Ser varón en el Día de la Mujer

Ser varón en el Día de la Mujer

Ser varón en el Día de la Mujer. Género y sociedad. ¿Cómo luchar contra el machismo siendo varón?

A  punto de conmemorarse otro aniversario del Día de la Mujer Trabajadora el cual este año viene acompañado con un paro internacional de mujeres, me pregunto qué significa ser feminista para un hombre criado en una cultura patriarcal.

Quizá el interrogante debería ser un poco menos pretencioso y más respetuoso hacia los derechos conquistados por el feminismo. Entonces, reformulo: ¿cómo luchar contra el machismo siendo varón?

Pienso que sí, que debemos involucrarnos en las grandes luchas del feminismo. Acompañar con nuestro cuerpo, con nuestras ideas, con nuestra pluma esas grandes batallas en las que la mujer, por el hecho de ser mujer, ha perdido por goleada.

Me refiero a los femicidios; a toda violencia contra ellas; a las desigualdades en el mercado laboral por el cual les pagan menos que a los hombres por igual tarea; a la falta de reconocimiento del trabajo doméstico; a la ilegalidad del aborto que condena a muerte a mujeres pobres; a la expectativa de vida de las mujeres trans. En síntesis, una lucha por los derechos de las mujeres.

Sí, claro, allí hay que estar, pero no podemos negar nuestro género en el marco de una construcción social artificialmente binaria. Eso nos obliga a ocupar un rol distinto en esas grandes luchas feministas.

El camino también es tomar por aquellas pequeñas cosas, esos micromachismos que reproducimos a diario y pasan inadvertidos porque, precisamente, el machismo los ha naturalizado.

Allí creo que también los hombres podemos dar una batalla, nos debemos dar esa batalla. Y quizá allí seamos nosotros mismos, los hombres, nuestros peores enemigos, o los peores enemigos de ese feminismo al que intentamos aportar.

Cuestionar los privilegios que el patriarcado nos da es salir de esa zona de confort que produce la confraternización con otros hombres al hacer chistes machistas, creer que se “ayuda” en la casa cuando uno lava un plato, hacer una escena de celos a la pareja o creer que la mujer, en su día, quiere flores, cuando lo que está exigiendo son derechos.

Quizá la lucha pase por cuestionar cómo construimos y reproducimos a diario una masculinidad falocéntrica moldeada con base en la violencia, el poder por sobre otrxs y la incapacidad de conectarse con la insensibilidad.

Quizá nuestro rol en el feminismo sea el de construir nuevas masculinidades, así, en plural; alejarnos lo más posible de ese rol de macho formado por un machismo misógino que produce una forma única de feminidad al servicio de aquel.

No es tarea fácil, pero no estamos solos. Nos tenemos a nosotros, porque la conquista de derechos nunca es un camino individual, sino siempre colectivo, siempre con el otro.

Pero también allí están ellas, para interpelarnos, para acompañarnos, para definir las políticas en el camino del feminismo. No ya desde ese rol de víctimas del patriarcado cómodo al machismo, sino como plenos sujetos de derechos que al grito de #NiUnaMenos exigen, arrancan y ejercen un verdadero empoderamiento emancipador.

* Coordinador del Núcleo de Estudios e Intervención en Seguridad Democrática, Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC

Ft: lavoz