“Al Barça le irá bien con Luis Enrique”.
Así respondía Pep Guardiola cuando en Navidad se le preguntaba por la suerte del entrenador del Barça. Había por entonces serias dudas con el técnico asturiano y su capacidad para dirigir al Barcelona. Guardiola, sin embargo, confesaba su admiración por el carácter de Luis Enrique y por la determinación de Messi, Luis Suárez y Neymar. “¿Quién no confiaría y jugaría para una delantera como la del Barça?”, replicaba el hoy entrenador del Bayern Múnich, que no quería ver ni en pintura a los azulgrana en la Champions, “y mucho me temo” —adivinaba— “que tarde o temprano nos cruzaremos en el camino: nos tocará el Barça”. Será en semifinales (6 de mayo en el Camp Nou; 12 de mayo en Allianz Arena).
Alrededor de la figura de Guardiola ha habido, y todavía dura, mucha inquina cuando se recuerda su vínculo con el club azulgrana, como si todavía se cuestionara su legado de 14 títulos, seguramente el mejor en la historia del Barça. La maquinaria de destrucción no ha parado: la maledicencia sobre su salud en tiempos de Núñez; el regocijo por su destierro al Brescia a causa del despecho de la Juve; el positivo por nandrolona contra el que luchó hasta ser absuelto; la ironía de su paso por Qatar y México; la derrota electoral en la candidatura contra Laporta; o el distanciamiento con Vilanova y, por extensión, con la junta de Rosell y Bartomeu.
Han pasado muchas cosas entre Guardiola y el Barça, alguna discutible, y más cuando el interlocutor era el director deportivo Andoni Zubizarreta. No es fácil entenderse con el técnico, ni en los fichajes, ni en asuntos menores como el de cambiar el césped o incluso en los mayores, si como tales se entiende la estructura médica, quizá porque aspira a un control absoluto del equipo, ya sea el Barça o el Bayern. Nadie puede discutir, sin embargo, su compromiso con el Barcelona y con el fútbol, hoy simbolizado por Thiago Alcántara. El hijo de Mazinho expresa de alguna manera lo que pudo ser el Barça y ahora es el Bayern. Guardiola defiende un juego de autor extrapolable incluso a un club tan soberbio como el de Baviera. El reto es que la marca Guardiola tenga impacto en la Bundesliga. Messi, en cambio, quiere demostrar que puede conquistar Europa desde el Camp Nou sin necesidad de tener a un entrenador como Guardiola. Ahí está el reto del 10, el mismo futbolista que el técnico catalán encumbró como número 1 y que ahora, después de un tiempo de abandono y lesiones con Vilanova y Martino, quiere recuperar el poder con la complicidad de Luis Enrique y demostrar que es el gran hilo conductor del mejor Barça.
Luis Enrique: “Pep es el mejor por su infinidad de títulos y porque es mi amigo”
Al asturiano no le importa lo que se diga sobre su relación con Messi, ni tampoco vivir en conflicto o en precariedad, a diferencia de Guardiola. La eliminatoria juega a favor de Luis Enrique si se atiende al conflicto emocional porque es mucho menos pasional que Guardiola. No es un factor cualquiera en una ronda que puede resolverse por pequeños detalles de la misma manera que se debe tener en cuenta que a los azulgrana les viene mejor enfrentarse a equipos a los que gusta más atacar, como se vio con el PSG y el Manchester City, que defender, un concepto representado por la vecchia signora, la Juve.
Guardiola: “Va a ser especial. Yo estoy aquí por lo que ganamos en el Barça; es mi casa”
“Hemos ganado nueve partidos y perdido uno [en París: 3-2]”, advierte Luis Enrique cuando se le preguntó por la dificultad del rival y por jugar la ida en el Camp Nou. “No pienso en si es mejor jugar a uno o dos partidos ni si es preferible empezar en casa, sino en la poca suerte que ha tenido el rival que debe enfrentarse al Barcelona. Va a ser una cita maravillosa para los culés”. La confianza del técnico en su equipo no le impide mostrar su admiración por Guardiola: “Es el mejor entrenador por su idea de jugar al ataque, porque ha conquistado infinidad de títulos y porque es mi amigo”.
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Y responde Guardiola: “Va a ser una eliminatoria especial. Estoy en Múnich por lo que ganamos en el Barcelona. Tuve éxitos por los jugadores del Camp Nou. El Barça es mi casa, mi vida, y si antes afirmé que le prefería a un partido es porque entonces estaríamos los dos en la final. El Barça sigue siendo el mejor y continúa teniendo su estilo Barça”.
—¿Y Luis Enrique?, se le dijo.
“Es un gran entrenador”, respondió. Guardiola repitió ayer lo que ya decía cuando se dudaba de Luis Enrique y del Barça. “La eliminatoria es un regalo”, respondió Bartomeu. “Habrá que ir al 110%”, añadió Messi. A la junta le resultará más fácil quedar bien con el técnico que al técnico jugar contra su Barça y contra el 10.