf (161), Zanetti (160) y Raúl (158). Récords al margen, los partidos no oxidan su fútbol.
En el verano Xavi se tapó los oídos frente a las suculentas ofertas del fútbol catarí y de la MLS de Estados Unidos. Sabía, en cualquier caso, que la recompensa no pagaría con minutos en el Camp Nou. “Si te quedas, para mí perfecto; pero si no te pongo, no me toques las pelotas”, le advirtió Luis Enrique. Así sucedió. La temporada pasada Xavi participó en el 85% de los minutos disputados por el Barça. En este curso, con el asturiano en el banquillo, el 6 vio cómo su participación se adelgazaba hasta un 40%. No le importó. No se recuerda ninguna cara larga del campeón del mundo ni al entrenador ni a los compañeros. A sus 35 años tiene claro su rol.
“Xavi siempre nos aporta grandes cosas. No es una novedad. Es lo de siempre”, elogió Luis Enrique al interior de Terrassa, tras la victoria azulgrana en el Parque de los Príncipes. Al centrocampista no se le gastó su tiza en el último pase: suma ocho asistencias esta temporada. Una cada cuatro partidos, cifras, incluso, superiores a las de la temporada pasada (cuando promedio 0,12 pases de gol), pero estadísticas calcadas al último curso de Guardiola en el banquillo del Barcelona.
Desde que Luis Enrique cogió las riendas del Barcelona, el juego azulgrana cambia de piel. A veces, punzantes en ataque; otras, pacientes con el balón. Y aunque Xavi se contamina con el vértigo de sus compañeros (da un 30% menos de pases que, por ejemplo, cuando Tito Vilanova era el técnico del Barça), no pierde su acierto: 93% de eficacia. Ocurre, en cualquier caso, que cuando el técnico asturiano quiere guardar el cuero, encuentra siempre el mismo nombre para la misma pregunta: Xavi. Revulsivo con pausa, el capitán saltó desde el banquillo en 17 de los 32 partidos que ha disputado en esta temporada.
Cuando los encuentros se le alocan al Barcelona, la cabeza de Xavi devuelve la sensatez al fútbol. Pasó en Vigo (0-1), pero la fórmula no funcionó en Nervión (2-2). Sin embargo, la receta volvió a tener éxito en el Parque de los Príncipes. Cuando Blanc mandó al campo a Lucas Moura en lugar de Rabiot, el partido dio lugar a una vorágine que no ayudaba a los intereses del Barça. Pero, toda vez que el campeón del mundo con España cogió el timón, el cuadro de Luis Enrique cocinó el partido que se le extravió en el Sánchez Pizjuán.
Aunque pasó de jugar el 85% de minutosal 40%, su presencia resulta determinante
Xavi tiene un imán con la pelota y su presencia funciona de analgésico a la asidua (en esta temporada) desesperación del Barcelona. Tranquilidad para Luis Enrique y también para Leo Messi. El argentino descansa en el catalán. El 6 es un manto de seguridad que arropa al juego del 10. En los 37 minutos en el campo de Xavi frente al PSG, Messi le cedió el cuero en 12 ocasiones, sólo superado por Busquets (jugó todo el partido) al que le pasó la pelota 16 veces.
Ya no esconde Luis Enrique su equipo de gala; sin embargo, con Iniesta en la enfermería — sufre una fuerte contusión en la articulación sacroilíaca—, Xavi está disponible para entrar en el once frente al Valencia. El sábado el Barça defiende su liderato en su casa y el presente del interior no olvida su pasado. Un poco de Xavi es mucho, y tiene ventaja sobre Rafinha y Sergi Roberto para relevar a Iniesta. Quizá son las últimas pinceladas del fútbol de Xavi con la camiseta azulgrana. Nostalgia anticipada en el Camp Nou, que se empieza a despedir de su hombre récord.
Cuando iba a comenzar la decisiva batalla de Tapso (en la actual Túnez) contra los restos del ejército de Pompeyo en el año 46 antes de Cristo (a. de C.), Julio César se desvaneció cayendo entre convulsiones. Sus hombres tuvieron que apartarlo de las miradas llevándolo a un fortín. Para narrar el episodio, el historiador griego Plutarco usó la palabra epileptikos y desde entonces han sido muchos los que han dado por bueno que el caudillo romano sufría epilepsia. Sin embargo, ahora, dos investigadores aportan otra teoría: una serie de ictus habría protagonizado los últimos días del creador del Imperio.
Plutarco tuvo que escribir de oídas ya que no estuvo en la llanura de Tapso. De hecho, escribió sobre César 10 años después de su muerte. El propio Cayo Julio César (44-100 AEC), gran escritor, además de militar, político y libertino, no dejó nada escrito sobre sus ataques. Ni siquiera eruditos coetáneos como Cicerón o inmediatamente posteriores, como el cordobés Lucano, lo hicieron. Solo el biógrafo de emperadores Suetonio volvería a hablar de la enfermedad de César un siglo después, aunque llamándola morbus comitialis, refiriéndose a un ataque que obligaba a detener una asamblea o reunión. La enfermedad tenía un halo divino, como si fuera una intervención de los dioses.
Sobre esa base, buena parte de los historiadores clásicos y de la medicina han mantenido que Julio César era epiléptico. De hecho, la mayoría de los artículos científicos recientes parten de la epilepsia y se dedican a aventurar sobre su etiología: que si fruto de un tumor cerebral, que si de origen genético, que si provocada por la sífilis o por un parásito intestinal…
«La nuestra es una teoría más completa, clara y simple, las otras son muy complicadas», dice el investigador de la facultad de medicina del Imperial College de Londres, Francesco Galassi. Junto a su colega Hutan Ashrafian, Galassi ha rehecho el rompecabezas de la enfermedad de Julio César. Revisitando los clásicos y las investigaciones modernas con otros ojos, donde los demás vieron epilepsia ellos ven ictus y no uno, sino varios.
Julio César sufrió al menos dos ataques, uno de ellos en la Corduba hispana, cumplidos los 50 años
Siguiendo a Plutarco, Julio César sufrió su primer derrame cerebral en Corduba (la actual Córdoba), posiblemente en el 49 AEC, es decir, tres años antes que el de Tapso, o en el 46, al regresar a Hispania desde África. Si fue en la primera fecha, tenía entonces 51 años. «un primer ataque de epilepsia rara vez se presenta en la edad adulta», recuerda Galassi. Y no hay registros de que el caudillo romano sufriera alguno en su infancia.
Tras salir vencedor de la guerra civil, Julio César regresó triunfante a Roma en el 46 AEC. Allí sucedieron otros dos hechos que, aunque poco documentados y detallados, sirven a los investigadores para apuntalar su tesis del ictus. En uno, senadores y grandes patricios romanos salen al encuentro de César para tributarle honores y cargarlo de títulos. Sin embargo, el emperador que nunca lo fue rehusó el encuentro alegando que se encontraba indispuesto. Lo que se sabe es que sufrió fuertes mareos, vértigo e intenso dolor de cabeza. Pero nada de la pérdida de consciencia o temblores propios de la epilepsia.
Como recuerdan estos investigadores en su artículo en la revista Neurological Sciences, un último episodio tuvo lugar cuando su amigo Cicerón loaba sus hazañas en el Senado. Julio César tembló, de emoción según Plutarco, escapándosele unos legajos de las manos. «El ataque con Cicerón encaja con un cuadro general de ictus», asegura Galassi.
Para completar su argumentario a favor, los investigadores recuerdan que el gran general romano tuvo, en los años posteriores al ataque de Corduba, continuos dolores de cabeza, repentinos cambios de humor y una tendencia a la depresión. Depresivo estaba cuando, aún siendo avisado de que se estaba urdiendo un compló contra él, César no dejó de acudir a su cita con el destino para ser asesinado por un grupo de senadores en los idus de marzo del año 44 AEC.
«El comportamiento de César cambió en estos años y nosotros tenemos una posible explicación», sostiene Ashrafian. «Los datos siempre han estado ahí pero han sido interpretados partiendo de la epilepsia, nosotros lo vemos con otra óptica», añade. Para él, es muy posible que los historiadores como Plutarco, Suetonio y otros, apostaran por la epilepsia por su halo divino. «Alejandro Magno tenía epilepsia y era visto como una divinidad. César pudo aprovecharse de eso», comenta.
Para armar su teoría, los defensores de la epilepsia han querido ver en la repentina muerte tanto del padre de Julio César como de su bisabuelo lo que hoy se conoce como SUDEP, o muerte súbita inexplicada del paciente epiléptico. Incluso hay quienes sostienen que Cesarión, el hijo que tuvo con Cleopatra, sufría de convulsiones. Y sería una epilepsia de origen genético: el emperador Calígula y Británico, el hijo asesinado del emperador Claudio, también tuvieron ataques epilépticos. Los dos eran descendientes de la familia de Julio César.
Pero, como recuerdan Ashrafian y Galassi, no hay datos que señalen que Julia, la hermana de César sufriera de epilepsia. En cuanto a Cesarión, es complicado comparar ambos casos dado que apenas hay datos sobre el hijo nunca oficialmente reconocido de Julio César y Cleopatra. Además, recalcan estos investigadores, también puede existir una predisposición genética al ictus, lo que explicaría las muertes de su padre y su bisabuelo por un infarto.
«No hay manera alguna de probar una teoría u otra», dice el neurólogo Richard McLachlan
El problema es que, como dice el neurólogo de la Universidad Western (Canadá), el doctor Richard S. McLachlan, «no hay manera alguna de probar una teoría u otra». Este experto en epilepsia recuerda que «partiendo de los documentos históricos escritos solo unos pocos años después de la muerte de César, la mayoría aceptan que tenía una forma suave de epilepsia». Y añade: «como quiera que existen muchas causas de epilepsia, entre las que están el infarto cerebral, infecciones, tumores, etcétera, solo podemos especular con cuál de ellas le provocaba los ataques».
McLachlan es de los que defienden la tesis de la epilepsia. En un artículo publicado hace unos años aventuraba incluso su origen: neurocisticercosis, una enfermedad provocada por la tenia y que tiende a inducir ataques epilépticos. Este neurólogo canadiense no descarta sin embargo la tesis de Ashrafian y Galassi pero «en aquellos tiempos, el riesgo de un ictus era probablemente menor que hoy y él no presentaba los factores de riesgo asociados al ictus».
En lo que coinciden los investigadores es en que solo una hábil utilización de la morbus comitialis pudo hacer que unos ataques que implican pérdida de control fueran vistos por los que le rodeaban como una señal de que era el elegido por los dioses para ser su Dictator. Y eso solo lo pudo hacer alguien como Julio César.
Documento: ‘Has the diagnosis of a stroke been overlooked in the symptoms of Julius Caesar?’
Cuando observamos la copia de una foto de Henri Cartier-Bresson podemos apreciar una línea negra que rodea a la imagen. Se trata del borde del carrete que utilizó al captarla. Al mostrar ese detalle, el fotógrafo francés, que delegaba en otros el revelado y el positivado de sus imágenes, quería demostrar que daba por terminada una foto en el momento de pulsar el botón de disparo de la cámara. Para él ni tan siquiera hacía falta recortar algún área de la imagen en el laboratorio.
En el lado opuesto está Ansel Adams, el fotógrafo que transformó por completo la técnica fotográfica en el cuarto oscuro de revelado gracias a sus investigaciones. Muchas de ellas han inspirado algunas de las funciones del programa de edición de imágenes más popular del mundo: Photoshop, que acaba de cumplir 25 años.
“El mundo se está cayendo a trozos y todo lo que Adams y Weston fotografían son piedras y árboles», decía Cartier-Bresson a propósito del trabajo de estos dos fotógrafos, que durante la Segunda Guerra Mundial se dedicaban a cocinar a conciencia sus fotos en el laboratorio. Hoy son legión los que siguen sus pasos frente a la pantalla del ordenador, la tableta o el móvil.
En la última edición del premio World Press Photo, el 20% de las fotos presentadas no cumplían las rigurosas normas recogidas en el documento The integrity of the image, un texto en el que se detallan los procedimientos técnicos que pueden dar pie a una manipulación fotográfica o, al menos, a una alteración drástica.
De esta forma, los organizadores del certamen fotográfico han querido frenar las sospechas por exceso de retoque que han pesado otros años sobre las imágenes ganadoras. Pero, con frecuencia, la línea que separa a una imagen fidedigna de una imagen manipulada es bastante borrosa.
En la última edición del premio World Press Photo, el 20% de las fotos presentadas no cumplían las rigurosas normas
Probablemente el principal cambio que trajo consigo Photoshop desde su primera versión es la facilidad para quitar o poner elementos de una foto, algo que es la base de la manipulación fotográfica. La efectividad de la herramienta del tampón de clonar, que ya se incorporaba en la primera versión de Photoshop, ha disparado las suspicacias sobre si lo que vemos en una foto es o no luz captada por una cámara.
No es ningún secreto que la fotografía de moda y la fotografía publicitaria son las áreas en las que más se ha abusado del retoque digital de imágenes. Aunque han existido intentos en Francia y Gran Bretaña por regular esa práctica, estos de momento han quedado en nada. El fenómeno de la manipulación está creciendo hoy también por las imágenes supuestamente espontáneas que publican muchos famosos en redes sociales.
Esto explica el éxito que han cosechado los clones de Photoshop que existen para dispositivos móviles. Estas aplicaciones permiten que cualquiera pueda publicar fácilmente selfis retocados en internet. La práctica está tan asumida por algunos que recientemente fans de Beyonce criticaron la difusión de unas imágenes de la cantante sin pasar por la sala de maquillaje digital. En el lado opuesto encontramos casos como el de la revista chilena Verily, que ha renunciado a usar Photoshop en las imágenes que publica.
Aunque no hay ningún programa de retoque fotográfico cuya popularidad pueda compararse a la de Photoshop, existen otras opciones para los que desean editar digitalmente sus imágenes. Una de las que más se está hablando es Affinity Photo, un programa presentado hace pocos días que aún se encuentra en fase beta.
Por 50 euros promete ofrecer muchas de las características del programa de Adobe, que actualmente sólo se puede alquilar mensualmente. Affinity Photo solo estará disponible para Mac, pero se espera que en algún momento se realice una versión para Windows. Algo indispensable para que pueda crecer.
Existen incluso alternativas comerciales aún más económicas al programa de Adobe. Una de las más populares es Pixelmator, que cuesta 30 euros. El número de usuarios que usan este programa ha ido creciendo desde que fue lanzado en 2007. Aunque cuenta con menos características que Affinity Photo, juega con la baza de que existe una versión para iPad bastante completa.
Pero desde hace años la principal alternativa a Photoshop es Gimp. Este programa de software libre dispone de herramientas muy similares al de Adobe. De hecho, algunas de las características de Photoshop se han inspirado en él. Como sucedió por ejemplo con la función de borrar zonas de una imagen en función del contenido. Un método que cuando apareció en Photoshop CS6 ya estaba disponible en Gimp.
Varias cosas han frenado hasta la fecha la difusión de Gimp. La primera es que no se actualiza a la velocidad con la que lo hace el programa de Adobe, por lo que en ocasiones puede ser difícil hacer cosas como trabajar con negativos digitales de las cámaras fotográficas más modernas.
No existen tantos recursos para aprender a manejarlo como los que existen para Photoshop, pues Adobe ha impulsado bastante el aprendizaje de su programa estrella. Finalmente, el diseño de Gimp lo hace más complejo de manejar que Photoshop. Aunque existen versiones especialmente pensadas para que su interfaz se parezca a la de Photoshop.
Adobe también dispone de sus propias alternativas a su programa estrella. Photoshop Elements ofrece por 82 euros un buen número de las prestaciones del programa principal: Photoshop CC. Para los fotógrafos Adobe también vende y alquila Photoshop Lightroom. Su éxito ha sido tal que incluso ha desbancado a su principal competidor: el programa Aperture de Apple, retirado ya del mercado.
Este programa, junto con iPhoto, ha sido sustituidos por la nueva aplicación Fotos, que en breve se incluirá por defecto en el sistema operativo Mac OSX. Aunque quizá esta victoria no sea tan grande para Adobe como pueda parecer. Aperture ha muerto matando, ya que Fotos recoge algunas de sus principales funciones.
Entre ellas está una herramienta capaz de borrar los elementos de una imagen, algo que probablemente sea suficiente para que muchos de los que usan un Mac no echen en falta ningún otro programa de cara a realizar manipulaciones sencillas. En cualquier caso, aún no hay nada en el horizonte que nos haga dudar de que Photoshop probablemente siga existiendo dentro de 25 años.