Sergio Ramos, utilizado como baza en las elecciones a la presidencia del Barcelona

Jordi Majó, precandidato a las elecciones del Barcelona, ha hecho saltar la banca. No sólo ha sido de los primeros en anunciar que ya tiene ciertos acuerdos con personalidades del fútbol para reforzar su staff técnico, como es el caso de Michael Laudrup, que sería su director deportivo si ganara en las urnas. Sino que, además, ha empezado a tocar a jugadores… incluso del Real Madrid, soltando una bomba en rueda de prensa: Sergio Ramos.

El precandidato azulgrana confesó que un intermediario le ha ofrecido al central del Real Madrid como pomesa electoral, si bien es cierto que el propio Majó se adelantó a negar que el sevillano pueda ser una realidad si fuera elegido como nuevo presidente del Barcelona. Majó cree que sólo se trata de unaa estrategia para provocar que el conjunto blanco negocie al alza su contrato de renovación que, de momento, se encuentra totalmente parado.

«Ramos se nos ha ofrecido desde hace tiempo como una baza electoral. No sé si se ha ofrecido a alguien más. Pero no entramos en este juego. No vamos a ser el motivo que demos a Sergio Ramos y a su hermano para subir su ‘caché’ en el Real Madrid. En nuestro caso, descartado totalmente», confesaba en rueda de prensa este viernes, dejando claro que, en un principio, no está interesado en jugar al gato y al ratón. Al menos de momento.

El problema de la renovación de Sergio Ramos con el Real Madrid tiene que ver con lo económico. Actualmente, el de Camas está cobrando cerca de 5 millones limpios por temporada, un salario que querría doblar en su renovación y que desde el conjunto blanco no se termina de ver demasiado claro. Mientras tanto, empiezan a surgir los primeros rumores y el propio Majó ha sido el encargado de alimentarlo sacando su nombre en rueda de prensa.

Aunque desde el entorno de Sergio Ramos se desmiente que haya absolutamente nada con el Barcelona, lo cierto es que algunos de los precandidatos empiezan a mover su nombre en el mercado. El central aún no ha renovado con el conjunto blanco y, de momento, las negociaciones andan totalmente paradas, por lo que empieza a sonar como baza electoral del Barcelona aprovechando el vacío que existe con respecto a su futuro.

Hummels rechaza una oferta del Manchester United y seguirá en el Borussia de Dortmund

El central internacional alemán

Mats Hummels

rechazó una oferta del Manchester United y continuará la próxima temporada en su actual equipo, el

Borussia Dortmund

.

Así lo confirmó a la revista Kicker el director deportivo del Dortmund, Michael Zorc. «Era legítimo que Mats se plantease otras posibilidades pero siempre pensé que podíamos contar con él«, dijo Zorc.

Tras varias conversaciones con Hummels y con su padre, que a la vez es su agente, se llegó a un acuerdo que garantiza la permanencia del jugador en el club con el que tiene contrato hasta 2017.

Hummels, actualmente capitán del Dortmund, fue uno de los pilares del equipo que ganó la Bundesliga en 2011 y el doblete en 2012 y que llegó a la final de la Liga de Campeones en 2013. Además, Hummels fue titular de la selección alemana que salió campeona del mundo en Brasil.

En el Giro mandan los herederos de McGee, el primer ídolo del ciclismo australiano

El inicio de una gran vuelta no suele deparar grandes emociones. Una prólogo o una contrarreloj corta sin demasiadas dificultades y una serie más o menos larga de etapas llanas destinadas al divertimento de los velocistas, que no del espectador. Pero este tipo de etapas también forman parte de las grandes vueltas y hay que pasarlas hasta que llegue la belleza más natural de este ciclismo, que es la alta montaña. Si no existieran, sería difícil que viviésemos espectaculares sprints como el de este domingo en Génova. Fue descomunal cómo Elia Viviani fue superando rivales hasta que superó en última instancia a Moreno Hofland para darle a Italia la primera victoria en su Giro.

El triunfo de Viviani no es uno más. Fue la primera vez que este chico de 26 años se apuntó su primera etapa en una gran vuelta y lo hizo después de reponerse a una tremenda caída en Scheldeprijs, de la que se marchó directamente al hospital. Poco más de un mes después, ahí estaba en lo alto del podio de Génova. La capital de la Liguria no es una ciudad que haya acogido el Giro demasiadas veces. De hecho, hacía quince años que la ronda no rodaba por las calles genovesas.

En aquel lejano 2004, un tal Bradley McGee se apuntó la etapa inicial, una breve prólogo en la propia ciudad de 6’9 kilómetros. Ese triunfo en el inicio del Giro de Italia le permitió ser el primer australiano de la historia en vestirse de rosa. Lo normal es que después de una prólogo, el líder pierda tal condición por un rival que esté a poca distancia. Y así pasó en la llegada a Alba, en la que Olaf Pollack le quitó el rosa. Pero volvió de nuevo a ponerse la maglia al día siguiente, al ser segundo en Pontremoli, llegando a meta inmediatamente por detrás de Damiano Cunego.

Michael Matthews vestido de rosa (Reuters).

No sería nada novedoso que un corredor lejos de los favoritos se vista durante un rato de líder en una prólogo. Pero lo meritorio de McGee es que lo hizo durante tres años seguidos en cada una de las grandes. Ningún australiano había soñado jamás con algo así hasta ese 2005 en que empezó mandando con el jersey oro de la Vuelta a España. Pero él lo hizo y las aguantó en un total de diez etapas entre las tres carreras. Y si McGee podía, ¿por qué no iban a poder también otros australianos que venían por detrás pisando muy fuerte? El tiempo ha hecho que sus herederos empiecen a recoger lo que él sembró.

Este lunes, en Rapallo, un australiano iniciará la marcha vestido de rosa. Michael Matthews se lo ganó al entrar antes que Simon Gerrans en la línea de meta de Génova. De esta forma, le arrebató la maglia al ganador de la primera etapa, también australiano. Y justo por detrás de ellos, está otro compañero wallaby del Orica, Simon Clarke. Tres australianos en los tres primeros puestos del Giro. Y Michael Rogers es séptimo. Es un hito histórico de un país más acostumbrado a deportes como el rugby, su propio fútbol, el cricket… Pero McGee abrió un camino que son muchos los que han seguido.

Cadel Evans ganó el Tour de Francia en 2011 (Reuters).

Por supuesto, el mejor ciclista australiano de todos los tiempos no es Bradley McGee. Incluso el propio Michael Rogers pueda estar por delante en esa clasificación honorífica. Ese puesto lo ocupa sin duda alguna Cadel Evans. Fue él el primer australiano en llegar vestido con el maillot jaune a los Campos Elíseos de París en 2011, superando por fin a su antecesor McGee y a otros clásicos australianos como Stuart O’Grady o Phil Anderson.

Y aunque tuvo un buen número de victorias tanto en pista como en carretera, si por algo habría que recordar a McGee es por su lucha contra el dopaje incluso en su etapa como profesional. Siempre rechazó cualquier acercamiento a los medicamentos potencialmente dopantes y también cuando formaba parte del Saxo-Bank como miembro del cuerpo técnico. En su momento, cuando Lance Armstrong confirmó que se había dopado sistemáticamente durante toda su carrera, escribió en el Sydney Morning Herald un profundo texto en el que hablaba de que el dopaje de sus adversarios le había «robado los mejores años de mi carrera».

Insoportables

Echando un vistazo a los protagonistas de los cuartos de final de la Champions League europea, cabe preguntarse si es una Copa de fútbol o un premio al comportamiento disfuncional. Porque las estrellas de los equipos que se disputan este torneo son también las más gamberras, despectivas y maleducadas de la escena deportiva.

Por supuesto, encabeza la lista Cristiano Ronaldo, que tiene más medallas en antipatía que Michael Phelps en natación. En su momento, Cristiano acuñó aquellas palabras que han pasado a la historia como el himno nacional de la soberbia: “Puede ser porque soy rico, guapo y un gran jugador que las personas tienen envidia de mí”. Pero no le bastó iluminarnos con su sabiduría. Para que nadie dude de que predica con el ejemplo, lleva su filosofía a la práctica continuamente y en todos los escenarios. Solemos disfrutar de sus gestos obscenos contra el árbitro –o contra las 100.000 personas del público–, algún eructo en la cancha, desplantes a los periodistas e incluso gritos cavernícolas, como el que empleó para deleitar a los asistentes de la última ceremonia de entrega del Balón de Oro. Reconozcámoslo: es un héroe del desprecio por los demás, un líder nato de la prepotencia.

Pero los aspirantes al título máximo –y no me refiero precisamente a la Champions– no solo visten de blanco. El Barcelona FC puede presumir de Gerard Piqué, que hace unos meses se enfrentó a los policías de tráfico que habían multado a su hermano gritándoles perlas como “¡Esta multa la va a pagar tu padre!” o “Venís a tocar los huevos”. A saber qué hará cuando lo multen a él… O cuando no haya nadie grabando la escena.

Otro tanto se puede decir de Zlatan Ibrahimovic, del Paris Saint-Germain, que tras perder un partido de la Liga francesa en marzo abandonó el campo vociferando: “¡Este país de mierda no nos merece!”. Sus sofisticadas opiniones sobre la tierra de De Gaulle fueron grabadas y emitidas públicamente, produciendo el enfado incluso de políticos y miembros del Gobierno. Cuando tuvo que disculparse, Ibrahimovic afirmó en redes sociales que sus “comentarios” no iban dirigidos “contra Francia o los franceses”, lo cual fue aún más insultante, por asumir que ninguno de ellos sabía interpretar correctamente la frase “este país”.

Y sin embargo ahí están todos ellos, en cuartos de Champions, como han estado en el podio del Mundial y de múltiples Ligas. De hecho, todos militan en los equipos más poderosos. Y no es casualidad.

Si hacen un gol en el siguiente partido, millones de babeantes seguidores olvidarán de inmediato su barbarismo

Un político, incluso el más patán, sabe que no debe exteriorizar públicamente su mala entraña, y que de hacerlo, es obligatorio disculparse. Los actores de Hollywood son conscientes de que si pasan por encima de los demás deben pedir perdón, e incluso en casos privados –insultos, borracheras, infidelidades– se le escucha prometer que entrarán “en rehabilitación”, una manera un tanto ridícula, pero inequívoca, de manifestar arrepentimiento por faltar el respeto a los demás. En cambio, los futbolistas de élite saben que a nadie le importa. Si hacen un gol en el siguiente partido, millones de babeantes seguidores olvidarán de inmediato su barbarismo, o incluso lo encontrarán fascinante y digno de admiración. Estamos creando monstruos, y luego nos dedicamos a tratar de imitarlos.

Y sin embargo, conforme los futbolistas cobran menos dinero, aumenta su humanidad y tienden más a considerarse iguales a los demás. En el Atlético de Madrid no se han dado casos de brutalidad y desprecio como los anteriores, sobre todo porque su presupuesto está centenares de millones de euros por debajo de los de los grandes equipos. Si alguno de sus jugadores empieza a sentirse Dios, rápidamente se va a un equipo que pague más. Aquí lo que manda todavía es el corazón. Otra buena razón para ser colchonero, y para seguir deseando que ganen los pequeños.

@twitroncagliolo