El entrenador del Atlético de Madrid, Diego Pablo Simeone, explicó su visión de la eliminación de la Liga de Campeones asegurando que lo que «sale bien» ante Real Madrid y Barcelona es «apretar atrás» y no «arriba», defendiendo su planteamiento y aceptando que «las críticas son justas», añadiendo que hubiese firmado a principio de temporada «tener opciones numéricas» de ser campeón de la Liga BBVA. «El Real Madrid hace gol en el minuto 87. Estuvimos a tres minutos de poder ganar, y perdimos 1-0. La sensación es muy amplia porque podemos discutir de fútbol un montón de cosas, como si es mejor perder 4-2, 5-3 o 1-0 con uno menos, porque siempre se olvida que jugamos con uno menos«, aseveró Simeone este martes en rueda de prensa.
Sobre este encuentro también aclaró que «Tiago había pedido el cambio porque estaba fundido» y que «no busca excusas» para explicar la eliminación, sino que se trata de «una realidad incompatible» con ciertas opiniones, matizando que «es entendible» que haya críticas hacia su planteamiento, que considera «justas» por ser el entrenador. «Al principio me decían que al Barcelona y al Real Madrid se les ganaba apretando arriba, pero te meten seis o siete goles. Si se aprieta atrás es cuando sale bien. El fútbol da la oportunidad de que hablemos todos. Todos somos entrenadores, y los que estamos ahí tenemos que estar expuestos a los resultados», repasó Simeone.
Finalmente, también opinó sobre los juicios a su actuación que «no hay que fastidiarse» por ellos sino «tomar algún comentario que pueda servir y dejar de lado los que no tienen argumento», valorando que «cuando los resultados son negativos, las críticas tienen más valor«. «Cuando jugamos en el Bernabéu y ganamos después de 14 años nos reventaron los palos. El fútbol es esto», sentenció el técnico argentino, que hubiese «aceptado» si le hubiesen dicho al inicio de temporada que tendría «opciones numéricas» a estas alturas de repetir como campeón, aunque exista «una diferencia importante con el primero». «La gente no consume solamente lo que escucha y lo que lee, sino también lo que ve. Este año hemos estado a la altura en todas las competiciones, y el equipo siempre mostró rebeldía y estuvo sin bajar los brazos. La gente se siente relacionada con los jugadores», analizó sobre el apoyo de la grada.
Sobre lo que resta de liga, el ‘Cholo’ confesó que tratarán de apurar los partidos para estar «lo más cerca posible» de los 90 puntos con los que fueron campeones el año pasado, una misión «difícil, pero no imposible» en la que deberán medirse al Barcelona, pudiendo ser jueces del título liguero. «Hay que ver cómo se llega a ese momento. Todavía hay nueve puntos en juego, y son muchos. Todavía no se sabe cómo vamos a llegar los dos a ese partido», contestó Simeone al ser preguntado por ese partido en concreto y la posibilidad de hacer un favor al Real Madrid. Además, Simeone, que cumple este martes 45 años, también fue cuestionado por su partido 200 ante el Villarreal, considerando que han ido «poco a poco construyendo equipos competitivos» en su andadura al frente del Atlético de Madrid, ya que tardaron «dos años en poder ganar un partido al Real Madrid, después de catorce sin hacerlo».
«Cuando llegué, siempre imaginé lo mejor, no más de lo que hay, ni menos de lo que tenemos. Siempre hemos seguido un camino muy bueno, en el que dependemos del partido que viene, y ese estímulo nos ha permitido estar fuertes y llegar a este número de partidos», confesó el argentino. Además, reconoció que se siente «totalmente identificado y orgulloso de la elección de venir al club en un momento difícil», agradeciendo la labor de los futbolistas, ya que sin ellos no hubiesen sido «capaces» en el cuerpo técnico de llevar a cabo sus «ideas e ilusiones». Finalmente, avisó del peligro del Villarreal, su rival de este miércoles y «uno de los equipos que mejor juega en España, porque siempre tienen una identidad definida«. «Es un conjunto siempre ordenado, que tácticamente trabaja muy bien. Marcelino ha hecho una labor extraordinaria, y siempre da gusto ver cómo juegan», expresó
Si al fútbol le quitas la tensión es como si a la ópera le quitas la música. En ambos casos, es otra cosa. Y la Real sufre una bajada de tensión prolongada que le saca de los partidos y apenas funciona con pequeñas dosis de adrenalina. El Villarreal se maneja con pulsaciones normales, aunque a veces también le entran ganas de relajarse en su objetivo de defender su plaza en la Liga Europa, apenas amenazada. Por eso el partido de Anoeta tenía aires de pretemporada, por momentos, solo rotos por los golpes de ambición del Villarreal. La calidad le impulsaba tanto o más que el ánimo. Trigueros y Pina tienen la brújula siempre orientada. El primero lo intentó con un zurdazo precioso, el segundo con dos cabezazos no menos preciosos a los que respondió Rulli con la agilidad habitual. Por delante, Jaume Costa era un tormento para la defensa realista, apareciendo por todos los lados, siempre veloz, tragando kilómetros con la ansiedad de un maratoniano. Para alegría de la Real, el pequeño centrocampista cerró los ojos cuando cabeceó un centro a placer. No se puede tener todo.
El principal problema de la Real es que no tenía nada. Apenas le rescataba del sopor la profundidad de Carlos Vela. El resto estaba maniatado por el Villarreal en todas las líneas del campo. Ningún blanquiazul superaba a ningún amarillo, y aún así al equipo de Marcelino le faltaba punch. Campbell atolondrado y Gerard desactivado proponían poca garra a la fortaleza del Villarreal. Pero Marcelino, acosado por las bajas, no tenía recambios, con cuatro futbolistas del filial en el banquillo. Para colmo, mediada la segunda mitad se lesionó Dorado, continuando una plaga que ha diezmado al equipo castellonense.
El descanso movilizó a la Real, como si un rayo hubiera caído en mitad del vestuario A la obligación de ganar se añade la necesidad de agradar al entrenador que bien pudiera estar urdiendo una renovación amplia de la plantilla para la próxima temporada. Fue otra Real, le había subido la tensión y la elevó al máximo Canales, con su verticalidad.
Pero era noche de porteros. El protagonismo de Rulli lo heredó en la segunda mitad Asenjo, con dos ejercicios soberbios ante un cabezazo de Íñigo Martínez y un zurdazo de Chory Castro. Fueron acciones de reflejos sublimes, como las del argentino Rulli.
Pero la gloria la pudo conseguir un chaval que debutaba, Fran Sol, al poco de ingresar en el partido y en la Primera División. Fue un centro precioso de Moi Gómez al que bastaba con ponerle la uña para empujarlo. Pero el muchacho abrió demasiado el compás e incomprensiblemente lo envió fuera. Parecía la última oportunidad de inclinar el partido hacia uno de los lados: el del Villarreal jerárquico de la primera mitad o el de la Real rabiosilla de la segunda. Pero aún hubo un gol anulado a Victor Ruiz (por el pelo del flequillo) y un cabezazo en el minuto 93 de Víctor Ruiz que repelió el poste. ¿Justo o injusto? El fútbol no entiende de eso.