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Wernher von Braun, el hombre cuyos cohetes llevaron al hombre a la Luna, escribió que sus dos principales problemas eran la gravedad y el papeleo. “Podemos lidiar con la gravedad”, dijo, “pero a veces el papeleo nos desborda”.
En España, más de 50 años después, la burocracia sigue siendo un problema mucho más infranqueable para muchos científicos que la gravedad o ser competitivos en sus disciplinas. Albert Pol es un ejemplo de ello. Este doctor en biología se dedica a la ciencia básica, entre otras cosas, para buscar nuevos antibióticos capaces de frenar la creciente resistencia a los fármacos actuales, un problema que causa gastos sanitarios millonarios y provoca unas 25.000 defunciones cada año en la UE. Hace unos meses, la financiación de su equipo, compuesto por él y otras tres personas, era casi nula. Cuando las cosas parecían no poder ir a peor, a Pol le comunicaron desde la Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación, dependiente del Ministerio de Economía, que este año no tendría financiación del Plan Estatal de I+D+i porque su currículum no tenía el formato adecuado.
“En esta situación no tenía forma de pagar a mi investigador posdoctoral y al técnico de laboratorio y eso suponía que el grupo entero iba a desaparecer en junio”, explica Pol, que trabaja en IDIBAPS, un organismo de investigación asociado al Hospital Clínico de Barcelona, la Universidad de Barcelona y el CSIC.
“Es absurdo que un investigador de prestigio de Harvard tenga un currículum de tres páginas y que en la Universidad Complutense haya otro con cincuenta”
El suyo es uno de los 250 grupos de investigación españoles que el Gobierno ha dejado sin financiación por defectos de forma en el currículum. En muchos casos esto quiere decir que tenían más de las cuatro páginas estipuladas, aunque también el tipo de letra o un espaciado incorrecto podían dejar fuera de forma irreversible a los candidatos, independientemente de su valía científica. La medida causó una fuerte polémica y provocó la dimisión de Carmen Castresana, directora de uno de los mayores centros de investigación biomédica del país. Entre los afectados hay grupos que han conseguido financiación europea en programas más competitivos y exigentes que el Plan Estatal español, como por ejemplo los del Consejo Europeo de Investigación (ERC), que frecuentemente es citado por los responsables de I+D del Gobierno como modelo a seguir. Como explicaban hace unas semanas Albert Esteve, e Iñaki Permanyer, ambos ganadores de financiación del ERC, ante currículos demasiado largos esta organización europea simplemente ignora las páginas sobrantes sin eliminar por ello la candidatura del científico en cuestión.
Pol explica que la financiación del Plan Estatal le hubiera dado unos 200.000 euros en tres años y que servirían básicamente para pagar al personal de su laboratorio. Tras ser rechazado por el Gobierno, su grupo ha conseguido salvar los muebles gracias a otro programa internacional para proyectos científicos arriesgados y con gran potencial. Se trata del prestigioso Human Frontiers Science Program, que este año ha seleccionado 21 proyectos internacionales entre más de 1.000 candidatos. El de Pol, que colabora con grupos de Australia, Brasil y EE UU, pretende averiguar si el sistema inmune de los mamíferos produce proteínas desconocidas basadas en lípidos capaces de eliminar bacterias, es decir, nuevos antibióticos. Pol es el único español que ha sido reconocido este año en este programa internacional y gracias a él, dice, conseguirá 1,3 millones de dólares durante tres años con los que podrá continuar su trabajo.
En 2001, este biólogo fue seleccionado en la primera promoción del programa Ramón y Cajal, diseñado por el Gobierno para recuperar cerebros españoles en el extranjero y atraer talento científico a España. En 2007 consiguió una plaza de investigador ICREA, otro programa para científicos de alto nivel tanto españoles como extranjeros, en este caso creado por la Generalitat de Cataluña. Por lo menos tres investigadores ICREA están entre los afectados por el problema de los currículos, explica Jaume Bertranpetit, director de este programa. “Es evidente que entre los 250 grupos excluidos en todo el país hay problemas gravísimos, el Plan Estatal es la financiación básica que permite el funcionamiento de la máquina de la investigación del Estado y cuando esta falta, es terrible”, comenta.
Se han visto atados por su propia norma y, aunque la situación es injusta, parece que no queda otra que tragar con ella
Bertranpetit cree que la intención del Gobierno para normalizar los currículos es buena, pero se ha ejecutado de la peor forma posible escudándose en «la parafernalia burocrática». “Es absurdo que un investigador de prestigio de Harvard tenga un currículum de tres páginas y que en la Universidad Complutense, por ejemplo, haya otro con cincuenta”, explica Bertranpetit. Pero, matiza, la norma introducida para implementar el cambio es “tan rígida que todo el mundo sale perjudicado con ella”.
El jefe de ICREA habla de casos de científicos que se han quedado sin financiación porque al transformar su currículum al formato pdf este se pasaba una línea de las cuatro páginas estipuladas. Al contrario que en las convocatorias anteriores, el error era “no subsanable”, es decir, dejaba automáticamente fuera al candidato. Normalmente, había unos días de gracia para corregir errores.
El cambio se advertía claramente destacado en el encabezamiento de la convocatoria y en amarillo chillón. Por eso la Secretaría de Estado de I+D+i ha defendido su actuación y opina que la responsabilidad es de los candidatos que no rellenaron la petición correctamente. “Sin duda los investigadores cometieron el error, pero la rigidez de la norma es excesiva”, opina Bertranpetit, que intentó, sin éxito, que la Secretaría de Estado de I+D+i, dirigida por Carmen Vela, rectificase. “El problema es que una vez que la convocatoria está en el BOE ya no tiene solución, se han visto atados por su propia norma y, aunque la situación es injusta, parece que no queda otra que tragar con ella”, lamenta.