El Madrid hace los únicos méritos y pasa a semifinales

Casi dos partidos completos le llevó al Madrid despachar al Atlético, demasiada pesadumbre para el equipo que hizo todos los méritos, superior en la ida y el único con vocación en la vuelta. Prueba de ello es que los rojiblancos mantuvieron el culebrón a hombros de Oblak, su oxígeno toda la eliminatoria. En el Madrid, otro héroe inesperado, Chicharito, autor de un gol agónico. Tan inopinado, que el mexicano, quien más hizo por derribar la muralla colchonera, llevaba 895 días sin marcar en Champions y solo había jugado el 17% de los minutos en lo que va de temporada. Con él al frente, el Madrid encadenó su quinta semifinal consecutiva, lo que no lograba desde 1956-1960. Un hecho más que estimable por las ausencias y por lo crudo de su adversario, que le tenía tomada la medida. Pero en esta ocasión, el Atlético, rácano y con urticaria por la pelota, solo quiso que le tocara la lotería. Cada mensaje que mandó Simeone así lo certificó. Le salió cruz y esta vez el fútbol se alió con quien le hizo mimos en exclusiva en un partido difícil de rebobinar salvo para los muy forofos.

Ni las carencias locales animaron al Atlético, mancomunado para defender y la nadería con el balón. El partido arrancó con un tumbo en la alineación del Madrid. Peritado el banquillo, Ancelotti optó por no desaliñar aún más el grupo. Mejor tres jugadores que le son fiables, como Pepe, Varane y Ramos, que reclutar a quienes tantos recelos han despertado, por mucho que la tasación de Khedira, Illarramendi y Lucas Silva rondara los 60 millones de euros. Con Ramos en la media, como en el fallido experimento de la pasada temporada en el Camp Nou, el Madrid apostaba por contrarrestar el juego espacial y sumar un llegador, pero no inventiva. Por desesperada y comprensible que fuera la medida del técnico italiano, el ensayo no resultó, sobremanera porque Ramos, lejos de ejercer de centinela de los centrocampistas, se situó un escalón por delante de Kroos, más sutil para crear, para armonizar el último tramo del ataque. Ante un Atlético con dos trincheras por delante de Oblak, no hubo madridista que agitara entre líneas. Abiertos James e Isco, nadie se infiltraba.

Con todo, el gobierno era del Madrid, de un Madrid precavido, sí, pero al menos con más intención, de tertulia con la pelota. Nada que ver con el Atlético, para el que el cuero tenía arsénico, para desesperación de su mejor domador, Arda. Ni un pase, ni dos. Los rojiblancos solo planteaban cepos. Su mejor remedio, jugar a que no se jugara. Para Griezmann y Mandzukic, también con la escoba, Casillas estaba en Marte. Como el balón le resultaba un artefacto solo encontraba vías con saques de banda, que ya los aplaude como los de esquina. Al Atlético no se le veían las cejas.

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Entre la poca marcha del Madrid y el pedrero de su adversario, el único motor del partido era el emotivo. El encuentro no tenía curvas, salvo por Chicharito, el más chisposo con su revoloteo. El mexicano y CR se saltaron el guion y se aproximaron al gol y se toparon la misma cerradura de la ida: Oblak, la bandera colchonera en estos cuartos, lo que revela el papel general del equipo. Por motivos bien diferentes, tampoco olvidará el reto Saúl, vencido desde el inicio, superado hasta que en el intermedio se quedó a la sombra. Poco antes, un despiste suyo dejó a CR frente al meta esloveno, otra vez lúcido.

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Chicharito marca el gol decisivo para el Madrid. / Alejandro ruesga

De regreso del descanso, al Madrid se le vio más suelto. A ello contribuyó un mayor goteo de Isco, en el cuarto oscuro todo el primer acto. Una asistencia con su sello a Chicharito estuvo a punto de descorchar por fin el duelo, pero el ariete cruzó demasiado el remate. Fue otro preludio de que el único con vocación ofensiva era el cuadro local. Quedó acentuada la intención visitante con el cambio de Simeone pasada la hora. Retiró a Griezmann, su mejor goleador, lo más picante del equipo, en favor de Raúl García. Para el Atlético todo quedaba supeditado a un bingo aéreo, a una jugada espasmódica, por mucho que en el fútbol lo casual a veces sea la lógica. No fue así, porque el conjunto de Simeone fue puro barbecho, máxime tras la expulsión de Arda, que con una tarjeta en el cartón planchó a Sergio Ramos. Demasiado imprudente el turco.

Hubo más sorpresas del técnico argentino. Al rato de quedarse el Atlético con diez, con Mandzukic con el tobillo dolorido, recién auxiliado por el equipo médico, entró el central Giménez por Tiago. La fe de Simeone con el croata rozó lo sobrenatural. Con un relevo y otro, el Atlético dimitía ya por completo del juego.

Con un relevo y otro, el cuadro rojiblanco dimitía ya por completo del juego

Con tres centrales no se refugió mejor el Atlético. Cristiano despegó por la derecha, James le dio hilo con un caño a Godín. Avanzó el portugués, ya dentro del área, y su servicio lo embocó Chicharito. Saltó la banca y el mexicano hizo justicia a quien fue superior de largo, en el Calderón y en Chamartín. Sin bajas y con ellas. Del Atlético hay versiones mucho más positivas. Esta vez dio demasiado la espalda al fútbol. Ganó el mejor.