El protocolo del Barcelona dice que durante los viajes del equipo Messi –también Neymar y esporádicamente Luis Suárez y Alves- debe tener a su lado un guardaespaldas, al menos en los pocos tramos que los jugadores se exponen al aficionado, en el paseo dentro del aeropuerto hasta alcanzar el mostrador del vuelo; en los escasos metros desde que abandonan el autobús hasta llegar al hotel. Es por seguridad y también es por liberar un poco el paso del argentino, solicitado por todos para un selfie, para que les firme una camiseta o simplemente para pasarle el brazo por encima. Y Messi, paciente, se deja hacer una foto, estampa alguna firma y reparte sonrisas como hizo al llegar al hotel de Córdoba. Luego, se escabulle y desaparece. Es una habilidad que también logra en el césped, casi siempre atado por uno o por dos y casi siempre airoso de los retos que le plantean. Como demostró, una vez más, frente al Córdoba.
Leo tiene esa capacidad y esa libertad para poder moverse desde la derecha al centro”
Mascherano
Al iniciar la temporada, Luis Enrique fue de lo más explícito cuando le requirieron por la movilidad de Leo, si seguiría en el frente del ataque o actuaría más de enganche. “Tiene la libertad para moverse por donde quiera, él decide”, resolvió el entrenador azulgrana; “lo único que ha de vigilar es que no se desequilibre el equipo”. Ocurre que a Messi poco le importa eso, sobre todo porque el equipo juega para él tanto con el balón como sin él. Es decir, que en el ataque es la referencia y en defensa tiene otro tipo de guardaespaldas porque rara vez no corre Luis Suárez o el volante más próximo a ocupar su hueco. Todo un ecosistema Messi que funciona de rechupete y que se traduce en un Barça de lo más incisivo en la fase ofensiva y solidario en la defensiva. “Leo tiene esa capacidad y esa libertad para poder moverse desde la derecha al centro. Y teniendo jugadores delante hace que se libere su juego y tenga más chances de uno contra uno. Así se le ve más”, explica Mascherano, que mueve las manos en zigzag como si fuera el 10.
La expresividad de Messi en el campo, sin embargo, se ha acentuado en este curso. “Es que en la banda no lo fijan los centrales y no hay otros dos mediocentros que le encimen. Allí sólo tiene a uno y entonces es imparable”, cuenta Piqué. Pero que recalara en el costado fue una decisión del propio futbolista, que entendió que Luis Suárez era más bien torpón lejos de su hábitat, lejos del área. Así, le transmitió a Luis Enrique su decisión y así se hizo porque era un movimiento por el bien común. “Estamos hablando de alguien que entiende este deporte como ninguno. Dentro del campo ve cosas que los normales no vemos y por eso es el mejor del mundo”, se deshace Mascherano.
Inteligente y maduro, le dejó tirar el penalti a su amigo Neymar sin mirar la lucha por el Pichichi con Cristiano Ronaldo
Inteligente y maduro, que por algo ante el Córdoba le dejó tirar el penalti a su amigo Neymar sin mirar la lucha por el Pichichi con Cristiano Ronaldo, Messi se acoge a la libertad absoluta sobre el tapete para reivindicarse cada día como un futbolista nuevo: en ocasiones hace de ariete; en otras, ayuda en la composición del juego; pocas veces se limita al carril derecho; y las más actúa de enganche con diagonales imparables y pases definitivos (lleva 18 asistencias en la Liga, cuatro en Copa y otras tantas en la Champions). Ante el Atlético en Copa, por ejemplo, martirizó al lateral Gámez, lo mismo que a Clichy frente al Manchester City en el Etihad Stadium; y, sin ir más lejos, él solo se ha bastado para descomponer al Espanyol y al Córdoba como mediapunta, con pases filtrados por dentro a las carreras de Alba, Neymar o Suárez.
Messi tiene la palabra y la decisión –“es un escoge”, como diría el técnico Louis Van Gaal en su época azulgrana- y el equipo encaja el resto de las piezas. Y Leo es feliz y se preocupa de que no se resquebraje su libertad ni su ecosistema, como demostró al final del encuentro cuando cogió la pelota y se preocupó de dársela a Luis Suárez, que firmó su primer triplete con el Barcelona.
Al día siguiente de perder contra la Real Sociedad en Anoeta, Luis Enrique reunió a la plantilla en un campo de entrenamiento de la ciudad deportiva del Barcelona y explicó los errores que habían cometido a nivel grupal, sin una salida del balón limpia ni ingenio en campo ajeno, tampoco finos en la presión. Desde el vestuario, sin embargo, le hicieron ver que la alineación había marcado el resultado, con Messi, Neymar [ambos disfrutaron de más días de vacaciones en las navidades], Piqué y Alves en la banqueta de inicio. Es posible que fuera la forma del técnico de resolver el alboroto y el enfrentamiento que le creó el 10 unos días antes del partido, tal y como desveló Mathieu para la televisión francesa. Pero desde entonces, inexistente la comunicación entre la estrella y el entrenador, no ha habido más capítulos polémicos del mismo modo que Messi lo ha jugado todo. Casi como Neymar y Luis Suárez, que también son titulares por defecto y que han llevado al ostracismo a Pedro, que se repiensa su futuro lejos el Camp Nou. Los números de los tres delanteros, en cualquier caso, son de lo más expresivos y contundentes, y se presupone que hoy también partirán de inicio en el derbi frente al Espanyol, quizá el último esfuerzo antes de dar un poco de oxígeno a sus piernas, al menos las de Neymar y Luis Suárez. “Tengo cuatro grandes delanteros, pero que estos tres jueguen tanto tiene que ver con rendimiento y las posibilidades que me ofrecen, y no sólo se refiere al nivel ofensivo”, expuso Luis Enrique.
Fue Messi el que entendió cómo debían organizarse ahí arriba, un tanto torpe Luis Suárez en el costado pero bien útil como ariete para fijar a los centrales y cazar goles de instinto y pundonor. Por lo que se orilló con el beneplácito de Luis Enrique y ya nadie los movió. “Se trata de que el balón les llegue a ellos porque van a crear ocasiones y marcar goles. Son tan buenos que hacen que juguemos en algún aspecto de forma distinta”, cuenta Piqué. “Se complementan, son unas bestias, y nos hacen muy peligrosos”, abunda Xavi. Y al tiempo que les llueven los elogios, los tres fomentan una amistad dentro y fuera del campo. “Es complicado gestionar los egos y más cuando eres una auténtica estrella, pero estos tres no se envidian en nada, sino que se alegran de los éxitos del otro”, reseña un jugador azulgrana. Algo que evidencian a cada gol y que manifestaron de nuevo en el duelo de vuelta de los cuartos de final ante el PSG, abrazados con los dos goles de Neymar. “Son unos verdaderos fenómenos. Suárez se amoldó de maravilla, Messi es capaz de regular en los cuartos de final de la Champions y Neymar es un futbolista que en ocasiones parece que está jugando mal pero que el peligro viaja en sus botas”, explica el exentrenador Ángel Cappa.
Desde el resbalón en Anoeta, el Barça ha disputado 15 encuentros de la Liga y otros cuatro de la Champions, donde se ve su capitalidad porque sólo no han jugado 25 minutos -10 de Neymar contra el City y otros 15 de Suárez frente al PSG-, todos recogidos por Pedro. “Es muy difícil hacer rotar y no poner de inicio a estos tres grandes jugadores porque te dan mucho”, resuelve Mascherano; “aunque los que esperan, como Pedro, Munir o Sandro, están frescos”.
“Juegan tanto por su rendimiento como por las posibilidades que ofrecen”, dice el técnico
De los 1.710 minutos jugados tras la Real Sociedad, Messi no se ha perdido ninguno y contabiliza 20 goles (sale a una diana cada 85 minutos), además de 10 asistencias (cada 171). Ocurre, sin embargo, que no ha hecho tanto alguno en los últimos compromisos europeos, pero sí Suárez y Neymar, ambos con cuatro festejos. “Parar a los tres a la vez es realmente difícil. Son muy buenos, de los mejores del mundo. Y cuando no aparece uno, lo hace el otro”, convino desde el Camp Nou el lateral del PSG, Van der Wiel, perdedor en su duelo ante Neymar. “Es que el uno contra uno de Ney es impresionante. Si el equipo consigue pasársela y él se mide con un rival sin ayudas, seguro que saca ventaja”, apunta Mascherano. Y disfruta también del carrete del entrenador, dado que suma 1.434 minutos (el 83,8% del total), sólo ausente ante el Rayo por sanción y contra el Almería, en casa, tras el parón de las selecciones. Con 11 goles (uno cada 130 minutos) y cinco asistencias (cada 287), se ha atornillado con éxito al flanco izquierdo tras una primera temporada irregular. Mejores números registra Luis Suárez en su primer curso como azulgrana y así se aclara tras las Real; ha sido titular en todos los encuentros menos ante el Levante en el Camp Nou y salió de suplente cuando se midieron al Elche. Lo que da un total de 1.476 minutos (86,3%) aderezados con 14 dianas (cada 105 minutos) y seis asistencias (cada 246).
Arrinconado queda Pedro, el único que absorbe los minutos que no disputa la Delantera S. L. porque ni Munir ni Sandro han vuelto a jugar con el primer equipo. Así, contabiliza 526 minutos (30,7%) repartidos en cuatro titularidades y 12 suplencias [además de tres fueras de convocatoria] que en ningún caso superaron los 25 minutos sobre el terreno de juego. Sólo suma dos tantos (uno cada 263 minutos), pero con tres asistencias atrapa a Messi en eficacia en esa suerte (cada 175 minutos). Hoy, ante el Espanyol, parece que jugarán los de siempre porque Luis Enrique no cambia y porque los delanteros responden, hasta el punto de que ya cuentan un total de 96 goles [Messi, 47; Neymar, 30; y Suárez, 19], la cuarta mejor marca en la historia azulgrana sólo por detrás de la temporada 2011-12, cuando Messi (74), Cesc (15) y Alexis (13) sumaron 101 tantos; de los 100 que lograron en 2008-09 Messi (38), Eto’o (36) y Henry (26); y de los 98 de 2012-11 de Messi (53), Villa (23) y Pedro (22).
En España no hay un derbi con más cicatrices que el de la Ciudad Condal. Se acumulan en la historia de Liga 50 tarjetas rojas, 23 para el Barcelona y 27 para el Espanyol. Una sangría. Ayer Mateu Lahoz expulsó a Jordi Alba, en el minuto 55, y al final a Héctor Moreno, uno por equipo; a los dos futbolistas por doble tarjeta amarilla, a los dos “por protestar una decisión mía” según consta en el acta del árbitro de colegio valenciano Mateu Lahoz. “Quería ser protagonista y lo ha conseguido”, definió Sergio Busquets al final del partido, al ser preguntado por la actuación del colegiado.
Jordi Alba salió del campo indignado y se le pidió su versión al abandonar el Power8. “o, versión no hay. Hay lo que ha pasado y me han dicho que se ve muy claro en la tele. Entiendo que me saque la primera tarjeta, porque protesto y es córner, no tengo razón, además. Pero, ¿la segunda? Solo le digo ‘siempre a mí’, nada más. No he dicho nada más”. E insistió desesperado: “Solo he dicho: ‘Siempre igual, siempre a mí’”, dijo el lateral barcelonista.
Visiblemente molesto, insistió: “Eso no es un motivo de expulsión. Llevo varios partidos que siempre que le habló bien, con educación y respeto, salta a la primera. Para otro partido sé cómo actuar, la culpa es mía”, se lamentó. Alba es el tercer jugador del Barcelona que sale expulsado en un partido de Liga esta temporada, después de Mascherano ante el Elche y Dani Alves contra el Rayo Vallecano.
Da igual, el error es mío. Lo importante es que hemos ganado con un hombre menos. Agradezco el esfuerzo a los compañeros”
Jordi Alba
Informado de las declaraciones de Busquets, Alba no quiso entrar en valoraciones. “Me guardo la opinión. Lo que sé es que no había razón para la expulsión, no le he faltado al respeto. Reconozco que soy un jugador de temperamento fuerte y a veces me equivoco, pero ¿hoy? ¡Para nada!”. Lamentó que no sea la primera vez que tiene problemas con Mateu, pero no entró en detalles. “Da igual, el error es mío. No pasa nada. Lo importante es que hemos ganado con un hombre menos y agradezco a los compañeros su esfuerzo. Por culpa mía no hemos podido mantener el ritmo”, dijo. Lahoz ya le amonestó esta misma temporada por idéntico motivo —“protestar una decisión mía”— el 22 de marzo en el partido disputado en el Camp Nou ante el Real Madrid.
“No estoy aquí para juzgar árbitros”, dijo Luis Enrique, que se tomó a broma la expulsión de Alba, cuando se le preguntó si estaba disgustado con la actitud de su jugador. “Me ha dicho que solo le dijo ‘siempre a mí’ a Mateu y eso, a no ser que sea el título de una película de terror, no es expulsión”, ironizó el asturiano.
El colegiado, en el redactado del acta, también recoge el lanzamiento desde la grada de un palo de aluminio de “al menos un metro de largo” que no llegó a impactar con nadie. Igualmente, y según desveló Quique Iglesias, de la Cadena COPE, el árbitro pidió perdón a alguno de los jugadores del Espanyol tras reconocerles que se había equivocado al conceder el segundo gol del Barça, en el que Luis Suárez estaba en fuera de juego al recibir el pase de Iniesta.
¿Qué ha convertido a Messi en el mejor jugador del mundo? La pregunta se la hace Álex de la Iglesia, un tipo desinteresado del fútbol que se acerca a la pelota fascinado por el fenómeno del crack argentino. Su respuesta es: “Messi”. Un documental que se estrenó el verano pasado en Río de Janeiro, en el mundial de Brasil, y que hoy (jueves, 23.30) se verá en España por Canal + 1.
Álex de la Iglesia pone el ojo, la familia Valdano (Jorge padre e hijo) firma el guion y Mediapro sella la producción. Todo con el beneplácito del clan Messi. El resultado, un documental ameno e inequívoco que viaja a través de la infancia y la adolescencia del rosarino. La vinculación de Leo con su abuela Celia, a quien dedica cada uno de sus goles porque le vaticinó que sería el mejor jugador del mundo; su carácter familiar, y especialmente el desgarro emocional sufrido cuando se quedó solo en Barcelona con su padre; y sus partidos con el Grandoni y Newell’s son comentados en su ciudad de Rosario y en Barcelona.
La película tiene un buen valor documental, especialmente en sus imágenes, algunas inéditas, y que, tratándose del 10 azulgrana, parece imposible que alguien se pueda cansar de revivir sus goles y jugadas, da lo mismo que sean con la camiseta del Barça o con la selección argentina. El film carece de sorpresa. Hay mucha literatura sobre Messi y cualquier relato sobre la vida de Messi parece una historia vieja. En cualquier caso, la película no ayuda a refrescar su vida, sí, en cambio, a aumentar su leyenda.
“¡Qué lindo sería ser cinco segundos él”. Así, con honestidad, plasma Javier Mascherano su admiración por de Messi. El defensa azulgrana es una de las grandes y muchas (a veces parecen demasiadas) personalidades que figuran en el documental que junto a Cruyff, Maradona, Iniesta, Piqué y Valdano, entre otras, razonan sobra la vida del cuatro veces ganador del Balón de Oro. “Juega por fuera, juega por dentro, juega donde quiere, porque juega como los dioses”, asegura Menotti. “La primera vez que jugamos con él los entrenadores nos pedían que no le entremos fuerte, que era muy pequeño y frágil”, recuerda Piqué; “simplemente no lo podíamos coger”. Y Cruyff afirma: “Gracias a Dios que existe Messi”. Messi es fútbol. Ahora también, película.
«Pep Guardiola sabía que corría el riesgo de que lo sancionaran. Y decidió hacerlo igual. Mi gratitud es infinita. Gracias!». Este mensaje de la periodista argentina Verónica Brunati en su cuenta de Twitter resume el sentir del mundo del fútbol después de conocer que la UEFA ha abierto expediente disciplinario al técnico del Bayern de Múnich por comparecer el pasado lunes con una camiseta con la leyenda #JusticiaparaTopo, en la rueda de prensa previa al encuentro de vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones que disputó contra el Oporto.
El entrenador catalán apoyó de esta manera la causa defendida por la familia del periodista argentino Jorge ‘Topo’ López, fallecido durante el Mundial de Brasil cuando el taxi en el que viajaba fue embestido por un automóvil robado por unos delincuentes a los que perseguía la policía brasileña y, como comentó su compañera en el mencionado tuit, Pep sabía a lo que se exponía. Cabe recordar que, además de jugadores como Messi o Mascherano, FC Barcelona y Atlético de Madrid posaron juntos antes de su partido de Liga en el Camp Nou con un letrero en el que pedían #JusticiaparaTopo.
Sin embargo, la UEFA, esa institución en la que, al igual que en la FIFA, tanto gusta hablar de respeto y juego limpio, volvió a demostrar que está dirigida por personas, no ya sin corazón, sino también sin ningún tipo de criterio para saber cuándo una excepción confirma las reglas e, incluso, las hace más razonables. Según informó la UEFA, a Guardiola se le abre expediente por un «incidente de naturaleza no deportiva«, según el artículo 11 (2) (c).
Jorge ‘Topo’ López, de 38 años, salió despedido del vehículo, falleciendo en el acto. El taxista resultó herido y fue atendido en el Hospital General de Guarulhos, mientras que los tres ocupantes del coche robado, dos de ellos menores de edad, salieron ilesos del accidente. Los tres fueron detenidos por la policía. Fue el segundo periodista que murió en la cobertura del Mundial de Brasil, ya que una semana antes, la también argentina María Soledad Fernández perdió la vida en un accidente de coche en el estado brasileño de Minas Gerais, en el que resultaron heridos sus dos compañeros de un equipo de televisión.
La UEFA abrió, asimismo, expediente disciplinario al entrenador del Oporto, el también español Julen Lopetegui, que fue expulsado en el partido disputado en el Allianz Arena y que finalizó con victoria bávara por 6-1. Lo hizo de acuerdo al artículo 60 del reglamento. La Comisión de Control, Ética y Disciplina se reunirá para abordar estas cuestiones el próximo 21 de mayo, según precisó el mismo comunicado.
A Luis Enrique le cuesta utilizar la palabra rotaciones. En cambio, el entrenador del Barcelona, dice que prefiere alinear al mejor once de acuerdo a las coyunturas de cada partido (adaptarse al rival). Así el técnico asturiano tardó 29 jornadas en calcar un equipo. Los mismos jugadores que derrotaron al Atlético en el Camp Nou (3-1), saltaron al campo siete días después en Riazor (0-4). Así también el preparador azulgrana repite sus fórmulas. Frente al Rayo (tanto en la ida como en la vuelta), para contrarrestar el control en la medular del cuadro de Paco Jémez, el Barça acudió a la vieja receta con Xavi e Iniesta. Sergi Roberto jugó los dos partidos contra el Eibar. Y cuando llegó el turno del Valencia, Luis Enrique dio carrete a la pareja: Mascherano-Busquets.
El Tata Martino, la temporada pasada, ya había experimentado con un intento de doble pivote: Song de interior y Busquets de pivote frente a la Real Sociedad en Anoeta. El resultado: 3-1. Mala prueba. “En principio no utilizo el doble pivote, es algo que no he hecho nunca como entrenador. Nuestro sistema se entiende más con un pivote único”, advirtió Luis Enrique el 8 de noviembre. Aunque días más tarde, en Mestalla, el Barça saltó al campo con Mascherano y Busquets. El Jefecito de 5 (según la tradición de números en argentina) y a su derecha el de Badia de 6. Más músculo que control en la mitad del campo para contrarrestar las transiciones del Valencia.
No es mi posición natural, pero me adapto sin problemas a lo que pida el entrenador”
Sergio Busquets
Si los azulgrana volvieron de Mestalla con los tres puntos bajo el brazo fue gracias a Busquets. El pivote (interior en Valencia) marcó el gol del triunfo en el último suspiro, a la salida de un córner. Y como de visitante liquidó el marcador, en su casa colaboró para abrir el marcador. Busquets profundizó el balón para la conducción en carrera de Messi, que terminó en el gol de Luis Suárez. Aunque trascendente en el juego, el campeón del Mundo con España no le termina de coger el gusto a su “nueva función”. “No es mi posición natural, pero me adapto sin problemas a lo que pida el entrenador”, aseguró el catalán tras el partido frente a la escuadra de Nuno.
Pero aunque Busquets se adapta sin problemas a lo que le pide Luis Enrique, el equipo sufre. El Barça finalizó el partido contra el Valencia con 18 faltas cometidas, casi el doble de su media de infracciones en la Liga (9,7). Y en el primer acto el conjunto azulgrana cambió 18 perdidas de balones por 20 recuperaciones. Todo cambio en la segunda parte. El asturiano rectificó su plan inicial y mandó a Rakitic al campo, Busquets paso a jugar de pivote y Mascherano volvió a la cueva junto a Piqué. El enroque trajo consecuencias: el Barça recuperó 33 pelotas y perdió 12 en la segunda mitad.
Es imposible sustituir a Busi porque es un centrocampista hecho para este equipo”
Javier Mascherano
Cada vez que puede Luis Enrique elogia a Mascherano y en el verano le prometieron que iba a jugar más pivote (como a él le gusta y como lo hace en la selección argentina). Aunque el 14 tiene claro que ese puesto ya tiene dueño. “Es imposible sustituirle porque es un centrocampista hecho para este equipo. Mantiene mucho más la posición que yo y tiene más fluidez. Yo estoy más pendiente de las ayudas, soy más físico”, explica el Jefecito. “Pero”, añade; “también podemos jugar juntos en algún pasaje de los partidos”. Como pasa cada vez que el Barça se enfrenta al Valencia. Por ahora un fórmula sin resultado para el resultadismo de Luis Enrique.
El Barça perdió sensibilidad y ha ganado dureza y, sobre todo, tiene una admirable capacidad de supervivencia, expresada en circunstancias tan sorprendentes como la de marcar un gol en el primer minuto y el otro en el último, superior en las áreas y desbordado en la divisoria, ayer tomada por el Valencia. Hubo un momento en que pareció que al Barcelona le sobraba el balón, la cancha y el partido, y se abandonaba a la fortuna propia y a la desdicha ajena, tanto da, como quedó constancia en el penalti fallado por Parejo o parado por Bravo. El Barcelona se parece más que nunca a Luis Enrique.
El asturiano siempre fue un jugador extremadamente competitivo e indetectable para los defensas y hoy es un ciudadano aficionado a las pruebas extremas y un entrenador seguro de sí mismo, hasta cierto punto desafiante, dispuesto a desmentir a los que filosofan con el fútbol, siempre directo, resultadista a mucha honra, para nada ruborizado sobre el qué dirán sobre su equipo, si ya no seduce y solo gana, si es más guerrero que artista, si la bola puede ir de área a área y no de pie a pie, todos a una, como hace hoy por ejemplo el Valencia, abatido cruelmente por la puntera Luis Suárez y la bota de Messi.
El partido lo perdió el Valencia; no lo ganó el Camp Nou, un estadio de mosaicos más que de tambores, de cánticos y pancartas, siempre expectante, más crítico con el árbitro que intimidador con el contrario, por más que mediara la invocación de Luis Enrique. El técnico pidió que temblara el campo y llevara en volandas a sus jugadores y al final hubo muchos aficionados que ni siquiera vieron los goles porque acostumbran a llegar tarde y a retirarse antes de hora para evitar atascos en Barcelona. Así que el mérito de cuanto pasó para bien y para mal, de los tramos buenos y malos de costumbre, fue del Barça y de Luis Enrique.
El Barcelona, duro, desafiante y competitivo, se parece más que nunca a Luis Enrique
El Valencia tiene la ideología, y también las costuras del mejor Barcelona, sobre todo por la valentía con la que afronta los partidos, la autoridad con que gobierna el juego, y más si el escenario es de la talla del Camp Nou. El equipo de Nuno nunca miró al marcador sino que se fijó en la pelota y en la portería de Bravo. Y si el resultado se puso de parte del Barça a los 55 segundos fue porque Luis Suárez acabó la jugada que había iniciado Parejo: Piqué se interpuso ante el centro del volante y armó un contragolpe vertical, muy bien conducido por la velocidad de Messi y rematado por el 9.
No sabían jugar los azulgrana con ventaja, seguramente porque se han olvidado de descansar con el balón, pendientes de ser más intensos que precisos, sometidos por la excelente presión del Valencia. El Barça solo ganó un duelo de los planteados: Messi le pudo a Orban en la acción del 1-0. No tenía más futbolista el Barça que al 10, asistente al inicio, después aglutinador del juego, siempre bien puesto en la cancha, tanto cuando daba salida al cuero desde la cancha propia como en el momento en que enfrentaba a la zaga comandaba por Otamendi y Mustafi. El fútbol y las oportunidades eran del Valencia. Bravo le paró un penalti a Parejo después que Piqué tirara a Rodrigo a la salida de un fuera de banda, Paco Alcácer remató a la base del palo y el portero le sacó dos balones de la bota al 9 de Nunes. Atrevido, armónico y bien armado, el Valencia fue el único protagonista hasta el descanso, cuando la hinchada salió disparada en busca de un buen trago para reponerse del susto, sorprendido por la vulnerabilidad del Barça, por la exuberancia del Valencia y por el arbitraje crispante de González González, incapaz de atender tanta tralla y de entender a Messi.
Atrevido, armónico y bien armado, el Valencia fue el único protagonista hasta el descanso
El 10 descifró las pocas jugadas que dibujó el Barça y marró también el 2-0 en un remate con la derecha ante Diego Alves. Los azulgrana solo sobrevivieron en las porterías, faltos de pausa y de control, desbordados por los dos costados, el de Alves y el de Adriano, confundido en la medular por la presencia de Busquets como interior y de Mascherano, igual que ya ocurrió en Mestalla. Apremiado por un calendario agotador y exigente, Luis Enrique cambió a un futbolista por línea y el Barça quedó a merced del Valencia. Mal organizado, perdía la pelota continuamente, no tenía salía desde su cancha y concedía ocasiones continuamente.
El Valencia acentuó su determinación con el cambio de un lateral defensivo por uno de ataque (Gayà-Orban) mientras el Barça se corrigió estructuralmente: dejó en la caseta a Adriano para que entrara Rakitic y Mathieu pasó al costado izquierdo de la defensa, como ya pasó en el Bernabéu. Apareció Xavi y el equipo se entregó a posesiones muy largas, dispuesto a calmar la contienda y a domar al Valencia. Ocurre que no todos los futbolistas tienen la misma concepción del juego: unos aceleran, otros retienen, los hay que pasan y también quienes regatean, los diez pendientes del decisivo Messi.
No tenía más futbolista el Barça que a Messi, asistente al inicio y después aglutinador del juego
Mejoró la mecánica del Barça. Jugaban al menos centrocampistas en el centro del campo y se estabilizó el juego para desdicha del Valencia, que desfalleció poco a poco, reventado y desengañado, contrariado porque se le negó el gol durante el meneo que ofició en el primer tiempo mientras los azulgrana acabaron cantando dos en tres remates, el último de Messi en un mano a mano con el portero después de lanzar una falta a la cruceta de Diego Alves. El 10 metió el gol 400, el 46 de la temporada, y Luis Suárez, el 19º, 12 en los últimos 12 partidos, algunos decisivos como los de París.
La efectividad azulgrana fue tan rotunda como la esterilidad del Valencia, un señor equipo, 10 partidos invicto hasta ayer, más consistente que el Barça, de nuevo ganador sin discusión: 2-0. Palabra de Luis Enrique. A ver quién le lleva la contraria.
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