¿Ser séptimo o primero?

El Athletic ha dado tantas vueltas esta temporada que presenta algunos síntomas de confusión. Nació escuálido y vivió en los sótanos de la Liga mucho tiempo; Europa se le hizo demasiado grande y sucumbió en la Champions y en la Liga Europa; en San Mamés, sede y fortaleza, ha concedido cinco derrotas y cinco empates. Y sin embargo, a falta de cinco partidos para que concluya la temporada (cuatro de Liga y uno de Copa del Rey) tiene ante sí dos opciones inesperadas: ser séptimo en el campeonato regular, que le otorgaría una plaza en la segunda competición europea, o ganar la Copa en la final contra el Barcelona, que le daría un título, algo que no consigue desde 1984, la última vez que la gabarra surcó la ría de Bilbao.

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La primera opción se dilucida en un mes y tiene como enemigos al Málaga, al Celta y al Espanyol, aunque de todos ellos, solo el Athletic, por su condición de finalista de Copa, tiene asegurada la plaza europea si queda séptimo. Pero ser séptimo le supone una lucha titánica. De pronto el Athletic se ha convertido en un equipo con poca pólvora (38 goles) y gran parte e ella almacenada en el fusil de Aritz Aduriz, el único artillero de garantía.

La batalla comienza en el Vicente Calderón, ante un rival al que solo le ha sacado tres victorias y un empate en los diez últimos enfrentamientos de Liga. Y ahora llega sin su soldado favorito. Aduriz sufre un golpe en la clavícula, que aconseja su reposo. Nada va a arriesgar el Athletic con Aduriz, en su lucha por ser séptimo, que ponga en riesgo su lucha por ser primero el 30 de mayo ante el Barcelona en la final del Nou Camp. Por eso todo será más difícil en el Calderón en un partido que Simeone considera «mas difícil» que el que disputarán contra el Barcelona en la penúltima jornada. La teoría del «partido a partido» confiere siempre la mayor importancia a lo que llega que a lo que está por llegar.

Lo mismo le ocurre al Athletic: la posibilidad de ser séptimo o primero tiene un orden. Primero se solventa la Liga, luego viene la Copa. Pero lo cierto es que Ernesto Valverde ha comenzado a rotar a algunos futbolistas que previsiblemente están llamados a plantar cara el 30 de mayo al Barcelona. Mikel Rico por ejemplo se ha sentado en el banquillo últimamente más tiempo que desde que está en el Athletic. Susaeta ha perdido su lugar en beneficio de la velocidad de joven Williams. Los también jóvenes Aketxe o Unai López gozan de los minutos que otros descansan. Hasta el infatigable De Marcos ha frenado la carrera para mantener el aliento hasta el final de la partida.

Un aliento que el Atlético recoge a bocanadas en su única lucha: ser tercero, descolgando a Valencia y Sevilla que le persiguen en busca de la Liga de Campeones. El pinchazo del primero en Vallecas le ha dado a Simeone vida y media. Si gana al Athletic, se podrá permitir pinchazo y medio en el tramo final. El Cholo se plantea alinear el mismo equipo que venció en Villarreal, aunque la buena actuación de Fernando Torres podría darle un lugar en la alineación en detrimento de Mandzukic.

Objetivos distintos para quienes comparten los mismos colores. El Athletic ha cazado al Málaga, pero le pisan los talones un Celta creciente y un Espanyol que, como el Athletic funciona a espasmos. No es el Atlético el rival que los de Valverde desearían cuando se avista la meta, menos aun desde que Simeone se sienta en el banquillo. Frente al argentino, el Athletic ha perdido ocho de los nueve partidos que ha disputado desde 2012 incluida la final de la Liga Europa ese mismo año en Bucarest. El gen competitivo del Atlético combate bien los impulsos del Athletic. Igualados en carácter, se impone el fútbol.

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