A la Juventus le sienta bien la piel de cordero
Durante los nueve meses de competición europea que llevamos disputados hasta este día en el que se acaba lo que se daba, la Juventus ha sido favorita sólo en dos ocasiones, y siempre visto esto de manera muy relativa, cogido con pinzas baratas, de esas de plástico que cruje al sol y al apretarlas para abrirlas se hacen trizas. La primera de ellas ocurrió hace mucho tiempo, cuando en el final de agosto se realizó el sorteo correspondiente a la fase de grupos. Le tocó el Atlético de Madrid, el Olympiacos y el Malmö. Si no era favorita para clasificarse ahí, mal lo llevaba. El problema es que se enfrentaba al subcampeón de Europa, lo cual le ubicaba como segunda fuerza del grupo. Es decir, que tampoco era la clara candidata a ser primera ni siquiera.
Después, volvió a ser la líder de la manada cuando se topó con el Monaco en cuartos de final. Bueno, en realidad no es que se topara con ellos, sino que los acogió con los brazos abiertos, alegre y risueña como la cebra que ha huido del ataque de leonas hambrientas. Era el rival más débil, el que todos querían y que sólo la Juve podía disfrutar. Si en ese caso ya no era favorita, apaga y vámonos. Otra cosa muy distinta fue después en el campo, en el que prácticamente en ningún momento de los 180 minutos se mostró como un equipo muy superior. De hecho, en el global del juego bien podrían haber pasado los monegascos.
En el resto de rondas ha ido a remolque, con el rabo entre las patas, agazapada y esperando que la estampida de bestias les pasara por encima y, entonces, atacar por la espalda e imponer su superioridad inesperada en el resultado final. Pasó eso incluso contra el Dortmund. El Borussia no ha tenido su mejor año, de hecho ha sido el peor de la última década, más o menos, pero aun así se le consideraba superior a la Juve. Y no lo fue en absoluto. De repente, la Juve destrozó al Dortmund en su casa, en el Westfallenstadion y empezó a callar bocas.
Y si contra el Madrid era la víctima (de manera aplastante, además), contra el Barcelona lo es aún más. La situación en la que se enfrentaron al Madrid era contraria para un equipo y para otro. El equipo entonces de Ancelotti iba decayendo poco a poco hasta quedarse sin títulos de manera oficial, todo apuntaba a que el italiano no iba a seguir, el ambiente era extraño porque los jugadores sí querían seguir bajo sus órdenes. Y todo contrastaba con la felicidad nada disimulada de la Juve, tetracampeona de Italia y cercana al Doblete que al final ganó. Por tanto, el favoritismo del Madrid era más sobre el papel que en realidad sobre el campo, el cual también era verdaderamente amplio, lógicamente.
Gráfico: El probable once de la Juve en Berlín.
No es lo mismo que lo que se va a encontrar en Berlín. Este sábado se enfrentan los dos equipos más felices del mundo, que se encuentran en su mejor momento del año. Pero lo mejor para la Juve es que pase lo que pase en el Olympiastadion, saldrá con una sonrisa, si bien ésta sería de oreja a oreja si levanta la Orejona, valga la redundancia. Lo peor para la Juventus es que no es nada probable que la pueda levantar.
Línea por línea, la Juve es inferior, siendo el centro del campo la única zona del terreno de juego en la que puede competir de manera directa con el Fútbol Club Barcelona. De hecho, la reestructuración realizada por Massimiliano Allegri a la herencia que recibió de Antonio Conte es la principal arma que puede desplegar la Juventus contra el Barça. Pasó de jugar con tres jugadores en el medio a cuatro… ¡y qué cuatro! Juntar a Pirlo, Pogba, Marchisio y Vidal convierte a la medular bianconera en una de las mejores del mundo. Y esa superioridad teórica de número con respecto a los tres azulgranas que van a jugar ahí les otorga la posibilidad de evitar la conectividad constante del balón entre culés y, quizá, generar una telaraña que pueda atrapar a Messi.
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