Xavi Hernández dijo este sábado adiós al Barcelona como él quería: levantando la Quinta Champions para el Barça, la cuarta en su palmarés. Y cuando lo hizo, pareció que lo que más le importaba era no perder de vista el balón del partido, que se había quedado y que se metió debajo de la camiseta cuando cogió el trofeo, no fuera a ser que alguien se lo quitara. No la volvió a soltar en toda la celebración, mientras que la Copa de Europa fue pasando de mano en mano. Así ha sido durante su carrera: La pelota la quería él. Y punto.
Si un guionista hubiese escrito el final de la carrera de Xavi en el Barça, probablemente alguien le hubiese tachado algunos párrafos por demasiado fantasioso. Al fin y al cabo, el club azulgrana solo había logrado una vez en su historia el triplete, en la temporada 2009 con Guardiola en el banquillo. No era fácil despedirse después de un año en blanco con Martino repitiendo la mayor gesta de la entidad, pero así ha sido. Luis Enrique, que le convenció para que se quedara el pasado verano cuando se lo estaba pensando, le premió además ayer con 18 minutos: Xavi se despidió jugando en Berlín. “Brutal, brutal, no puedo pedir más. Las sensaciones son tremendas y ya siento algo de nostalgia al saber que no voy a jugar más para este equipo, pero estoy feliz de cómo ha ido mi carrera y de este final increíble”, acertó a decir tras el encuentro a Canal+.
Salió en el minuto 76’ sustituyendo a un Andrés Iniesta que fue considerado con toda justicia por la UEFA como el mejor jugador del partido. Andrés, su amigo del alma, su colega, le ajustó con mimo los brazaletes, el de capitán con la senyera y el amarillo de la UEFA mientras le hablaba. En el terreno se colocó de interior izquierda, una posición a la que ha tenido que acostumbrarse esta temporada porque el técnico reserva la derecha para Rakitic. El croata, que marcó el primer tanto ante la Juve, y que le quitó el puesto a Xavi en el once, ha resultado ser el relevo perfecto para un futbolista que no tiene reemplazo, porque es imposible. No es Xavi, pero la ansiada evolución del juego del Barça ha llegado en parte también gracias al croata y su verticalidad. El guion, en fin, resultó tan perfecto que ni que fuera inventado: él levantando el trofeo, Iniesta elegido el mejor de la final, y Rakitic marcando.
Hasta el último momento como capitán del Barça Xavi honró el brazalete. Tras concluir el partido y mientras sus compañeros celebraban, cruzó el campo para buscar a los jugadores de la Juventus. Solo se le habían adelantado Iniesta y Mascherano, que intentaban consolar a los perdedores. Para cuando el de Terrassa llegó, a Pirlo se le había pasado ya un poco el sofocón y ambos charlaron durante algunos minutos. El italiano también se despidió ayer, pero su guion no fue tan impecable como el de Xavi.
Llegó al Barcelona con solo 11 años, pequeño y menudo pocos podían imaginar que tendría un futuro tan magnífico por delante. 17 años después y tras ganar nada menos que 25 títulos, Xavi dijo adiós como el primer jugador que ha conseguido disputar 151 partidos en Europa, el último punto de un libreto maravilloso.
A Luis Enrique le cuesta utilizar la palabra rotaciones. En cambio, el entrenador del Barcelona, dice que prefiere alinear al mejor once de acuerdo a las coyunturas de cada partido (adaptarse al rival). Así el técnico asturiano tardó 29 jornadas en calcar un equipo. Los mismos jugadores que derrotaron al Atlético en el Camp Nou (3-1), saltaron al campo siete días después en Riazor (0-4). Así también el preparador azulgrana repite sus fórmulas. Frente al Rayo (tanto en la ida como en la vuelta), para contrarrestar el control en la medular del cuadro de Paco Jémez, el Barça acudió a la vieja receta con Xavi e Iniesta. Sergi Roberto jugó los dos partidos contra el Eibar. Y cuando llegó el turno del Valencia, Luis Enrique dio carrete a la pareja: Mascherano-Busquets.
El Tata Martino, la temporada pasada, ya había experimentado con un intento de doble pivote: Song de interior y Busquets de pivote frente a la Real Sociedad en Anoeta. El resultado: 3-1. Mala prueba. “En principio no utilizo el doble pivote, es algo que no he hecho nunca como entrenador. Nuestro sistema se entiende más con un pivote único”, advirtió Luis Enrique el 8 de noviembre. Aunque días más tarde, en Mestalla, el Barça saltó al campo con Mascherano y Busquets. El Jefecito de 5 (según la tradición de números en argentina) y a su derecha el de Badia de 6. Más músculo que control en la mitad del campo para contrarrestar las transiciones del Valencia.
No es mi posición natural, pero me adapto sin problemas a lo que pida el entrenador”
Sergio Busquets
Si los azulgrana volvieron de Mestalla con los tres puntos bajo el brazo fue gracias a Busquets. El pivote (interior en Valencia) marcó el gol del triunfo en el último suspiro, a la salida de un córner. Y como de visitante liquidó el marcador, en su casa colaboró para abrir el marcador. Busquets profundizó el balón para la conducción en carrera de Messi, que terminó en el gol de Luis Suárez. Aunque trascendente en el juego, el campeón del Mundo con España no le termina de coger el gusto a su “nueva función”. “No es mi posición natural, pero me adapto sin problemas a lo que pida el entrenador”, aseguró el catalán tras el partido frente a la escuadra de Nuno.
Pero aunque Busquets se adapta sin problemas a lo que le pide Luis Enrique, el equipo sufre. El Barça finalizó el partido contra el Valencia con 18 faltas cometidas, casi el doble de su media de infracciones en la Liga (9,7). Y en el primer acto el conjunto azulgrana cambió 18 perdidas de balones por 20 recuperaciones. Todo cambio en la segunda parte. El asturiano rectificó su plan inicial y mandó a Rakitic al campo, Busquets paso a jugar de pivote y Mascherano volvió a la cueva junto a Piqué. El enroque trajo consecuencias: el Barça recuperó 33 pelotas y perdió 12 en la segunda mitad.
Es imposible sustituir a Busi porque es un centrocampista hecho para este equipo”
Javier Mascherano
Cada vez que puede Luis Enrique elogia a Mascherano y en el verano le prometieron que iba a jugar más pivote (como a él le gusta y como lo hace en la selección argentina). Aunque el 14 tiene claro que ese puesto ya tiene dueño. “Es imposible sustituirle porque es un centrocampista hecho para este equipo. Mantiene mucho más la posición que yo y tiene más fluidez. Yo estoy más pendiente de las ayudas, soy más físico”, explica el Jefecito. “Pero”, añade; “también podemos jugar juntos en algún pasaje de los partidos”. Como pasa cada vez que el Barça se enfrenta al Valencia. Por ahora un fórmula sin resultado para el resultadismo de Luis Enrique.