Joseph Blatter continuará siendo el presidente de la FIFA tras ser reelegido durante el 65ª Congreso que el máximo organismo futbolístico celebra en Zúrich. En un proceso marcado por el escándalo de corrupción que ha manchado su nombre, el veterano dirigente se impuso en la elección tras la retirada del príncipe Ali bin Al-Hussein antes de la segunda votación.
Al-Hussein se retiró tras ver que no tenía opciones de batir a su adversario. En la primera e interminable votación se necesitaban dos tercios de los votos para ser elegido, algo que no consiguió ninguno de los dos candidatos. Pero el resultado dejó claro que en la segunda ronda, donde era necesaria la mayoría simple, el elegido iba a ser Blatter: de los 209 votos, 206 fueron válidos y el suizo consiguió 133, por los 73 del príncipe jordano.
Ali bin Al-Hussein forzó una segunda votación (Efe)
Es poco consuelo, pero al menos Al-Hussein consiguió forzar una segunda ronda, algo poco probable antes de las detenciones del miércoles.
Blatter, de 79 años de edad y en el cargo desde 1998, afronta su quinto mandato durante los próximos cuatro años al frente de una institución bajo sospecha, pero que maneja con mano de hierro desde hace casi dos décadas. En su discurso de aceptación se mostró pletórico y volvió a pasar de puntillas sobre la corrupción en la FIFA, igual que ha hecho en los últimos días. Felicitó a Al-Hussein por su buen resultado y reveló alguna de sus intenciones para el nuevo mandato, como darle más poder a las confederaciones.
«Os felicito otra vez por vuestra disciplina, respeto y juego limpio», dijo para cerrar su intervención el dirigente suizo, que reconoció que había estado algo nervioso a lo largo del día. Quizá por eso, cuando fue proclamado presidente y se quitó la presión de encima, no dudó en hacer alguna broma. A juzgar por su cara, a Michel Platini, presidente de la UEFA, no le hizo ninguna gracia. El francés había pedido este jueves la dimisión de Blatter y dijo que estaba asqueado. Ahora tendrá que seguir tratando con él.
El intento de Platini fue insuficiente porque el gran caladero de votos de Blatter no está en Europa, donde también tiene algunos apoyos, sino en África, Sudamérica, Caribe, Centro América y Norteamérica. Puede que una parte del dinero que mueve la FIFA esté manchado, pero Blatter ha sabido utilizarlo durante sus cuatro mandatos para ganarse el favor de las federaciones pequeñas, esas que no brillan a nivel internacional, pero cuyo voto cuenta igual que el de las grandes. Es lo que el propio presidente llama «solidaridad», concepto que repitió varias veces en el Congreso.
A través de varios programas, la FIFA da bastante dinero para el desarrollo del fútbol en esos países. Por eso era muy difícil que sus representantes cambiaran sus votos en la votación celebrada en Zúrich. Un ejemplo de todo esto fue el discurso de Mario Semedo, expresidente de la federación de Cabo Verde, en el que agradeció a la FIFA, a Blatter y a Jérôme Valcke, secretario general, por su ayuda en el desarrollo del fútbol caboverdiano. Ante eso, poco podía hacer su adversario.