Novena de Navidad: Cuarto Día de oración

Novena de Navidad: Cuarto Día de oración

Novena de Navidad: Cuarto Día de oración. La Novena de Navidad comienza a rezarse el 16 de diciembre de cada año, para rezar la última al llegar al día 24, la fecha en que Jesús nacerá. Si tienes alguna inquietud recuerda contactarnos a través de nuestras redes sociales, o regístrate y déjanos un comentario en esta página. También puedes participar en el WhatsApp Ecuador.

Cómo rezar la Novena

(Con la señal de la cruz) En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

Benignísimo Dios de infinita caridad que nos has amado tanto y que nos diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que, encarnado y hecho nuestro hermano en las entrañas de la Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; te damos gracias por tan inmenso beneficio. En retorno, te ofrecemos, Señor, el esfuerzo sincero para hacer de este mundo tuyo y nuestro, un mundo más justo, más fiel al gran mandamiento de amarnos como hermanos. Concédenos, Señor, tu ayuda para poderlo realizar. Te pedimos que esta Navidad, fiesta de paz y alegría, sea para nuestra comunidad un estímulo, a fin de que, viviendo como hermanos, busquemos más y más los caminos de la verdad, la justicia, el amor y la paz. Amén.

Oración inicial: Novena de Navidad Cuarto Día

Señor Jesús, Tú eres amor y vida. Has querido nacer como todos nacemos, de una mujer. De esta forma has bendecido a la familia. haz que cada familia se convierta en verdadero santuario de vida y de amor. Haz que tu gracia guíe los pensamientos y las obras de los esposos, hacia el bien de sus familias. Haz que las jóvenes generaciones encuentren en la familia una fuerte de apoyo para su crecimiento en la verdad y en el amor. Haz que los niños sean esa semilla de esperanza en la familia y así, con nuestro amor, se renueve su inocencia. Haz que el amor santificado por la gracia del matrimonio, se demuestre más fuerte que cualquier debilidad y cualquier crisis. Amén.

Queridas hermanas y hermanos. Hoy, nuestra Madre María nos recuerda que en nosotros también está la presencia de Dios y que podemos llevar a Jesús a las personas que encontramos, para que en ellas se despierten la fe y la alegría profunda. En este tiempo, el Señor nos regala la Misión Nacional, en la que también nosotros tendremos la oportunidad de llevar a Jesús, con nuestro testimonio y nuestra palabra, al corazón de muchos hermanos. Recordemos lo que nos dice el Santo Padre: “Dios nos espera en el corazón de cada hermano”

En nuestra vida: Novena de Navidad Cuarto Día

En la actualidad, papá y mamá trabajamos para mantener la familia. En muchas ocasiones no encontramos tiempo para, participar juntos, de la Eucaristía y de la vida de comunidad. Nunca debe de haber excusas para participar.

Para dialogar: Novena de Navidad Cuarto Día

¿Esta situación es común en nuestro medio? ¿Cómo podemos ser instrumentos de conversión en nuestras familias, en la calle, en nuestra comunidad?

Texto

Este cuarto día de nuestra Novena nos llene el Señor con su Santo Espíritu para que podamos estar, como María nuestra madre, al servicio de la vida.

Reunidos en su nombre miremos al ser humano, obra maravillosa del amor de Dios y démosle gracias por este don maravilloso de la maternidad al servicio del mundo y para bien de la Iglesia.

Proclamación de la Palabra (Lc 1, 39-45):

“Por entonces María tomó su decisión y se fue, sin más demora, a una ciudad ubicada en los cerros de Judá. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Al oír su saludo, el niño dio saltos en su vientre, Isabel se llenó del Espíritu Santo y exclamó en alta voz: “¡Bendita tú eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño salto de alegría en mis entrañas. ¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirán las promesas del Señor!”

Reflexión: Novena de Navidad Cuarto Día

María con su visita provoca mucha alegría en la casa de Isabel. Isabel, por su parte, descubre la presencia de Jesús en su prima María. Así, Dios permite que María venga a nosotros y nos traiga el don de su Hijo, llenándonos del Espíritu de su Amor. El cuarto día dedicado a la Sinceridad, una cualidad sin la cual el amor no puede subsistir, ya que no hay amor donde hay mentira. Amar es andar en la verdad, sin máscaras, sin el peso de la hipocresía y con la fuerza de la integridad.

Sólo en la verdad somos libres como lo anunció Jesucristo: Juan 8, 32. Sólo sobre la roca firme de la verdad puede sostenerse una relación en las crisis y los problemas. Con la sinceridad nos ganamos la confianza y con la confianza llegamos al entendimiento y la unidad. El amor nos enseña a no actuar como los egoístas y los soberbios que creen que su verdad es la Verdad.

Si la Navidad nos acerca a la verdad es una buena Navidad: es una fiesta en la que acogemos a Jesús como luz verdadera que viene a este mundo: Juan 1, 9. Luz verdadera que nos aleja de las tinieblas nos mueve a aceptar a Dios como Camino, Verdad y Vida. Ojalá nuestro amor esté siempre iluminado por la verdad, de modo que esté también favorecido por la confianza.

Oración

Señor, es una gran verdad que “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”. Por eso te pedimos: Señor, que vivamos para servir. Que, a ejemplo de nuestra Madre María, no esperemos a que se nos pida un favor, sino que también nosotros nos ejercitemos en “ir sin demora” a quien más nos necesite. Señor, que vivamos para servir. Que nuestra presencia, nuestro saludo, nuestras conversaciones, lleven la alegría de Dios al corazón de los demás. Señor, que vivamos para servir. Ayúdanos a vivir no sólo procurando no hacer mal a nadie, sino haciendo todo el bien que podamos. Señor, que vivamos para servir. Que en la Misión Nacional seamos generosos para compartir nuestra fe, sabiendo que la fe viene de la predicación de la Palabra de Dios. Señor, que vivamos para servir.

Compromiso

Cada uno de nosotros vamos a observar, detenidamente, un nacimiento, al Niño Jesús le vamos a pedir que nos ayude a reconocer nuestra pequeñez y aceptar también, lo mucho que Él ha hecho en nosotros. Se cierra la novena con algún villancico.