Neymar da su candidato para DT del FC Barcelona Neymar da su candidato para DT del FC Barcelona. Neymar realizó
Neymar se defiende de las críticas y dice que no cambiará su estilo de juego Neymar se defiende de las
Neymar a los críticos: “No voy a cambiar mi juego” Neymar a los críticos: “No voy a cambiar mi juego”.
Neymar admite ofertas, pero no consigue imaginarse fuera del Barça Neymar admite ofertas, pero no consigue imaginarse fuera del Barça.
Neymar fue expulsado en el partido contra Colombia por agredir a Murillo con un cabezazo y este viernes se conoció que la CONMEBOL lo ha sancionado con cuatro partidos, por lo que no volverá a jugar en la Copa América, haga lo que haga su selección. Pekerman lo avisó en la víspera del partido: las opciones de Colombia dependían en gran medida de que la pelota no le llegara a Neymar y en función de esta premisa, Carlos Sánchez y Edwin Valencia hicieron una labor ingente para aislarle.
Sin las libertades del primer partido, Neymar sólo dispuso de una ocasión de gol clara en la primera parte y, aunque trató de echarse el equipo a la espalda, no logró romper a una Colombia bien plantada y que conoce bien a Brasil. Pero, además, el delantero del Barcelona volvió a tener una nueva salida de tono. Al término del partido, descontento con la derrota, propinó un pelotazo a Pablo Armero que desató una tangana cerca del área colombiana, después de que el sevillista Carlos Bacca reprochase la acción con un tremendo empujón sobre el delantero azulgrana, que acabó con la expulsión de ambos jugadores antes de dirigirse al túnel de vestuarios. Posteriormente fueron sancionados provisionalmente con un partido de suspensión, por lo que no podrán jugar el domingo en la última jornada del grupo C. El delantero sevillista ha sido finalmente sancionado con dos partidos. Por su fuera poco, Murillo le reprochó la acción y éste se lo ‘agradeció’ con un cabezazo. Poco después el brasileño mostraba su malestar con el árbitro: «Siempre tienen que usar las reglas contra mí«, indicaba. Ahora, ya se conoce la sanción: dos partidos de castigo para el astro brasileño.
Neymar no jugará más en la Copa América tras ser sancionado con cuatro partidos
La selección colombiana, sin los destellos de juego brillante de hace un año en el Mundial, tuvo criterio para buscarle la espalda a los brasileños con los balones largos de James Rodríguez y supo aguantar con firmeza en la segunda parte, cuando el equipo de Dunga se echó arriba a la desesperada. El corte en el centro del campo le permitió a Colombia lanzarse al ataque con peligro, siempre capitaneada por un James Rodríguez que fue notable en la distribución de balones largos, hacia Falcao y Teófilo Gutiérrez. En la primera parte, Colombia tuvo mucha más presencia en el área rival que un Brasil que se sentía ahogado por la presión ejercida sobre Neymar, el único jugador de su equipo que creó apuros. Atacascados los pases hacia el delantero, Neymar tuvo que retrasar posiciones para recibir el balón, pero entonces se encontró cerrado el camino hacia el área y, en consecuencia, Brasil tuvo muchas más dificultades para progresar.
Willian, por la derecha, y Fred, por el centro, fueron incapaces de superar la marca de los volantes colombianos, en especial de Carlos Sánchez, que se agigantó en la presión y las recuperaciones. Más cómoda en el campo, Colombia avisó primero por medio de sendos tiros lejanos de Sánchez y Falcao y después con un remate de Cuadrado tras una gran triangulación entre James y Teófilo Gutiérrez. El juego fluido de los cafeteros arrancó ‘olés’ de los colombianos que abarrotaron el estadio Monumental, pero el primer gol llegó en un balón parado, una falta lanzada por Cuadrado hacia el área que remató Murillo. Poco después, el portero David Ospina salvó la única ocasión clara de la que dispuso Brasil en la primera parte, un remate en plancha de Neymar con el que coronó un contraataque.
Para tratar de sacar a Brasil de su letargo, Dunga dio entrada a Philippe Coutinho en el descanso en el lugar de Fred y la ‘canarinha’, por primera vez en el partido, comenzó a asentarse en el campo contrario. Un error defensivo entre Murillo y Ospina propició la mejor ocasión para Brasil, pero Firmino, en su primer partido oficial como titular, la desperdició al rematar por encima del larguero a puerta vacía. Para entonces, Colombia ya había dado un paso atrás y progresivamente cerró aún más las líneas para contrarrestar los intentos de Dunga de plagar de delanteros su equipo, que no tuvieron fruto. Tras el pitido final, Neymar propinó un pelotazo a Pablo Armero que provocó el rechazo de los jugadores colombianos. Carlos Bacca empujó al astro del Barcelona y a continuación se desató un rifirrafe. El árbitro Enrique Osses enseñó la tarjeta roja a Neymar antes de ingresar en el túnel y a continuación hizo lo mismo con Bacca.
Neymar no jugará más en la Copa América tras ser sancionado con cuatro partidos
0- Brasil: Jefferson; Daniel Alves, Thiago Silva, Miranda, Filipe Luis; Fernandinho, Elías (m.75, Diego Taredlli), Fred (m.45, Philippe Coutinho); Willian (m.67, Douglas Costa), Neymar y Roberto Firmino.
1- Colombia: David Ospina; Camilo Zúñiga, Cristian Zapata, Jeison Murillo, Pablo Armero; Edwin Valencia (m.79, Alexander Mejía), Carlos Sánchez, Juan Guillermo Cuadrado, James Rodríguez; Radamel Falcao García (m.67, Víctor Ibarbo) y Teófilo Gutiérrez (m.75, Carlos Bacca).
Gol: 0-1, m.35: Jeison Murillo.
Árbitro: el chileno Enrique Osses expulsó tras el final del partido a Neymar y Carlos Bacca. Y amonestó a los brasileños Fernandinho y Firmino, así como al colombiano Teo Gutiérrez.
Incidencias: Partido de la segunda jornada del Grupo C de la Copa América jugado en el estadio Monumental de Santiago ante 44.008 espectadores. Se guardó un minuto de silencio por el fallecimiento de Zito, campeón mundial con Brasil en 1958 y 1962.
Jugar un partido de la máxima exigencia después de una borrachera de goles, de juego y de felicidad no debe ser fácil. Ni siquiera para el equipo más en forma del mundo, que aunque no se previese, se la vio negra para ganar a la Real Sociedad (2-0). La motivación de conseguir el Triplete hizo que el Barça sacara fuerzas del baúl donde Luis Enrique guardó las rotaciones en los meses pasados. Esas mismas rotaciones fueron las que casi llevan a Lucho al abismo de la nada más absoluta y lo hicieron víctima de las críticas más severas, algunas de ellas merecidas, pero todas olvidadas por la belleza del fútbol practicado y los resultados obtenidos. Y la culminación tuvo que ser el equipo que precisamente entreabrió la caja de Pandora. El Barça está ya muy cerca de la liga tras lo ocurrido en el Real Madrid-Valencia.
¿Qué ha cambiado desde el enero pasado? Pues no demasiado, en realidad. Ha cambiado una cosa que resulta indescifrable su trascendencia: Leo Messi, desde entonces, lo ha jugado absolutamente todo. Todo, cada uno de los noventa minutos que han pasado desde que el Barça perdió en Anoeta. No ha sido sustituido jamás, no ha vuelto a entrar en las rotaciones, como pasara entonces. Luis Enrique se dio cuenta de que no era él el que mandaba, que el que dice lo que hay que hacer es ese que parece una pulga y que es el mejor futbolista que ha pisado un césped pintado con rayas blancas. Y ese chico no se equivoca casi nunca.
Cualquiera sabe, en esta situación en la que se encuentra el vestuario con Luis Enrique, si fue una decisión suya o del propio Messi lo de que el argentino se acostase a la banda derecha para, desde allí, ser cada vez más dañino, más peligroso, como el arquero que encuentra su ángulo desde el flanco del castillo. Lo que sí es sabido es que el Barça, tras esa medida táctica, ha subido su nivel de manera exponencial. Ha involucionado lo que un día inventó Guardiola: el mejor falso 9 del mundo ha vuelto a ser sensacional en su posición original, la derecha, donde jugó siempre con Rijkaard.
El Barça tiene dos formas de marcar últimamente. La primera y más común es en la que Messi, desde la derecha, cuelga una parábola al costado contrario por el que siempre aparece un jugador libre de marca. Messi acumula adversarios en su entorno, lo cual permite la aparición de espacios por el perfil adverso. La segunda forma y no mucho menos común es que Messi aparezca desde la derecha y sea él mismo el que acabe la jugada. Por supuesto, contra la Real tenía que ser una de las dos maneras la que abriese el partido. Centro de Messi hacia el área, terrible despeje de Mikel González y Neymar para dentro. Y lo más complicado ya estaba hecho…
A partir de ahí el Barça estaba en la obligación de no mantener la ventaja, sino ir a por más. Era sumamente peligroso esperar a que pasaran los minutos con sólo un gol de margen, puesto que en cualquier momento, la timorata Real podía hacer algo. Sí, algo, porque no hizo prácticamente nada en los noventa minutos en lo que se refiere al ataque. Y es triste que un equipo con el potencial ofensivo que tiene Moyes no tuviera ni una ocasión de gol en todo el partido. Pero si Vela ni Canales enlazan más de dos pases en campo contrario ni Granero o Pardo pueden tener fases aunque fueran breves de control, la Real estaba muerta.
El Barça jugó uno de sus partidos más completos de la temporada el miércoles y repetirlo este sábado no se contemplaba siquiera. No hay ninguna competición que se priorice sobre otra, si bien la Champions está a un escalón superior, claramente. Sin embargo, el Barça está tan cerca de todas, que aflojar el paso en una sería insultantemente absurdo. Pero las fuerzas no eran las mismas contra la Real y, por tanto, las ideas no aparecían con la misma frescura que hace tres días. Y aun así, hasta cinco ocasiones de gol claras se acumularon en la portería de Gerónimo Rulli en el primer tiempo, siempre antes del tanto de Neymar.
El cansancio también fracturó al Barça. Durante unos quince minutos de la segunda mitad, la Real Sociedad tuvo la pelota, pero nada serio pudo conseguir de esa relajación azulgrana. Porque en realidad, no es que la Real quisiera tener la posesión, sino que la falta de fuerzas de los culés les obligó a tenerla. Los tres de arriba del Barcelona permanecían allí arriba, el medio estaba despoblado y la defensa se sobraba para escupir los ataques contrarios. Y lo bueno de que los de arriba estuvieran siempre allí es que los contragolpes se hacen más sencillos y rápidos.
Esa es otra forma cada vez más habitual para el Barça de marcar, a la contra. En realidad, Messi desde la derecha la volvió a poner, aunque fuera dentro del área y aunque saliese rebotado, pero le sale todo tan bien a ese chico que ese rebote se le quedó de dulce a Pedro para darse una satisfacción en forma de chilena. Quién sabe si es su último gol con la camiseta de su club, así que qué mejor que hacerlo de la forma más bonita posible. Y a partir de ahí fue pasando el tiempo. La Real asumió su derrota antes de empezar… y le deja la Liga al Barça a falta de la final del Calderón.
2 – Barcelona: Bravo; Alves, Piqué, Bartra (Sergio Busquets, min.61), Adriano, Mascherano, Xavi (Iniesta, min.74), Rafinha (Pedro, min.85), Messi, Neymar y Luis Suárez.
0 – Real Sociedad: Rulli; Carlos Martínez, Mikel Gónzalez, Íñigo Martínez, De la Bella, Bergara, Rubén Pardo, Granero (Elustondo, min.92), Xabi Prieto, Canales (Chori Castro, min.73) y Vela (Finnbogason, min.77).
Goles: 1-0, m.52: Neymar. 2-0, m.85: Pedro.
Árbitro: Iglesias Villanueva (Comité Gallego). Mostró tarjeta amarilla a Granero (min.26), De la Bella (min.27), Bergara (min.29), Rulli (min.62), Mascherano (min.63) y Rubén Pardo (min.75).
Incidencias: Partido de la 36ª jornada de la Liga BBVA disputado en el Camp Nou ante 86.047 espectadores. Antes del encuentro, la sección de hockey patines del Barcelona ofreció a la afición azulgrana los títulos de campeón de la Euroliga y de la OK Liga.
La contundente victoria del Barcelona ante el Bayern de Múnich (3-0) en el partido de ida de las semifinales en el Camp Nou gracias a una soberbia actuación de Leo Messi ha despertado la admiración de la prensa internacional, que ha centrado sus titulares en los dos goles del argentino. Especialmente punzantes han sido los medios alemanes, que hablan de baile del Barcelona en el Camp Nou. «Messi baila al Bayern» titula el diario Bild en su edición web, que ilustra el titular con una imagen de La Pulga señalando al cielo junto a Guardiola, al que acompaña el siguiente texto: «Humillación en casa. ¿Se recuperará de esta derrota?». En su versión en papel el rotativo habla de un «triste regreso» del «hijo pródigo» a su antigua casa y que el Barça «le mostró los límites a su nuevo club». El diario Die Zeit, por su parte, es algo más duro con el comportamiento del Bayern y afirma que tanto Guardiola como su equipo recibieron «unas clases de repaso con la pelota». Además, ironiza en su versión digital con la afirmación: «Así que Messi sí que es mejor que Götze».
La noche que un mito culé quiso ganarle al Barça
Piernas de Luis, pies de Leo
FOTOGALERÍA El duelo del Camp Nou en imágenes
“Es un resultado perfecto”
“Messi es demasiado bueno”
Messi destroza una gran obra de Guardiola
Sobre la misma idea de lo contundente del resultado se muestra la resvista deportiva Kicker, que titula: «Más que una derrota» y asegura que «el Barcelona sume con un 3-0 al Bayern de Guardiola en un estado de shock». «El Bayern sufre un colapso», titula el Süddeutsche Zeitung, mientras Die Welt lo hace con «La gala de Messi y el gol de Neymar» y lamenta que «un fuerte Manuel Neuer» no fuera capaz de evitar «el claro triunfo del Barça». El semanario Focus centró su titular en la gran actuación de dos de los jugadores de la tripleta ofensiva del Barcelona: «Messi y Neymar ponen en evidencia la defensa de Guardiola».
El resto de la prensa internacional también y en especial el diario francés L’Equipe, dedicó toda su portada a Messi con el titular: «Kaiser Messi», misma idea que el argentino Olé, quien habla de «Fuera de serie» y recoge con sorna el regate con el que el argentino se deshizo de Boateng antes de anotar su segundo gol. «Boateng de risas», titula, y añade: «El defensor del Bayern quedó en ridículo cayéndose al suelo en el segundo gol».
Que te guste cómo juega el futbolista Neymar es una cosa y que le lleves en la cabeza, bueno más bien en el pelo, es otra. Y eso es lo que hacen en esta peluquería en Sao Paulo, Brasil. Nariko además de cortar el pelo, hacen arte. Luis Fernandon de, 15 años, enseña en su móvil la foto del jugador brasileño y Nariko, propietario de la peluquería, se pone manos a la obra. Rapa donde haya que rapar hasta que vayan apareciendo los rasgos del delantero. «Me hace muy feliz, no sé cómo explicar mi felicidad», dice Nariko. «Neymar inspira a la gente joven y yo con mi trabajo estoy haciendo que ellos se interesen por esta profesión», dice. Para realzar las facciones, le da un poco de color o bastante si es el escudo del Fútbol Club Barcelona, donde el brasileño juega en este momento. Luis Fernando pagará unos 30 euros por la obra. Y no sólo de la cara de Neymar se vive en esta peluquería. Otros clientes se van con el rostro de Jesucristo, la última cena de Da Vinci o alguna estrella de hip hop plasmada en su cuero cabelludo. Lástima de obra cuando empiece a crecer el pelo.
Pues sí. Pep Guardiola tenía razón. “Si Messi está como intuyo que está no hay defensa que pueda pararle, es imposible”, resumió en la previa. Y así fue. Y el técnico lo sabía, lo intuía, pero no pudo hacer nada para parar a la bestia, al genio, al enorme jugador que es Leo Messi. La vuelta del maestro, del ‘mito’ Pep Guardiola como le llaman muchos en Barcelona, no pudo ser más agria. Sus amigos ya avisaban en los días previos que, más que las bajas, lo que le preocupaba de verdad era el argentino y la certeza absoluta de que poco podría hacer ante su talento. Ya temía que, al estilo Frankenstein, la criatura que él creó con un balón delante no conoce ni a su padre.
No fue noche de nostalgias, melancolías ni homenajes para Guardiola. Él tampoco se prestó a ello. Salió el último al césped al comienzo y tras el descanso, evitando así una posible ovación, pero también encontrarse en el túnel de vestuarios a sus exjugadores. Sí se vio a Thiago y a Pepe Reina abrazarse con Xavi, Alba, Busquets e Iniesta, pero Pep se quedó en el vestuario hasta el último momento y no se cruzó con nadie. Antes de que comenzara el partido, con todos los futbolistas ya sobre el césped, subió rápido los últimos escalones de acceso al campo y se sentó en el banquillo visitante que le correspondía. Fue Luis Enrique el que fue a buscarle. Se abrazaron y, venga, al lío. Comenzó luego el partido tan eléctrico que no hubo más oportunidad para recordar el pasado, ni una sola vez se coreó su nombre en el estadio que tanto le ha adorado y añorado en muchos momentos.
No paró quieto Guardiola durante todo el partido, como en él suele ser habitual. El entrenador es un tipo nervioso hasta el extremo que vive los partidos con tanta intensidad en el banquillo como cuando era jugador y vomitaba antes de los encuentros. Sólo se sentó, ya derrotado, cuando Neymar marcó el tercero en el minuto 90’. Se dio la vuelta, apretó los dientes y se tiró en el moderno sillón del banquillo. Pep tardó luego una eternidad en salir del vestuario, casi una hora, y atender a los medios de comunicación. Afónico y fastidiado se rindió a la evidencia: “¿Messi? Lo único que se puede hacer con esta clase de jugadores es que participen lo menos posible porque cuando lo hacen no hay nada que hacer”.
Durante los cuatro años que dirigió al Barça declaró en un buen puñado de ocasiones que su único mérito era que le habían elegido a él para el puesto y no a otro y expresó su admiración hacia los futbolistas. Muchos le afearon la falsa modestia y, evidentemente, gran parte de la ‘culpa’ era suya, pero Messi se escapa a cualquier táctica o jaula. “Es duro”, admitió anoche el entrenador, “pero estoy muy orgulloso de mis jugadores y hemos llegado hasta aquí, no tengo ningún reproche. Felicito de corazón al Barcelona. Nos vemos la semana que viene en Múnich”, concluyó. Con el disgustazo por el 3-0 no estuvo Guardiola tan certero en la utilización de las palabras como en la previa, cuando vaticinó con una de esas frases redondas suyas: “El talento no se defiende”.
No hubo ni rastro de melancolía en el Camp Nou y sí una enorme explosión de júbilo por el fabuloso resultado. Mira si no era noche para homenajes, ni nostalgias, que ayer un mito como Xavi disputó sus últimos nueve minutos con la camiseta del Barça en Champions en el Camp Nou y todos los focos sólo se centraron en Messi.
Después de la tormenta siempre viene la calma, y en el caso de Leo Messi, la frase se le ajusta como un guante. Tras tenérselas tiesas con Luis Enrique en un entrenamiento en enero, no acudir a un entrenamiento y quedarse en el banquillo ante la Real Sociedad, hace ya una vuelta, pocos apostaban por una solución plácida al enfrentamiento abierto entre el jugador y el entrenador. Y, sin embargo, ya se ha llegado al mes de mayo y el FC Barcelona opta al triplete con un Messi total. No solo marca, sino que asiste, piensa, se mueve, organiza y hace lo que le da la gana. Porque si hay un jugador que entiende el juego, ese es él. Si hay un futbolista al que el resto del vestuario se plega, es a él.
El argentino ha conseguido ya nada menos que 40 goles en la Liga, 51 en todas las competiciones en 50 partidos y 19 asistencias. Las cifras son estratosféricas. Los que conocen a Pep Guardiola aseguran que no han visto al técnico nervioso en esta última semana, pero sí preocupado. No es difícil imaginar que lo que más le obsesiona es cómo parar a un jugador como Messi cuando se mueve con libertad total y bien escoltado por Neymar y Luis Suárez. Pep, que fue el primero en entender que para que el equipo funcionara Messi debía sentirse feliz y sin compromisos dentro del terreno de juego, se enfrenta ahora a su obra.
Josep Maria Bartomeu habla con Luis Enrique
Luis Enrique también comprendió pronto que en la pelea con Leo, el que tenía las de perder era él. Así que el pasado mes de enero se tragó el sapo, toleró la salida de tono del jugador -“Messi perdió los papeles con Luis Enrique”, como señaló Mathieu-, decidió hacer de tripas corazón y ceder. Desde entonces el argentino no ha vuelto a oler el banquillo. Ha sido titular en todos y cada uno de los encuentros jugando los noventa minutos y su relación con el entrenador se limita a una cuestión profesional, aunque siguen sin hablarse. La elección de Luis Enrique, más allá de que ahora caigan o no los títulos, fue acertada ateniendo al rendimiento del jugador y a la estupenda conexión que tiene con Luis Suárez y Neymar. Eso sí, el uruguayo y el brasileño también escogieron trinchera. Y están en la Messi, no en la de su entrenador.
El líder es Leo y Neymar y Suárez se esfuerzan en complacerle. Su autoridad no se discute; la del técnico, sí. Ahí han estado los gestos malhumorados de ambos cuando Luis Enrique ha decidido sustituirles. Desde el jaleo del Pizjuán, eso sí, Neymar no ha vuelto a ser el elegido, mientras que el charrúa ha tenido que encaminarse hacia el banquillo con la cabeza gacha y sin hacer más ruidos, que bastante la lió el brasileño. Así, no es tan difícil entender el gesto de Messi el sábado en Córdoba, cuando le dejó a Neymar tirar el penalti. El voraz Messi valora tener aliados en el vestuario y el terreno de juego por encima de su feroz lucha con Cristiano Ronaldo.
Después del evidente malhumor del portugués el pasado miércoles cuando Arbeloa le ‘quitó’ un gol ante el Getafe, las comparaciones con el argentino y su gesto de generosidad estaban cantadas. No es que a Messi no le importe el Pichichi ni Cristiano, sino que sus objetivos van más allá de ser el máximo goleador de la Liga. Dentro del vestuario siempre se ha destacado, además de sus indudables cualidades técnicas, que es un tipo listo. Y con la madurez ha comprendido que serán los títulos del equipo los que, de paso, le encumbren a él. La temporada pasada el Barça no ganó ninguno y tuvo que escuchar cómo Cristiano le retaba en Suiza con el Balón de Oro en sus manos. Para alguien como Leo, fue una afrenta que no ha olvidado. Y la manera de cobrársela es hacer justo lo que hace: Marcar goles, sí, pero sobre todo jugar para el equipo. Y lo demás, con un poco de fortuna, caerá como fruta madura.
Menudo como ha sido siempre, pálido por naturaleza, hijo del patio del colegio de Fuentealbilla y del Bar Luján, Iniesta siempre ha cabido en un trozo muy pequeño de campo. La memoria colectiva ni siquiera recuerda su célebre partido como medio centro en Lisboa, aquel que acabó 0-0, sino que solo retiene sus exquisitos regates como falso extremo, sus delicadas paredes con Ronaldinho o Messi o sus goles terminales en Stamford Bridge y Johanesburgo.
La sensación es que era un futbolista de recorrido corto, un volante desequilibrante, frágil y de esfuerzos medidos, de bellos detalles más que de grandes partidos, de apoyos, el juego del toco y me voy para volver a recibir, siempre asociado a una baldosa. Hasta que el martes se marcó una jugada fuera de catálogo contra el PSG. Luis Enrique le ha alargado la cancha 15 metros, como anunció Valdano, e Iniesta se la recorrió de área a área con la elegancia de un bailarín y el bisturí de un forense, para habilitar a Neymar.
Iniesta simboliza la esencia del fútbol del Barça
La jugada era gol o gol, por la conducción, por los quiebros y cambios de ritmo con que Iniesta sorteó a Cabaye, Cavani, Verrati y Marquinhos, por su determinación desde que tomó la pelota, se dio la vuelta y trazó su carrera campo a través hasta Neymar. La hinchada rompió a aplaudir y coreó largamente el nombre de Iniesta, hoy un jugador más completo e intenso, más sabio e igualmente artista, felizmente recuperado para la causa, preocupado como estaba el barcelonismo por su extravío.
Iniesta simboliza la esencia del fútbol del Barça. Aunque los goles los marcan los tres pepinos, como denomina Piqué a Messi, Neymar y Suárez, el juego fluye cuando el partido lo procesan los centrocampistas y el equipo se organiza a partir de Busquets. La salida de balón acostumbra a ser más aseada y la presión colectiva en terreno contrario resulta tan sincronizada como efectiva. Juega a ratos Xavi, aprende rápido Rakitic, no falta Iniesta y Luis Enrique ha recuperado incluso a Sergi Roberto.
La presencia de los medios garantiza el estilo, reconcilia al equipo actual con su historia más gloriosa, y las aportaciones de Luis Enrique son capitales para aumentar su competitividad, empeorar a rivales como el PSG y el City y mejorar la lectura de los partidos, como se advirtió el martes, una jornada rica en registros y tiempos de juego: el rondo, paciente o rápido, alternó con las transiciones y siempre que fue posible se impuso el ataque corto y veloz. El control fue absoluto y por vez primera se completó un gran partido, sin altibajos, presidido por un fútbol coral serio e inteligente, con y sin balón. La mezcla funcionó tan bien que Alves no metió la pata, sino que jugó de manera excelente, y Messi se quitó de en medio, pareció uno más, convencido de que no le tocaba intervenir, solidario con Iniesta. Y es que su jugada expresa la fusión Luis Enrique-Barça, decisiva para poder aspirar a ganar títulos.
Sólo estuvo en el terreno de juego el primer tiempo. Con la eliminatoria resuelta gracias a los dos goles marcados por Neymar en el primer acto, Luis Enrique decidió retirar del campo a Iniesta, aún con algunas molestias por el golpe recibido en París. Fue suficiente. El mediocampista manchego dio brillo y luz al juego del Barcelona mientras estuvo sobre el césped, una buena noticia para su equipo cuando entramos en la fase definitiva de la temporada. Sobre todo porque el jugador no ha lucido tanto a lo largo de este ejercicio como siempre fue habitual en él. Por algo su nombre se asomó entre las tendencias de las redes sociales…
El juego del centrocampista recordó al de sus épocas de gloria. Tal vez firmó sus mejores momentos de la temporada. Para enmarcar queda la jugada que abrió el triunfo del Barcelona ante un PSG que no dio la talla. Iniesta agarró el balón en su propio campo, se quitó de encima a varios futbolistas del equipo francés y culminó la jugada dando una perfecta asistencia a Neymar. Y el brasileño no falló…
Tuvo que adoptar otro rol esta temporada con la llegada de Luis Enrique, y lo cierto es que al mediocampista le costó entrar en la dinámica. El nuevo jefe exige mucho trabajo físico y por ahí tuvo problemas Iniesta durante un tiempo, con dificultades para alcanzar la plenitud. Con tres delanteros de nivel superior, sus llegadas al área ya no son tan habituales como antes, aunque ante el PSG demostró que, cuando aterriza en la zona caliente, su clarividencia sigue estando intacta. Con el paso del tiempo, al menos por lo visto ayer, Andrés ha ido adquiriendo el nivel esperado y en esta recta final de temporada podría volver a ser determinante para su equipo.
Sus flojas actuaciones llamaron la atención, pues nunca fue normal verle rendir a un nivel bajo. En la Selección española, tras el pésimo Mundial de Brasil, no apareció con brillo en los siguientes partidos de la Roja. Del Bosque, como Luis Enrique, le dio ese empujón psicológico necesario al contar con él en todo momento. En su club ha sucedido lo mismo, pues su técnico le ha seguido dando partidos porque sabe que es un jugador único. Y Andrés Iniesta parece haber recuperado ese fútbol que le hace diferente y genial.
Unos metros por delante de Iniesta, la vida sigue igual en este Barcelona que sigue teniendo opciones de hacer un triplete inimaginable hace unos meses. Los tres tenores azulgranas forman una sociedad letal que va camino de hacer historia. Siempre aparece uno. No falla. Ante el París Saint Germain, le tocó turno a Neymar, que tras dos perfectas asistencias, de Iniesta y Dani Alves, respectivamente, liquidó al equipo galo. Esta vez descansaron Messi y Luis Suárez, que fueron los que decidieron el complicado partido ante el Valencia.
Entre los tres delanteros barcelonistas suman ni más ni menos que 95 goles entre todas las competiciones, camino de pasar a la historia de la institución. Leo Messi (46), Neymar (30) y Luis Suárez (19) están dejando de manifiesto con hechos que juntarlos no fue tan mala idea… En este 2015 se ha enchufado por completo Luis Suárez a la buena dinámica, mientras que el brasileño, a pesar de sus cabreos cuando le retira Luis Enrique antes de tiempo, ya ha marcado 30 goles esta temporada, el doble de lo conseguido la temporada pasada, en la que apareció con cuentagotas.
Iniesta dijo después de su enorme desempeño que no se fue «nunca» aunque a veces las cosas no le salieran todo lo bien que deseó. «Cuando uno se siente bien no importa el sistema o la forma de hacerlo. Siempre se puede mejorar y es lo que intento. Estoy feliz. «Nunca me fui, pero a veces no salen las cosas como quieres. Siempre lo intento hacer bien, independientemente de cómo juguemos», dijo antes de añadir que «ocho semifinales en diez años es un dato muy importante, a la altura de este club y de estos jugadores. Una vez más, estamos ahí y a pelear por estar en una hipotética final. Es difícil hablar de favoritos en unas posibles semifinales. Intentaremos hacer las cosas bien y seguro que tendremos posibilidades de estar en una final», culminó.