La nave espacial rusa descontrolada caerá a la Tierra entre el 7 y el 11 de mayo
La nave rusa Progress-59, un carguero espacial no tripulado que ha quedado fuera de control tras un fallo en su puesta en órbita la semana pasada, volverá a entrar en la atmósfera terrestre entre el 7 y el 11 de mayo “dependiendo de las condiciones atmosféricas”, según ha indicado el Centro Espacial Johnson (en Houston, EE UU). La mayor parte de la nave se destruirá en el aire por el rozamiento y “la zona de caída de restos que no se quemen en la atmósfera, puede ser cualquiera en el rango comprendido entre los 52 grados de latitud Sur y los 52 norte”, continúan los expertos de la NASA. La mayor parte del vehículo no sobrevivirá a las altas temperaturas de la reentrada atmosférica, pero puede haber piezas que sobrevivan, como el pesado mecanismo de enganche en la Estación Espacial Internacional (ISS), a la que se dirigía el carguero con suministros. En cualquier caso, señala la agencia espacial estadounidense, es “altamente improbable que suponga una amenaza para nadie”. No son raras las reentradas incontroladas y normalmente los restos que puedan quedan de una nave caen al mar, al desierto o en zonas despobladas, añaden los expertos: “Ni una persona ha resultado nunca herida por una pieza de reentrada de un satélite o un trozo de basura espacial en seis décadas de vuelos espaciales”.
Los responsables espaciales rusos aún no han determinado la causa de la pérdida de la Progress 59, pero la han dado ya por pérdida tras repetidos intentos de recuperar el control del vehículo. Con casi tres toneladas de alimentos, combustible y piezas de repuesto para la ISS, el carguero fue lanzado desde el cosmódromo de Baikonur (en Kazajstán) el pasado 28 de abril con un cohete Soyuz 2-1A. La primera parte del ascenso se desarrolló sin contratiempos y, ya en órbita, la Progress 59 incluso abrió sus dos paneles solares. El paso siguiente era desplegar las antenas, incluida la denominada Kurs, de navegación. Y en ese momento se vio que había problemas. El centro de control en Moscú no logro establecer una comunicación estable con la nave pero, por las imágenes recibidas, se constató que la Progress 59 estaba indebidamente girando sobre sí misma. Los repetidos intentos de recuperar el control de la nave han sido infructuosos. El enganche en la ISS ha sido descartado porque incluso el sistema de manual, alternativo al automático, exige la plena comunicación del centro de control con el carguero, y no se ha logrado.
Es “altamente improbable que suponga una amenaza para nadie”
Los astronautas de la ISS (actualmente seis están en la base espacial, en órbita a 400 kilómetros de altura) recibieron la semana pasada instrucciones de intentar ver el carguero ruso y efectivamente lo han fotografiado, a gran distancia, aún en rotación. La nave descontrolada no supone ningún peligro para la estación, insiste la NASA.
La principal línea de trabajo de los expertos rusos que analizan la situación se centra en algún problema originado en la separación de la Progress 59 de la tercera etapa del cohete Soyuz 2-1A para iniciar su vuelo en solitario, pero aún no lo han confirmado, señala la NASA.
Los seis astronautas de la ISS tiene suministros suficientes hasta principios o mediados de agosto aunque no llegará hasta entonces ninguna otra nave de carga. En el peor de los casos cabría reducir la tripulación. Pero está programado el vuelo de una nave de carga estadounidense CRS-7 Dragón para las próximas semanas. También se podría contar con la siguiente Progress prevista, que partiría con un cohete Soyuz –U y no con el modelo Soyuz 2-1A con el que parece haberse originado el problema actual.
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