No le sale nada al Málaga. Son ocho los partidos que lleva sin ganar el equipo andaluz, lo que le aleja de Europa. Mereció más ante el Elche, que certificó la salvación con 40 puntos cuando faltan tres jornadas para el final. Todo un éxito para el equipo que tan bien dirige Fran Escribá, feliz el día de su cumpleaños. El Málaga tuvo muchas opciones, pero no está en racha aunque disfrutara del regreso de Camacho, uno de sus mejores jugadores. Por ejemplo, fue incapaz de meter un penalti que había provocado la expulsión de Tyton 20 minutos antes del final. Duda, un veterano, erró el lanzamiento, demasiado excitado.
El equipo andaluz peleó hasta el final por el empate e incluso pudo lograrlo en el alargue de seis minutos que dio Undiano Mallenco. Manu Herrera detuvo un lanzamiento de Amrabat y luego el remate de Javi Guerra. La fortuna le dio la espalda a este buen Málaga, que ha perdido la séptima plaza en beneficio del Athletic. El Elche seguirá otro año más en Primera, lo que le permitirá aliviar sus graves problemas institucionales.
Se le está haciendo larga la Liga a este joven y pujante Málaga. Se nota que es un equipo en construcción, que necesita ese punto de madurez necesario para consolidar sus objetivos, en este caso ese séptimo puesto con sabor europeo. El equipo andaluz se ha parado. Todo lo contrario que el Elche, que ha soltado amarras y ha dejado atrás sus complejos para jugar muy bien al fútbol. Sin la presión de pelear por el descenso, el Elche se desempeña con tranquilidad. Además, tiene a algunos jugadores en muy buena forma. Es el caso de Víctor Rodríguez o Jonathas.
La mejor muestra del buen momento del Elche se plasmó en el contragolpe que supuso el gol de Jonathas. Un prodigio de jugada donde se mezclaron la visión de juego de Fayçal, la velocidad y el desborde de Víctor y el remate preciso de Jonathas. Al Málaga se le notó ansioso. La racha de siete partidos sin ganar le pesa demasiado. Lo intenta siempre, pero ni Samu ni Castillejo están igual de finos que hace unas semanas. El equipo de Gracia llevó el peso del encuentro, con un buen Amrabat, pero careció de eficacia. Juanmi, demasiado nervioso, anotó, pero estaba ligeramente adelantado. Las prisas le pudieron de nuevo al internacional cuando no fue capaz de rematar un medido pase de Amrabat en el minuto 34.
Gracia movió bien las piezas al descanso. Samuel se colocó en ataque junto a Javi Guerra y Amrabat. Juanmi pasó a la banda. Llegaron las ocasiones a favor de los andaluces, que merecieron el empate. Tyton salvó ante Amrabat y Boka no acertó. Incluso se le anuló un gol al Málaga algo dudoso por falta del propio Amrabat al meta polaco. Fueron los mejores momentos del Málaga, que acarició el empate. Sobre todo después de la justa expulsión de Tyton por penalti a Javi Guerra. Tardó mucho en lanzar el penalti Duda, demasiado picado con los rivales. El partido, muy entretenido, pareció definido con el segundo gol del Elche, producto de otro gran contragolpe forjado en inferioridad numérica. Sin embargo, el Málaga insistió. Acortó distancias por mediación de Guerra y mereció el empate en un final muy loco. No lo logró. Su flor se ha marchitado.
La primera final de su historia la jugaron el Madrid y el Atlético el 24 de junio de 1960. Final de Copa, de Copa del Generalísimo se llamaba entonces. En el Bernabéu. Era el Real Madrid cuya alineación terminaba en Di Stéfano, Puskas y Gento y estaba en la cima de su gloria. Era favorito abrumador… pero ganó el Atlético.
Aquel fue el primer partido que vi en mi vida y la primera vez que vi una televisión, raro fenómeno del que se hablaba. Mi padre tenía un amigo acomodado, condiscípulo en los años del bachillerato, una de esas amistades que sobreviven al tiempo. Él nos invitó a su casa a ver el partido por el televisor, precedido por una serie de un héroe interestelar que se llamaba Diego Valor, al que debió el torero Diego Puerta que le aplicaran ese apodo.
Yo, decía, nunca había visto fútbol. El Madrid había ganado cinco Copas de Europa, pero a mis nueve años eso no era más que un run-rún entre los mayores. Los mayores, en mi caso, eran mi padre, mi hermano y mis tíos, todos madridistas felices y henchidos de legítimo orgullo. El Madrid acababa de ganar su quinta Copa de Europa en un partido arrasador, 7-3 al Eintracht de Frankfurt, cuatro de Puskas y tres de Di Stéfano. Y no era sólo eso: esa final se había jugado a caballo de la semifinal de Copa con el Athletic de Bilbao. En San Mamés había perdido el Madrid 3-0 en la ida. A nadie le extrañó mucho: la mente en la final europea, lo buenísimo y copero que era el Athletic… Se daba por eliminado al Madrid, que era precisamente todo menos copero. ¡Y sin embargo, en la vuelta barrió al Athletic, 8-1, ocho goles al gran Carmelo!
Así que en vísperas de la final (en el Bernabéu, además), era frecuente escuchar: “Siete al Eintracht, ocho al Athletic… ¡A estos nueve!”.
El Atlético además tenía sus apuros. Le faltaban Griffa y Calleja, lesionados. Le faltaban Mendonça y Vavá, que como extranjeros no podían jugar la Copa. En la Liga sólo había sido quinto, a trece puntos del Madrid.
Realmente, en las vísperas había que ser muy osado para dar favorito al Atlético.
El mismo día empieza el Tour, al que Bahamontes acude en plena gloria, ganador de la edición anterior. Farolea en la prensa francesa, a la que sabe dar lo que le gusta. Asegura que se le da bien torear y que un empresario le ha ofrecido 12 millones por seis corridas. (La bola es descomunal: aún faltan seis años para que El Cordobés cobre un millón por corrida).
Bernabéu y Saporta pasan la víspera en Lausana: se están atando los detalles de la primera Intercontinental. El Madrid jugará el domingo siguiente en Montevideo, el partido de vuelta se fija para primeros de septiembre, en el Bernabéu. Todo es el Madrid. Todo lo que no es Bahamontes, por lo menos.
Ambos equipos se concentran en El Escorial. José Villalonga es el entrenador del Atlético. Lo había sido del Madrid en las dos primeras Copas de Europa. Militar de carrera, entró en el fútbol como preparador físico. La Escuela de Mandos de Toledo fue la primera cantera de preparadores físicos del deporte. Había ascendido a entrenador tras una pelea entre Ipiña, secretario técnico, y Enrique Fernández. Después de esos éxitos europeos pidió aumento de sueldo y Bernabéu le despachó con cajas destempladas. La mañana del partido tuvo una inspiración. Llama a Collar:
—Vas a ser el capitán. Vamos a ganar el partido por ti y vas a ser tú el que coja la Copa.
A Collar le extraña, porque el más antiguo es Callejo. Hoy piensa que Villalonga lo hizo por cábala. Él ya había cogido una Copa de manos de Franco, en la final juvenil del 52.
En las vísperas había que ser muy osado para dar como favorito al Atlético, pero acabó ganando al Madrid
Al Madrid le entrenaba Miguel Muñoz, jugador en las tres primeras Copas de Europa. Había entrenado ese mismo curso al Plus Ultra y Bernabéu le había reclamado cuando echó sobre la marcha a Fleitas Solich, arrastrado por el fracaso de Didí. Muñoz acababa de empezar, pero tenía el laurel de la semifinal de Copa de Europa sobre el Barça de HH (3-1 y 1-3) y de la final del 7-3. Aunque se suponía que quien mandaba era Di Stéfano.
También el Madrid tenía bajas: Marquitos, Pachín y Canario. Canario era extranjero. Marquitos estaba lesionado. Pachín arrastraba una suspensión en España por un caso previo de doble contratación (fichó a un tiempo por Osasuna y Burgos) que no le impedía jugar en la selección ni en la Copa de Europa.
El partido es a las 20:30. Antes, el Firestone de Basauri, con un hermano del famoso Maguregui en sus filas, ha ganado la final juvenil por 5-2 al Murcia. Llega Franco, con el himno, los cuatro finalistas forman, el capitán del Firestone sube a por la Copa. Empieza el partido, se espera una masacre. Los equipos salen así:
Real Madrid: Domínguez; Pantaleón, Santamaría, Miche; Vidal, Zárraga; Herrera, Del Sol, Di Stéfano, Puskas y Gento.
Atlético de Madrid: Madinabeytia; Rivilla, Callejo, Alvarito; Ramiro, Chuzo; Polo, Adelardo, Jones, Peiró y Collar.
Arbitra Birigay. El Madrid no ha ganado la Copa desde 1947. El Atleti, nunca.
El Atlético sale a aguantar. Callejo se coloca de defensa escoba. Los laterales fijan a los extremos. Ramiro marca a Di Stéfano, Chuzo a Puskas, Polo, supuesto extremo, baja a la media a vigilar a Del Sol. Adelardo les ayuda a todos. El ataque queda fiado a la velocidad de Peiró y Collar (el ala infernal) y a la constancia del guineano Jones.
El Madrid, dueño del campo y el balón, marca el 1-0 en el 20′. Raro gol, un córner directo lanzado por Puskas, desde la izquierda y con la izquierda, pegándole con el exterior. Madinabeytia no queda en buen lugar. Luego hará un buen partido.
Pero al tiempo se lesiona Gento, al que se le reproduce un tirón mal curado. Quedará inútil para el resto del partido y servirá de explicación a la derrota. Aún con él de figura decorativa, el Madrid domina, manda. Hay un cabezazo de Di Stéfano al palo, hay paradas de Madinabeytia, hay un penalti a Del Sol que Birigay saca fuera del área. Hay un par de fallos inesperados de Puskas en el remate. Precisamente él, siempre infalible. Al descanso se llega 1-0. El Atlético ha hecho poco, pero algo inquieta a los madridistas: Collar le ha ganado todas a Pantaleón. “Como carguen el juego por ahí…”.
En el 51′ llega el 1-1 precisamente por Collar. Se va, tira y falla estrepitosamente Domínguez, cuyo paso por el Madrid se caracterizó por parar bien todo menos lo que le enviaba Collar. La facilidad con que este le hacía goles se hizo legendaria.
El Madrid aprieta, pero el partido se le ha puesto cuesta arriba. Liquidado Gento, Polo se va al extremo, a apoyar el ataque, para que Adelardo tome a Del Sol y Rivilla apoye. Herrera juega mal, no gana ni una. El Madrid ataca por el centro, con calidad, pero progresivamente más lento. El paso de los minutos le empeora. Al Atlético le mejora.
Se empieza a especular con la prórroga cuando en el 76′ Collar se va una vez más de Pantaleón, tira, rechaza Domínguez como puede y Jones, atento, remacha desde cerca. Me figuro que Domínguez pensaría: “Para una que le paro a Collar…”. Es el 1-2. El Madrid gasta lo que le queda en un último arreón, pero la salud está del lado del Atlético. En el 86′, Collar se va por enésima vez de Pantaleón y envía un centro raso, claro y medido, a Peiró, que machaca desde cerca. El Atlético es campeón.
Collar sube los escalones para coger la Copa de manos de Franco. La intuición de Villalonga se ha cumplido. El Madrid, abajo, aplaude agotado.
El Madrid es campeón de toda Europa menos España. Así lo dirán los atléticos.
Y Bahamontes, con ictericia, pierde ocho minutos el primer día del Tour.
El Chelsea tiene la Premier en el bolsillo. Sin grandes alardes, poco mando y escasa propuesta, el cuadro de Mourinho resistió las embestidas del United y se llevó el partido con un solo golpe, de Hazard, que certificó el triunfo por debajo de las piernas de De Gea. A cinco jornadas para el final, el Chelsea le saca 10 puntos al Arsenal, su máximo perseguidor, y acaricia el título de Liga.
El United, mermado por las bajas,—Carrick, Phil Jones, Blind y Marcos Rojo, se lesionaron contra el City—no pudo sumar su séptimo triunfo consecutivo. Lanzado en la recta final de Liga, solo su desastrosa primera vuelta explica que no le haya podido discutir el liderato al Chelsea, que ha visto cómo sus rivales se caían de la lucha por incomparecencia. De hecho, el cuadro de Van Gaal es el segundo mejor equipo de la Premier en 2015, solo por detrás del Arsenal, al que le podría quitar la segunda plaza, sin perder de vista al City, a cuatro puntos.
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El fogoso inicio de los diablos rojos en Stamford Bridge pilló a contrapié al equipo de Mourinho, que no acostumbra a alarmarse con el primer contratiempo. Proponía el United, esperaba su rival, ordenado defensivo y previsible, experto en sacar suculentos réditos de situaciones adversas. Rooney pudo adelantar a su equipo cuando no se habían cumplido ni cinco minutos de partido. El ariete, más retrasado en Stamford Bridge, recibió un centro desde la izquierda, se acomodó el balón y lo lanzó a la escuadra de Courtois. En la otra portería, De Gea cantó gol. Le engañó la perspectiva, que le hizo creer que el balón había entrado por donde solo pasó cerca.
Poco a poco el Chelsea empezó a acompasarse con el ritmo del partido, marcado por el United. Sin Costa ni Rémy, Mourinho apostó por Drogba en punta. El marfileño de 37 años sumó su décimo partido como titular, escoltado por Hazard, Oscar y Fàbregas. El talento blue, sin embargo, andaba desaparecido en Londres, diluido por el control del United, bien cerrado por Herrera y punzante con Mata, que volvía a Stamford Bridge. De un embrollo y un error de De Gea pudo llegar el primero del Chelsea. Un lío que acabó con Ivanovic en el suelo y De Gea mangándole un balón a Hazard con la mano fuera del área que el árbitro no vio.
El gol llegó un instante después, cuando por fin conectó el talento ausente del Chelsea. Terry robó el balón y cedió a Fàbregas, que lo condujo hasta encontrar a Oscar. El brasileño asistió de tacón a Hazard, que encontró entre las piernas de De Gea el camino directo a su red. El Chelsea volvió a sacar petróleo de un paréntesis, de un inciso en su espeso juego.
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Poco cambió en la segunda parte, salvo que el Manchester bajó la intensidad. Tanto que un despiste de Herrera, obligado a hacer del lesionado Carrick, pudo costarle el segundo en contra. El español dirigió su pase a Matic, que lanzó un balón largo a Drogba. El punta se citó delante de De Gea dentro del área, acompañado por Smalling, que llegó justo para meter el pie y desviar el disparo. El balón se marchaba desviado, pero Hazard corrigió su trayectoria y, sin ángulo, lo hizo chocar con el exterior del palo derecho de De Gea.
La más clara para el United la tuvo Falcao, que también se topó con la madera. El palo evitó que el colombiano, que pide más minutos, respondiera con goles a la oportunidad que le había dado Van Gaal. El holandés movió el banquillo en busca de la agitación de Di María y Januzag, pero resultó insuficiente para evitar que el Chelsea diera un golpe prácticamente definitivo a la Liga.