Rafa Nadal vuelve a brillar. El tenista español, después de mucho tiempo de sufrimiento y dudas en la pista, encontró en Madrid un partido para cargarse de nuevo de ilusión. El número cuatro del mundo continúa mejorando poco a poco sobre la arcilla, y el Mutua Madrid Open se ha convertido en un torneo en el que, poco a poco, empieza a verse una versión mucho más suelta de Nadal que en el principio de curso. Pero este viernes tendrá una verdadera prueba de fuego, una final anticipada ante el poderoso Grigor Dimitrov que le servirá para comprobar hasta dónde puede llegar.
Con el paso de los partidos, Nadal está comenzado a recuperar su mejor estado de forma. Los duros entrenamientos a los que se ha sometido en Madrid desde que quedara eliminado en el Conde de Godó le han permitido recuperar el tono físico, lo que le permite estar muy fresco de piernas. Velocidad, capacidad de reacción y, sobre todo, pelea, empiezan a dejarse ver en sus partidos. Pero Nadal no quiere intentar subir al cielo sin construir una escalera que le permita agarrarse a ella en caso de que tropiece. Y, poco a poco, está consiguiendo afianzar su juego.
Si este miércoles demostraba su capacidad para sufrir y aguantar en los momentos complicados ante Steve Johnson, con un juego más basado en no regalar puntos que en buscar la agresividad, este jueves la historia cambió: no sólo se vio a un jugador mucho más móvil y metido en la pista, con mucha confianza y ganas de crear en sus ataques, sino que empezó a verse algo que hasta ahora no se había visto. Después de mucho tiempo, empezó a verse ese Nadal que pelea todas las bolas, que no se rinde, que lucha y que, además, consigue puntos increíbles al no darse por vencido.
Una jugada en concreto sirvió para confirmar esta situación: en el último juego del partido, con un Simone Bolelli ya entregado, el italiano soltó una excelente dejada ante la que Nadal reaccionó como pudo. Tras un esprint muy fuerte para evitar el segundo bote, conseguía salvar la bola, el italiano se la devolvía y, desde el fondo de la pista, el español se inventó un golpe impresionante para superar a su rival, que sólo podía mirar. Una vez más -y van unas cuantas en Madrid-, Nadal volvió a celebrar el punto con el puño cerrado para demostrarse a sí mismo que esta listo para este tipo de batallas.
Después de sus dos primeros partidos en Madrid, este viernes llega un partido realmente duro para el español, ante el siempre peligroso Grigor Dimitrov. El tenista búlgaro es un jugador con muchas cualidades: desde un potente saque a un revés realmente espectacular, por lo que si Nadal quiere acabar con él, va a necesitar de su mejor estado de forma. Así, su próximo rival en Madrid se convierte en una verdadera prueba de fuego para el tenista nacional, que tiene una oportunidad de oro para comprobar cuál es su estado de forma real. Y, por qué no, meterse en semis y empezar a soñar con el título.
«El de este viernes será un test que te pone en tu sitio. Son cuartos, no es una final, pero es una oportunidad para pelear contra un rival de máximo nivel. Este jueves jugué un partido correcto, un poquito mejor que el miércoles. Vamos haciendo cosas más positivas cada día. No ha sido increíble, pero sí he logrado un nivel con el que me voy contento a descansar y a preparar el encuentro ante Dimitrov con ilusión», confesaba al término del choque. Nadal está recuperando su mejor versión. Este viernes, tiene una prueba para medir su nivel y comprobar cuál es el verdadero lugar de Nadal a día de hoy.
El Mutua Madrid Open ya está en marcha y, como no podía ser de otra manera, uno de los grandes atractivos del torneo es la presencia de Rafa Nadal. El tenista español continúa siendo uno de los grandes favoritos para llevarse el título en la arcilla madrileña, a pesar de que sus sensaciones siguen estando realmente lejos de las que ofreció en tiempos pasados. Y las dudas han crecido en sus primeros entrenamientos en la capital española.
En sus primeros entrenamientos para preparar el torneo, Nadal sufría un pequeño susto en su tobillo, al doblárselo en un momento de la sesión. Las alarmas se encendieron cuando se echó la mano a su articulación, aunque el español aseguró que tan sólo se trató de un aviso, descartando que sufra ningún tipo de lesión que le impida competir en Madrid: «Me doblé un poco el tobillo, pero por suerte no tengo nada«, confesaba Nadal.
Pero no es el único problema con el que se ha encontrado el español. En Montecarlo, decidía cambiar de raqueta con el objetivo de recuperar el juego perdido, pero en Madrid ha decidido no usarla. Pese a confesar que está convencido de que su nueva arma es la ideal para mejorar, el poco tiempo de adaptación que ha tenido ha provocado que dé marcha atrás hasta encontrar tiempo para entrenar y ajustarse a su nueva Babolat.
«En Madrid jugaré con la raqueta antigua, porque llevo muchos años con ésta y he tenido poco tiempo para prepararme con la otra. Sé que la nueva es la adecuada, con la que tengo que jugar en el futuro, pero tuve pocos días para prepararme con ella. Soy consciente de que aquí juego en altura y tengo un poquito menos de control con aquella raqueta. Jugaré con ésta hasta que tenga tiempo de entrenar bien con la otra«, aseguró.
Pero, pese a ello, sigue creyendo que no es el favorito en Madrid. El tenista balear continúa sin encontrarse con su mejor versión, aunque confiesa que está entrenando muy duro con el objetivo de recuperar algunas sensaciones que no terminan de llegar. Y, en especial, no las encuentra porque no termina de tener la continuidad que le permita ganar partidos consecutivos y, por tanto, la otorguen una confianza que no tiene.
Y es que ahora llega la hora de la verdad para Nadal, pues considera que puede tener una importante caída en el ránking en los próximos meses: «Caer fuera del Top 5 no es importante. Después de Roland Garros ya veremos cuál es la caída, pero son cosas del deporte». Mientras tanto, continúa entrenando con el objetivo de recuperar su mejor versión, y la primera parada es Madrid, un torneo que ya está en marcha y donde no debutará hasta el miércoles.
Después de la tormenta siempre viene la calma, y en el caso de Leo Messi, la frase se le ajusta como un guante. Tras tenérselas tiesas con Luis Enrique en un entrenamiento en enero, no acudir a un entrenamiento y quedarse en el banquillo ante la Real Sociedad, hace ya una vuelta, pocos apostaban por una solución plácida al enfrentamiento abierto entre el jugador y el entrenador. Y, sin embargo, ya se ha llegado al mes de mayo y el FC Barcelona opta al triplete con un Messi total. No solo marca, sino que asiste, piensa, se mueve, organiza y hace lo que le da la gana. Porque si hay un jugador que entiende el juego, ese es él. Si hay un futbolista al que el resto del vestuario se plega, es a él.
El argentino ha conseguido ya nada menos que 40 goles en la Liga, 51 en todas las competiciones en 50 partidos y 19 asistencias. Las cifras son estratosféricas. Los que conocen a Pep Guardiola aseguran que no han visto al técnico nervioso en esta última semana, pero sí preocupado. No es difícil imaginar que lo que más le obsesiona es cómo parar a un jugador como Messi cuando se mueve con libertad total y bien escoltado por Neymar y Luis Suárez. Pep, que fue el primero en entender que para que el equipo funcionara Messi debía sentirse feliz y sin compromisos dentro del terreno de juego, se enfrenta ahora a su obra.
Josep Maria Bartomeu habla con Luis Enrique
Luis Enrique también comprendió pronto que en la pelea con Leo, el que tenía las de perder era él. Así que el pasado mes de enero se tragó el sapo, toleró la salida de tono del jugador -“Messi perdió los papeles con Luis Enrique”, como señaló Mathieu-, decidió hacer de tripas corazón y ceder. Desde entonces el argentino no ha vuelto a oler el banquillo. Ha sido titular en todos y cada uno de los encuentros jugando los noventa minutos y su relación con el entrenador se limita a una cuestión profesional, aunque siguen sin hablarse. La elección de Luis Enrique, más allá de que ahora caigan o no los títulos, fue acertada ateniendo al rendimiento del jugador y a la estupenda conexión que tiene con Luis Suárez y Neymar. Eso sí, el uruguayo y el brasileño también escogieron trinchera. Y están en la Messi, no en la de su entrenador.
El líder es Leo y Neymar y Suárez se esfuerzan en complacerle. Su autoridad no se discute; la del técnico, sí. Ahí han estado los gestos malhumorados de ambos cuando Luis Enrique ha decidido sustituirles. Desde el jaleo del Pizjuán, eso sí, Neymar no ha vuelto a ser el elegido, mientras que el charrúa ha tenido que encaminarse hacia el banquillo con la cabeza gacha y sin hacer más ruidos, que bastante la lió el brasileño. Así, no es tan difícil entender el gesto de Messi el sábado en Córdoba, cuando le dejó a Neymar tirar el penalti. El voraz Messi valora tener aliados en el vestuario y el terreno de juego por encima de su feroz lucha con Cristiano Ronaldo.
Después del evidente malhumor del portugués el pasado miércoles cuando Arbeloa le ‘quitó’ un gol ante el Getafe, las comparaciones con el argentino y su gesto de generosidad estaban cantadas. No es que a Messi no le importe el Pichichi ni Cristiano, sino que sus objetivos van más allá de ser el máximo goleador de la Liga. Dentro del vestuario siempre se ha destacado, además de sus indudables cualidades técnicas, que es un tipo listo. Y con la madurez ha comprendido que serán los títulos del equipo los que, de paso, le encumbren a él. La temporada pasada el Barça no ganó ninguno y tuvo que escuchar cómo Cristiano le retaba en Suiza con el Balón de Oro en sus manos. Para alguien como Leo, fue una afrenta que no ha olvidado. Y la manera de cobrársela es hacer justo lo que hace: Marcar goles, sí, pero sobre todo jugar para el equipo. Y lo demás, con un poco de fortuna, caerá como fruta madura.
Cada partido de fútbol es una venganza por una cicatriz truculenta que un rival te legó en un viejo partido, cuyo recuerdo aún te acosa cuando apagas la luz. Nunca ves el minuto de cobrarla, por eso juegas a todas horas, y te vas con el balón a la cama, y le das toques a un cajetilla de cigarros vacía. Sin ánimo de revancha el fútbol no sería mas importante que la liga de bridge. No se puede jugar a vida o muerte, como corresponde, sin enemigos acérrimos y viles a los que devolver las infamias. Ellos son, en el fondo, los verdaderos amigos, los que le sacuden a uno el aburrimiento. Por suerte, el jugador se despierta por las mañanas con sed de venganza. Mi idea de un día perfecto es pisar una caca de perro nada más salir a la calle. A partir de ese instante tengo un buen motivo para vivir, y ya sólo sueño con el segundo en que encuentro al dueño del animal.
A un futbolista no le importa si hay que esperar años para saciar un desagravio, igual que Edmond Dàntes o Emma Sunz. Mientras discurre un plan infalible, sin fisuras, el tiempo pasa volando. Y entonces llega el día. Pocas veces la venganza se presentará tan bella y oscura como en el Barça-Bayern de Múnich. Llevaban dos años buscándose con indiferencia, de ese modo diplomático con el que dos personas se evitan. Quizá por eso cayeron el año pasado uno ante el Atlético y otro frente al Madrid. Simplemente, no era la hora. Para todo hay un minuto excelso, precedido de una larga espera. Pero ahora sí.
Pocas veces la venganza se presentará tan bella y oscura como en el Barça-Bayern de Múnich
El Barcelona se presenta a la cita bajo ese aspecto temible que tienen los pistoleros con bigote, proclives a desenfundar por menos de nada. Todo lo que hace últimamente el equipo de Messi, así sea retirarse al vestuario en el descanso, acarrea un gran peligro para el rival. La delantera lleva semanas llamando a todas las puertas, preguntando si vive ahí Pep Guardiola, como si fuesen policías de paisano en busca de un fugitivo que porta un secreto valiosísimo. A su modo, el Barça desea cumplir con el consejo de Faulkner a sus discípulos: “Mata a tus ídolos”. Éstos, después de alumbrarte el camino, se vuelven piedras en los bolsillos. Me temo que las revoluciones de tus maestros, reproducidas por tu generación, son papeleo de oficina. Necesitas tu propia revuelta.
Entretanto, en el Bayern han estado haciendo dedos con sus últimos rivales. En el tercer gol que le infligieron al Oporto, precedido de 25 pases, los tres últimos sin dejar que el balón tocase el suelo, para no ensuciarlo, aprovecharon para ensayar El Mesías de Händel. No en vano, gracias a Guardiola descubrimos que se podía jugar al fútbol en esmoquin, encima de un piano de cola, sin que se rayase. Será trepidante ver si se apropia del balón en el Camp Nou, y cómo minimiza a Messi, que nos enseñó que se puede hacer sonar un piano aunque no tenga teclas.
La venganza es impostergable. Comparecen tantas deudas del pasado, que será casi una semifinal escrita por Borges, en la que uno de los dos equipos, en un instante imperceptible, al fin saca un revólver familiar de un cajón y aprieta tres veces el gatillo. Después el conjunto rival se desploma como si los estampidos y el humo lo hubiesen roto, mientras aún tiene tiempo a escuchar cómo su enemigo dice. “He vengado las viejas putadas”.
Papiloma. Las vacunas contra el virus del papiloma humano aprobadas en 2009 causaron un intenso debate, que aún no se ha cerrado. Los argumentos básicos de quienes se oponían eran el precio (unos 450 euros cada tratamiento) enfrentado a una eficacia discutida: protege solo frente a un grupo de variantes del virus —las más frecuentes—, pero no contra todas. A este recelo se sumaron algunos casos de niñas (hasta 103) que, tras recibir la medicación, sufrieron efectos adversos. Dos, en Valencia, fueron especialmente graves (convulsiones, desmayos). La Agencia Europea del Medicamento descartó que hubiera relación con el fármaco.
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Gripe A. La prisa con la que en 2009 se fabricaron millones de vacunas contra la gripe A también causó recelo. Después de su uso masivo, solo hubo un pequeño grupo de adolescentes en Finlandia que desarrollaron narcolepsia tras recibir la medicación, que tenía una formulación especial para intensificar su efecto (y que no se usó en España). La Agencia Europea admitió la relación. El nexo entre vacunas y dolencias de tipo autoinmune es claro en teoría (actúan sobre el mismo sistema), pero con manifestaciones poco frecuentes.
Varicela. El fármaco se usaba en niños, hasta que en 2013 el Ministerio de Sanidad decidió reservarlo para adolescentes que no hubieran pasado la enfermedad de pequeños. El argumento, aparte del ahorro, era que la enfermedad era leve y no pasaba nada por superarla de niño. Luego hay que vacunar porque la varicela en adultos es grave. Parece que la medida va a ser revocada.
La contraseña, una combinación de números y letras, a veces incluso signos difíciles de recordar para hacerla más segura, comienza a diluirse. Apple fue la primera en incluir un sensor de huellas dactilares en sus móviles. Yahoo! acaba de anunciar su intención de cambiar la forma en que se accede a sus cuentas de correo. Samsung y Qualcomm quieren que los sensores estén distribuidos por todo el móvil, para que baste con tomarlo en la mano para comenzar a funcionar de manera segura. Windows 10 va un paso más allá. Aunque son diversos los experimentos, Microsoft ha sido la primera en llevarlo al mercado de consumo.
Joe Belfiore, el máximo responsable del próximo sistema operativo de Microsoft, ha desvelado el funcionamiento de Windows Hello, como han llamado al sistema de acceso usando patrones biométricos en lugar de la combinación que se teclea normalmente.
“Con solo mostrar tu cara o tocar con el dedo el sensor, los aparatos con Windows 10 te reconocerán. No solo es más sencillo, sino más seguro. La contraseña ya no está en el servidor o el aparato que usas”, explica el directivo.
El sistema sirve tanto para abrir sesión en el móvil y el ordenador, como para acceder a aplicaciones de pago o la intranet de la empresa. “Las contraseñas son uno de los puntos de seguridad que hay que mejorar. Usar tu cara, tu iris y tus huellas dactilares”, insiste.
Sin embargo, no todos los aparatos incluyen el sensor y es precisamente ahí donde Microsoft trabaja, empujando a los fabricantes de móviles y tabletas, también de ordenadores híbridos como su Surface, que tampoco cuenta con esta opción, a incluirlo.
Belfiore defiende que Windows Hello será seguro, incluso si se prescinde del sensor: “Usamos una combinación de software y hardware avanzada, que sabe discernir, que distingue si lo que tiene ante sí eres tú o una foto tuya puesta por alguien que te quiere suplantar”. Para ello, las cámaras adaptadas a Windows Hello usarán infrarrojos para escanear la cara y el iris aunque las condiciones de luz no sean óptimas.
El funcionamiento de este servicio, que estará listo para el estreno del sistema operativo, comenzará con el estreno del móvil, tableta u ordenador que use este software. Primero con una combinación de números, hasta que los sensores biométricos creen un patrón lo suficientemente certero. Después, ofrecerá el acceso a diferentes webs compatibles con sus sistema. No se han desvelado nombres, pero se sobreentiende que serán bancos, webs de comercio electrónicos, contenidos en la nube personal o profesional y redes sociales.