El Atlético de Madrid se ha convertido en el embajador de Madrid a través de un vídeo de promoción de la ciudad. Bajo el título Enjoy Madrid (Disfruta Madrid) se muestra «el Madrid del Atleti», en palabras del técnico rojiblanco Diego Simeone, que protagoniza el spot.
El equipo rojiblanco siempre ha hecho grandes vídeos de promoción desde aquel «Papá por qué somos del Atleti», a «Un añito en el infierno» o ese en el que el Mono Burgos abría una alcantarilla en la calle Alcalá.
El presidente del Atlético de Madrid, Enrique Cerezo, y la consejera madrileña de Empleo, Turismo y Cultura, Ana Isabel Mariño, presentaron este miércoles este último trabajo en el que se promociona no el equipo, sino la ciudad. Fue en un acto en la Ciudad Deportiva del Atlético en Majadahonda, al que acudieron, además de Simeone, los jugadores Fernando Torres, Raúl Jiménez, Jorge Resurrección Koke, Antoine Griezmann y Arda Turan. En el vídeo, titulado Enjoy Madrid ¿Cuándo vuelves?, participan estos cinco jugadores del Atlético, que recorren varios puntos de la capital (monumentos, bares, restaurantes) y de la región (Aranjuez o La Pedriza, entre otros) en un autobús, así como el entrenador, que realiza la narración que acompaña al audiovisual.
«Bienvenidos al Madrid del Atleti», dice Simeone, que durante el spot llama a descubrir «el Madrid de los madrileños, el Madrid auténtico y alternativo», y termina dando la bienvenida a los visitantes «al otro Madrid, al Madrid del Atleti».
En la presentación, el presidente Enrique Cerezo destacó el papel del Atlético como «representante de Madrid en el exterior» en las competiciones europeas, así como por el papel de sus jugadores como «embajadores» de la región. «Hemos intentado reflejar el Madrid de los atléticos, un Madrid alternativo. Simeone muestra una ciudad atractiva, un Madrid que nadie querrá perderse», añadió, Por su parte, la consejera de Empleo, Turismo y Cultura, Anabel Mariño, destacó el impacto económico y turístico del fútbol, además de la «atracción» que provoca el Atlético de Madrid y sus futbolistas.
«Dicen los atléticos que la sensibilidad de este equipo refleja un sentimiento especial que cuesta mucho expresar con palabras. Esa es la imagen sugerente, castiza, moderna y alternativa que hemos intentado mostrar de Madrid y lo que representa el Atlético a través de este vídeo, que vamos a expandir en líneas aéreas y canales turísticos», dijo Mariño.
La llegada de Saúl o la influencia anímica y el despliegue que Gabi fue la gran duda de Diego Pablo Simeone en su cuestionado planteamiento de la vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones disputado en el Santiago Bernabéu. En su decisión final de alinear a Saúl pesó la necesidad de hacer un gol que nunca llegó. Cuando Simeone se agarra a las estadísticas observa que sus centrocampistas esta temporada no alcanzan en Liga los registros goleadores del curso pasado. Solo Tiago, con cinco tantos por los dos del curso anterior y Mario, uno por ninguno, han mejorado sus cifras. A estas alturas del campeonato, Raúl García (9/5), Koke (6/2), Arda (3/2), Gabi (3/0) tienen una marca inferior. Saúl, que no estaba en el plantel, lleva cuatro y solo superaría los tantos conseguidos en la Liga pasada por Óliver Torres (1), Cebolla Rodríguez (1) y Diego Ribas (1). El recuento final dice que los centrocampistas rojiblancos del equipo campeón de Liga sumaban 26 goles por 17 hasta la jornada 35. Menos llegada y menos pegada que pueden explicar parte de ese déficit de puntos que no permiten pelear el campeonato hasta el final. Aunque en la comparación, también la pareja de delanteros Diego Costa-Villa (27 y 13) sale ganadora por siete goles de diferencia frente a Griezmann-Mandzukic (22 y 12).
El Atlético choca contra el banderín
La eterna zancada de Torres
El Barça golea al Córdoba y se mantiene firme en el liderato
El Madrid se aferra a la Liga
Entre las muchas facetas que Simeone ha extrapolado de su época de jugador a la de entrenador está la de la llegada desde la segunda línea de los centrocampistas. Él fue un volante llegador que en sus mejores épocas rondaba la decena de goles por campaña. Era más frecuente verle tocar de primeras hacia adelante para descolgarse hacia el área que verle retrasar el juego y volver a mostrarse. Con la pelota, Simeone siempre tendió más a verticalizar el juego que a entretenerlo en horizontal. Desde su llegada al banquillo del Atlético le ha exigido el gol a sus centrocampistas. El juego del equipo ha girado mucho sobre la sobre la idea de sorprender desde la llegada por sorpresa de los medios. En este sentido, el fichaje de Mandzukic, además de lastrar el contragolpe, también supuso cierta indefinición. Al inicio, con la apuesta de alimentarle de centros desde los costados y jugar menos al contragolpe, los medios, a veces, se frenaban esperando que el croata llegara a ocupar el centro del ataque. En un principio, Mandzukic también debía servir para balones y darlos a los medios que llegaban desde la segunda línea. En algunos partidos lo hizo, pero son minoría. Cuando Simeone rectificó en parte haciendo caer más a las bandas al croata para despejarle el frente a la velocidad de Griezmann ese recurso quedó más limitado.
Los medios rojiblancos llevan 9 goles menos este curso que el anterior
El partido del Bernabéu fue muy significativo en otros detalles que no han terminado de hacer del Atlético un equipo tan redondo como el de la temporada pasada. En la configuración de ese centro del campo formado por Koke, Tiago, Saúl y Arda el entrenador rojiblanco pensó que juntaba a los cuatro centrocampistas más técnicos que tiene en el plantel. No quería la posesión, pero sí asegurar los pases para una delantera en la que también optó por Mandzukic pensando en una mejor relación de este con los centrocampistas que la que pueda tener Torres. Ni lo uno ni lo otro se dio. Metido en su campo, la presencia del croata impidió que se estirara el equipo, incapaz de salir de la presión del Madrid con balones largos al espacio. No estuvieron acertados en el pase los centrocampistas en el Bernabéu, como tampoco lo estuvieron el sábado ante el Athletic. El mal pie generalizado, sobre todo durante el primer tiempo, es una tónica general de un equipo que perdió 116 balones y que de 477 pases totales más de un tercio, 148, fueron malos. La imprecisión en los últimos partidos se ha viralizado sobre todo en el centro del campo.
La zancada de Torres, ese tranco poderoso que le llevó a lo más alto reapareció anoche en Vila-real para darle tres puntos al Atlético que le consolidan en su pelea por el tercer puesto. Para que emergiera esa carrera larga que tanto le define, antes persiguió un balón guiado por su instinto y por su compromiso de darlo todo, de que nunca se sabe en qué jugada o en qué balón puede estar la solución a un partido. Torres no celebró con mucha efusión el gol, quizá porque no ve recompensado con más titularidades sus esfuerzos y también sus silencios. Estuvo frío hasta que sus compañeros llegaron para achucharle sabedores de la trascendencia que puede tener ese tanto. Tiene que decidir su entrenador, más allá de esos 20 goles de Mandzukic, solo 12 en Liga, si prefiere esa estadística o a un jugador que se adapta mejor al estilo histórico del club, el contragolpe.
Anoche Simeone volvió a optar por Mandzukic, al que cambio a la hora de juego con muy poco que contar sobre él, salvo algunos enfados porque ni sus compañeros terminan de encontrarle ni él, limitado por su velocidad, tampoco suele entrar en el radar de pases de gol. En el único que recibió claro en el área se lanzó en plancha y remató ajustado al palo poco antes de ser sustituido. Fue entonces cuando entró El Niño y en medio de un dominio creciente del Villarreal decidió ir tras un primer pase atrás de Trigueros de cabeza y el posterior mal control de Bailly. La pifia dejó a Torres con 40 metros que recorrer con solo Asenjo de por medio. Tuvo fortuna al encarar al meta del Villarreal, que no le cazó el regate por poco. Después, antes de marcar tras ser favorecido por el rechace hizo un recorte frío que se llevó por delante al propio Bailly y a Víctor Ruiz antes de empujar el balón a la red con una suavidad barrial.
El tanto le dio un giro a un encuentro en el que Atlético empezaba a sentir la carga final del Villarreal. Fue de más a menos el equipo de Simeone. Entró en el campo como en teoría le exige la presencia de Mandzukic. Salió a presionar arriba y logró encajonar al Villarreal, que solo encontraba respuesta en el ruido de la velocidad y el uno contra uno de Campbell. Arda, Koke y Griezmann rozaron el gol antes de que el Atlético se desplomara al primer aviso serio. Fue un cabezazo cercano de Víctor Ruiz tras una falta lateral que volvió a confirmar a Oblak en el perfil del portero gana puntos que buscaba el club con su fichaje. Fue extraña la alineación de Marcelino, muy condicionado por las bajas, con Rukavina y Jaume Costa, dos laterales, ejerciendo de interiores
No fue el mismo equipo el Atlético desde que recibió ese susto. Pasó de dominador a dominado sin posibilidad de estirarse. Hasta que Simeone ordenó la entrada de Saúl, Torres y poco después la de Raúl García. Se rearmó el Atlético, aunque no necesitó para ello el balón. Solo un error y pradera para correr. Ahí Torres emergió para castigar con su zancada eterna al Villarreal.
Sentenciadas casi todas las grandes ligas en Europa, la española mantiene el afilado pulso entre el Barcelona y el Real Madrid a falta de cinco jornadas para el final. Solo dos puntos les separan. El bipartidismo, quebrado el curso pasado por la irrupción del Atlético, se percibe ahora como un mal menor comparado con el absolutismo que, en otros torneos, ejercen los más poderosos. La lesión de Benzema ha permitido a Ancelotti encontrar un filón en Chicharito, sacrificado y listo tanto para jugar de espaldas a la meta rival como para abrirse caminos verticales hacia la portería anoche del Celta en Balaídos, donde marcó dos de los cuatro goles madridistas (2-4). Mientras, el Barça sigue cabalgando a lomos de su trío de atacantes, con un Messi cada día más dominante en todas facetas del juego, como el sábado en un derbi azulgrana en Cornellà ante el Espanyol de principio a fin.
En Italia, la Juventus no ha admitido réplicas más allá de algunos tramos de la Roma, descolgada ya a 15 puntos, uno menos que la Lazio. La Vecchia Signora, rival del Real Madrid en las semifinales de la Champions, ha tardado en volver a la élite europea y, por sus recursos, está todavía lejos de medirse al conjunto blanco de tú a tú, por mucho que el fútbol reserve sorpresas en cada esquina.
En la Bundesliga, el Bayern se proclamó ayer campeón tras pasearse una temporada más de la mano de Pep Guardiola, sin ni siquiera el incordio de un Borussia Dortmund desfondado, apenas animado por la remota presencia del Wolfsburgo. El panorama, además, invita a pensar en una competición sin rivales para el Bayern en los próximos cursos. Su cruce de semifinales ante el Barça despierta curiosidad y expectación en todos los rincones, ávidos del choque entre los dos cuadros más goleadores de la Champions.
En Inglaterra, el Chelsea ha aprovechado la confusión del Manchester City para consolidar el éxito de su apuesta mucho más defensiva (ayer empató sin goles ante el Arsenal en el Emirates y solo suma 65 tantos en 32 partidos por los 77 del Bayern en dos encuentros menos) y liderar la Premier con 10 puntos de ventaja sobre el conjunto de Pellegrini.
Solo Francia mantiene una distancia similar a la española entre el adinerado PSG, vapuleado por el Barça en los cuartos de final de la Champions, y la sorpresa del Olympique de Lyon, que ha vuelto a la élite después de una larga ausencia y queda a tres puntos. El Marsella, pese a un arranque ilusionante impulsado por la mística de Marcelo Bielsa, se ha desplomado en la segunda parte del campeonato y ya está a 11 puntos.
Otro signo de la vitalidad de la Liga es la tabla de goleadores. Hay vida detrás de los dos monstruos. La estela que dejan Cristiano Ronaldo (39 tantos) y de Messi (36) la pisa Griezmann (22 en 32 encuentros). El delantero francés del Atlético sería, con esa cifra, el máximo anotador de las tres principales Ligas europeas: por delante de los 21 tantos de Agüero en 29 partidos con el City; los 19 de Meier en 26 con el Eintracht de Fráncfort; y los 18 de Tévez en 28 citas con la Juventus. La excepción otra vez llega de Francia: Lacazette, el atacante del Lyon, ha alcanzado las 25 dianas en 29 duelos. El cuarto de la Liga, Neymar con 19, también se codearía entre los mejores en algunos torneos europeos.
Tal y como ha llegado el Barça al tramo final, nadie parece capaz de pararlo si no es el Atlético en la penúltima jornada en el Calderón. Los otros cuatro rivales son de la parte media de la tabla hacia abajo: Getafe, Córdoba, Real Sociedad y Deportivo. El Madrid, en cambio, se enfrentará a los dos principales escollos seguidos, el Sevilla en el Pizjuán y el Valencia en el Bernabéu, justo en medio de la eliminatoria frente a la Juve.
Casi dos partidos completos le llevó al Madrid despachar al Atlético, demasiada pesadumbre para el equipo que hizo todos los méritos, superior en la ida y el único con vocación en la vuelta. Prueba de ello es que los rojiblancos mantuvieron el culebrón a hombros de Oblak, su oxígeno toda la eliminatoria. En el Madrid, otro héroe inesperado, Chicharito, autor de un gol agónico. Tan inopinado, que el mexicano, quien más hizo por derribar la muralla colchonera, llevaba 895 días sin marcar en Champions y solo había jugado el 17% de los minutos en lo que va de temporada. Con él al frente, el Madrid encadenó su quinta semifinal consecutiva, lo que no lograba desde 1956-1960. Un hecho más que estimable por las ausencias y por lo crudo de su adversario, que le tenía tomada la medida. Pero en esta ocasión, el Atlético, rácano y con urticaria por la pelota, solo quiso que le tocara la lotería. Cada mensaje que mandó Simeone así lo certificó. Le salió cruz y esta vez el fútbol se alió con quien le hizo mimos en exclusiva en un partido difícil de rebobinar salvo para los muy forofos.
Ni las carencias locales animaron al Atlético, mancomunado para defender y la nadería con el balón. El partido arrancó con un tumbo en la alineación del Madrid. Peritado el banquillo, Ancelotti optó por no desaliñar aún más el grupo. Mejor tres jugadores que le son fiables, como Pepe, Varane y Ramos, que reclutar a quienes tantos recelos han despertado, por mucho que la tasación de Khedira, Illarramendi y Lucas Silva rondara los 60 millones de euros. Con Ramos en la media, como en el fallido experimento de la pasada temporada en el Camp Nou, el Madrid apostaba por contrarrestar el juego espacial y sumar un llegador, pero no inventiva. Por desesperada y comprensible que fuera la medida del técnico italiano, el ensayo no resultó, sobremanera porque Ramos, lejos de ejercer de centinela de los centrocampistas, se situó un escalón por delante de Kroos, más sutil para crear, para armonizar el último tramo del ataque. Ante un Atlético con dos trincheras por delante de Oblak, no hubo madridista que agitara entre líneas. Abiertos James e Isco, nadie se infiltraba.
Con todo, el gobierno era del Madrid, de un Madrid precavido, sí, pero al menos con más intención, de tertulia con la pelota. Nada que ver con el Atlético, para el que el cuero tenía arsénico, para desesperación de su mejor domador, Arda. Ni un pase, ni dos. Los rojiblancos solo planteaban cepos. Su mejor remedio, jugar a que no se jugara. Para Griezmann y Mandzukic, también con la escoba, Casillas estaba en Marte. Como el balón le resultaba un artefacto solo encontraba vías con saques de banda, que ya los aplaude como los de esquina. Al Atlético no se le veían las cejas.
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Entre la poca marcha del Madrid y el pedrero de su adversario, el único motor del partido era el emotivo. El encuentro no tenía curvas, salvo por Chicharito, el más chisposo con su revoloteo. El mexicano y CR se saltaron el guion y se aproximaron al gol y se toparon la misma cerradura de la ida: Oblak, la bandera colchonera en estos cuartos, lo que revela el papel general del equipo. Por motivos bien diferentes, tampoco olvidará el reto Saúl, vencido desde el inicio, superado hasta que en el intermedio se quedó a la sombra. Poco antes, un despiste suyo dejó a CR frente al meta esloveno, otra vez lúcido.
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De regreso del descanso, al Madrid se le vio más suelto. A ello contribuyó un mayor goteo de Isco, en el cuarto oscuro todo el primer acto. Una asistencia con su sello a Chicharito estuvo a punto de descorchar por fin el duelo, pero el ariete cruzó demasiado el remate. Fue otro preludio de que el único con vocación ofensiva era el cuadro local. Quedó acentuada la intención visitante con el cambio de Simeone pasada la hora. Retiró a Griezmann, su mejor goleador, lo más picante del equipo, en favor de Raúl García. Para el Atlético todo quedaba supeditado a un bingo aéreo, a una jugada espasmódica, por mucho que en el fútbol lo casual a veces sea la lógica. No fue así, porque el conjunto de Simeone fue puro barbecho, máxime tras la expulsión de Arda, que con una tarjeta en el cartón planchó a Sergio Ramos. Demasiado imprudente el turco.
Hubo más sorpresas del técnico argentino. Al rato de quedarse el Atlético con diez, con Mandzukic con el tobillo dolorido, recién auxiliado por el equipo médico, entró el central Giménez por Tiago. La fe de Simeone con el croata rozó lo sobrenatural. Con un relevo y otro, el Atlético dimitía ya por completo del juego.
Con un relevo y otro, el cuadro rojiblanco dimitía ya por completo del juego
Con tres centrales no se refugió mejor el Atlético. Cristiano despegó por la derecha, James le dio hilo con un caño a Godín. Avanzó el portugués, ya dentro del área, y su servicio lo embocó Chicharito. Saltó la banca y el mexicano hizo justicia a quien fue superior de largo, en el Calderón y en Chamartín. Sin bajas y con ellas. Del Atlético hay versiones mucho más positivas. Esta vez dio demasiado la espalda al fútbol. Ganó el mejor.
En el rostro de Simeone se mezclaban la rabia, la resignación y esa mueca de lo que pudo ser y no fue que tantas arrugas genera. Seguramente, de la sacudida de esos tres ingredientes le queden secuelas más adelante, aunque tras el partido, no pareció que su cuerpo se resintiera. “Felicitaciones al rival, hizo un lindo gol”, dijo el argentino a las primeras de cambio, sin ningún matiz en el tono que identificase lo que estaba pensando. Con la voz algo tomada, afrontó el golpe igual que su equipo, con toda la entereza que pudo. “No tengo ninguna sensación negativa. Estoy orgulloso de entrenar a este grupo de jugadores”, se arrancó a decir; “seguramente otros entrenadores tendrán envidia de tener a un grupo como el que yo tengo, que pelea, que mete la cabeza donde sea”, continuó.
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La fórmula de desahogo estaba clara: no había nada que reprochar a los jugadores del Atlético pues en su comportamiento sobre el campo estaba eso que tanto identifica al equipo con Simeone. Ni siquiera Saúl, el jugador menos entonado de los rojiblancos en la primera mitad y que fue sustituido por Gabi en el descanso, mereció reproche alguno. “Su trabajo fue bueno pero necesitábamos más recuperación de pelota y entendimos que Gabi nos daría más equilibrio”, justificó Simeone. Lo cierto es que fruto de algunos errores del canterano llegaron algunas de las mejores ocasiones del Madrid, bien resueltas por Oblak. “Lo dejamos todo en el campo, pero infelizmente en los últimos minutos sufrimos este gol y no pasamos”, resumió el portero esloveno. “El Madrid es un equipo con muchos buenos jugadores, por eso sin faltan tres los cambian y el equipo no se resiente”, añadió.
De lo que no quiso hablar Simeone fue de la expulsión de Arda. “No tiene sentido hacerlo ahora que haga la valoración que haga no va a cambiar nada”, dijo con la mayor de las sinceridades que fue capaz de representar. Lo evidente es que con un hombre menos las posibilidades de marcar del Atlético, hasta ese momento ahogado al a hora de rematar ante Casillas, pasaron a ser residuales. La salida al campo de Giménez en lugar de Tiago y su ubicación como tercer central resultó otra decisión inicialmente complicada de justificar, pues sin Griezmann sobre el campo y con Mandzukic y Raúl García luchando por los mismos balones aéreos faltaba un jugador que ofreciera mayor capacidad de salida en carrera. Y ese era Torres. Pero el argentino lo resolvió sin complicaciones: “Hubiera sido medio complicado poner a Torres de mediocentro”, bromeó el argentino; “Tiago no podía más”, redondeó. “La entrada de Giménez no nos ha descolocado, ya jugamos en algunas ocasiones con tres centrales”, valoró Miranda.
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Si bien el traje, la corbata y la camisa, todo a juego con los zapatos negros, podían resultar la mejor indumentaria para quien acaba de decir adiós a la competición que más ingresos y reconocimiento generan en cualquier club europeo, el epitafio de Simeone se alejó completamente de esa estética de funeral. “Me voy orgulloso de mi equipo, competimos enormemente bien en una competición muy difícil y muy importante como la Champions. Haber llegado a la instancia a la que llegamos y haber competido como hoy me da la seguridad de tener un equipo de hombres que tienen un orgullo enorme. Estoy agradecido de ser entrenador de jugadores como estos”, sentenció.