Guardiola: «He ganado tres títulos al año jugando de esta manera»

Guardiola: «He ganado tres títulos al año jugando de esta manera» Guardiola: «He ganado tres títulos al año jugando de

Pep Guardiola vs. José Mourinho: el regreso del duelo de estilos

Pep Guardiola vs. José Mourinho: el regreso del duelo de estilos Pep Guardiola vs. José Mourinho: el regreso del duelo

Máxima flexibidad en el Bayern

La posesión como herramienta. El balón para atacar o el balón para controlar el ritmo del partido. Las dos ideas no son excluyentes sino complementarias, pero a veces hay que elegir una como prioritaria. No es una cuestión menor, porque tanto el Barça como el Bayern necesitan relacionarse a través del balón por la misma razón que exigimos oxígeno para respirar. Sin la pelota, pueden disfrutar puntualmente, porque saben explotar su calidad en los espacios abiertos, pero tienen que recurrir a la supervivencia para no ahogarse si la situación se alarga. Las condiciones físicas en las que el equipo de Guardiola llega a la eliminatoria, después de sufrir durante toda la temporada bajas largas por lesión, le obliga todavía más a disponer de la pelota para intentar minimizar el intercambio de golpes.

Las lesiones han debilitado al Bayern: lo difícil de buscar el desequilibrio es que el talento no se crea

El escenario competitivo invita al equipo alemán a alargar las posesiones para que el partido tenga un ritmo más bajo, a quitarle revoluciones con el objetivo de que el Barça se sienta obligado a reanimarlo cada vez que recupere el cuero, a sugerirle la precipitación como trampa venenosa, a no estimular la alegría ofensiva blaugrana y a que el pase se imponga al remate. En cambio, el equipo de Luis Enrique deseará tener más posesión para atacar, exigir defensivamente al rival, erosionarlo sin descanso. El estado de ánimo barcelonista quiere que pasen muchas cosas en el partido; al Bayern le interesará que pasen menos para ganar tiempo.

Uno más atrás o en el medio. La flexibilidad táctica de Guardiola es uno de los grandes patrimonios del Bayern. Cuando descubramos la alineación, desconoceremos su disposición hasta que empiece el partido. Con los mismos jugadores —no tiene mucho donde escoger—, podrá jugar con una defensa de cuatro o tres centrales y dos laterales largos. Ese detalle definirá el mapa táctico del partido y constará bajo secreto de sumario hasta que el balón empiece a moverse. El técnico catalán debe decidir dónde tener un jugador más, si atrás o en el centro del campo. Todo dependerá de si quiere estar más protegido ante la pérdida del balón o si quiere tener superioridad numérica donde se decide el destino del duelo. Desde la exuberancia, Guardiola no dudaría, porque siempre quiere contar con un volante más que el rival; falta saber si decide lo mismo desde la austeridad.

El contexto condiciona el enfrentamiento y obliga a la reflexión. Rafinha ha jugado los dos últimos partidos como tercer central, Lahm puede actuar por dentro o por fuera y Bernat se siente igual de cómodo como lateral clásico o con un recorrido más largo. Si finalmente juega con tres defensas, tendrá una línea de pase más para salir ante la presión alta blaugrana, podrá incorporar a los exteriores al mediocampo, pero sobre todo siempre estará blindado ante la transición afilada de Messi, Neymar y Luis Suárez; nunca en inferioridad numérica. Eso sí, le costará más dar uno o dos pasos hacia adelante para localizar el juego en el campo rival porque tendrá un jugador menos por delante del balón. Guardiola siempre lo podría corregir, pero antes deberá elegir.

Sin desequilibrio. Las lesiones han debilitado al Bayern en las dos áreas: en la defensiva, donde se pueden reciclar jugadores, y sobre todo en el desequilibrio, donde es imposible inventar soluciones porque el talento no se crea. La plantilla bávara se ha quedado sin los futbolistas más capaces de eliminar rivales a través del regate. Robben y Ribéry han nacido para desbordar por fuera, como lo habían hecho toda la vida, o por dentro, donde Guardiola los había conseguido infiltrar con naturalidad en la posición de interior esta temporada como la última evolución de su plan. Sus ausencias y la irregularidad permanente de Götze han dejado a Thiago como el único jugador capaz de generar superioridades numéricas en acciones individuales, ya sea a través de la conducción o del pase al espacio. Xabi Alonso reparte el juego, Lahm le da continuidad sin errores, Schweinsteiger llena el centro del campo, Lewandowski es un buen socio para la descarga, los laterales pueden ofrecer profundidad exterior y Muller tiene la gran virtud de ser indetectable, pero Thiago es el actor que puede dar sentido a un guion formalmente correcto que se ha quedado sin picante.

Un choque de extremos

Barcelona y Bayern volverán hoy a enfrentarse en la máxima competición europea (20.45, Canal + Liga de Campeones). Desde aquel primer duelo de la UEFA de la temporada 95-96, en el último capítulo de la etapa cruyffista del equipo azulgrana, el choque ha evolucionado de un predominio del equipo bávaro, que se mantuvo invicto hasta 2009, a las goleadas abrumadoras a favor y en contra de las dos últimas eliminatorias.

1995-96. Semifinales de la Copa de la UEFA

Crónica: Al Barça le explota el corazón. Por Ramon Besa

El Barcelona se enfrentó por primera vez al Bayern en competición europea en una época de declive. Tras los años dorados del Dream Team el club había llevado a cabo una renovación profunda de la plantilla, a la que se acabó sumando Figo, pero la transición no terminaba de cuajar. El Barça se jugó el pase a la final en el Camp Nou ante los alemanes. Había cosechado un buen resultado en Múnich, 2-2, con goles de Witeczek y Scholl, para el cuadro germano y de Óscar García y Hagi para el conjunto azulgrana. Pero no fue suficiente. Babbel y Witeczek golpearon al Barça en su campo y lo apearon de la competición europea, a pesar de que De la Peña en el 88 hizo creer en el milagro de la prórroga por un instante.

1998-99. Fase de grupos de la Champions.

Crónica: El Bayern apuntilla al Barcelona

Con Van Gaal en el banquillo, el Barcelona se volvía a encontrar al Bayern en Europa, ahora por primera vez en Champions. En los dos encuentros de la fase de grupos el equipo de Hitzfeld superó a los azulgrana, que otra vez se vieron batidos en su feudo. De nada valió una buena primera parte en la que el Barça jugó con pausa y

2008-09. Cuartos de final de la Champions.

Crónica de la ida: El Barça ametralla al Bayern. Por Ramon Besa

Crónica de la vuelta: De paseo por el Allianz Arena. Por R. B.

Tuvo que llegar el que hoy se sentará en el banquillo visitante para que el Barcelona doblegara por primera vez al Bayern. Y fue algo más que un triunfo. El Barça se convirtió en un rodillo en el Camp Nou para poner fin a la imbatibilidad del Bayern en los duelos directos. Fue una de las mejores exposiciones del fútbol de Guardiola. Una obra que desembocó en un 4-0 con doblete de Messi y tantos de Eto’o y Henry. El Barça entonces dio por terminada la eliminatoria, y visitó el Allianz con los deberes hechos.

2012-2013. Semifinales de la Champions

Crónica de la ida: Más cerca de Atenas que de Wembley. Por Ramon Besa

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Crónica de la vuelta: Esperpento del Barça. Por R. B.

El último duelo fue una pesadilla para el Barça. Un recuerdo que todavía planea en las ruedas de prensa. «Me dolió por cómo terminó, por cómo caímos. Pero al igual que para nosotros no fue una excusa los lesionados que teníamos, tampoco lo es para ellos ahora porque somos dos equipos demasiado grandes con plantel de sobra”, dijo Messi el martes sobre ese capítulo. Lo que pasó fue que el Bayern eliminó al equipo azulgrana con un resultado de 7-0 en el global. En la ida le hizo cuatro, los mismos que el Milan en la final de 1994. Un festival para los alemanes con doblete de Müller y tantos de Mario Gómez y Robben. El vendaval se alargó hasta el Camp Nou, donde Robben, Piqué en propia puerta y Müller certificaron una de las derrotas más duras para el Barcelona.

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La silenciosa venganza de Luis Enrique firmó su mejor capítulo delante de Guardiola

Hace cinco meses, el vestuario del Barcelona estalló por los aires. Messi se quedó de inicio en el frío y húmedo banquillo de Anoeta, el equipo azulgrana cayó derrotado y una guerra interna que estaba germinando desde hacía tiempo vio la luz: Luis Enrique vs Messi. En aquellos complicados momentos, la figura del entrenador asturiano quedó muy dañada, con el argentino como ganador de la batalla a ojos de la opinión pública y del club. La institución azulgrana le dejó claro al técnico lo que había, que Leo era intocable. Poco a poco, y a golpe de resultados, el entrenador azulgrana fue cogiendo aire hasta llegar a este punto, con un Barcelona cada vez más cerca de soñar con el triplete. La silenciosa venganza de Luis Enrique firmó ante el Bayern, hasta el momento, su mejor capítulo.

La afición del Camp Nou, con Pep Guardiola en el banquillo rival, elevó la voz como hasta ahora no lo había hecho para ensalzar la figura de su entrenador. El nombre de Luis Enrique fue coreado con fuerza desde la grada del estadio barcelonista, para dejar claro que ahora mismo es su líder, el que está guiando al equipo hacia lo puede ser una temporada redonda cuando nadie lo esperaba en el mes de enero. El técnico ha tragado mucho a lo largo de este ejercicio que se torció en un momento y que se enderezó cuando la convivencia con Messi se normalizó. Sin ser amigos, entendieron que el bien común mandaba.

Con una complicada relación con los medios de comunicación, muchas ruedas de prensa han estado cargadas de tensión. Se le ha preguntado una y mil veces por su futuro, sobre si continuará entrenando al equipo la temporada que viene, y él siempre viene a decir lo mismo: “Lo que me interesa es el futuro más inmediato del equipo”. Así ha sido siempre. Con elecciones a la presidencia a la vista, nadie puede asegurar que el asturiano siga en su puesto el próximo ejercicio. Luis Enrique respira hondo y no se mete en esta materia porque su único objetivo, dice, “es sumar títulos”. Y está cerca de cruzar hasta tres líneas de meta…

“Hoy mi relación es buena, no tengo ningún problema con el míster”, dijo el pasado martes Messi, un día antes de que Barcelona y Bayern se vieran las caras en el Camp Nou. Técnico y futbolista han sabido encontrar un punto de encuentro en el que el gran beneficiado está siendo un Barcelona embalado. “Mi relación es normal, buena, como la del resto de compañeros”, añadió el genial atacante con tranquilidad. Con la mirada relajada, Leo quiso despejar las dudas que pudiera haber ahora que el equipo está en la recta final de la temporada. Por ahora reman juntos y con fuerza. En el futuro ya se verá si sus caminos se separan…

Luis Enrique da instrucciones durante el Barcelona-Bayern (EFE)

Máximo goleador de la Champions

Sus relaciones con la dirigencia no ayudaron a que la temporada se desarrollara como esperaba cuando aterrizó en Barcelona. Cuando su duelo con Messi quedó a la vista de todo el mundo, Josep María Bartomeu le dejó claro que en este Barcelona jugaban Leo y diez más, como ya informó en su momento este periódico. Desde entonces, así ha sido, como también que el argentino ha cumplido unos meses fantásticos, coronados -a falta de partidos más importantes- ante el Bayern de Múnich con un genial doblete. “No contemplamos la temporada que viene sin Luis Enrique”, dijo hace poco el presidente, que más de una vez ha recibido un puyazo por parte del técnico.

Messi es único e irrepetible”, exclamaba Iniesta, mientras Bartomeu decía convencido que “es el mejor de todos los tiempos”. Y Luis Enrique, su gran enemigo en su momento, afirmaba que “Messi te sorprende cada día, pero me quedo con todo el equipo”, para poner cierta distancia con el aluvión de adjetivos que llenaron redes y medios para calificar a la estrella de Rosario. Pero obviamente, tuvo que añadir alguna frase más porque la ocasión lo merecía, añadiendo que “la vida es más fácil con Messi. Es un placer verlo cada día, es un futbolista de otra dimensión”.

Y es que un día más el apellido Messi se convirtió en cuestión de minutos en trendic topic. Con sus dos goles marcados al Bayern, Leo pasa a convertirse en el máximo goleador histórico de la Champions League con un total de 77, superando en un gol a Cristiano Ronaldo y en seis a Raúl. En la presente edición, el atacante barcelonista es el máximo goleador del torneo con 10 goles, quedando por detrás con 9 Cristiano Ronaldo y Luiz Adriano. En la presente temporada, Messi suma un total de 53 goles entre todas las competiciones, añadiendo a su hoja de servicios 25 asistencias de gol.

El Camp Nou ignoró a Guardiola y el homenaje se lo dio Messi

Pues sí. Pep Guardiola tenía razón. “Si Messi está como intuyo que está no hay defensa que pueda pararle, es imposible”, resumió en la previa. Y así fue. Y el técnico lo sabía, lo intuía, pero no pudo hacer nada para parar a la bestia, al genio, al enorme jugador que es Leo Messi. La vuelta del maestro, del ‘mito’ Pep Guardiola como le llaman muchos en Barcelona, no pudo ser más agria. Sus amigos ya avisaban en los días previos que, más que las bajas, lo que le preocupaba de verdad era el argentino y la certeza absoluta de que poco podría hacer ante su talento. Ya temía que, al estilo Frankenstein, la criatura que él creó con un balón delante no conoce ni a su padre.

No fue noche de nostalgias, melancolías ni homenajes para Guardiola. Él tampoco se prestó a ello. Salió el último al césped al comienzo y tras el descanso, evitando así una posible ovación, pero también encontrarse en el túnel de vestuarios a sus exjugadores. Sí se vio a Thiago y a Pepe Reina abrazarse con Xavi, Alba, Busquets e Iniesta, pero Pep se quedó en el vestuario hasta el último momento y no se cruzó con nadie. Antes de que comenzara el partido, con todos los futbolistas ya sobre el césped, subió rápido los últimos escalones de acceso al campo y se sentó en el banquillo visitante que le correspondía. Fue Luis Enrique el que fue a buscarle. Se abrazaron y, venga, al lío. Comenzó luego el partido tan eléctrico que no hubo más oportunidad para recordar el pasado, ni una sola vez se coreó su nombre en el estadio que tanto le ha adorado y añorado en muchos momentos.

No paró quieto Guardiola durante todo el partido, como en él suele ser habitual. El entrenador es un tipo nervioso hasta el extremo que vive los partidos con tanta intensidad en el banquillo como cuando era jugador y vomitaba antes de los encuentros. Sólo se sentó, ya derrotado, cuando Neymar marcó el tercero en el minuto 90’. Se dio la vuelta, apretó los dientes y se tiró en el moderno sillón del banquillo. Pep tardó luego una eternidad en salir del vestuario, casi una hora, y atender a los medios de comunicación. Afónico y fastidiado se rindió a la evidencia: “¿Messi? Lo único que se puede hacer con esta clase de jugadores es que participen lo menos posible porque cuando lo hacen no hay nada que hacer”.

Durante los cuatro años que dirigió al Barça declaró en un buen puñado de ocasiones que su único mérito era que le habían elegido a él para el puesto y no a otro y expresó su admiración hacia los futbolistas. Muchos le afearon la falsa modestia y, evidentemente, gran parte de la ‘culpa’ era suya, pero Messi se escapa a cualquier táctica o jaula. “Es duro”, admitió anoche el entrenador, “pero estoy muy orgulloso de mis jugadores y hemos llegado hasta aquí, no tengo ningún reproche. Felicito de corazón al Barcelona. Nos vemos la semana que viene en Múnich”, concluyó. Con el disgustazo por el 3-0 no estuvo Guardiola tan certero en la utilización de las palabras como en la previa, cuando vaticinó con una de esas frases redondas suyas: “El talento no se defiende”.

No hubo ni rastro de melancolía en el Camp Nou y sí una enorme explosión de júbilo por el fabuloso resultado. Mira si no era noche para homenajes, ni nostalgias, que ayer un mito como Xavi disputó sus últimos nueve minutos con la camiseta del Barça en Champions en el Camp Nou y todos los focos sólo se centraron en Messi.

Pep me abroncó por escribir tan poco

Resulta habitual que, tras asistir a la presentación en sociedad de un nuevo libro, poco importan su temática e intenciones, emprendamos el regreso al hogar con un ejemplar de dicho texto dedicado por el puño y letra del autor, menos dinero encima del que contamos mientras cerrábamos la puerta con llave, al salir de casa, y si acaso un par de teléfonos a los que llamar las tardes de domingo sin fútbol, en especial las de verano. Sin embargo, y como toda norma tiene su excepción, supongo, el pasado mes de septiembre yo mismo salí de la presentación en Madrid del esperado Herr Pep,de Martí Perarnau, sin el pertinente libro ni dedicatoria alguna del autor, un reguero de calderilla en los bolsillos, y unas palabras del propio Martí rondándome la existencia, casi a modo de amenaza: “En Alemania hay un señor que te quiere conocer”.

El señor resultó ser Pep Guardiola, como me temía, y la citación oficial llegó hace pocas semanas, aprovechando su obligada visita a Oporto para afrontar el encuentro de ida de los cuartos de final de la Champions League. Luciendo mi mejor camisa y con un libro de José Luis Alvite en la mano, a modo de sencilla ofrenda, me presenté en el lugar convenido, puntual, y a mi encuentro apareció Manel Estiarte, todavía oliendo a laureles, metales nobles y agua bendita. “Entiendo que estas no deben ser las mejores horas para quien madruga a las doce pero encantado de conocerte, Cabeleira”. Pasaban diez minutos de las siete de la tarde.

Luciendo mi mejor camisa me presenté en el lugar convenido y a mi encuentro apareció Manel Estiarte, todavía oliendo a laureles y agua bendita

Guardiola apareció un poco después, también muy sonriente, amable y disculpándose por habernos hecho esperar. Me preguntó si ya había cenado o si me apetecía alguna cosa, a lo que respondí que una hamburguesa y una cerveza serían un comienzo tan digno para una buena amistad como el aeropuerto de Casablanca, y él aprovechó la repentina confianza para abroncarme por escribir tan poco y levantarme tan tarde. Luego se empeñó en que nos hiciésemos una fotografía juntos y yo no supe decir que no, claro. Poco antes, el propio Pep había atendido la solicitud de una señora desde la distancia, placada suavemente por un miembro de la seguridad del club alemán: “¡A ver, Pep!… Te tienes que hacer una foto conmigo que yo soy gallega, ¿oíste?”.

Ya de regreso al hotel, incapaz de controlar tantas emociones y con el bar cerrado, decidí llamar a mi amigo Pablo para contarle que, por fin, había conocido al cromo de cromos, al rey de todos los álbumes, pese a que mi reloj marcaba las dos y media de la madrugada, franja horaria portuguesa.

—¿Y qué te contó ese hombre?, me preguntó intrigado, con voz de no haberse acostado todavía.

—Me dijo que Lewandowski opina lo mismo que tú.

—¿Lewandowski dice que Thiago es Dios?

—Tal cual, neno…

—¡Te lo dije! ¿Y sabes si piensa volver al Barça algún día, el Pep? Bueno… Es igual. Cuelga, anda, que tengo que llamar a estos para contarles lo del polaco y es muy tarde.

Neymar y Luis Suárez también eligieron trinchera y están en la de Messi

Después de la tormenta siempre viene la calma, y en el caso de Leo Messi, la frase se le ajusta como un guante. Tras tenérselas tiesas con Luis Enrique en un entrenamiento en enero, no acudir a un entrenamiento y quedarse en el banquillo ante la Real Sociedad, hace ya una vuelta, pocos apostaban por una solución plácida al enfrentamiento abierto entre el jugador y el entrenador. Y, sin embargo, ya se ha llegado al mes de mayo y el FC Barcelona opta al triplete con un Messi total. No solo marca, sino que asiste, piensa, se mueve, organiza y hace lo que le da la gana. Porque si hay un jugador que entiende el juego, ese es él. Si hay un futbolista al que el resto del vestuario se plega, es a él.

El argentino ha conseguido ya nada menos que 40 goles en la Liga, 51 en todas las competiciones en 50 partidos y 19 asistencias. Las cifras son estratosféricas. Los que conocen a Pep Guardiola aseguran que no han visto al técnico nervioso en esta última semana, pero sí preocupado. No es difícil imaginar que lo que más le obsesiona es cómo parar a un jugador como Messi cuando se mueve con libertad total y bien escoltado por Neymar y Luis Suárez. Pep, que fue el primero en entender que para que el equipo funcionara Messi debía sentirse feliz y sin compromisos dentro del terreno de juego, se enfrenta ahora a su obra. 

Josep Maria Bartomeu habla con Luis Enrique

El técnico asturiano se tragó el sapo

Luis Enrique también comprendió pronto que en la pelea con Leo, el que tenía las de perder era él. Así que el pasado mes de enero se tragó el sapo, toleró la salida de tono del jugador -“Messi perdió los papeles con Luis Enrique”, como señaló Mathieu-, decidió hacer de tripas corazón y ceder. Desde entonces el argentino no ha vuelto a oler el banquillo. Ha sido titular en todos y cada uno de los encuentros jugando los noventa minutos y su relación con el entrenador se limita a una cuestión profesional, aunque siguen sin hablarse. La elección de Luis Enrique, más allá de que ahora caigan o no los títulos, fue acertada ateniendo al rendimiento del jugador y a la estupenda conexión que tiene con Luis Suárez y Neymar. Eso sí, el uruguayo y el brasileño también escogieron trinchera. Y están en la Messi, no en la de su entrenador.

El líder es Leo y Neymar y Suárez se esfuerzan en complacerle. Su autoridad no se discute; la del técnico, sí. Ahí han estado los gestos malhumorados de ambos cuando Luis Enrique ha decidido sustituirles. Desde el jaleo del Pizjuán, eso sí, Neymar no ha vuelto a ser el elegido, mientras que el charrúa ha tenido que encaminarse hacia el banquillo con la cabeza gacha y sin hacer más ruidos, que bastante la lió el brasileño. Así, no es tan difícil entender el gesto de Messi el sábado en Córdoba, cuando le dejó a Neymar tirar el penalti. El voraz Messi valora tener aliados en el vestuario y el terreno de juego por encima de su feroz lucha con Cristiano Ronaldo. 

Después del evidente malhumor del portugués el pasado miércoles cuando Arbeloa le ‘quitó’ un gol ante el Getafe, las comparaciones con el argentino y su gesto de generosidad estaban cantadas. No es que a Messi no le importe el Pichichi ni Cristiano, sino que sus objetivos van más allá de ser el máximo goleador de la Liga. Dentro del vestuario siempre se ha destacado, además de sus indudables cualidades técnicas, que es un tipo listo. Y con la madurez ha comprendido que serán los títulos del equipo los que, de paso, le encumbren a él. La temporada pasada el Barça no ganó ninguno y tuvo que escuchar cómo Cristiano le retaba en Suiza con el Balón de Oro en sus manos. Para alguien como Leo, fue una afrenta que no ha olvidado. Y la manera de cobrársela es hacer justo lo que hace: Marcar goles, sí, pero sobre todo jugar para el equipo. Y lo demás, con un poco de fortuna, caerá como fruta madura.

Una fiesta sin cerveza

Abortada la resistencia pasajera del Dortmund, que le birló dos Bundesligas (2011 y 2012) con la seductora propuesta de Jürgen Klopp, el Bayern no encuentra mayor estímulo ni desafío en su propio campeonato que la autosuperación. La liga alemana se traduce en un ejercicio rutinario para el gigante bávaro, gobernador implacable del torneo en los últimos tiempos —10 cetros de 15 desde la entrada en el nuevo siglo—, sea en la versión que sea. Ayer, después del tropiezo del Wolfsburgo frente al Moenchengladbach (1-0) y del triunfo un día antes contra el Hertha Berlín (1-0) en su lujoso hogar, el equipo muniqués celebró su 25º título en Alemania.

Se trata del segundo con Pep Guardiola en su banquillo, el quinto del catalán desde que aterrizó en la región de Baviera. Contratado hace dos años para llevar a cabo una obra magna, para implementar un estilo vistoso y contracultural en medio de un torneo rudo y físico hasta hace no mucho, el técnico ha atado el objetivo a falta de cuatro jornadas para la conclusión del campeonato. Aunque ha tardado tres semanas más que el curso pasado, cuando se convirtió en el campeón más precoz de la Bundesliga, los registros del Bayern vuelven a ser categóricos.

Tomó el mando desde la quinta jornada —la temporada anterior lo hizo en la octava— y por el camino ha dejado varios marcadores rotundos —6-0 al Werder Bremen, 8-0 al Hamburgo (su triunfo liguero más abultado en 30 años) o el 0-6 en Paderborn—, así como unos registros demoledores: 24 victorias, cuatro empates y solo dos derrotas; ante el Wolfsburgo y el Borussia Moenchengladbach, precisamente. Hasta ahora, su ratio goleador se eleva a 2,53 dianas por encuentro (77 a favor y 13 en contra), ligeramente inferior al de la 2013-2014, sellada con un promedio de 2,65 y 94 tantos, por los 23 encajados.

Vuelve Guardiola a engarzar el título después de tomar decisiones complicadas el pasado verano y de dar una vuelta de tuerca a su equipo, golpeado por las lesiones. Dio vía libre al traspaso de dos jugadores importantes como Kroos (Real Madrid) y Mandzukic (Atlético) e incorporó piezas estratégicas como Xabi Alonso, jefe de operaciones en el centro del campo, o el polaco Lewandowski (16), segundo goleador del Bayern en el torneo doméstico por detrás de Robben (17).

La cifras vuelven a ser demoledoras: 24 triunfos, cuatro empates y dos derrotas, con un promedio goleador de 2,53 dianas por encuentro

Asimismo, decidió el entrenador españolizar un poco más el equipo. A la presencia de Javi Martínez y Thiago, reclutados en su primer año en Múnich, añadió la de Reina y Bernat, al que ha concedido un papel relevante en el carril izquierdo del equipo. En la faceta creativa sobresale hoy el joven Thiago, decisivo en el pase a las semifinales de la Champions, en las que el cuadro alemán quedó emparejado con el Barça. Antes de acometer el reto europeo y de la semifinal de la Copa, mañana martes (20.30), a partido único frente al Dortmund, despejó el camino con su 19º título como entrenador.

“Lo celebraremos por todo lo alto”, dijo el director general del club, Karl-Heinz Rummenigge. A buen seguro, con la cerveza que también regó a Guardiola hace un año.

La Liga más atractiva

Sentenciadas casi todas las grandes ligas en Europa, la española mantiene el afilado pulso entre el Barcelona y el Real Madrid a falta de cinco jornadas para el final. Solo dos puntos les separan. El bipartidismo, quebrado el curso pasado por la irrupción del Atlético, se percibe ahora como un mal menor comparado con el absolutismo que, en otros torneos, ejercen los más poderosos. La lesión de Benzema ha permitido a Ancelotti encontrar un filón en Chicharito, sacrificado y listo tanto para jugar de espaldas a la meta rival como para abrirse caminos verticales hacia la portería anoche del Celta en Balaídos, donde marcó dos de los cuatro goles madridistas (2-4). Mientras, el Barça sigue cabalgando a lomos de su trío de atacantes, con un Messi cada día más dominante en todas facetas del juego, como el sábado en un derbi azulgrana en Cornellà ante el Espanyol de principio a fin.

En Italia, la Juventus no ha admitido réplicas más allá de algunos tramos de la Roma, descolgada ya a 15 puntos, uno menos que la Lazio. La Vecchia Signora, rival del Real Madrid en las semifinales de la Champions, ha tardado en volver a la élite europea y, por sus recursos, está todavía lejos de medirse al conjunto blanco de tú a tú, por mucho que el fútbol reserve sorpresas en cada esquina.

En la Bundesliga, el Bayern se proclamó ayer campeón tras pasearse una temporada más de la mano de Pep Guardiola, sin ni siquiera el incordio de un Borussia Dortmund desfondado, apenas animado por la remota presencia del Wolfsburgo. El panorama, además, invita a pensar en una competición sin rivales para el Bayern en los próximos cursos. Su cruce de semifinales ante el Barça despierta curiosidad y expectación en todos los rincones, ávidos del choque entre los dos cuadros más goleadores de la Champions.

En Inglaterra, el Chelsea ha aprovechado la confusión del Manchester City para consolidar el éxito de su apuesta mucho más defensiva (ayer empató sin goles ante el Arsenal en el Emirates y solo suma 65 tantos en 32 partidos por los 77 del Bayern en dos encuentros menos) y liderar la Premier con 10 puntos de ventaja sobre el conjunto de Pellegrini.

Solo Francia mantiene una distancia similar a la española entre el adinerado PSG, vapuleado por el Barça en los cuartos de final de la Champions, y la sorpresa del Olympique de Lyon, que ha vuelto a la élite después de una larga ausencia y queda a tres puntos. El Marsella, pese a un arranque ilusionante impulsado por la mística de Marcelo Bielsa, se ha desplomado en la segunda parte del campeonato y ya está a 11 puntos.

Otro signo de la vitalidad de la Liga es la tabla de goleadores. Hay vida detrás de los dos monstruos. La estela que dejan Cristiano Ronaldo (39 tantos) y de Messi (36) la pisa Griezmann (22 en 32 encuentros). El delantero francés del Atlético sería, con esa cifra, el máximo anotador de las tres principales Ligas europeas: por delante de los 21 tantos de Agüero en 29 partidos con el City; los 19 de Meier en 26 con el Eintracht de Fráncfort; y los 18 de Tévez en 28 citas con la Juventus. La excepción otra vez llega de Francia: Lacazette, el atacante del Lyon, ha alcanzado las 25 dianas en 29 duelos. El cuarto de la Liga, Neymar con 19, también se codearía entre los mejores en algunos torneos europeos.

Tal y como ha llegado el Barça al tramo final, nadie parece capaz de pararlo si no es el Atlético en la penúltima jornada en el Calderón. Los otros cuatro rivales son de la parte media de la tabla hacia abajo: Getafe, Córdoba, Real Sociedad y Deportivo. El Madrid, en cambio, se enfrentará a los dos principales escollos seguidos, el Sevilla en el Pizjuán y el Valencia en el Bernabéu, justo en medio de la eliminatoria frente a la Juve.

Sin final, sin triplete y sin Robben

El Borussia Dortmund eliminó al Bayern en la semifinal de la Copa de Alemania en la tanda de penaltis tras empatar (1-1). Partido en el que, además, los bávaros recuperaron y perdieron a Robben en sólo 18 minutos. A Guardiola le ha mirado un tuerto o el Bayern tiene un gafe en los servicios médicos. Resulta que no hace mucho, un informe de la UEFA retrató al conjunto muniqués cuando recordó que de todos los equipos que disputan la Champions el alemán tiene un récord para sonrojarse: en ningún otro club los lesionados tardan más en recuperarse que en el Bayern. Tal vez, la bronca entre el director general del club Rummenigge y el doctor Hans-Wilhelm Müller-Wohlfahrt tras la derrota (3-1) contra el Oporto, en la ida de los cuartos de la Champions que precipitó la dimisión del galeno, después de 40 años en el club, tuviera algo que ver con el documento.

La maldición de las lesiones que persigue este año al Bayern se personificó ayer en Robben. Volvió en el minuto 65 tras cinco semanas de baja por una rotura fibrilar y apuntaba a la semifinal contra el Barça. Pero 18 minutos después, fue a controlar un balón y se derrumbó con la mano sobre el gemelo de su pierna izquierda. Mejor le fue a Benatia, que también reapareció en escena tras superar otra rotura fibrilar, por más que Neuer, su portero, casi le dejara KO de un guantazo.

Para colmo de las desgracias, el Bayern perdió el camino de la final de Berlín y, al tiempo, el sueño de reeditar el triplete que logró Juup Heynckes en el curso 2012-13. Al Bayern, actual campeón de la Copa, le había bastado una faena de aliño para ser mejor que el rival durante 60 minutos, pero sólo confirmaron su superioridad con un gol de Lewandowski -que se lo llevaron al hospital por una conmoción cerebral- a la media hora de juego. Ya se sabe que los de amarillo si algo tienen es orgullo y en la que era la última visita de Klopp al Allianz, no iban a caer sin resistir. Poco a poco le fueron pillando el pulso al duelo, a los de Guardiola les dio un vahído y a falta de un cuarto de hora, con un remate de Aubameyang que Neuer sacó cuando el balón ya estaba dentro, igualaron el choque.

Por mucho que se rehízo el Bayern, entre la falta de acierto en dos remates de cabeza de Schweinsteiger y unas claras manos en el área amarilla que el árbitro no vio, y pese a quedarse con 10 por la expulsión de Kampl, el Dortmund aguantó las acometidas y estiró el partido hasta los penaltis. Y ahí, desde el punto fatídico, se resbalaron Lahm y Xavi Alonso —como hiciera Terry en la final de la Champions de 2008 ante el Manchester United— de manera idéntica para mandar su lanzamiento a la grada. No fallaron Gundogan y Kehl, pero Neuer dio vida al Bayern parando el tercero, de Hummels. El de Göetze, lo paró Langerak, así que en el turno de Neuer iba la eliminatoria: la pelota se estrelló en el larguero. Y el Bayern se quedó sin final de la Copa y sin triplete. Sin Robben ya se había quedado un rato antes, otra vez.

Al ataque, con o sin lesionados

Al Barça no le ha ido nada bien en sus partidos con el Bayern. La última eliminatoria de Champions, en 2012-13, se saldó con dos goleadas del equipo de Heynckes: 4-0 y 0-3. La enfermedad de Vilanova y la lesión de Messi facilitaron el éxito del club alemán, que acabaría siendo el campeón, como ha venido ocurriendo con el equipo que ha eliminado al Barça —semifinalista en ocho de las últimas diez ediciones— a excepción del año pasado con el Atlético. Los alemanes se vengaron de la exhibición azulgrana en 2008-09 con Guardiola en el banquillo del Camp Nou: 4-0 y 1-1. Una excepción porque el Bayern se impuso en las semifinales de la UEFA 1995-96 (2-2 y 1-2) y en la liguilla de 1998-99 (1-0 y 1-2). Y queda para el inventario el amistoso ganado en 2013 por el equipo de Baviera ya entrenado por Guardiola: 2-0.

Ambos equipos, de nuevo enfrentados en la Champions, aspiran a ganar la Liga —a los alemanes les faltan cuatro puntos— y la Copa. El choque europeo, con la ida en el Camp Nou, estará condicionado precisamente por los partidos previos y por las lesiones, numerosas en el Bayern. Alaba, Javi Martínez y Badstuber parecen descartados mientras son duda, aunque con muchas opciones de jugar, Robben, Ribery, Bernat, Benatia y Rafinha. Muy fecundos en Múnich, alimentados por figuras como Neuer, Lham, Götze, Müller y Lewandowski, los alemanes tienen más disfunciones en defensa cuando no consiguen tener la posesión de la pelota, aspecto que depende sobre todo de Xabi Alonso y el exazulgrana Thiago, que se enfrentará a su hermano Rafinha.

No hay manera de contener a Messi si está bien, y lo sé bien”, sentenció Guardiola

“No hay manera de contener a Messi si está bien, y lo sé bien”, sentenció Guardiola, protagonista del cruce morboso después de su etapa exitosa en el Barça. “El Barcelona es el más fuerte, pero no estamos desahuciados”, terció Beckenbauer, presidente del Bayern, ganador de cinco Copas de Europa, una más que el Barça.

Nueva York acoge la vida discreta de Raúl

El pasado 18 de abril, Raúl, el exjugador del Real Madrid, debutaba en el Shuart Stadium del New York Cosmos. Semanas llevaba anunciado este inicio de temporada en vallas por toda la ciudad. No marcó ninguno de los dos goles con los que su equipo ganó pero la prensa celebró “su energía” y cómo aún “demostraba su clase”. Dos días antes, Raúl y su mujer Mamen Sanz debutaban también en la vida social y pública neoyorquina. Escogieron un evento que la marca de relojes IWC Schaffhausen organiza cada año en el marco del Festival de Cine de Tribeca. Una fiesta en la que estuvieron rodeados de estrellas de Hollywood, como Robert De Niro, Christoph Waltz o Dakota Fanning. Días antes acudían sin focos a la actuación de la bailarina Sara Baras en la que coincidieron con parte de la colonia española en Manhattan.

Raúl, Mamen y sus cinco hijos se mudaron el pasado otoño cuando el jugador fue fichado como el nuevo héroe del club de fútbol neoyorquino en el que se retiró Pelé. En diciembre se hizo la presentación oficial, en la que le acompañó Mamen, el torero Enrique Ponce, gran amigo de la pareja, y el cónsul español, pero desde entonces han llevado una vida tranquila y muy privada. Lo que buscaban.

Tras su paso por Alemania y Qatar, la familia quería seguir aprovechando el anonimato del que no disfrutaban en Madrid. “Por supuesto, siempre echamos de menos Madrid, pero nos encanta vivir en Nueva York”, dijo después de la presentación oficial. “Nueva York es una de las mejores ciudades del mundo, sino la mejor. Es muy relajada. De alguna forma, te sientes un poco anónimo y lo agradezco, porque da la posibilidad de dar un paseo, jugar o tener momentos familiares, tener una experiencia normal, que ayudan a desconectar de todo”. A Nueva York se escapó la pareja unas navidades nada más comenzar su relación.

Es una maravillosa oportunidad para mi familia y lo estamos disfrutando”

Debido al inicio de la temporada de fútbol, es probable que se le vea en más actos públicos solo o con Mamen, como una forma de promocionar al New York. Sus hijos están yendo al mismo colegio al que fueron los de Pep Guardiola, cuando el exentrenador del Barça estuvo en la ciudad de año sabático, y donde están muy contentos con Mamen, por su nivel de implicación en las actividades escolares.

Raúl ha declarado estar, en sus palabras, encantado: “Es una maravillosa oportunidad para mi familia y lo estamos disfrutando mucho. Una ciudad como esta es un gran lugar para vivir y permitirá a mi mujer y a mí dar a nuestros hijos una gran educación y oportunidades para el futuro”. Y añade: “Vivir aquí es como vivir en una película. No es fácil mudarse a una nueva ciudad con una familia grande, pero después de seis meses, los niños están bien integrados en su nueva escuela, han hecho nuevos amigos, y mi mujer está muy feliz, que, como sabrás, es bastante importante”.

En diciembre Raúl contó que había hablado con David Villa, quien lleva en la ciudad desde el verano pasado, cuando le fichó el otro equipo neoyorquino, New York City FC, pero aún no se habían visto. Cinco meses después, según parece, los dos futbolistas aún no se han visto. Quizá ahora que empieza la temporada y el buen tiempo.

Raúl torea con una bandera española tras vencer en la final de la Liga de Campeones al Bayer Leverkusen por 2-1 en Hampden Park, Glasgow (Escocia), en 2002. / REUTER

Raúl ha sido fichado en el Cosmos no solo como jugador bandera, sino que además se involucrará en el entrenamiento de los jugadores jóvenes, la tarea que más le ilusiona ahora mismo, porque se ve como entrenador en un futuro quizá no tan lejano. “La capacidad de jugar con estos talentos futuros y enseñarles mis propias experiencias adquiridas en más de dos décadas como jugador es por lo que estoy en Nueva York”. Aun así, el futbolista, de 37 años, se resiste a pensar en el adiós: “Puedo estar mucho tiempo aquí. Si en seis meses veo que mi cuerpo dice basta, pararé. Hace 20 años que debuté. He jugado en el Real Madrid, en Alemania, en Qatar… Esto es lo que quería para el final de mi carrera. No hay ciudad como Nueva York ni club como el Cosmos. Quiero contribuir al esfuerzo que están haciendo. Si vuelvo a España, por supuesto, sería al Real Madrid. Es mi casa”.

Guardiola desafió a la UEFA con su camiseta en la que pidió #JusticiaparaTopo

«Pep Guardiola sabía que corría el riesgo de que lo sancionaran. Y decidió hacerlo igual. Mi gratitud es infinita. Gracias!». Este mensaje de la periodista argentina Verónica Brunati en su cuenta de Twitter resume el sentir del mundo del fútbol después de conocer que la UEFA ha abierto expediente disciplinario al técnico del Bayern de Múnich por comparecer el pasado lunes con una camiseta con la leyenda #JusticiaparaTopo, en la rueda de prensa previa al encuentro de vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones que disputó contra el Oporto.

El entrenador catalán apoyó de esta manera la causa defendida por la familia del periodista argentino Jorge ‘Topo’ López, fallecido durante el Mundial de Brasil cuando el taxi en el que viajaba fue embestido por un automóvil robado por unos delincuentes a los que perseguía la policía brasileña y, como comentó su compañera en el mencionado tuit, Pep sabía a lo que se exponía. Cabe recordar que, además de jugadores como Messi o Mascherano, FC Barcelona y Atlético de Madrid posaron juntos antes de su partido de Liga en el Camp Nou con un letrero en el que pedían #JusticiaparaTopo.  

Sin embargo, la UEFA, esa institución en la que, al igual que en la FIFA, tanto gusta hablar de respeto y juego limpio, volvió a demostrar que está dirigida por personas, no ya sin corazón, sino también sin ningún tipo de criterio para saber cuándo una excepción confirma las reglas e, incluso, las hace más razonables. Según informó la UEFA, a Guardiola se le abre expediente por un «incidente de naturaleza no deportiva«, según el artículo 11 (2) (c).

Jorge ‘Topo’ López, de 38 años, salió despedido del vehículo, falleciendo en el acto. El taxista resultó herido y fue atendido en el Hospital General de Guarulhos, mientras que los tres ocupantes del coche robado, dos de ellos menores de edad, salieron ilesos del accidente. Los tres fueron detenidos por la policía. Fue el segundo periodista que murió en la cobertura del Mundial de Brasil, ya que una semana antes, la también argentina María Soledad Fernández perdió la vida en un accidente de coche en el estado brasileño de Minas Gerais, en el que resultaron heridos sus dos compañeros de un equipo de televisión.

La UEFA abrió, asimismo, expediente disciplinario al entrenador del Oporto, el también español Julen Lopetegui, que fue expulsado en el partido disputado en el Allianz Arena y que finalizó con victoria bávara por 6-1. Lo hizo de acuerdo al artículo 60 del reglamento. La Comisión de Control, Ética y Disciplina se reunirá para abordar estas cuestiones el próximo 21 de mayo, según precisó el mismo comunicado.

Tuchel, el ‘Guardiola alemán’, sustituye a Klopp en el Dortmund

La directiva del Borussia Dortmund tardó sólo cuatro días en encontrar un sustituto para Jürgen Klopp, el carismático técnico que ocupó durante siete años el banquillo de entrenador del equipo. Este domingo, el club dio a conocer un breve comunicado donde señala que Tomas Tuchel, un entrenador de 41 años y que ya ha sido bautizado como el ‘Guardiola de la Bundesliga’, a causa de su pasión por una táctica meticulosa y el juego rápido y agresivo, había aceptado firmar un contrato de tres años.

La designación de Tuchel no está exenta de una rara ironía deportiva. El nuevo entrenador del Borussia, al igual que Klopp, fue durante cinco años entrenador del FCV Mainz 05, el mismo club donde Klopp se hizo famoso como entrenador. En ese lapso, Tuchel tuvo éxito en formar un equipo sólido que se ganó el derecho en dos ocasiones para jugar en la Liga Europea. En el verano del 2014, Tuchel abandonó el Mainz para disfrutar de un año sabático, algo que también hizo Guardiola en su momento.

El nuevo entrenador del Borussia, que recién será presentado a la prensa y a la afición cuando termine la actual temporada, nunca ha ganado un campeonato, pero tuvo éxito en labrarse una sólida imagen de ser un técnico inteligente, que apostó por el juego rápido y agresivo. “Se me identifica con ciertos atributos: una forma de jugar activa, una defensa valiente y un juego rápido en la delantera”, dijo, cuando aún era entrenador del Mainz. Tuchel también es conocido por su rara habilidad de cambiar dos o tres veces la estrategia de juego de su equipo en un partido.

El nuevo técnico también tendrá que luchar contra la larga sombre de su antecesor y que goza de una gran simpatía y veneración entre los hinchas del Borussia

A pesar de sus atributos, su nuevo cargo representa el mayor desafío en su breve y exitosa carrera como técnico. Para nadie es un secreto que la directiva del equipo espera que Tuchel logre acabar con la mala racha del Borussia y lo lleve nuevamente a los primeros lugares de la tabla en la próxima temporada. El nuevo técnico también tendrá que luchar contra la larga sombre de su antecesor y que goza de una gran simpatía y veneración entre los hinchas del Borussia.

El club se coronó, bajo la dirección técnica de Klopp, dos veces campeón de la Bundesliga (2011 y 2012), ganó la Copa alemana (2012) y fue finalista de la Liga de Campeones (2013. La popularidad de Klopp quedo demostrada una vez más, el sábado pasado, cuando su equipo ganó 3:0 al Padeborn. Varios minutos antes de que finalizara el partido, los hinchas del Borussia comenzaron a aplaudir al técnico de 47 años.

El nombre de Tuchel como futuro entrenador del Borussia había sonado, incluso antes de que Klopp anunciara su decisión de abandonar el club y, el jueves pasado, cuando se confirmó su partida, la prensa especializada dio casi como un hecho su nombramiento. El Bild, fue un poco más lejos y señaló que había sido el propio Klopp quien había propuesto a Tuchel.

El ‘cacique’ Messi

Asegura la leyenda que un día, todavía en tiempos de Pep Guardiola, entonces entrenador del Barcelona, le preguntaron a Leo Messi, “¿Cómo véis al equipo?”. Y el jugador, abrumado por la precaria situación del equipo, respondió: “Pídanselo al técnico, que tiene la solución, o así se lo oí decir. Al parecer se levanta muy pronto por la mañana y acude a un cuarto oscuro y allí encuentra la respuesta a cualquier problema”.

Messi nunca habló mal de Guardiola y el técnico siempre dispuso al equipo para que triunfara el 10 del Barça, como quedó constatado en la vigilia del clásico del 2-6 cuando el entrenador convenció al futbolista para que jugara de falso 9. La relación de ambos quedó tocada en 2012 después de la derrota en la Liga con el Madrid y la eliminación en la Champions con el Chelsea.

El delantero ya no solo ejerce de goleador, sino que funciona como futbolista total

No encontró respuesta Guardiola, que se impuso un año sabático, y Messi se entregó a Tito Vilanova. La muerte del técnico y una seria lesión provocaron la dimisión del futbolista, especialmente manifiesta con Tata Martino, hasta que despertó su alma competitiva en la entrega del tercer Balón de Oro para Cristiano Ronaldo. El portugués afirmó su propósito de igualar a cuatro con Messi. Aquel día el argentino se juró que competiría por ganar el quinto, circunstancia que pasaba porque el Barcelona montara un equipo capaz de recuperar el trono de la Liga y competir por recuperar el título de la Champions.

Y el Barça dejó de ser un equipo de autor, entregado a Guardiola, y se convirtió en el equipo de Messi sin desmerecer la figura del entrenador, Luis Enrique. El técnico asturiano, una figura intervencionista, topó con la figura del equipo, que cree merecer un trato aparte, cosa que pasa por disputar todos los partidos, no ser sustituido y mucho menos cambiado, incluso en periodos vacacionales como el de Navidad.

Luis Enrique no alineó a Messi en Anoeta y se armó la marimorena en el Camp Nou. El futbolista declaró la guerra y el entrenador tuvo que tragar quina, sobre todo cuando trascendió que en un entrenamiento ambos se tiraron los trastos a la cabeza. Al parecer el mister ejercía de árbitro, cosa nunca vista en un entrenador, que acostumbra a delegar en su segundo en los partidillos de los jugadores, siempre proclives a reyertas, y la figura del equipo le desafió por una falta no cobrada, conflicto que provocó el enfrentamiento abierto entre Luis Enrique y Messi. La mediación de Xavi evitó que la cosa fuera a mayores y el técnico desistió de expedientar al 10 por su desafío posterior a la visita a Anoeta.

El protagonismo del 10 ha aumentado con la permisividad y complicidad del técnico

El conflicto no pasó a mayores sino que cada uno asumió su responsabilidad, coincidentes en la necesidad de que el equipo recupere la ambición de ganar cuantos títulos estuvieran en litigio. No se discute hoy la importancia del entrenador ni de Messi. La prueba más evidente de la implicación del argentino es su actuación contra el Valencia. Messi ejerció de futbolista total por su implicación en el juego y en el resultado: 2-0. Marcó el segundo gol, el número 400 de su cuenta, remató previamente a la cruceta en un libre directo, asistió a Luis Suárez en el 1-0, y se convirtió en el futbolista referencial del Barcelona. El rosarino ejerció de cacique de acuerdo a la liturgia argentina, la misma que señala a los futbolistas que marcan las pautas del encuentro, normalmente desde el puesto de 5. Messi auxilió a la defensa para sacar la pelota ante la presión del Valencia, ayudó a combinar a los medios en situaciones de inferioridad numérica y fue determinante como delantero, asociado a Suárez y Messi o como punto final, aspecto que quedó claro en el 2-0.

El 10 fue un jugador universal en un partido difícil para el Barça. Asumió la responsabilidad que le tocaba desde su litigio con Luis Enrique. Jugó como nunca, compitió como no se le había visto, se desplegó por los sectores del campo, ejerció como el líder con la complicidad del técnico. Los dos se necesitan sin ser cómplices, sabedores de que el fin justifica los medios: hay que ganar y después ya discutirán sobre el botín.