Cuando Collar volteó los pronósticos

La primera final de su historia la jugaron el Madrid y el Atlético el 24 de junio de 1960. Final de Copa, de Copa del Generalísimo se llamaba entonces. En el Bernabéu. Era el Real Madrid cuya alineación terminaba en Di Stéfano, Puskas y Gento y estaba en la cima de su gloria. Era favorito abrumador… pero ganó el Atlético.

Aquel fue el primer partido que vi en mi vida y la primera vez que vi una televisión, raro fenómeno del que se hablaba. Mi padre tenía un amigo acomodado, condiscípulo en los años del bachillerato, una de esas amistades que sobreviven al tiempo. Él nos invitó a su casa a ver el partido por el televisor, precedido por una serie de un héroe interestelar que se llamaba Diego Valor, al que debió el torero Diego Puerta que le aplicaran ese apodo.

Yo, decía, nunca había visto fútbol. El Madrid había ganado cinco Copas de Europa, pero a mis nueve años eso no era más que un run-rún entre los mayores. Los mayores, en mi caso, eran mi padre, mi hermano y mis tíos, todos madridistas felices y henchidos de legítimo orgullo. El Madrid acababa de ganar su quinta Copa de Europa en un partido arrasador, 7-3 al Eintracht de Frankfurt, cuatro de Puskas y tres de Di Stéfano. Y no era sólo eso: esa final se había jugado a caballo de la semifinal de Copa con el Athletic de Bilbao. En San Mamés había perdido el Madrid 3-0 en la ida. A nadie le extrañó mucho: la mente en la final europea, lo buenísimo y copero que era el Athletic… Se daba por eliminado al Madrid, que era precisamente todo menos copero. ¡Y sin embargo, en la vuelta barrió al Athletic, 8-1, ocho goles al gran Carmelo!

Así que en vísperas de la final (en el Bernabéu, además), era frecuente escuchar: “Siete al Eintracht, ocho al Athletic… ¡A estos nueve!”.

El Atlético además tenía sus apuros. Le faltaban Griffa y Calleja, lesionados. Le faltaban Mendonça y Vavá, que como extranjeros no podían jugar la Copa. En la Liga sólo había sido quinto, a trece puntos del Madrid.

Realmente, en las vísperas había que ser muy osado para dar favorito al Atlético.

El mismo día empieza el Tour, al que Bahamontes acude en plena gloria, ganador de la edición anterior. Farolea en la prensa francesa, a la que sabe dar lo que le gusta. Asegura que se le da bien torear y que un empresario le ha ofrecido 12 millones por seis corridas. (La bola es descomunal: aún faltan seis años para que El Cordobés cobre un millón por corrida).

Bernabéu y Saporta pasan la víspera en Lausana: se están atando los detalles de la primera Intercontinental. El Madrid jugará el domingo siguiente en Montevideo, el partido de vuelta se fija para primeros de septiembre, en el Bernabéu. Todo es el Madrid. Todo lo que no es Bahamontes, por lo menos.

Ambos equipos se concentran en El Escorial. José Villalonga es el entrenador del Atlético. Lo había sido del Madrid en las dos primeras Copas de Europa. Militar de carrera, entró en el fútbol como preparador físico. La Escuela de Mandos de Toledo fue la primera cantera de preparadores físicos del deporte. Había ascendido a entrenador tras una pelea entre Ipiña, secretario técnico, y Enrique Fernández. Después de esos éxitos europeos pidió aumento de sueldo y Bernabéu le despachó con cajas destempladas. La mañana del partido tuvo una inspiración. Llama a Collar:

—Vas a ser el capitán. Vamos a ganar el partido por ti y vas a ser tú el que coja la Copa.

A Collar le extraña, porque el más antiguo es Callejo. Hoy piensa que Villalonga lo hizo por cábala. Él ya había cogido una Copa de manos de Franco, en la final juvenil del 52.

En las vísperas había que ser muy osado para dar como favorito al Atlético, pero acabó ganando al Madrid

Al Madrid le entrenaba Miguel Muñoz, jugador en las tres primeras Copas de Europa. Había entrenado ese mismo curso al Plus Ultra y Bernabéu le había reclamado cuando echó sobre la marcha a Fleitas Solich, arrastrado por el fracaso de Didí. Muñoz acababa de empezar, pero tenía el laurel de la semifinal de Copa de Europa sobre el Barça de HH (3-1 y 1-3) y de la final del 7-3. Aunque se suponía que quien mandaba era Di Stéfano.

También el Madrid tenía bajas: Marquitos, Pachín y Canario. Canario era extranjero. Marquitos estaba lesionado. Pachín arrastraba una suspensión en España por un caso previo de doble contratación (fichó a un tiempo por Osasuna y Burgos) que no le impedía jugar en la selección ni en la Copa de Europa.

El partido es a las 20:30. Antes, el Firestone de Basauri, con un hermano del famoso Maguregui en sus filas, ha ganado la final juvenil por 5-2 al Murcia. Llega Franco, con el himno, los cuatro finalistas forman, el capitán del Firestone sube a por la Copa. Empieza el partido, se espera una masacre. Los equipos salen así:

Real Madrid: Domínguez; Pantaleón, Santamaría, Miche; Vidal, Zárraga; Herrera, Del Sol, Di Stéfano, Puskas y Gento.

Atlético de Madrid: Madinabeytia; Rivilla, Callejo, Alvarito; Ramiro, Chuzo; Polo, Adelardo, Jones, Peiró y Collar.

Arbitra Birigay. El Madrid no ha ganado la Copa desde 1947. El Atleti, nunca.

El Atlético sale a aguantar. Callejo se coloca de defensa escoba. Los laterales fijan a los extremos. Ramiro marca a Di Stéfano, Chuzo a Puskas, Polo, supuesto extremo, baja a la media a vigilar a Del Sol. Adelardo les ayuda a todos. El ataque queda fiado a la velocidad de Peiró y Collar (el ala infernal) y a la constancia del guineano Jones.

El Madrid, dueño del campo y el balón, marca el 1-0 en el 20′. Raro gol, un córner directo lanzado por Puskas, desde la izquierda y con la izquierda, pegándole con el exterior. Madinabeytia no queda en buen lugar. Luego hará un buen partido.

Pero al tiempo se lesiona Gento, al que se le reproduce un tirón mal curado. Quedará inútil para el resto del partido y servirá de explicación a la derrota. Aún con él de figura decorativa, el Madrid domina, manda. Hay un cabezazo de Di Stéfano al palo, hay paradas de Madinabeytia, hay un penalti a Del Sol que Birigay saca fuera del área. Hay un par de fallos inesperados de Puskas en el remate. Precisamente él, siempre infalible. Al descanso se llega 1-0. El Atlético ha hecho poco, pero algo inquieta a los madridistas: Collar le ha ganado todas a Pantaleón. “Como carguen el juego por ahí…”.

En el 51′ llega el 1-1 precisamente por Collar. Se va, tira y falla estrepitosamente Domínguez, cuyo paso por el Madrid se caracterizó por parar bien todo menos lo que le enviaba Collar. La facilidad con que este le hacía goles se hizo legendaria.

El Madrid aprieta, pero el partido se le ha puesto cuesta arriba. Liquidado Gento, Polo se va al extremo, a apoyar el ataque, para que Adelardo tome a Del Sol y Rivilla apoye. Herrera juega mal, no gana ni una. El Madrid ataca por el centro, con calidad, pero progresivamente más lento. El paso de los minutos le empeora. Al Atlético le mejora.

Se empieza a especular con la prórroga cuando en el 76′ Collar se va una vez más de Pantaleón, tira, rechaza Domínguez como puede y Jones, atento, remacha desde cerca. Me figuro que Domínguez pensaría: “Para una que le paro a Collar…”. Es el 1-2. El Madrid gasta lo que le queda en un último arreón, pero la salud está del lado del Atlético. En el 86′, Collar se va por enésima vez de Pantaleón y envía un centro raso, claro y medido, a Peiró, que machaca desde cerca. El Atlético es campeón.

Collar sube los escalones para coger la Copa de manos de Franco. La intuición de Villalonga se ha cumplido. El Madrid, abajo, aplaude agotado.

El Madrid es campeón de toda Europa menos España. Así lo dirán los atléticos.

Y Bahamontes, con ictericia, pierde ocho minutos el primer día del Tour.

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