Sólo quedaba un día competitivo antes del paseo de Milán. Pero no era un día cualquiera, era de esos que le gustan como pocos a los amantes del ciclismo, donde se puede ver a un ciclista sufrir hasta decir basta por una carretera que no se merece ese digno nombre al no estar ni siquiera pavimentada, lo cual le añade ese punto épico que no ha tenido comparación en ninguna otra etapa de este fabuloso Giro de Italia. Y fue ese día en el que Alberto Contador se hundió. No hubo consecuencias graves y este domingo, el pinteño ganó su tercer Giro, segundo dentro de la legalidad.
Su competición ha sido soberbia, rozando la heroicidad en ciertos casos, pero fue en el último momento cuando se dejó ir. Hasta este sábado, jornada que recordará toda su vida como clave en su carrera deportiva, Contador aguantó los ataques con rotundidad, no permitiendo que ni Fabio Aru ni Mikel Landa le cogieran por sorpresa en ninguna subida, en ningún instante. Fue el único verdadero candidato desde un principio a llevarse el rosa: Fabio Aru no estuvo a la altura cuando debía mantener una distancia manejable en la general y a Richie Porte no le cambió la vida dormir en una autocaravana.
La ausencia obvia de un competidor que le aguantase durante las tres semanas de manera regular se evidenció en los momentos en los que Contador tuvo problemas constantes. En la elección del equipo no anduvo fino en absoluto. Quiso rodearse de bestias competitivas, de rodadores fuertes, grandes, perfectos para la defensa de un líder en las llegadas masivas, que sin embargo no le funcionaron en prácticamente ninguna de ellas. Se cayó dos veces Contador cerca de la meta, sin poder evitar ni él ni sus compañeros las montoneras que se formaron ante sí. En una se dislocó un hombro, en otra se le hinchó la rodilla. Fueron cicatrices que ningún guerrero puede esquivar en el transcurso de la batalla, pero que no le impiden mantenerse en la lucha. Bueno, sí, algunas sí las pudo evitar, la verdad…
2015 giro d’italia – 20th stage
Sin embargo, no hubo lesión que le mermara en el camino hacia el Parco Sempione. Su fantástico ritmo en cabeza fue el que originó las dudas en la capitanía de Astana. Siempre arriba en todas las etapas duras de este Giro, Contador aguantó a Aru y le atacó en cuanto tuvo alguna oportunidad. Y entonces, cuando Aru no respondía, apareció Mikel Landa para ocupar su lugar. En esa contienda fraternal, Contador salió beneficiado hasta el punto de distanciarse hasta más allá de los cinco minutos, lo cual le ha permitido bajar el pistón en estas últimas dos etapas, aunque en la de Sestriere estuvo a poco más de dos minutos de dejarse también el rosa.
Alberto sufrió como no lo había hecho desde hace mucho tiempo y se acordó del sobresfuerzo en el Monte Ologno, donde decidió atacar para alejar más aún a los Astana. Quizás estuviera a la altura de la dificultad en la que se vio inmerso en el Tour de Francia 2014, en aquella mítica etapa sobre el pavés a la llegada a Arenberg Porte du Hainaut, donde perdió casi tres minutos con Lars Boom, ganador de la etapa y se alejó casi definitivamente de Vincenzo Nibali, si bien Contador tuvo que abandonar en la décima etapa. El fantástico trabajo hecho en los días anteriores hizo que la evidente pájara de este sábado no pasara a los anales como un gran hundimiento de un líder, pero sí que le marcará para el futuro Tour.
«Para mí este es mi tercer Giro, y para los que lo han visto por televisión también son tres». Alberto Contador ganó el Giro en 2011, lo cual era su segundo triunfo en la corsa rosa después de su estreno de 2008. Pero la sanción por el positivo por clembuterol le anuló todas las victorias conseguidas entre 2010 y 2012. Contador siempre atribuyó el contagio a la ingesta de una carne engordada ilegalmente, el solomillo más famoso del mundo. Era tan pequeña la cantidad de clembuterol detectada que la UCI dio veracidad incluso a la historia de la carne contada por el ciclista. Pero este va más allá: no reconoce la culpabilidad y todavía sigue sintiéndose campeón de aquella edición.
Hasta cierto punto, es comprensible que él siempre defienda su inocencia. Reconocer su error sería untar definitivamente su carrera, si no lo estuvo ya desde aquel fatídico día. Sea como fuere, Contador ganó este domingo su séptima grande dentro de la legalidad. Nueve según su propio criterio, claro. Son números fuera de lo común, de estrella entre las estrellas del ciclismo mundial. Y tiene claro que antes de dejar de montar en bici en poco más de año y medio quiere ganar más, mucho más. Desea el Giro y el Tour en un mismo año. Señoras y señores, se nos presenta una grande boucle impresionante.
Nunca dejará de sorprender que a los lunes de las grandes vueltas los llamen jornadas de descanso. No es en realidad un nombre apropiado para esos días en los que no hay etapas, porque los corredores hacen de todo menos descansar. Por supuesto, ya que no se van a pasar el día yendo de una ciudad a otra, los periodistas aprovechan para acercarse a los corredores y sacarles así las primeras conclusiones de la semana inicial. Eso cuando no están recibiendo masajes o entrenando, metiéndose aunque sin competir varias decenas de kilómetros en las piernas para no dejarles relajarse demasiado para lo que se aproxima. Y en este Giro de Italia, este lunes hubo una noticia bastante preocupante que relaciona, otra vez, dopaje, ciclista y la justicia.
El protagonista no es un cualquiera, sino el principal adversario de Alberto Contador en lo que llevamos de corsa rosa. Fabio Aru, a través de su representante y su abogado, ha decidido querellarse contra Gregory Robert Henderson, ciclista neozelandés de 38 años que actualmente milita en el Lotto Soudal. ¿Y por qué se judicializan entre ciclistas? Por lo que más puede doler a un profesional de este deporte: que le acusen de haberse dopado durante su carrera.
«Qué pena ver a Fabio Aru ‘enfermo’. Amigo, seguro que pronto vuelves sano, o mejor dicho, ¡limpio #pasaportebiologico! O no vuelvas”. Ese fue el agresivo tweet que escribió Greg Henderson después de conocer que el líder de Astana en este Giro no iba a poder participar a última hora en el Giro del Trentino por unos problemas estomacales. Es bastante evidente y ofensivo. Lo que viene a decir es que el virus que alegó Aru y Astana no era más que una cortina de humo para evitar participar y, por consiguiente, someterse a análisis que pudieran detectar alguna sustancia. Así, Aru podía llegar limpio al Giro de Italia. Repito, es lo que dice Henderson.
Aru, junto al trofeo de ganador del Giro de Italia (EFE).
Analicemos ahora la versión oficial. A un día del inicio de la Vuelta al Trentino, Astana comunicó que Fabio Aru no iba a poder disputarlo debido a unos fuertes dolores de estómago, disentería y vómitos. Visto que esos problemas los había arrastrado los dos días anteriores, el equipo prefirió no arriesgarlo y esperar que se recuperase de cara al Giro, donde iba a ser la gran baza del equipo kazajo contra Contador. No tenía sentido que corriese una ronda menor y pudiera empeorar y perderse la primera grande de la temporada. Se curó y ahí está, segundo detrás del pinteño.
Greg Henderson está un poco pasado de rosca. A sus 38 años, ya ha dado todo lo que podía dar en el mundo del ciclismo, siendo seguro su momento álgido el mundial de scratch ganado en 2004. En carretera, quizás sean un par de etapas en 2010 y 2011 en la París-Niza y otra en 2010 en la Vuelta a España, su mejor resultado en una gran vuelta. Ahora, lejos de los grandes circuitos internacionales, Henderson ha vuelto a ser noticia por algo que después pidió perdón en reiteradas ocasiones, además de borrar el tweet original donde insinuaba aquello de Aru.
Puede que sólo lo hiciera con ganas de molestar, o quizás tenga algo guardado dentro de sí contra el joven corredor italiano, pero lo que ha conseguido es crear la duda. ¿Y si tiene razón y la ausencia de Aru en el Trentino se debe a que se estaba limpiando? Astana no se ha caracterizado precisamente por su lucha contra el dopaje y tiene bastantes precedentes en su historial. A partir de ahora, de forma voluntaria o no, Henderson ha hecho que la sombra del dopaje persiga eternamente a Fabio Aru.