El hallazgo y estudio de Concavenator corcovatus(Cazador jorobado de Cuenca) dinamizó, hace algo más de cuatro años, la dinosauriología española, generando una gran expectación dentro y fuera de nuestro país. Durante algún tiempo, el fandom dinomaníaco se agitó de forma entusiasta saludando a Pepito, su apodo oficial. Las razones para explicar tanta agitación pueden resumirse en dos apartados: los rasgos singulares del fósil y las características especiales del dinosaurio al que pertenece. El fósil es una pieza única, una rareza que consiste en un esqueleto casi entero, con sus huesos en conexión anatómica, de un animal de seis metros de longitud. El mayor y más completo, de estas características, hallado en Europa. Además de sus huesos, el fósil de Pepito tiene un tesoro científico añadido: evidencias de sus tejidos tegumentarios, piel y escamas, en diversos lugares de su anatomía. Esta es la circunstancia que ha permitido conocer su podoteca, es decir, la cubierta de escamas del pie.
Por otra parte, Pepito tiene dos características que lo hacen único: una especie de joroba y evidencia del origen de las plumas de las alas de las aves. La joroba es peculiar. Está producida por el aumento espectacular de tamaño en las espinas neurales de dos de las últimas vértebras anteriores a la pelvis. En vida del animal parecería probablemente como una especie de promontorio con un ápice marcado. Otro rasgo interesante de Pepito es la presencia en la ulna (cúbito) de pequeñas papilas que en las aves actuales sirven para la inserción de determinadas plumas de las alas. Pepito no tendría plumas, sino las estructuras ancestrales de las mismas.
La fama de Concavenator se ha incrementado en los últimos tiempos. Una de las muestras más evidentes está en diferentes museos japoneses. Pepito ha sido el protagonista de la exposición Dinosaurios Maravillosos de España en tierras japonesas. Es la primera exposición de dinosaurios españoles que sale del país.
Ahora, los aficionados a los dinosaurios pueden ver magníficas reconstrucciones de este terópodo en el Museo Paleontológico y en La Ruta de los Dinosaurios de Cuenca. Llega el buen tiempo. No lo piensen más. Metan la tortilla en la fiambrera y vayan a disfrutar de la Ruta de los Dinosaurios. Cuando estén viendo a Pepito, en el pintoresco pueblo de La Cierva, piensen que estos fabulosos depredadores vivían allí mismo, pero hace 125 millones de años.
José Luis Sanz es catedrático de Universidad Autónoma de Madrid, y Francisco Ortega es profesor de la Universidad Nacional de Educación a Distancia
El famoso tiranosaurio de Parque Jurásico tenía los pies como una gallina. La película presumía de haber contado con la asesoría científica de un gran paleontólogo, Jack Horner, para ajustarse, en la medida de lo posible, al conocimiento de los expertos sobre aquellos fascinantes animales del pasado. Pero no había ninguna prueba de que un dinosaurio carnívoro tuviera que tener los pies recubiertos de escamas, más allá de la lógica deducción por su directo parentesco con las aves actuales. Así que los dinosaurios de cine, de los cómics y de las ilustraciones científicas han venido caminando sobre extremidades como las de las gallinas simplemente porque era la hipótesis más probable. Ahora, el pie de un gran dinosaurio, cuyo esqueleto fosilizado fue descubierto en Cuenca en 2003 y dado a conocer en 2010, muestra, por primera vez, que efectivamente los dinosaurios carnívoros tenían los pies cubiertos de escamas y con almohadillas en las plantas, como una vulgar pata de pollo.
El ejemplar en cuestión es famoso no solo en el mundo científico, sino entre los aficionados a los dinosaurios. Es el Concavenator corcovatus, apodado Pepito y con un rasgo sorprendente en su esqueleto: su joroba. Vivió hace unos 125 millones de años (hace 66 millones de años se produjo la extinción masiva de los dinosaurios, exceptuando las aves) y su hallazgo causó sensación al tratarse de un género y una especie desconocidas hasta entonces. Con sus seis metros de largo, muy completo, el esqueleto fósil de Pepito apareció en el yacimiento conquense de Las Hoyas.
Ahora los científicos han centrado su análisis en la extremidad posterior derecha, “Dada la postura que tiene el fósil, es decir, colocado lateralmente dentro de las calizas laminares en las que se conserva, sólo es posible observar bien su lado expuesto, el derecho”, explica Elena Cuesta, que ha liderado esta investigación codirigida por Francisco Ortega, de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y José Luis Sanz, de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). “El pie izquierdo está colocado debajo de la extremidad derecha y solo se observa uno de sus dedos”, continúa esta especialista. Lo mismo sucede con las patas delanteras: la mano derecha del fósil está bien expuesta —y no tiene escamas—, no así la izquierda.
Las aves actuales mantienen rasgos de hace 125 millones de años
El buen estado de conservación de Pepito ayuda mucho a los paleontólogos. Una de las grandes dificultades a la hora de reconstruir la forma de vida de un animal extinto y remoto es conocer cómo serían las partes blandas de su cuerpo, que tan mal fosilizan, como la piel, la presencia o no de plumaje, el color… Y este pie del Concavenator “tan completo y bien preservado, es el primer hallazgo que permitiría acercarnos más al conocimiento de la apariencia que tendrían estos animales”, añade Cuesta. Recalca, además, su importancia para analizar las icnitas, las huellas de dinosaurio, porque esas improntas de los dinosaurios conservadas en la roca hablan de los huesos y el contorno de los pies, pero no de la piel ni de las almohadillas, “que serían la parte anatómica que verdaderamente produjo esa huella”. Es lo que se llama técnicamente la podoteca, es decir, el estuche que recubre el pie.
En el pie derecho de Pepito los científicos reconocen tres tipos de escamas ordenadas en un patrón concreto: unas más pequeñas y de contorno irregular que están en las almohadillas plantares y detrás de la pata; otras de tamaño intermedio en el lateral del pie y finalmente las escamas hexagonales, de gran tamaño, que cubren la parte delantera y superior del pie y la extremidad. Cuesta, Ortega y Sanz lo describen con todo detalle en la revista Cretaceous Research.
Y esa estructura de la piel del Concavenator, que estaría presente en todos los dinosaurios carnívoros, se ha mantenido en la evolución 125 millones de años hasta las aves actuales. O casi, porque la adaptación evolutiva en que se agarran a las ramas de los árboles ha hecho que la disposición de los dedos sea distinta de la primitiva, la que presenta Pepito, y que es como la de los emus actuales, las avestruces… y las gallinas. En cuanto a los dinosaurios herbívoros, apenas se tiene información.
El PP empieza a acercarse a Ciudadanos ante posibles pactos. Los populares no quieren esperar al previsible varapalo en las urnas en varios territorios que ahora gobierna. Varios barones han mantenido conversaciones con dirigentes locales de la formación de Rivera, y han intentado fichar a figuras conocidas de UPyD partidarios de la confluencia con el partido emergente, como Toni Cantó o Francisco Sosa Wagner.
El Parlamento andaluz se forma sin acuerdo. La décima legislatura andaluza arranca este mediodía marcado por el fiasco total en las negociaciones entre los cinco partidos que lograron representación en las elecciones para la formación de la Mesa de la Cámara. PSOE, PP e Izquierda Unida achacan tanto a Podemos como a Ciudadanos cierta bisoñez en la negociación.
Los cubanos comienzan a tener fe en el deshielo. La retirada de la isla de la lista de países patrocinadores del terrorismo aviva la confianza en el proceso de acercamiento a Estados Unidos. La decisión se produce tres días después de la histórica reunión entre Obama y Raúl Castro en la Cumbre de las Américas celebrada en Panamá.
Entrevista al economista jefe del FMI. Olivier Blanchard advierte de que “la recuperación de España no es aún una historia de éxito”, y que la economía española «no debería condenarse a vivir con el 10%, el 15% o el 23% del paro». El francés, profesor de Harvard y del MIT, se toma con filosofía las críticas al nivel de acierto de los pronósticos sobre España. “Lo hacemos lo mejor que podemos”.
Exhibición del Barça en París. El equipo de Luis Enrique enfila el rumbo a las semifinales al derrotar al PSG (1-3). El uruguayo Luis Suárez protagoniza con dos goles el espléndido partido del Barcelona ante un conjunto francés menguado por las bajas. Los azulgrana han roto la racha del PSG, que llevaba 33 partidos sin perder en el Parque de los Príncipes.
Cinco horas de críticas, reproches y una cierta alarma incluso en esferas políticas aconsejaron a la Comisión Nacional contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte declarar el partido del próximo sábado en Riazor entre Deportivo y Atlético de Madrid como de alto riesgo, una etiqueta que no se le había asignado tras la reunión matinal que había puesto ese acento sobre los duelos de Liga de Campeones de la próxima semana (Barcelona-PSG y Real Madrid-Atlético) además del partido que enfrenta este domingo a Granada y Sevilla.
En un primer momento los clubes querían aparentar normalidad de cara al duelo
A primera hora de la tarde de ayer la Comisión hizo pública esta decisión; a primera hora de la noche ya había agregado el partido de A Coruña, el primero en el que se encuentran deportivistas y rojiblancos tras los incidentes del pasado 30 de noviembre que se saldaron con la muerte del aficionado coruñés Francisco Javier Romero Taboada.
La primera intención de los clubes era la de trufar de una normalidad previa el partido. Así se lo transmitieron a la Comisión en los días precedentes y le hicieron ver que la declaración de alto riesgo se podía obviar visto que tampoco están previstos, ni se han detectado, preparativos para desplazamientos de aficionados desde Madrid ni desde las peñas del Atlético tanto en Galicia como en comunidades cercanas. Tan sólo el club del Manzanares incidió en que se refuerce el dispositivo que vigile los desplazamientos del autocar que traslade a sus futbolistas desde entre aeropuerto, hotel de concentración y estadio.
No se han vendido entradas a aficionados atléticos porque no las han pedido
El dispositivo policial será el habitual en los partidos del Deportivo en Riazor. Ochenta policías nacionales se desplazarán al estadio y se movilizarán a las habituales dotaciones de policía local, protección civil, voluntarios de la Cruz Roja e incluso guardia civil, que se responsabiliza de los movimientos en el aeropuerto coruñés de Alvedro. Nada cambia en ese sentido por poner la etiqueta de alto riesgo, aseguran fuentes del dispositivo de seguridad que opera en el estadio coruñés. Estaba prevista, en todo caso, a primera hora de la mañana de hoy una reunión de coordinación en la Subdelegación del Gobierno de A Coruña.
Alto riesgo en el Calderón
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La declaración de partidos de alto riesgo se efectúa según la Comisión Nacional contra la Violencia en virtud de “antecedentes o circunstancias concretas”. Esa prevención se realiza, inciden, para establecer medidas que eviten situaciones de riesgo y contemplan medidas tales como la separación total de las aficiones rivales y la supervisión del acceso de ambas al recinto. No se han vendido entradas a aficionados colchoneros porque nadie las ha solicitado. Y, así, no se declaró el partido de alto riesgo. Pero apenas cinco horas después de publicar el listado de los que sí lo eran la Comisión puso la alarma sobre la cita del sábado en A Coruña menos de 48 horas antes de que ruede la pelota. Y trataba de explicarse en un comunicado: “De momento —pues la Comisión recaba continuamente detalles en el entorno del fútbol profesional—, no hay ningún encuentro más estipulado con este perfil, si bien no se descarta que se pueda unir alguno más a este grupo en las próximas horas”. Esa misma tarde había dejado claro en otra nota pública que la declaración de partidos de alto riesgo se establece “con la máxima anticipación”.
Hay ejércitos formados por las mentes más brillantes de la informática que se han dedicado a incrementar las probabilidades de conseguir una venta. La abundancia de datos y programas inteligentes de la era de Internet ha abierto la puerta al marketing a medida, los anuncios personalizados y las recomendaciones de productos.
Niéguenlo si quieren, pero no es un hecho sin importancia. No hay más que fijarse en la gran restructuración, propiciada por la tecnología, de los sectores de la publicidad, los medios de comunicación y la venta minorista.
Esta toma de decisiones automatizada está pensada para eliminar a los humanos de la ecuación, pero el impulso de querer que alguien supervise los resultados que vomita el ordenador es muy humano. Muchos expertos en datos matemáticos consideran que el marketing es una placa de Petri con pocos riesgos —y, sí, lucrativa— en la que poner a punto las herramientas de una nueva ciencia. “¿Qué pasa si mi algoritmo se equivoca? Que alguien ve el anuncio erróneo”, comenta Claudia Perlich, una especialista en datos que trabaja para una empresa de nueva creación que se dedica a la publicidad personalizada. “¿Qué daño puede hacer? No es un falso positivo de un cáncer de mama”.
Pero el riesgo aumenta a medida que la economía y la sociedad se empapan de los métodos y la mentalidad de la ciencia de los datos. Las grandes empresas y las de nueva creación empiezan a utilizar la tecnología para tomar decisiones relacionadas con el diagnóstico médico, la prevención de la delincuencia y la concesión de préstamos. En estos ámbitos, la aplicación de la ciencia de los datos plantea dudas sobre cuándo hace falta que una persona supervise atentamente los resultados de un algoritmo.
Los macrodatos pueden y deben aportarnos a todos más seguridad, oportunidades económicas y comodidad”
Estas dudas están dando pie a una rama de los estudios académicos conocida como responsabilidad algorítmica. Las organizaciones que velan por el interés público y los derechos civiles están examinando detenidamente las repercusiones que tiene la ciencia de los datos, tanto por sus errores como por sus posibilidades. En el prólogo de un informe del pasado mes de septiembre, Derechos civiles, macrodatos y nuestro futuro algorítmico, Wade Henderson, presidente de la Conferencia por el Liderazgo en Derechos Humanos y Civiles, escribía: “Los macrodatos pueden y deben aportarnos a todos más seguridad, oportunidades económicas y comodidad”.
Fíjense en los préstamos para el consumo, un mercado en el que hay varias empresas de nueva creación especializadas en macrodatos. Sus métodos representan la versión digital del principio más elemental de la banca: conozca a sus clientes. Estas nuevas entidades crediticias especializadas en datos aseguran que, al recopilar datos de fuentes como los contactos de las redes sociales, o incluso observar el modo en que un solicitante rellena un formulario de Internet, pueden conocer a los prestatarios mejor que nunca y predecir si devolverán el préstamo mejor que si se limitasen a estudiar el historial crediticio de alguien.
Lo que prometen es una financiación y una valoración más eficaces de los préstamos, lo que ahorrará a la gente miles de millones de dólares. Pero los préstamos basados en macrodatos dependen de unos algoritmos informáticos que analizan minuciosamente montones de datos y van aprendiendo durante el proceso. Es un sistema muy complejo y automatizado (y hasta sus defensores tienen dudas).
Toman una decisión sobre usted, sin que usted tenga ni idea de por qué la han tomado”
“Toman una decisión sobre usted, sin que usted tenga ni idea de por qué la han tomado”, explica Rajeev Date, que invierte en entidades crediticias que emplean la ciencia de los datos y ha sido director adjunto de la Oficina de Protección Financiera del Consumidor. “Eso es inquietante”.
La preocupación es similar también en otros ámbitos. Desde que su ordenador Watson venciese a los ganadores del concurso televisivo Jeopardy! hace cuatro años, IBM ha llevado la tecnología de la inteligencia artificial basada en datos mucho más allá de los juegos de ingenio. La asistencia sanitaria ha sido uno de los grandes proyectos. La historia del uso de la tecnología “especializada” para contribuir a la toma de decisiones médicas ha sido decepcionante; los sistemas no han sido lo bastante inteligentes ni lo bastante rápidos para ayudar de verdad a los médicos en la práctica cotidiana.
Pero los científicos de IBM, en colaboración con investigadores de algunos grupos médicos destacados —entre ellos la Clínica Cleveland, la Clínica Mayo y el Centro Oncológico Memorial Sloan Kettering—, están consiguiendo avances. Watson es capaz de leer documentos médicos a una velocidad a la que resultarían incomprensibles para los humanos: miles de ellos por segundo, en busca de indicios, correlaciones e ideas importantes.
Se ha usado el programa para formar a los estudiantes de Medicina y está empezando a emplearse en entornos clínicos oncológicos para proporcionar diagnósticos y recomendaciones de tratamiento, como si fuera un ayudante digital ingenioso.
IBM también ha creado un programa informático llamado Watson Paths, una herramienta visual que permite al médico ver las pruebas y las deducciones en las que Watson se ha basado para hacer una recomendación.
“No basta con dar una respuesta sin más”, afirma Eric Brown, responsable en IBM de la tecnología relacionada con Watson.
Watson Paths apunta a la necesidad de que haya alguna clase de traducción máquina-humano a medida que la ciencia de los datos progrese. Como dice Danny Hillis, experto en inteligencia artificial: “La clave que hará que funcione y resulte aceptable a ojos de la sociedad será la historia que cuente”. No una narración exactamente, sino más bien una información de seguimiento que explique el modo en que se ha tomado una decisión automatizada. “¿Cómo nos afecta?”, pregunta Hillis. “¿Hasta qué punto es una decisión de la máquina y hasta qué punto es humana?”, añade.
Uno de los planteamientos es que el humano siga formando parte del proceso. Los datos y los programas informáticos dan vida a las nuevas entidades crediticias que emplean la ciencia de los datos. Pero, en San Francisco, una de estas empresas de nueva creación, Earnest, hace que al menos uno de sus empleados revise las recomendaciones predictivas del programa, aunque es raro que rechace lo que dictan los algoritmos. “Pensamos que el factor humano siempre será una parte importante del proceso, ya que nos permite asegurarnos de que no nos equivocamos”, dice Louis Beryl, cofundador y consejero delegado de Earnest.
Pero esa postura, opinan otros, no es más que una ilusión reconfortante; puede que sea buen marketing, pero no necesariamente buena ciencia de los datos. Afirman que el hecho de concederle a un humano capacidad de veto dentro de un sistema algorítmico introduce un sesgo humano. Al fin y al cabo, lo que promete la toma de decisiones fundamentada en los macrodatos es que las decisiones basadas en los datos y el análisis —más ciencia, menos intuición y menos arbitrariedad— proporcionarán mejores resultados.
No obstante, aunque el optimismo esté justificado, hay un reto importante, dada la complejidad y la opacidad de la ciencia de los datos. ¿Podrá una tecnología que promete grandes beneficios medios proteger lo suficiente al individuo de una decisión misteriosa y caprichosa que podría tener un efecto duradero en la vida de una persona?
Una posible solución, según Gary King, director del Instituto de Ciencias Sociales Cuantitativas de Harvard, sería que los creadores de los algoritmos que otorgan puntuaciones los retoquen no para obtener el máximo beneficio o rentabilidad, sino para que el valor que conceden a la persona sea algo mayor, lo que reduciría el riesgo de equivocarse.
En el sector bancario, por ejemplo, se podría ajustar un algoritmo para que redujese la probabilidad de catalogar erróneamente de aprovechado al solicitante de un préstamo, aunque ello conlleve que la entidad crediticia acabe concediendo más préstamos incobrables.
“El objetivo”, dice King, “no es necesariamente que un humano supervise el resultado a posteriori, sino mejorar la calidad de la clasificación de los individuos”.
En cierto sentido, un modelo matemático equivale a una metáfora, una simplificación descriptiva. Filtra, pero también distorsiona un poco. Por eso, a veces, un ayudante humano puede aportar esa dosis de datos matizados que se le escapa al autómata algorítmico. “A menudo, los dos juntos pueden funcionar mucho mejor que el algoritmo por sí solo”, afirma King.
Steve Lohr, columnista de New York Times especializado en tecnología, es el autor de Data-ism.
© 2015 New York Times News Service
Traducción de News Clips.