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La medida entrará en vigencia para mayores de 13 años a partir del 21 de diciembre. Estos son los 5
Cuando yo era un crío de nueve años, en mi barrio del Abasto de Buenos Aires, existía una forma de distracción que consistía en hacer un círculo y pasarnos un balón unos a los otros con alguien en el medio tratando de quitárnoslo. El que interceptaba el balón dejaba el centro para pasar a disfrutar con su nueva posición. Así, hasta que nos cansábamos y pasábamos a jugar un partidillo. Todo esto ocurría en la calle. A ese ejercicio le llamábamos “medio”. “¿Hacemos un medio?”, era la pregunta de rigor, cada tarde, después del colegio. Así que el famoso rondo que hizo escuela en el Barça, en mi barrio se llamaba medio. En el partidillo se imponía otro ejercicio más insolente. Y más necesario, porque además de contrarios, había que sortear coches. El caño.
En el Barça de los últimos años, el medio, además de clave de su filosofía futbolística, es esa exasperante minis-asociaciones que urden sus jugadores para controlar el partido, para ralentizarlo o para llegar a la portería contraria, donde sus defensas ven la pelota cuando ya los ha esquivado. Últimamente en el Barça comienza a contagiarse el uso indiscriminado del caño. Creímos por un momento que Aimar era el dueño absoluto del invento. Pero en recientes partidos, Messi se sumó a la fiesta. Ahora, desde el partido contra el PSG, parece que Luis Suárez, no queriendo ser menos, le propinó dos consecutivos a David Luiz como para retirar al zaguero más intratable.
Creímos por un momento que Aymar era el dueño absoluto del invento del caño. Pero en recientes partidos, Messi se sumó a la fiesta
El caño no es una jugada cualquiera en el fútbol. No es una provocación aunque lo parezca, ni una ocurrencia manierista. Es la única que puede atravesar a una figura de carne y hueso. Y es la única que hace que balón y jugador se separen y se reencuentren en fracción de décimas de segundos para acortar distancia hacia la portería adversaria. El caño parece un adorno, pero no lo es. Es un dispositivo para ahorrar tiempo y espacio. Es una elipsis.
Aimar, Suárez y Messi entregados al mismo arte del escapismo. Ni Houdini lo hubiera mejor haría mejor.
Escrachar al infractor y que pague por su infracción. El ayuntamiento de Buenos Aires puso en marcha hace cuatro meses una aplicación de teléfono que permite al ciudadano denunciar a los automovilistas que estacionen en un lugar reservado para peatones, ciclistas o discapacitados. Solo es preciso tomarle una foto al coche, escribir la dirección y el número de matrícula y enviar los datos al ayuntamiento a través de la aplicación BA Denuncia Vial.
El ayuntamiento ya animó a los conciudadanos a escrachar a los infractores en 2011 a través de una dirección de correo electrónico. Y ya entonces la medida planteó polémica porque hubo quienes objetaron que se animaba a convertir al ciudadano en un buchón, es decir, un chivato, un confidente. Pero, desde hace tres meses, cuando el ayuntamiento difundió aplicaciones para los teléfonos, el número de denuncias no para de crecer. Al principio había cuatro agentes tramitando las denuncias estas denuncias y ahora se sumarán otros dos. “El aplicativo nos sirve, sobre todo, para cubrir las zonas donde no tenemos grúas”, explica un portavoz de la secretaría de Transportes.
En menos de tres meses los ciudadanos han enviado 7.000 denuncias a través del teléfono. Y casi la mitad de ellas se convirtieron en multas. Pero también existen recelos en una parte de la sociedad. A principio de marzo un periodista le preguntó en la radio al subsecretario de Transporte, Guillermo Dietrich, si el ayuntamiento no debería decirle algo así al ciudadano: “Le agradecemos que haga por nosotros lo que nosotros no podemos hacer como Estado”.
Guillermo Dietrich, subsecretario de Transporte, explicó a este periódico que, precisamente, la intención final de la aplicación es que la gente que la usa tome conciencia de que la calle es de ellos y se comprometa a cuidarla. “Este proceso comenzó en 2011 con una dirección de correo electrónico. Desde entonces, hemos hecho 148 kilómetros de ciclovías y uno de los principales grupos comprometidos con esto es el de los ciclistas”.
La ciudad de Buenos Aires está gobernada por el PRO, partido de centro derecha liderado por Mauricio Macri. Pero el equipo de Transporte se inspiró en políticos como el colombiano Antanas Mockus, miembro del Partido Verde hasta 2011 y alcalde de Bogotá entre 2001 y 2003. “Nos hemos fijado en el proceso de cultura ciudadana de Bogotá y Medellín”, asume Dietrich. “Que las cosas funcionen bien depende también del compromiso ciudadano. Y en Colombia han tenido muy buenas campañas de respeto a la senda peatonal y al cuidado del agua. Allá se habla ya de cultura ciudadana, cosa que en Argentina no sucede”.
Dietrich lamenta que la famosa picardía porteña aún juegue en contra del espíritu cívico. “A nadie se le ocurriría llamar buchón a quien se ve agredido por otra persona y recurre a la policía. Sin embargo, cuando alguien estaciona mal no interpretamos que hay una agresión contra todos. Entonces, la mentalidad nuestra nos lleva a pensar: si te ve el Estado que te multe, pero yo no soy ningún buchón. Cuando en realidad, el que estaciona mal agrede a todos los ciudadanos”.