Había que meter en el Giro de Italia una gran etapa, no tanto por el espectáculo que iba a deparar, sino por la distancia que tenían que rodar los ciclistas. De Grosseto a Fiuggi hay 264 kilómetros, una marca tremenda que no frenó a la organización de la corsa rosa a elegirlas como las ciudades de la séptima etapa. ¿Se han desaprovechado tantos kilómetros? Es decir, han sido muchas horas, más de siete, sin el espectáculo que caracteriza el recorrido por tierras italianas. Un par de puertos de segunda o primera categoría, uno de ellos al final, habrían convertido a este día en uno de los verdaderamente grandes de la ronda. Eso sí, el que seguro que no tiene ninguna queja es Diego Ulissi.
Puede que el que tenga más motivos para la queja sea Alberto Contador, que tuvo que aguantar esa gran carga de kilómetros con el hombro vendado y sufriendo incluso para comer. Pero ahí estuvo, aguantando el tirón a la espera de que su hombro vaya respondiendo poco a poco, sobre todo para llegar a la montaña en las mejores condiciones posibles. La etapa, claramente, no estaba para él, ni para ninguno de los favoritos, sino para chicos como Ulissi, que aprovechó la primera ocasión que tuvo para tomarse su pequeña vendetta después de su sanción.
Nadie supo nada relativo al dopaje de Diego Ulissi hasta un mes después de ocurrir. El ciclista toscano acabó el Giro habiendo logrado unos resultados más que sobresalientes, con dos victorias de etapa y un excelente segundo puesto en la contrarreloj individual. Era sin duda su mejor año. Sin embargo, un día decidió inhalar Ventolín de más para mejorar el flujo de oxígeno en la garganta y el salbutamol en su orina prácticamente dobló la cantidad permitida por la UCI. Sin querer, sin prácticamente esperarlo, el ciclista de Livorno cometió una infracción que pagaría un tiempo después.
En la undécima etapa del Giro, a Ulissi le cazaron los vampiros. Sin embargo, nada se supo hasta el 25 de junio, un mes y cuatro días después del análisis de orina. Fue cuando se dio a conocer que había dado positivo por salbutamol. Le habían encontrado 1.900 ng/ml cuando lo máximo era de 1.000 ng/ml. Este hecho pilló por sorpresa al Lampre-Merida, su equipo, y al propio Diego. No se podían creer que por inhalar dos veces Ventolín le pudieran pillar en un control. Y a partir de ese instante iniciaron una lucha legal para hacer ver a la Cámara disciplinar suiza (el corredor vive en Suiza y tiene ficha suiza) que no había intentado doparse.
El 19 de enero, casi siete meses después del positivo, la Cámara decidió aplicarle la sanción más suave posible y lo apartó de las bicicletas durante nueve meses desde el momento del análisis. Es decir, que podía volver a competir el pasado 28 de marzo. La sentencia recogía que el ciclista había cometido una “negligencia pero sin voluntad de mejorar las propias prestaciones agonísticas”, tal y como comunicó el comité antidopaje del país helvético. Era un final amargo, pero al producirse tan tarde la sanción, era un mal menor, un trago que pasar para volver a subirse lo antes posible a la burra para seguir pedaleando hacia el futuro.
Y a sus 25 años no ha tardado en volver a recuperar la forma. Por supuesto, las carreteras en los Alpes suizos le han permitido mantenerse siempre en constante movimiento. Se ha estado preparando para regresar al más alto nivel, allí donde su nombre pueda volver a recuperar la buena fama que se había ganado sobre la bici. Poco ha tardado en demostrar que ha vuelto y no sólo eso, sino que lo ha hecho para quedarse entre los grandes sprinters del planeta. Que se preparen los grandes clasicómanos del planeta. Ulissi, el ciclista que honra a Maradona, está de nuevo en la cúspide.
El entrenador del Juventus, Massimiliano Allegri, ha resuelto quitar a Roberto Pereyra, el mediapunta, para sellar el carril central con Stefano Sturaro, un volante con vocación defensiva y gran despliegue físico. Allegri refuerza así la escolta de Pirlo, quien normalmente ejerce de mediocentro único por delante de los centrales. La maniobra pretende reducir en todo lo posible el espacio que se abre entre la zaga y el mediocampo del equipo, para evitar las carreras de Cristiano y Bale. En el Juventus saben perfectamente que los dos puntas del Madrid, sin lugar para correr, obligados a driblar con el balón pegado al pie, son mucho menos eficaces. Sin Benzema, este problema se agudiza.
El entrenador del Madrid, Carlo Ancelotti, lo había señalado en los últimos días. El italiano insistió en que el punto más débil del Juventus era la baja forma física de Pirlo. A los 35 años, el conductor del juego del equipo piamontés suele tener altibajos acusados. Sus días con poco oxígeno sobrevienen de forma aleatoria, cada vez con más frecuencia. Entonces es como si el Juventus jugase sin mediocentro defensivo y los centralesBonucci y Chiellini, se ven demasiado expuestos a los mano a mano con los atacantes rivales.
Ancelotti: “Aquí gana el más valiente”
Benzema, fuera de la lista para el partido contra la Juventus
Pirlo: “Necesitaba volver a emocionarme”
VÍDEO Juventus – Real Madrid, más allá de La Séptima
Anticipándose a este escenario, Allegri tenía dos opciones: reforzar su mediocampo o jugar con defensa de cinco. Ha optado por la primera vía introduciendo a Sturaro, un joven de 22 años, de corte muy atlético, con poca experiencia en la máxima competición. Solo ha disputado ocho encuentros de Liga con la Juve esta temporada y un partido de Champions.
Allegri apuesta por Sturaro en un intento redoblado por alcanzar la vuelta en el Bernabéu sin encajar goles en campo propio. El plan tiene su lógica frente a un Madrid de un acusado perfil contragolpeador, más si cabe tras las bajas de Benzema y Modric. La eliminatoria de cuartos contra el Atlético lo exhibió ante el mundo: sin espacios para contragolpear, el equipo de Ancelotti se ha encontrado incómodo. El desafío que afronta en Turín será sobreponerse a la barrera que le añade Allegri con Sturaro.
La posesión como herramienta. El balón para atacar o el balón para controlar el ritmo del partido. Las dos ideas no son excluyentes sino complementarias, pero a veces hay que elegir una como prioritaria. No es una cuestión menor, porque tanto el Barça como el Bayern necesitan relacionarse a través del balón por la misma razón que exigimos oxígeno para respirar. Sin la pelota, pueden disfrutar puntualmente, porque saben explotar su calidad en los espacios abiertos, pero tienen que recurrir a la supervivencia para no ahogarse si la situación se alarga. Las condiciones físicas en las que el equipo de Guardiola llega a la eliminatoria, después de sufrir durante toda la temporada bajas largas por lesión, le obliga todavía más a disponer de la pelota para intentar minimizar el intercambio de golpes.
Las lesiones han debilitado al Bayern: lo difícil de buscar el desequilibrio es que el talento no se crea
El escenario competitivo invita al equipo alemán a alargar las posesiones para que el partido tenga un ritmo más bajo, a quitarle revoluciones con el objetivo de que el Barça se sienta obligado a reanimarlo cada vez que recupere el cuero, a sugerirle la precipitación como trampa venenosa, a no estimular la alegría ofensiva blaugrana y a que el pase se imponga al remate. En cambio, el equipo de Luis Enrique deseará tener más posesión para atacar, exigir defensivamente al rival, erosionarlo sin descanso. El estado de ánimo barcelonista quiere que pasen muchas cosas en el partido; al Bayern le interesará que pasen menos para ganar tiempo.
Uno más atrás o en el medio. La flexibilidad táctica de Guardiola es uno de los grandes patrimonios del Bayern. Cuando descubramos la alineación, desconoceremos su disposición hasta que empiece el partido. Con los mismos jugadores —no tiene mucho donde escoger—, podrá jugar con una defensa de cuatro o tres centrales y dos laterales largos. Ese detalle definirá el mapa táctico del partido y constará bajo secreto de sumario hasta que el balón empiece a moverse. El técnico catalán debe decidir dónde tener un jugador más, si atrás o en el centro del campo. Todo dependerá de si quiere estar más protegido ante la pérdida del balón o si quiere tener superioridad numérica donde se decide el destino del duelo. Desde la exuberancia, Guardiola no dudaría, porque siempre quiere contar con un volante más que el rival; falta saber si decide lo mismo desde la austeridad.
El contexto condiciona el enfrentamiento y obliga a la reflexión. Rafinha ha jugado los dos últimos partidos como tercer central, Lahm puede actuar por dentro o por fuera y Bernat se siente igual de cómodo como lateral clásico o con un recorrido más largo. Si finalmente juega con tres defensas, tendrá una línea de pase más para salir ante la presión alta blaugrana, podrá incorporar a los exteriores al mediocampo, pero sobre todo siempre estará blindado ante la transición afilada de Messi, Neymar y Luis Suárez; nunca en inferioridad numérica. Eso sí, le costará más dar uno o dos pasos hacia adelante para localizar el juego en el campo rival porque tendrá un jugador menos por delante del balón. Guardiola siempre lo podría corregir, pero antes deberá elegir.
Sin desequilibrio. Las lesiones han debilitado al Bayern en las dos áreas: en la defensiva, donde se pueden reciclar jugadores, y sobre todo en el desequilibrio, donde es imposible inventar soluciones porque el talento no se crea. La plantilla bávara se ha quedado sin los futbolistas más capaces de eliminar rivales a través del regate. Robben y Ribéry han nacido para desbordar por fuera, como lo habían hecho toda la vida, o por dentro, donde Guardiola los había conseguido infiltrar con naturalidad en la posición de interior esta temporada como la última evolución de su plan. Sus ausencias y la irregularidad permanente de Götze han dejado a Thiago como el único jugador capaz de generar superioridades numéricas en acciones individuales, ya sea a través de la conducción o del pase al espacio. Xabi Alonso reparte el juego, Lahm le da continuidad sin errores, Schweinsteiger llena el centro del campo, Lewandowski es un buen socio para la descarga, los laterales pueden ofrecer profundidad exterior y Muller tiene la gran virtud de ser indetectable, pero Thiago es el actor que puede dar sentido a un guion formalmente correcto que se ha quedado sin picante.
Una galaxia “extraordinariamente luminosa”, según la califican los científicos, y situada a más de 13.000 millones de años luz de distancia, ha sido descubierta por un equipo de investigadores de EE UU, Gran Bretaña y Holanda que ha logrado medirla y caracterizarla con exactitud. Se denomina EGS-zs8-1 y es la galaxia más lejana que se ha medido jamás, afirman los astrónomos, que han utilizado en este trabajo uno de los dos grandes telescopios Keck, de espejo de 10 metros de diámetro, situados en Mauna Kea (Hawai). Cuando la galaxia emitió la luz que ahora se capta en los observatorios terrestres, habían transcurrido solo unos 670 millones de años desde el Big Bang inicial (la edad actual del cosmos es de 13.800 millones de años, según los datos del telescopio espacial europeo Planck), señala Pascal Oesch, de la Universidad de Yale, líder del estudio. Con aproximadamente el cinco por ciento de su edad actual, “el universo era todavía muy joven”, añade. Pero “ya esa galaxia había acumulado una masa equivalente a más del 15% de la de la Vía Láctea hoy”. Y se estaban allí formando estrellas a un ritmo unas 80 veces superior al de nuestra galaxia actualmente.
NASA, ESA, P. Oesch and I. Momcheva (Yale University), and the 3D-HST and HUDF09/XDF Teams’);»> ampliar foto
«El récord anterior de distancia de una galaxia correspondía a 697 millones de años después del Big Bang, así que el nuevo récord significa sólo unos 30 millones de años más joven», explica Oesch a EL PAíS por correo electrónico. «Pero ha sido muy difícil, nos ha llevado un año y medio romper el récord anterior y, por ahora, solo conocemos un puñado de galaxias que estén a más 13.000 millones de años luz. Además, nuestro galaxia es más brillante y casi diez veces más masiva que la del récord anterior», recalca.
La galaxia de récord fue identificada inicialmente con los telescopios espaciales Hubble y Spitzer (de infrarrojo). Pero Oesch y sus colegas han logrado medirla con precisión gracias a un instrumento astronómico (el Mosfire, o Espectrógrafo Multiobjeto de Exploración en infrarrojo) del telescopio Keck I. «Nos permite estudiar varias galaxias al mismo tiempo, por lo que es mucho más eficaz que los instrumentos anteriores, con los que teníamos que estudiarlas de una en una», continúa Oesch. «Con el Mosfire podemos, por lo tanto, hacer observaciones mucho más profundas para un número mayor de galaxias en el mismo tiempo de observación, lo que nos permite detectar características más débiles que antes».
En cuanto a cómo de primitivas esperan los científicos que pueden llegar a ser las galaxias, cuándo empezarían a formarse en la historia del cosmos, el científico de la Universidad de Yale responde: «Esto se está investigando y es una cuestión en la que se trabaja muy activamente; sin embargo, los modelos teóricos predicen que las primeras galaxias en el universo se formarían alrededor de 200 o 300 millones de años tras el Big Bang». Lo que está claro, recuerda, es que las estrellas se formaron antes que las galaxias, que son colecciones de muchas estrellas unidas por las fuerzas gravitacionales. «Las primeras estrellas, de nuevo según los modelos teóricos, se formarían alrededor de 100 o 200 millones de años tras el Big Bang».
La medición de las galaxias a estas distancias extremas y la caracterización de sus propiedades es un gran objetivo de la astronomía para la próxima década, señala el observatorio Keck. Estas observaciones de EGS-zs8-1 corresponden a una época en que el universo estaba sufriendo cambios importantes: el hidrógeno intergaláctico pasaba de neutro a estar ionizado. “Parece que las estrellas jóvenes de las galaxias tempranas como EGS-zs8-1 fueron el motor principal de esa transición llamada reionización”, explica Rychard Bouwens, de la Universidad de Leiden (Holanda), coautor del trabajo.
Los investigadores recalcan que, por ahora, solo se han podido medir con precisión las distancias para un puñado de galaxias
“Uno de los descubrimientos más descollantes del Hubble y el Spitzer en los últimos años es el inesperado número de estas galaxias muy brillantes en una época próxima a cuando se formaron las primeras. Todavía no comprendemos del todo qué son y qué relación tienen con las muy abundantes galaxias débiles”, señala Garth Illingworth, profesor de astronomía de la Universidad de California en Santa Cruz en un comunicado de esta institución.
Como solo se han medido con precisión las distancias a unas pocas galaxias del universo primitivo, “cada confirmación añade otra pieza al rompecabezas de cómo las primeras generaciones de galaxias se formaron en el universo temprano”, añade, Pieter Van Dokkum (Universidad de Yale). “Solo los mayores telescopios son suficientemente potentes para llegar a esas distancias”.
Las observaciones de los objetos del universo primitivo realizadas con los observatorios Keck, Hubble y Spitzer, plantean nuevas preguntas, apuntan los científicos. Por un lado se confirma que existieron grandes galaxias en el cosmos temprano, pero sus propiedades físicas eran muy diferentes de las que actualmente se observan alrededor de la nuestra. “Los astrónomos ahora tienen una evidencia sólida de que los colores peculiares de las galaxias primitivas que se aprecian en las imágenes del Spitzer se deben a un rápido proceso formación de estrellas masivas jóvenes que interactúan con el gas primordial de esas galaxias”, señalan los expertos del Observatorio Keck.
En realidad, lo que los científicos determinan al hablar de distancia es un parámetro denominado corrimiento al rojo (z), que indica el desplazamiento de la luz emitida por la galaxia hacia mayores longitudes de onda del espectro electromagnético debido a que se está alejando en el universo en expansión. Así, cuanto más distante en el cosmos es el objeto celeste, mayor es su corrimiento al rojo, o z. Oesch y sus colegas han determinado para EGS-zs8-1 un valor de z de 7.73 (unos 670 millones de años después del big Bang), mientras que el récord anterior estaba en z = 7.50, es decir, unos 697 millones de años, señala Oesch, . Los investigadores presentan hoy oficialmente su investigación en la revista Astrophysical Journal Letters, y la habían adelantado en la web Arxiv.org.
Varios centenares de galaxias candidatas a distancias extremas han sido identificadas “gracias a la excepcional sensibilidad en el infrarrojo cercano de la cámara WFC3 del telescopio Hubble”, señalan los investigadores en su artículo. Pero “actualmente solo para un puñado de galaxias normales se han medido con certeza a z superior a 7”, añaden.
El Instituto Científico del Telescopio Espacial, en Baltimore (EE UU), que se encarga del Hubble y del futuro James Webb (JWST), que está en construcción, recalca que cuando este último se lance al espacio, en 2018, se abrirán enormes posibilidades de realizar emocionantes descubrimientos. “Además de desplazar la frontera cosmológica hacia tiempos aún más tempranos, el JWST será capaz de diseccionar la luz de la galaxia EGS-zs8-1 y proporcionará a los astrónomos muchos más detalles de sus propiedades.
Casi dos partidos completos le llevó al Madrid despachar al Atlético, demasiada pesadumbre para el equipo que hizo todos los méritos, superior en la ida y el único con vocación en la vuelta. Prueba de ello es que los rojiblancos mantuvieron el culebrón a hombros de Oblak, su oxígeno toda la eliminatoria. En el Madrid, otro héroe inesperado, Chicharito, autor de un gol agónico. Tan inopinado, que el mexicano, quien más hizo por derribar la muralla colchonera, llevaba 895 días sin marcar en Champions y solo había jugado el 17% de los minutos en lo que va de temporada. Con él al frente, el Madrid encadenó su quinta semifinal consecutiva, lo que no lograba desde 1956-1960. Un hecho más que estimable por las ausencias y por lo crudo de su adversario, que le tenía tomada la medida. Pero en esta ocasión, el Atlético, rácano y con urticaria por la pelota, solo quiso que le tocara la lotería. Cada mensaje que mandó Simeone así lo certificó. Le salió cruz y esta vez el fútbol se alió con quien le hizo mimos en exclusiva en un partido difícil de rebobinar salvo para los muy forofos.
Ni las carencias locales animaron al Atlético, mancomunado para defender y la nadería con el balón. El partido arrancó con un tumbo en la alineación del Madrid. Peritado el banquillo, Ancelotti optó por no desaliñar aún más el grupo. Mejor tres jugadores que le son fiables, como Pepe, Varane y Ramos, que reclutar a quienes tantos recelos han despertado, por mucho que la tasación de Khedira, Illarramendi y Lucas Silva rondara los 60 millones de euros. Con Ramos en la media, como en el fallido experimento de la pasada temporada en el Camp Nou, el Madrid apostaba por contrarrestar el juego espacial y sumar un llegador, pero no inventiva. Por desesperada y comprensible que fuera la medida del técnico italiano, el ensayo no resultó, sobremanera porque Ramos, lejos de ejercer de centinela de los centrocampistas, se situó un escalón por delante de Kroos, más sutil para crear, para armonizar el último tramo del ataque. Ante un Atlético con dos trincheras por delante de Oblak, no hubo madridista que agitara entre líneas. Abiertos James e Isco, nadie se infiltraba.
Con todo, el gobierno era del Madrid, de un Madrid precavido, sí, pero al menos con más intención, de tertulia con la pelota. Nada que ver con el Atlético, para el que el cuero tenía arsénico, para desesperación de su mejor domador, Arda. Ni un pase, ni dos. Los rojiblancos solo planteaban cepos. Su mejor remedio, jugar a que no se jugara. Para Griezmann y Mandzukic, también con la escoba, Casillas estaba en Marte. Como el balón le resultaba un artefacto solo encontraba vías con saques de banda, que ya los aplaude como los de esquina. Al Atlético no se le veían las cejas.
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Entre la poca marcha del Madrid y el pedrero de su adversario, el único motor del partido era el emotivo. El encuentro no tenía curvas, salvo por Chicharito, el más chisposo con su revoloteo. El mexicano y CR se saltaron el guion y se aproximaron al gol y se toparon la misma cerradura de la ida: Oblak, la bandera colchonera en estos cuartos, lo que revela el papel general del equipo. Por motivos bien diferentes, tampoco olvidará el reto Saúl, vencido desde el inicio, superado hasta que en el intermedio se quedó a la sombra. Poco antes, un despiste suyo dejó a CR frente al meta esloveno, otra vez lúcido.
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De regreso del descanso, al Madrid se le vio más suelto. A ello contribuyó un mayor goteo de Isco, en el cuarto oscuro todo el primer acto. Una asistencia con su sello a Chicharito estuvo a punto de descorchar por fin el duelo, pero el ariete cruzó demasiado el remate. Fue otro preludio de que el único con vocación ofensiva era el cuadro local. Quedó acentuada la intención visitante con el cambio de Simeone pasada la hora. Retiró a Griezmann, su mejor goleador, lo más picante del equipo, en favor de Raúl García. Para el Atlético todo quedaba supeditado a un bingo aéreo, a una jugada espasmódica, por mucho que en el fútbol lo casual a veces sea la lógica. No fue así, porque el conjunto de Simeone fue puro barbecho, máxime tras la expulsión de Arda, que con una tarjeta en el cartón planchó a Sergio Ramos. Demasiado imprudente el turco.
Hubo más sorpresas del técnico argentino. Al rato de quedarse el Atlético con diez, con Mandzukic con el tobillo dolorido, recién auxiliado por el equipo médico, entró el central Giménez por Tiago. La fe de Simeone con el croata rozó lo sobrenatural. Con un relevo y otro, el Atlético dimitía ya por completo del juego.
Con un relevo y otro, el cuadro rojiblanco dimitía ya por completo del juego
Con tres centrales no se refugió mejor el Atlético. Cristiano despegó por la derecha, James le dio hilo con un caño a Godín. Avanzó el portugués, ya dentro del área, y su servicio lo embocó Chicharito. Saltó la banca y el mexicano hizo justicia a quien fue superior de largo, en el Calderón y en Chamartín. Sin bajas y con ellas. Del Atlético hay versiones mucho más positivas. Esta vez dio demasiado la espalda al fútbol. Ganó el mejor.