Spanoulis y el Olympiacos lo vuelven a hacer

Sucedió en la final del 2012. Volvió a ocurrir un año después en semifinales. Y este año ha pasado lo mismo. El Olympiacos ganó en la Final Four al CSKA, un CSKA poderoso, lleno de estrellas, favorito, por 68-70 y se metió en su tercera final en cuatro años (las dos anteriores las ha ganado). Y se lo debe casi todo a Vassilis Spanoulis, un jugador descomunal capaz de meter en el último cuarto 11 puntos y sus últimos cuatro tiros cuando en los tres cuartos anteriores había fallado los diez que había intentado.

No hay en Europa un equipo con el corazón y la sangre fría del Olympiacos. Corazón para no perder la esperanza después de ir por detrás todo el partido y sangre fría para resolver en los minutos decisivos, cuando su rival suele fallar. Eso le pasó al CSKA, que recibió un parcial de 0-10 (del 63-54 al 63-64) que le dio la vuelta al partido. En esos momentos, el Olympiacos fue muy superior a un equipo ruso que se quedó helado, como si no entendiera lo que estaba pasando. Tuvo varias oportunidades de romper el partido, pero no las aprovechó y lo acabó pagando.

La primera jugada del partido acabó en un robo de Vassilis Spanoulis. Eso fue lo más destacado de su partido hasta los minutos finales. Y aun así, el Olympiacos no le perdió la cara al encuentro. El CSKA salió con un quinteto muy alto (Weems de escolta, Kirilenko de alero), pero le costó sacar ventaja, al menos en ataque, por su falta de paciencia para mover el balón. En defensa era diferente. Sólo Printezis (3/3 en el primer cuarto), ante Vorontsevich primero y Khryapa después, fue capaz de ganar su duelo en el uno contra uno.

La entrada de Nando De Colo

Los puntos del Olympiacos llegaban después de mover mucho el balón, la única manera de conseguir buenos lanzamientos, pues la pintura estaba blindada (7 tapones). El CSKA estaba más espeso en ataque que en defensa. Kirilenko y Vorontsevich sacaban alguna ventaja, pero no fue hasta la entrada de Nando De Colo cuando cogió algo más de soltura. El francés fue el mejor en ataque con 18 puntos. Otro base, Aaron Jackson, destacó en defensa con 7 robos.

El Olympiacos ha jugado este partido un millón de veces. Sabe que tiene enfrente un rival superior en lo físico y en lo técnico y se sabe inferior, pero eso no le paraliza. Al contrario, refuerza su plan. Y todos los jugadores están mentalizados para rendir. Un ejemplo: Tremell Darden, alero titular, se cargó pronto de faltas y tuvo que entrar el joven Ioannis Papapetrou, que promedia 3,4 puntos en la Euroliga. Pero anotó 9 en 9 minutos y dio mucho aire al ataque griego. Lo mismo que Giorgios Printezis, que acabó la primera parte con 11 puntos sin fallo en el lanzamiento. Ellos dos (y la consistencia en el rebote) fueron los culpables de que el Olympiacos se fuera al descanso sólo un punto abajo (36-35) a pesar de tirar 16 tiros libres menos que el CSKA, que vivió básicamente de las faltas que sacaron sus interiores y aleros.

La aparición de un genio

La diferencia a favor del CSKA rondaba los 7 u 8 puntos, nunca más. Y con eso, el Olympiacos podía sobrevivir. Hubo algún destello de Teodosic y de Weems, pero poco más. Para ser justos, el CSKA iba a ganar el partido sin hacer nada del otro mundo, tan sólo aprovechando el mal partido de Spanoulis, que penalizaba bastante al Olympiacos. Pero Spanoulis, y su equipo con él, nunca se rinde. Y no lo hizo.

Apareció para meter un triple que acercó al Olympiacos a seis (63-57). Luego le siguieron dos tiros libres de Sloukas y una bandeja en contraataque también del base griego. Después, otra vez Spanoulis con otro triple antes de marcarse un fade away espectacular ante Khryapa. El marcador ya marcaba un 63-66 y el CSKA estaba desesperado. Y aún quedaba la traca final: otro triple, el ganador, que rompió el empate a 66 y puso el 66-69 cuando restaban 10 segundos. Lo tiros libres dejaron el marcador final en 68-70.

Kirilenko tendrá pesadillas con el Olympiacos y con Spanoulis, que gane o no la Final Four, ya ha demostrado que es uno de los equipos más grandes de Europa. Y Spanoulis, un jugador de leyenda.