Felipe VI escuchaba el himno a duras penas… mientras Artur Mas sonreía

La pregunta no es cuántos pitaron el himno de España anoche en el Camp Nou. La pregunta es si hubo alguien que no lo hiciera dado el estruendo que se vivió en el estadio del FC Barcelona mientras por megafonía empezó a sonar. Porque sonó, sí. Se escuchó a duras penas y gracias al altísimo volumen con el que se programó, sabiendo ya de antemano los organizadores del partido, es decir, la Federación Española de Fútbol, que iba a haber pitada.

El recibimiento a Felipe VI como Rey de España no fue desde luego agradable. Aguantó estoicamente el chaparrón mirando a un punto indeterminado de la grada, erguido y en silencio, mientras a su lado el presidente de la Generalitat Artur Mas no disimuló una sonrisilla que fue de lo más comentada en las redes sociales. El resto de personalidades en el palco, como el ministro Wert, Ángel María Villar y Josep María Bartomeu fueron más sobrios y lo encajaron con cara de póker. Mientras, en los dos fondos del estadio las aficiones mostraron con orgullo sus pancartas gigantes sin dejar de silbar. ‘Jota ke irabazi arte’, ‘Pegando fuerte hasta la victoria’ era el lema del Athletic mientras que ‘Fent historia’, ‘Haciendo historia’ fue el escogido por la del Barça, en evidente desventaja ayer en su propio estadio ya que las tres cuartas partes del Camp Nou eran claramente para la afición rojiblanca. ¿Y los jugadores? Serios y formando en el campo junto al trío arbitral con una excepción: Aritz Aduriz, que tampoco hizo nada por disimular su sonrisa durante la protesta.

 

Felipe VI escuchaba el himno a duras penas… mientras Artur Mas sonreía

 

Virginia Foc fue una de las aficionadas que ayer pitaron el himno. Socia del Barça, 36 años. Estuvo también en la final de Copa del Vicente Calderón: “En Madrid no silbé. A mí no me gustaría que pitaran el mío y por eso decidí no hacerlo. Esta vez sí. ¿Que por qué? Porque han dado una paliza increíble durante la previa del partido en los medios de comunicación. Por molestar, por rebelarme”. Va acompañada de su marido, Oriol Agulla, socio también azulgrana desde que nació. “Pité en Madrid, pité en Sevilla en la final contra el Steaua y ahora también. No soy español, el himno español no me representa y todo lo que ha pasado durante estos últimos días me ha parecido una soberana tontería. No voy a silbar más por eso, silbaré igual. Por tocar els collons”.

Jon Aoiz viajó a la final de Valencia, a la del Calderón y vivió ayer su tercera. Socio del Athletic, a sus 45 años explicaba así por qué silbó: “Por mostrar mi desacuerdo con el Rey y también con la política española respecto al País Vasco y Catalunya. ¿No nos quieren y ahora me piden que me calle? Pues no señor”. Está en Barcelona con tres amigos, todos ataviados de rojiblanco. Uno de ellos, Mikel, apunta: “A mí la verdad es que me da igual. Lo que yo quiero es ganar la final y no distraerme con silbiditos ni gilipolleces”. Son sólo cuatro ejemplos entre los 90.000 espectadores que ayer abarrotaron el Camp Nou.

La polémica por la bronca al himno ha sido omnipresente desde que se conoció que la final la jugarían el Barça y el Athletic de Bilbao y ayer duró lo que tardó en sonar el himno de España. Ni más, ni menos. En cuanto el balón se puso a rodar, lo que importó a unos y a otros era lo que ocurría en el terreno de juego. Ambas aficiones se dedicaron a animar a sus respectivos equipos y no hubo ni una sola dedicatoria ni cántico hacia el palco. Al Rey se le vio hablar durante el partido con Ángel María Villar y también con Mas en alguna ocasión, mientras que Bartomeu y Wert parecieron hacer buenas migas.

Mientras, el Gobierno no tardó en emitir un comunicado lamentando lo sucedido. Lo hizo cuando acababa de comenzar la segunda parte en el Camp Nou: “El Gobierno condena los ataques contra los símbolos que representan al conjunto de los españoles, a la democracia que los ampara y a la convivencia que comparten. De la misma manera, considera que cualquier muestra o manifestación de intolerancia es siempre reprochable, y lo es todavía más cuando busca la repercusión pública aprovechando un espectáculo deportivo que todos los españoles tienen derecho a disfrutar, sin la protesta y la perturbación que algunos quieren imponer”.

El comunicado concluye con el anuncio de una reunión mañana mismo de la Comisión Estatal contra la violencia “con el objetivo de denunciar las actuaciones que fueran inconvenientes y, en su caso, proponer las sanciones que fueran procedentes”. Mientras Artur Mas pedía que “lo repiensen. Se ha de situar en el contexto normal de lo que pasa en este tipo de eventos y no hacer el ridículo”, lo cierto es que el presidente del Consejo Superior de Deportes ya había avisado que se sancionaría a los clubes en el caso de que hubiera pitada. Y sí, efectivamente, la hubo. Y bien fuerte: 119 decibelios, los mismos que un avión despegando y teniendo en cuenta que los 140 son el umbral del dolor humano.

@BrenpCom
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