Baresi, Costacurta, Maldini, Thuram, Cannavaro, Montero, Stam, Nesta, Terry o Thiago Silva, son algunos de los 20 mejores defensas de las últimas décadas. Todos tienen algo en común. Los ha dirigido Carlo Ancelotti, o han convivido con él como compañero de vestuario. El entrenador del Madrid se enorgullece de la lista que luce su currículum. Ningún técnico en activo ha trabajado con un número semejante de defensas de referencia mundial. Por eso resultó interesante el juicio que emitió ayer antes de viajar a Sevilla, cuando declaró que de todos los centrales que conoció personalmente en el campo de entrenamiento el más completo es Sergio Ramos.
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“Es muy complicado comparar a Sergio con otros”, dijo Ancelotti, esforzándose por romper su habitual comedimiento a la hora de cotejar a sus queridos discípulos. “Hay defensores con una calidad técnica extraordinaria; otros tienen una calidad defensiva única, muy concentrados en la defensa, como Cannavaro, que era fantástico en el marcaje; otros tienen la habilidad de mandar sobre una línea de defensa, como Baresi; y otros influyen con su fuerte personalidad. Pero si tengo que contemplar todas estas condiciones para valorar a un defensa, Sergio Ramos es el más completo. Tiene un poco de todo. Calidad técnica, fuerza, personalidad y capacidad de mandar en la línea. Puede ser que Cannavaro sea más atento en las marcas pero en la relación global Ramos es el que reune más condiciones”.
La complicidad del entrenador con el segundo capitán del Madrid es fundamental para el equipo
La complicidad del entrenador con el segundo capitán del Madrid es el compuesto químico fundamental del equipo. A sus 29 años recién cumplidos, el jugador sevillano se ha convertido en el hombre influyente que siempre soñó con ser en el Madrid. El técnico le ha brindado esa oportunidad ante la evidencia de los hechos. Ramos ha adquirido el poder de los imprescindibles. Un proceso natural, porque cuando no ha estado disponible el equipo se ha hundido. Sucedió en el 4-0 sufrido contra el Atlético, lo mismo que en el 3-4 que le infligió el Schalke en la Champions y que casi elimina al Madrid de la competición.
Ahora Ramos se ha convertido en una especie de comodín, capaz de subir al mediocampo a escoltar a Kroos y cubrir así la baja de Modric. Este movimiento táctico de Ancelotti fue la clave de la clasificación para las semifinales de la Champions. Ayer le preguntaron al técnico si Ramos repetirá como volante en el Sánchez Pizjuán.
El entrenador madridista habló de las variantes que maneja ante el probable descarte de Illarra entre los titulares. “Ramos lo ha hecho muy bien, pero tenemos otras opciones”, dijo. “Lo más natural es utilizar un mediocentro como Isco. Él lo ha hecho muy bien junto a Kroos”.
Celta y Madrid piropearon al fútbol. A ese fútbol trepidante, golpe a golpe, sin tregua. Ese fútbol, en definitiva, que irrita a los ortodoxos de las gaitas tácticas, a esos que festejan como éxito el bostezo, que nada pase, que nadie se descamise. En Vigo lo hicieron todos, en un duelo a toda mecha, sin protocolos. Una gozada. Lo fue hasta para el Celta, que cayó con gloria, reconocido por su gente, que tiene motivos para el orgullo. Y más aún para el Madrid, que ha encontrado en el inesperado Chicharito el hilo al que agarrarse para pelear la Liga y lo que sea. Los de Ancelotti se llevaron un partido mayúsculo. Forzados al límite por un estupendo rival, salvaron un escollo descomunal. Una de esas victorias de mucho mérito, como subrayable fue la actuación del equipo vigués, que se rebela a ser un club subsidiario. El fútbol agradece apuestas así. Un brindis.
El Celta tiene su banda sonora. No se siente inferior, no importa el tonelaje del adversario. Un equipo didáctico para muchos de su condición, un conjunto de pensamiento propio. Frente al Madrid, se sublevó desde la primera bocanada. Augusto Fernández, Krohn-Dehli y Orellana, a los que les gusta rumiar la pelota, dar palique al balón, catalizaron el juego. Los tres tienen panorámica, no desprecian un toque ni arrestados por el rival. Da gusta verles. De entrada fueron un tormento para la zaga madridista. El Celta rescataba la pelota con la presión alta, el Madrid sufría un engorro. Y cada pérdida era un aviso. Hasta que Nolito, a lo Nolito, con esa jugada tan de autor, con regate en diagonal desde la orilla izquierda, acabó por dejar planchado a Casillas, inmóvil tras colarse el remate bajo los pies de Varane. La jugada partió de un córner favorable a los de Ancelotti, a Illarra le birlaron la pelota y la contra cerrada por el extremo celtiña tuvo un broche algo rocambolesco: Sergio Ramos cruzó la cancha, de área a área, con la bota derecha en la mano.
La desventaja, con la Liga en Barcelona, exigía una respuesta firme del grupo de Ancelotti. No era una jornada de paso, para remolones. Al equipo le costaba sacudirse al contrario, un conjunto de puertas abiertas, que se repliega hacia adelante, sin recular. La posición del chileno Orellana, a espaldas de Kroos e Illarramendi, torturaba a los visitantes. Mala noticia para el vasco, tras verse del todo arrinconado en la última cita de Champions. Con Orellana de enganche para todos, Kroos no se daba por enterado, los centrales, a lo suyo con el ariete Larrivey, e Illarra, extraviado.
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Aturdido el Madrid, el equipo encontró una vía de escape por la banda izquierda del Celta, donde Nolito, proclive a otras misiones, no escoltaba a los suyos. Ni siquiera se dejaba caer Cristiano por ese costado. Así fue en el empate visitante. James, como en el gol europeo de Chicharito al Atlético, se ha acostumbrado a dar carrete a CR por esa orilla. Lo hizo de nuevo en Balaídos y la incursión del portugués concluyó con un despeje hacia la frontal que cazó Kroos de maravilla, con un disparo contundente y con precisión de cirujano. El Celta notó la descarga y encajó el segundo tanto con Larrivey noqueado tras un trompazo de cabezas con Ramos, lo que le obligó a jugar con un gorro de látex como cortafuego de la sangre. La ruta fue la misma, el carril izquierdo celeste. También repitió el protagonista, James, el mejor mensajero del gol de este Madrid. El colombiano tiró dos paredes con Chicharito, suerte que maneja como los ángeles, y el mexicano, que está en onda, batió a Sergio, que hizo el sapo y el balón se alejó a la red entre sus piernas.
El partido no tenía pausa. A la reacción del Madrid correspondió la de los de Berizzo. Nada de achicarse. En otra oleada de buen juego, Santi Mina le tomó la matrícula a Marcelo, superado por un milimétrico servicio de Orellana. El vigués se presentó ante Casillas, su primer intento se fue al poste izquierdo del Madrid. Cazó el rebote por delante de Marcelo, y bingo. El encuentro no admitía descuido alguno, exigía una mirada fija, permanente. Toma y daca, pim, pam, pum. Conmovedor el Celta, llevado al extremo el Madrid, que demostró que la contundencia que le distingue también es cosa de suplentes, al menos de este Chicharito iluminado. Un goleador con ojo clínico cuando tiene escena. Con un exceso de vocación ofensiva, con la zaga local fuera de los cuarteles, el «guisante» habilitó a CR en una contra que concluyó con disparo cruzado del luso al poste. El preludio del 2-3, obra de James, que asiste y golea, otra vez en alza, de nuevo varios escalones por delante de Isco, solo fugaz con algún arabesco. James, con un desvío de Fontás, dejó al Madrid con el marcador de cara al filo del descanso tras un primer acto extenuante.
Cabía pensar que de vuelta del intermedio bajara el ritmo. Un espejismo. Nada de nada. El guion se mantuvo, con el Celta invadiendo el perímetro de Casillas, con Nolito de reto en reto con Carvajal, y casi siempre victorioso. El Celta iba con todo, el Madrid lo fiaba al horizonte despejado, al ataque a la carrera, como le gusta. Pero no le llegaba la jugada ansiada, porque su rival no cejaba en el empeño, iba, iba e iba. En uno de los asaltos, la gente reclamó penalti de Kroos a Orellana, en una acción confusa. El Madrid no tenía aire hasta que Sergio Ramos, en plan centurión, se lanzó a la aventura hasta la media cancha, donde nadie le obstaculizó el tranco y el defensa andaluz ejecutó un arquitectónico pase a Chicharito, que pinchó la pelota con exquisitez antes de batir a Sergio. Una veta de primera este Chicharito que parecía irrelevante.
Ni con 2-4 lo veía claro Ancelotti, sabedor de que enfrente había un adversario de cuerpo entero. La prueba es que el técnico italiano recurrió a Pepe y Arbeloa en detrimento de Chicharito y James. El Madrid bajó la persiana al duelo con seis defensas. El choque le había exigido de lo lindo y con el sueño de Chicharito puede seguir soñando. Para el Celta, honores. Si hay que perder, que se pierda así. Hay Liga, mucho Celta y mucho Chicharito.
“Jugarán los mejores”. Fue escueto y lo dijo entre líneas, casi como siendo una obviedad. Carlo Ancelotti, antes del encuentro ante el Atlético de Madrid en la vuelta de Champions, ‘señaló’ de esta manera que en su equipo alinearía a Varane, Pepe y Sergio Ramos. Este pasado domingo, regresó a la normalidad para no situar a ningún defensa en el centro del campo, dando el testigo natural a Illarramendi. Y el partido, en esa línea medular, estuvo dominado mayormente por el Celta, que tomó el mando del partido de manera descarada en la segunda mitad con un 65% de posesión.
Al margen de un posible fallo de Illarra en el primer gol del partido, los números no dejan en buen lugar al mediocampista vasco ya que la batalla en su línea –también la de Kroos– fue ganada por el conjunto vigués. Además, la “verticalidad” que tanto le gusta a su entrenador se produjo en su mayoría por las bandas –sólo un 25% de los ataques merengues arrancaron desde el centro- y, precisamente, una de esas jugadas que se hilvanaron por el medio acabó en gol. Aunque vino de las botas de Sergio Ramos, quien condujo la pelota hasta la línea medular para adelantar un balón de gol a Chicharito, acción que Illarra no ha logrado todavía fabricar.
El de Camas, con ese pase, ya lleva una asistencia más que Illarramendi en toda la temporada, que en este aspecto mantiene el casillero intacto. Kroos (encargado de botar los saques de esquina y las faltas) suma trece y Modric cuatro. Son cifras que respaldan la decisión de Ancelotti de haber colocado antes a Ramos que a Illarra en el centro del campo frente al Atlético. Y dicha circunstancia de colocar a un ‘forastero’ en la medular se podría repetir en otro encuentro. De momento, en Balaídos, el de Motrico no dio motivos para quitar esa duda al italiano. Por cierto, el encuentro lo terminaron disputando los tres centrales… aunque en su posición.
Con Modric descartado hasta el último metro de la recta final de temporada, este miércoles frente al Almería, Asier presumiblemente contará con la única rivalidad de Lucas Silva en busca de minutos. El brasileño llegó en invierno por 15 millones de euros y sólo ha disputado 331 minutos en tres titularidades y cuatro choques partiendo desde el banquillo. Tiene difícil que asuma un papel protagonista en ‘finales’ tan importantes como las de la Juventus o la del Sánchez Pizjuán de este sábado.
No había acabado el partido todavía y Carlo Ancelotti ya tenía a dos jugadores tratándose en las camillas del vestuario. Gareth Bale aguantó tres minutos ayer contra el Málaga. Modric una hora. El galés se retiró con un pinchazo en el gemelo. El croata, a falta de que lo confirmen las pruebas a las que será sometido hoy, con un esguince del ligamento lateral externo de la rodilla. Es el diagnóstico de la primera exploración que le hicieron en el vestuario. El de anoche podría haber sido uno de sus últimos partidos de la temporada, ya que si las pruebas confirman la lesión, estará da baja entre cinco y seis semanas. Ninguno de los dos estará el miércoles contra el Atlético en el duelo clave de los cuartos de Champions.
“Mi optimismo es que tenemos una gran oportunidad al jugar en casa, vamos a intentar hacer lo que podamos parea llegar a las semifinales de Champions, con o sin Bale”, contestó Ancelotti cuando le preguntaron si la afición madridista podía ser optimista sobre la presencia de los dos jugadores el próximo miércoles. Al técnico italiano se le vio preocupado anoche en la sala de prensa del Bernabéu. El Madrid cumplió el trámite contra el Málaga (3-1, sufriendo más de la cuenta), se mantiene a dos puntos del Barcelona , pero el italiano se juega la temporada el miércoles sin tres piezas claves: además de Modric y Bale no tendrá tampoco a Marcelo, sancionado.
Karim Benzema, con unas molestias en la rodilla, no se entrenó ayer y no entró en la convocatoria. “Benzema va a estar. Está mejorando y tenemos cuatro días más para recuperarlo bien”, aseguró Ancelotti. Tenía la cara de un náufrago en mar abierto y sin brújula el italiano. “El partido ha sido positivo salvo estos dos problemas, hemos ganado con mil dificultades, primero las lesiones, luego el fallo en el penalti. Hemos luchado y nos hemos sacrificado, es lo que me ha gustado del equipo y era lo que necesitábamos hoy”, analizó.
Modric se quedó tendido en el suelo después de un choque con Recio. Al apoyar el pie se le giró la rodilla. Sus compañeros corrieron hacia él hasta que llegaron los médicos. El croata se probó pisando fuerte el suelo mientras uno de los galenos del club pedía el cambio. “He oído un clic”, dijo. Salió del campo por su propio pie sin cojear demasiado. Y, sin embargo, la primera exploración en el vestuario, habla de esguince. Un mazazo para Ancelotti, que justo esta semana decía que la vida con Modric era mucho más fácil, y también para el jugador. El croata regresó el 10 de marzo (contra el Schalke) después de cuatro meses fuera por un arrancamiento en el tendón. El Madrid acusó mucho su baja y, justo cuando el pequeño centrocampista había hecho despegar al equipo, se frena de nuevo.
Si las pruebas confirman la lesión, Modric estará da baja entre cinco y seis semanas
Gareth Bale, por su parte, se retiró en el minuto 3 por un problema en el gemelo. Se lesionó solo. Sentado en el suelo y tocándose el gemelo izquierdo le explicaba a Cristiano Ronaldo dónde le dolía. Abandonó el campo sujetado por dos médicos, cojeando y con mala cara. Hasta le costó bajar las escaleras que llevan al túnel de vestuarios. Los fisios estuvieron tratándole durante más de una hora en la caseta con hielo y masajes.
Para averiguar si hay rotura hay que esperar 24-48 horas. Por lo que hoy el galés se someterá a una resonancia para averiguar el alcance de la lesión y los tiempos recuperación. Queda descartado para el miércoles. Bale, que había jugado 24 partidos seguidos desde noviembre, se ha perdido dos encuentros en los últimos diez días. Contra el Eibar, el pasado sábado, descansó por una sobrecarga –un par de días antes había forzado para jugar en Vallecas después de recibir un pisotón en el entrenamiento- y ayer apenas jugó tres minutos. 3.648 minutos suma el galés en lo que va de temporada en la que ha anotado 17 goles y repartidos 10 asistencias. La última lesión muscular que sufrió –aparte la sobrecarga de la semana pasada- fue en octubre. Una rotura en el piramidal le hizo perder cuatro partidos: el de Champions contra el Liverpool en Anfield, el clásico, la ida de Copa contra el Cornellá y el de Liga contra el Granada.
Las alternativas de Ancelotti para el miércoles son Isco para sustituir a Bale e Illarra, Lucas Silva o Khedira para sustituir a un insustituible Modric.