Al Barça no le ha ido nada bien en sus partidos con el Bayern. La última eliminatoria de Champions, en 2012-13, se saldó con dos goleadas del equipo de Heynckes: 4-0 y 0-3. La enfermedad de Vilanova y la lesión de Messi facilitaron el éxito del club alemán, que acabaría siendo el campeón, como ha venido ocurriendo con el equipo que ha eliminado al Barça —semifinalista en ocho de las últimas diez ediciones— a excepción del año pasado con el Atlético. Los alemanes se vengaron de la exhibición azulgrana en 2008-09 con Guardiola en el banquillo del Camp Nou: 4-0 y 1-1. Una excepción porque el Bayern se impuso en las semifinales de la UEFA 1995-96 (2-2 y 1-2) y en la liguilla de 1998-99 (1-0 y 1-2). Y queda para el inventario el amistoso ganado en 2013 por el equipo de Baviera ya entrenado por Guardiola: 2-0.
Ambos equipos, de nuevo enfrentados en la Champions, aspiran a ganar la Liga —a los alemanes les faltan cuatro puntos— y la Copa. El choque europeo, con la ida en el Camp Nou, estará condicionado precisamente por los partidos previos y por las lesiones, numerosas en el Bayern. Alaba, Javi Martínez y Badstuber parecen descartados mientras son duda, aunque con muchas opciones de jugar, Robben, Ribery, Bernat, Benatia y Rafinha. Muy fecundos en Múnich, alimentados por figuras como Neuer, Lham, Götze, Müller y Lewandowski, los alemanes tienen más disfunciones en defensa cuando no consiguen tener la posesión de la pelota, aspecto que depende sobre todo de Xabi Alonso y el exazulgrana Thiago, que se enfrentará a su hermano Rafinha.
No hay manera de contener a Messi si está bien, y lo sé bien”, sentenció Guardiola
“No hay manera de contener a Messi si está bien, y lo sé bien”, sentenció Guardiola, protagonista del cruce morboso después de su etapa exitosa en el Barça. “El Barcelona es el más fuerte, pero no estamos desahuciados”, terció Beckenbauer, presidente del Bayern, ganador de cinco Copas de Europa, una más que el Barça.
Si al fútbol le quitas la tensión es como si a la ópera le quitas la música. En ambos casos, es otra cosa. Y la Real sufre una bajada de tensión prolongada que le saca de los partidos y apenas funciona con pequeñas dosis de adrenalina. El Villarreal se maneja con pulsaciones normales, aunque a veces también le entran ganas de relajarse en su objetivo de defender su plaza en la Liga Europa, apenas amenazada. Por eso el partido de Anoeta tenía aires de pretemporada, por momentos, solo rotos por los golpes de ambición del Villarreal. La calidad le impulsaba tanto o más que el ánimo. Trigueros y Pina tienen la brújula siempre orientada. El primero lo intentó con un zurdazo precioso, el segundo con dos cabezazos no menos preciosos a los que respondió Rulli con la agilidad habitual. Por delante, Jaume Costa era un tormento para la defensa realista, apareciendo por todos los lados, siempre veloz, tragando kilómetros con la ansiedad de un maratoniano. Para alegría de la Real, el pequeño centrocampista cerró los ojos cuando cabeceó un centro a placer. No se puede tener todo.
El principal problema de la Real es que no tenía nada. Apenas le rescataba del sopor la profundidad de Carlos Vela. El resto estaba maniatado por el Villarreal en todas las líneas del campo. Ningún blanquiazul superaba a ningún amarillo, y aún así al equipo de Marcelino le faltaba punch. Campbell atolondrado y Gerard desactivado proponían poca garra a la fortaleza del Villarreal. Pero Marcelino, acosado por las bajas, no tenía recambios, con cuatro futbolistas del filial en el banquillo. Para colmo, mediada la segunda mitad se lesionó Dorado, continuando una plaga que ha diezmado al equipo castellonense.
El descanso movilizó a la Real, como si un rayo hubiera caído en mitad del vestuario A la obligación de ganar se añade la necesidad de agradar al entrenador que bien pudiera estar urdiendo una renovación amplia de la plantilla para la próxima temporada. Fue otra Real, le había subido la tensión y la elevó al máximo Canales, con su verticalidad.
Pero era noche de porteros. El protagonismo de Rulli lo heredó en la segunda mitad Asenjo, con dos ejercicios soberbios ante un cabezazo de Íñigo Martínez y un zurdazo de Chory Castro. Fueron acciones de reflejos sublimes, como las del argentino Rulli.
Pero la gloria la pudo conseguir un chaval que debutaba, Fran Sol, al poco de ingresar en el partido y en la Primera División. Fue un centro precioso de Moi Gómez al que bastaba con ponerle la uña para empujarlo. Pero el muchacho abrió demasiado el compás e incomprensiblemente lo envió fuera. Parecía la última oportunidad de inclinar el partido hacia uno de los lados: el del Villarreal jerárquico de la primera mitad o el de la Real rabiosilla de la segunda. Pero aún hubo un gol anulado a Victor Ruiz (por el pelo del flequillo) y un cabezazo en el minuto 93 de Víctor Ruiz que repelió el poste. ¿Justo o injusto? El fútbol no entiende de eso.
Todo comenzó una mañana de 1950, durante la hora de la comida. Enrico Fermi, físico del SETI conocido por haber inventado el primer reactor nuclear, debatía con sus compañeros las posibilidades que existían de que un buen número de civilizaciones avanzadas poblaran la galaxia pero, en algún momento durante esa charla informal, a Fermi se le encendió una bombilla. Con un mínimo adelanto tecnológico en cuestión de construcción de cohetes y naves espaciales y cierto interés en expandir sus fronteras, esas civilizaciones deberían haberse extendido fuera de sus planetas de origen. De ser así, y ya que el consenso durante esa charla era que no estábamos solos en el Universo, ¿por qué no habíamos recibido señal alguna de vida inteligente en la galaxia?
La paradoja de Fermi se puede resumir de una manera todavía más sencilla. Si el universo tiene unos 10.000 millones de años y se calcula que una civilización sólo necesita unos diez millones en colonizar un sistema solar, ¿dónde está el resto de la gente? La pregunta cobra todavía mayor importancia si tenemos en cuenta los últimos anuncios de la NASA sobre las sospechas, fundadas, de que en distintos satélites del Sistema Solar se puedan dar las condiciones necesarias para albergar vida, aunque sea a nivel celular.
Son nueve los diferentes cuerpos celestes que según la NASA podrían albergar alguna forma de vida gracias a la presencia de agua: Ceres, Europa, Ganímedes, Callisto, Encélado, Titán, Mimas, Tritón y Plutón. La presencia del líquido elemento no es baladí ya que, tal y como sucediera con la Tierra, es esencial para proporcionar un caldo de cultivo que permita una temperatura regular que proteja a las primitivas formas de vida de las agresivas condiciones que imperan en el espacio exterior.
Si en el pasado los brotes de rayos gamma impidieron el desarrollo de la vida, podríamos ser los primeros
“Existen una serie de condiciones para la vida que se cree que son absolutamente necesarias, y quizás la primera es la existencia de agua líquida. El agua, en su estado líquido, es una molécula con unas propiedades únicas completamente imprescindibles para que se lleven a cabo las reacciones químicas que se dan dentro de cualquier célula: sin ella ni las más simples de las bacterias podrían desarrollarse”, explica Javier Gómez Elvira, director del Centro de Astrobiología.
Han pasado pocos años desde el descubrimiento del primer exoplaneta, en 1992, pero la ausencia de pruebas palpables no detuvo las teorías sobre las posibilidades que existían de que la galaxia albergara un buen número de cuerpos celestes, teorías que se han probado válidas, y que permitieran otras formas de vida extraterrestre inteligente, la gran pregunta que todavía está por desvelar.
Hasta la fecha, son 1915 los exoplanetas descubiertos sin contar las llamadas enanas marrones, gigantes de gas que no orbitan alrededor de ninguna estrella, y de estos casi dos millares sólo ocho entran dentro de la categoría de planetas similares a la Tierra, aquellos que orbitan en la llamada zona habitable, donde la temperatura permite la presencia de agua en la superficie, y cuya masa es similar a la de nuestro planeta.
Ocho cuerpos similares a la Tierra es una cifra muy baja pero la propia NASA se encargó de elevar esa cifra hasta los 8.800 millones de planetas en la Vía Láctea, en un estudio que se hizo público en noviembre de 2013. La cifra no se detiene ahí, ya que otro estudio, este de 2010, cuantificaba en un 25% el total de estrellas de nuestra galaxia que contarían con planetas similares al nuestro.
‘El numero de galaxias, estrellas y planetas es tan sobrecogedor que pensar que no se ha podido repetir lo que ha pasado en la Tierra es quizás demasiado presuntuoso’
Frente a la frialdad de los números, la falta de evidencias hasta la fecha sigue alimentando la paradoja de Fermi. Aunque el número de planetas potencialmente parecidos a la Tierra sea muy elevado, Elvira recuerda que deben darse unas condiciones muy concretas para la aparición de vida, por lo menos tal y como la conocemos: “Junto con el agua son necesarios una serie de elementos que forman las moléculas responsables de todos los mecanismos de la vida: carbono, hidrógeno, oxigeno, nitrógeno, azufre y fosforo».
“Además se necesita una fuente de energía, que en el caso de las plantas es la luz del sol, pero que también puede ser simplemente la disponibilidad de minerales que puedan ser oxidados para beneficiarse de ese proceso en el que se libera energía».
“También es importante que las condiciones ambientales sean propicias. Por ejemplo, en Marte el nivel de radiación ultravioleta que llega a la superficie es suficientemente letal como para hacer inviable ninguna forma de vida de las que conocemos en la Tierra».
Enrico Fermi
“Y, por supuesto, tiempo.Los primeros restos de bacterias en la Tierra datan de hace 3.800 millones de años. La Tierra se formó hace 4.500 millones de años, por lo tanto se necesitan del orden de 780 millones de años para que aparezcan los primeros microorganismos en un planeta”.
El responsable del Centro de Astrobiología es optimista respecto a la posibilidad de que la vida haya aparecido en otros lugares de la galaxia: “Existen cucarachas capaces de sobrevivir a niveles de radiación más de diez veces superiores a lo que resisten los humanos. También hay unos pequeños seres, llamados tardígrados, capaces de sobrevivir al vacío espacial o a diez años de sequedad absoluta. Las bacterias son aún capaces de sobrevivir en condiciones extremas de temperaturas por encima de los 100 grados o altas presiones o condiciones de contaminación química letales para los humanos”.
Expuestas sus teorías, cree que Fermi será, tarde o temprano, derrotado: “Fuera de nuestro sistema solar el numero de galaxias, estrellas y planetas es tan sobrecogedor que pensar que no se ha podido repetir lo que ha pasado en la Tierra es quizás demasiado presuntuoso por parte de los seres humanos”.
Una ecuación para encontrarlos a todos
Antes de que los exoplanetas fueran una realidad demostrable fue Frank Drake, presidente del Instituto SETI, el encargado de tratar de poner negro sobre blanco las posibilidades que existían de toparse con una civilización extraterrestre. Su teoría, la llamada Ecuación de Drake, asegura que ese número se basa en los siguientes parámetros: el número de estrellas que nacen en un año, la fracción de esas estrellas que tienen planetas en órbita, el número de planetas dentro de esas estrellas que orbitan en la zona habitable, la fracción de esos planetas en los que la vida se ha desarrollado, la fracción de esos planetas en los que ha aparecido vida inteligente, la fracción de planetas en los que la vida inteligente ha desarrollado una tecnología para comunicarse y el tiempo que una civilización inteligente puede existir.
Drake cifró en una decena las civilizaciones inteligentes que se podrían detectar aunque diferentes reinterpretaciones de su ecuación han dado distintos resultados, desde cifras infinitesimales hasta otras más optimistas que ascienden a 282 las civilizaciones emitiendo señales de comunicación al espacio.
Pero, una vez más, frente a las hipótesis sólo hemos obtenido una respuesta: el silencio. La emisión del Mensaje de Arecibo, en 1974, o el lanzamiento de las sondas Pioneer o Voyager a los confines del Sistema Solar, han cosechado el mismo resultado: el silencio. La Señal Wow, detectada por una de las antenas del proyecto SETI en agosto del 77, es la única anomalía detectada hasta la fecha. Sus 72 segundos de duración y su magnitud, 30 veces superior al ruido de fondo habitual, encendieron las alarmas pero el hecho de que no hubiera réplicas en losdiferentes intentos por encontrar más señales en la misma dirección, la constelación de Sagitario, han llevado al descubridor de la señal, Jerry Ehman, a afirmar que la señal puede tener origen terrestre e incluso militar.
Juan Antonio Fernández Rubio, profesor de la Universidad Politécnica de Catalunya, cree que la ausencia de señales extraterrestres se debe a un problema meramente tecnológico: “Puede considerarse que la máxima sensibilidad de nuestros receptores es la del sistema GPS. Los satélites están a una distancia de unos 20.000 Kms. y transmiten con una potencia de unos 30 vatios.
No hay evidencia de que haya vida en nuestro sistema solar, fuera de la Tierra, así que hemos de acudir a estrellas de fuera. La estrella más cercana es Alfa Centauri, que está a unos 4,2 años luz, que traducido a kilómetros son unos 40 billones de kilómetros. Esto significa que para detectar una señal proveniente de algún planeta de esta estrella, sería necesario que transmitiese con una potencia de unos 55 millones de kilovatios. Es dudoso que, por muy elevada que sea su tecnología, puedan transmitir con esa potencia. Otra cosa sería que hubiesen podido viajar por el espacio y estuviesen muy cerca de nosotros. Se han lanzado algunas naves para explorar nuestro sistema solar que ya están en la frontera del mismo y de las que ya no podemos recibir ninguna señal suya”.
De Fermi a Drake: en diez años podríamos conocer a nuestros vecinos de galaxia
Explicaciones para todos los paladares
Son varias las explicaciones que han surgido después de la elaboración de la paradoja de Fermi para explicar por qué no hemos recibido ninguna señal o por qué no hemos encontrado ningún indicio de una civilización extraterrestre. Las hay cercanas al terreno de la ciencia ficción, como las que aseguran que vivimos en una simulación similar a Matrix o que la Tierra es un zoo, lo suficientemente alejado de cualquier rastro de civilización para que crezca y evolucione sin ningún tipo de injerencia externa. También es posible que el ser humano no haya desarrollado las herramientas para leer las señales que están enviando esas civilizaciones.
Una de las teorías más extendidas es la de la Tierra Especial, que argumenta que la vida inteligente ha aparecido en la Tierra gracias a las características tan particulares que posee nuestro planeta. Unas características —como la presencia de un satélite que regule las mareas— que dieron lugar a fenómenos poco comunes, como la evolución de las formas de vida unicelulares a las pluricelulares o que posibilitaron el nacimiento de una sociedad industrial gracias a la existencia de combustibles fósiles que permitieron el avance de la tecnología.
Aunque el número de planetas parecidos a la Tierra sea muy elevado, es muy difícil que se den las condiciones necesarias para la vida
Quizá más interesante es la respuesta que se da a la paradoja de Fermi desde la teorías del astrofísico ruso Nikolai Kardashov. Este científico distingue entre tres estadios diferentes de la evolución en civilizaciones avanzadas. El Tipo I se encuentra relativamente cerca, si entendemos el tiempo en escala galáctica, de lo que el ser humano ya ha conseguido y pasa por optimizar todos los recursos naturales del planeta de origen hasta el punto de ser capaz de controlar fenómenos naturales como el tiempo o los terremotos.
El siguiente paso en esta escala, la civilización Tipo II según Kardashov, podría llegar a un estado de evolución que haga posible ese silencio al que estamos acostumbrados. En una búsqueda constante de energía para satisfacer sus necesidades, una civilización avanzada podría llegar a construir una llamada Esfera de Dyson, una estructura con la que tapar la estrella sobre la que orbita para ser capaz de extraer toda la energía posible. A ese nivel de evolución, en el que una civilización tendrá universos tan potentes capaces de simular universos dentro de universos, el aislamiento exterior es una opción barajada entre los teóricos. Una explicación rocambolesca a esta teoría basada en las ideas de Kardashov es el Vacío de Boötes, una zona del espacio relativamente poco poblada y que respondería al siguiente estado evolutivo de Kardashov, el Tipo III, donde una civilización ha cubierto todas las estrellas de una galaxia para absorber su energía.
Pero es la última de las explicaciones formuladas a la paradoja de Fermi la que explique, quizá la ausencia de respuestas hasta la fecha. ¿Qué pasaría si el ser humano fuera el primero en haber llegado a este estado evolutivo? El astrofísico James Annisapuntó al descenso en el número de brotes de rayos gamma en el universo, grandes explosiones nocivas para la vida tal y como la entendemos, como factor que podría haber permitido el nacimiento de nuestra especie y de otras similares a la nuestra. Si en el pasado el tiempo entre explosiones era tan corto que no permitía la formación de una civilización inteligente, este cambio en la frecuencia de las explosiones explicaría por qué no nos hemos topado con civilizaciones anteriores a la nuestra.
“Muy cerca” de encontrar vida, según la NASA
La agencia espacial de Estados Unidos tiene claro que estamos muy cerca de encontrar señales de vida. “Creo que encontraremos indicios muy claros en los próximos diez años y que daremos con pruebas palpables dentro de diez o veinte años. Sabemos dónde tenemos que buscar, cómo tenemos que buscar y tenemos la tecnología necesaria para hacerlo”, ha asegurado Ellen Stofan, la responsable de la investigación científica de la NASA, en una conferencia reciente. La puesta en órbita del telescopio James Webb en 2018, el mismo que suplirá al Hubble, debería ayudar en la búsqueda de más señales y de más exoplanetas.
Mientras esperamos la llegada de señales procedentes de otros planetas —puedes colaborar desde casa a procesar los datos del Proyecto SETI en este enlace, a los científicos terrestres no les queda otra que buscar en casa. “En nuestro sistema solar Marte es el candidato número uno, en él se han dado o quizás se den en subsuelo, todas las condiciones necesarias para la vida. Europa sería el segundo, cuenta con una corteza de hielo, un océano interior y un núcleo caliente como fuente de energía interna. Ese océano interior puede reunir las condiciones de habitabilidad mencionadas”, argumenta Javier Gómez Elvira.
No puede el Sevilla ganar todas las batallas. Inmerso en una gran cruzada europea, el equipo de Emery se plantó en Granada pensando en Rusia. Allí, el jueves, se juega la vida ante el Zenit en la Liga Europa en busca de unas semifinales que le saben a gloria. De Los Cármenes podía haber salido con un triunfo que le hubiera permitido alcanzar al Valencia en la pelea por la Liga de Campeones. Debe conformarse con un empate que le hace perder comba en la persecución de este objetivo. Al Sevilla le faltó un punto de intensidad para ir de verdad a por el partido, algo que aprovechó el Granada para llevarse una igualada que tampoco alivia demasiado sus heridas. El grupo de Emery, imparable en las últimas jornadas, se humanizó. Sufrió el cansancio y el desgaste, hasta el punto de que jugadores como Vitolo o Bacca, excelentes en las últimas semanas, bajaron del cielo a la tierra.
El Sevilla fue lo que Reyes pudo crear. El utrerano dibuja pases imposibles aunque a veces desespere su falta de fuerzas. La ausencia de Banega, al que Emery dio descanso, provocó que su juego no fluyera con la rapidez habitual. El Granada, a tres puntos de la salvación, intento blindarse y salir con rapidez al contragolpe. Abel, en su desesperación, refrescó el equipo con Cala o Success, inéditos en las últimas jornadas. Tuvo la suerte de adelantarse en el marcador en un magnífico remate de Mainz. Un gol que el Sevilla recibió tras un saque de esquina, lo que mostró su desidia en un partido que pareció sobrarle en el calendario.
Emery mejoró a su equipo con los cambios. Aleix Vidal dio profundidad a la banda derecha y Banega comenzó a asociarse con Reyes. El Granada, un manojo de nervios, se deshizo cuando Candeias, solo, falló ante Rico. El 2-0 hubiera provocado la deserción del Sevilla. Su dominio se fue convirtiendo en acoso y el gol se mascaba. Llegó en una gran combinación entre Reyes y Aleix Vidal, con pase del catalán al área que metió en su portería Mainz, bigoleador de la tarde. El Granada rezó en los últimos 20 minutos para que no llegara la sentencia. Apretó el Sevilla. Roberto salvó un buen disparo de Denis Suárez desde fuera del área y Diogo disparó alto después de otro buen centro de Aleix Vidal. Como resultado, un punto para cada equipo, insuficiente botín para sus objetivos, pero que queda de cine como colofón a un derbi regional mientras sonríen Valencia y Deportivo.
La primera final de su historia la jugaron el Madrid y el Atlético el 24 de junio de 1960. Final de Copa, de Copa del Generalísimo se llamaba entonces. En el Bernabéu. Era el Real Madrid cuya alineación terminaba en Di Stéfano, Puskas y Gento y estaba en la cima de su gloria. Era favorito abrumador… pero ganó el Atlético.
Aquel fue el primer partido que vi en mi vida y la primera vez que vi una televisión, raro fenómeno del que se hablaba. Mi padre tenía un amigo acomodado, condiscípulo en los años del bachillerato, una de esas amistades que sobreviven al tiempo. Él nos invitó a su casa a ver el partido por el televisor, precedido por una serie de un héroe interestelar que se llamaba Diego Valor, al que debió el torero Diego Puerta que le aplicaran ese apodo.
Yo, decía, nunca había visto fútbol. El Madrid había ganado cinco Copas de Europa, pero a mis nueve años eso no era más que un run-rún entre los mayores. Los mayores, en mi caso, eran mi padre, mi hermano y mis tíos, todos madridistas felices y henchidos de legítimo orgullo. El Madrid acababa de ganar su quinta Copa de Europa en un partido arrasador, 7-3 al Eintracht de Frankfurt, cuatro de Puskas y tres de Di Stéfano. Y no era sólo eso: esa final se había jugado a caballo de la semifinal de Copa con el Athletic de Bilbao. En San Mamés había perdido el Madrid 3-0 en la ida. A nadie le extrañó mucho: la mente en la final europea, lo buenísimo y copero que era el Athletic… Se daba por eliminado al Madrid, que era precisamente todo menos copero. ¡Y sin embargo, en la vuelta barrió al Athletic, 8-1, ocho goles al gran Carmelo!
Así que en vísperas de la final (en el Bernabéu, además), era frecuente escuchar: “Siete al Eintracht, ocho al Athletic… ¡A estos nueve!”.
El Atlético además tenía sus apuros. Le faltaban Griffa y Calleja, lesionados. Le faltaban Mendonça y Vavá, que como extranjeros no podían jugar la Copa. En la Liga sólo había sido quinto, a trece puntos del Madrid.
Realmente, en las vísperas había que ser muy osado para dar favorito al Atlético.
El mismo día empieza el Tour, al que Bahamontes acude en plena gloria, ganador de la edición anterior. Farolea en la prensa francesa, a la que sabe dar lo que le gusta. Asegura que se le da bien torear y que un empresario le ha ofrecido 12 millones por seis corridas. (La bola es descomunal: aún faltan seis años para que El Cordobés cobre un millón por corrida).
Bernabéu y Saporta pasan la víspera en Lausana: se están atando los detalles de la primera Intercontinental. El Madrid jugará el domingo siguiente en Montevideo, el partido de vuelta se fija para primeros de septiembre, en el Bernabéu. Todo es el Madrid. Todo lo que no es Bahamontes, por lo menos.
Ambos equipos se concentran en El Escorial. José Villalonga es el entrenador del Atlético. Lo había sido del Madrid en las dos primeras Copas de Europa. Militar de carrera, entró en el fútbol como preparador físico. La Escuela de Mandos de Toledo fue la primera cantera de preparadores físicos del deporte. Había ascendido a entrenador tras una pelea entre Ipiña, secretario técnico, y Enrique Fernández. Después de esos éxitos europeos pidió aumento de sueldo y Bernabéu le despachó con cajas destempladas. La mañana del partido tuvo una inspiración. Llama a Collar:
—Vas a ser el capitán. Vamos a ganar el partido por ti y vas a ser tú el que coja la Copa.
A Collar le extraña, porque el más antiguo es Callejo. Hoy piensa que Villalonga lo hizo por cábala. Él ya había cogido una Copa de manos de Franco, en la final juvenil del 52.
En las vísperas había que ser muy osado para dar como favorito al Atlético, pero acabó ganando al Madrid
Al Madrid le entrenaba Miguel Muñoz, jugador en las tres primeras Copas de Europa. Había entrenado ese mismo curso al Plus Ultra y Bernabéu le había reclamado cuando echó sobre la marcha a Fleitas Solich, arrastrado por el fracaso de Didí. Muñoz acababa de empezar, pero tenía el laurel de la semifinal de Copa de Europa sobre el Barça de HH (3-1 y 1-3) y de la final del 7-3. Aunque se suponía que quien mandaba era Di Stéfano.
También el Madrid tenía bajas: Marquitos, Pachín y Canario. Canario era extranjero. Marquitos estaba lesionado. Pachín arrastraba una suspensión en España por un caso previo de doble contratación (fichó a un tiempo por Osasuna y Burgos) que no le impedía jugar en la selección ni en la Copa de Europa.
El partido es a las 20:30. Antes, el Firestone de Basauri, con un hermano del famoso Maguregui en sus filas, ha ganado la final juvenil por 5-2 al Murcia. Llega Franco, con el himno, los cuatro finalistas forman, el capitán del Firestone sube a por la Copa. Empieza el partido, se espera una masacre. Los equipos salen así:
Real Madrid: Domínguez; Pantaleón, Santamaría, Miche; Vidal, Zárraga; Herrera, Del Sol, Di Stéfano, Puskas y Gento.
Atlético de Madrid: Madinabeytia; Rivilla, Callejo, Alvarito; Ramiro, Chuzo; Polo, Adelardo, Jones, Peiró y Collar.
Arbitra Birigay. El Madrid no ha ganado la Copa desde 1947. El Atleti, nunca.
El Atlético sale a aguantar. Callejo se coloca de defensa escoba. Los laterales fijan a los extremos. Ramiro marca a Di Stéfano, Chuzo a Puskas, Polo, supuesto extremo, baja a la media a vigilar a Del Sol. Adelardo les ayuda a todos. El ataque queda fiado a la velocidad de Peiró y Collar (el ala infernal) y a la constancia del guineano Jones.
El Madrid, dueño del campo y el balón, marca el 1-0 en el 20′. Raro gol, un córner directo lanzado por Puskas, desde la izquierda y con la izquierda, pegándole con el exterior. Madinabeytia no queda en buen lugar. Luego hará un buen partido.
Pero al tiempo se lesiona Gento, al que se le reproduce un tirón mal curado. Quedará inútil para el resto del partido y servirá de explicación a la derrota. Aún con él de figura decorativa, el Madrid domina, manda. Hay un cabezazo de Di Stéfano al palo, hay paradas de Madinabeytia, hay un penalti a Del Sol que Birigay saca fuera del área. Hay un par de fallos inesperados de Puskas en el remate. Precisamente él, siempre infalible. Al descanso se llega 1-0. El Atlético ha hecho poco, pero algo inquieta a los madridistas: Collar le ha ganado todas a Pantaleón. “Como carguen el juego por ahí…”.
En el 51′ llega el 1-1 precisamente por Collar. Se va, tira y falla estrepitosamente Domínguez, cuyo paso por el Madrid se caracterizó por parar bien todo menos lo que le enviaba Collar. La facilidad con que este le hacía goles se hizo legendaria.
El Madrid aprieta, pero el partido se le ha puesto cuesta arriba. Liquidado Gento, Polo se va al extremo, a apoyar el ataque, para que Adelardo tome a Del Sol y Rivilla apoye. Herrera juega mal, no gana ni una. El Madrid ataca por el centro, con calidad, pero progresivamente más lento. El paso de los minutos le empeora. Al Atlético le mejora.
Se empieza a especular con la prórroga cuando en el 76′ Collar se va una vez más de Pantaleón, tira, rechaza Domínguez como puede y Jones, atento, remacha desde cerca. Me figuro que Domínguez pensaría: “Para una que le paro a Collar…”. Es el 1-2. El Madrid gasta lo que le queda en un último arreón, pero la salud está del lado del Atlético. En el 86′, Collar se va por enésima vez de Pantaleón y envía un centro raso, claro y medido, a Peiró, que machaca desde cerca. El Atlético es campeón.
Collar sube los escalones para coger la Copa de manos de Franco. La intuición de Villalonga se ha cumplido. El Madrid, abajo, aplaude agotado.
El Madrid es campeón de toda Europa menos España. Así lo dirán los atléticos.
Y Bahamontes, con ictericia, pierde ocho minutos el primer día del Tour.
Pronto habrá en los mercados unas manzanas de pulpa blanca y hermosa que no pardeará en la macedonia, y unas patatas que contendrán menos acrilamida cancerígena después de freírse. Pero solo en los mercados norteamericanos. Esas dos nuevas variedades son transgénicas, y no llegarán a Europa pese a haber superado los controles ambientales y sanitarios de las agencias de Estados Unidos, que son los más exigentes del mundo. El problema de la Unión Europea con los alimentos modificados genéticamente no es científico, sino mucho más grave: una especie de religión burocrática impermeable a las pruebas. ¿Patatas y manzanas? Americanas, gracias.
Cualquiera que haya cortado una manzana en cuatro trozos y haya esperado un par de horas para comérsela habrá visto con agustia lo que ocurre: la pulpa expuesta al aire se vuelve marrón y adquiere un aspecto mugriento que raya en lo incomestible. La razón son unas enzimas llamadas polifenol-oxidasas que, como indica su ingenioso nombre, se dedican a oxidar los polifenoles. Los científicos de Okanagan Specialty Fruits, una pequeña firma de agricultura biotecnológica basada en la ciudad canadiense de Summerland, han ideado una forma de reducir la actividad de esas enzimas, y han creado así unas frutas (manzanas árticas) que apenas pardean. Transgénicas, por supuesto: la madre naturaleza no tiene el menor interés en alegrar la vista de los consumidores.
El caso de la patata innata desarrollada por la firma de Idaho Simplot Plant Sciences es aún más interesante. Comparte con la manzana de Okanagan la reducción de la actividad oxidante de las enzimas —lo que evita el feo aspecto de las magulladuras que sufren estos tubérculos durante el transporte—, pero contiene además unas modificaciones metabólicas que reducen su cantidad de acrilamida, un compuesto tóxico y cancerígeno que surge al freírlas y que lleva 10 o 15 años preocupando a los reguladores sanitarios de los países occidentales. También es transgénica, por supuesto.
Un experto: “Estos alimentos se han diseñado por el bien del consumidor”
El rechazo de los grupos ecologistas y de consumidores occidentales a los alimentos transgénicos se debe a argumentos medioambientales y de salud pública. Las nuevas patatas y manzanas modificadas genéticamente, sin embargo, han superado las pruebas medioambientales y sanitarias más exigentes que existen en el mundo. El departamento de Agricultura estadounidense les dio luz verde el año pasado como inocuos para otros cultivos y el medio ambiente, y la agencia de seguridad alimentaria del mismo país (FDA, o Food and Drug Administration) las acaba de declarar aptas para el consumo humano.
En el enquistado debate sobre los alimentos transgénicos en Europa, la manzana ártica y la patata innata representan otras dos innovaciones de gran importancia. “Hasta ahora, las semillas transgénicas comercializadas suponían una ventaja para el fabricante o para el agricultor”, explica el presidente de la European Plant Science Organisation (EPSO), José Pío Beltrán. “Las nuevas patatas y manzanas están diseñadas sobre todo por el bien del consumidor”. La EPSO agrupa a 28.000 científicos de 220 institutos de investigación de 30 países europeos.
La segunda novedad de las patatas y manzanas transgénicas es de una índole más técnica, aunque no menos relevante. Las plantas transgénicas tradicionales se generaban introduciendo un gen extraño —por ejemplo, bacteriano— en el genoma de una especie vegetal. Esta clase de saltos entre especies ha propiciado que Greenpeace y otros grupos ecologistas califiquen los organismos genéticamente modificados de Frankenfood (comida Frankenstein) y los descalifiquen como engendros contrarios a los designios de la naturaleza.
De momento no se ha presentado en la UE ninguna petición para aprobarlos
Pero los nuevos productos no llevan ningún gen extraño a los propios de la patata o de la manzana naturales. Se basan en una tecnología llamada ARN de interferencia, que consiste en tomar piezas de ADN de la propia planta —como los genes de las polifenoloxidasas que pardean la pulpa— y utilizarlos para atenuar la expresión, o grado de activación, de esas mismas enzimas en las células de la planta natural. “En el resultado final ni siquiera hay vectores ni genes de resistencia a antibióticos extraños a la planta”, asegura Pío Beltrán. “La patata y la manzana son en el fondo tan naturales como las especies de que proceden”.
“La agricultura orgánica está creando un nuevo colonialismo”
“Casi el 100% de los piensos para animales contiene transgénicos”
La UE rechaza el estudio que vinculaba transgénicos y cáncer
Genes contra el hambre
Pero nada de esto servirá para aprobar estos productos en Europa, cuya legislación no atiende tanto a argumentos científicos como a prejuicios y consideraciones de conveniencia política. “De momento no se ha presentado ninguna solicitud para aprobar la patata y la manzana en Bruselas”, dice el director general de Producción y Mercados Agrarios del Gobierno español, Fernando Miranda. “Y aun cuando se presente, la experiencia nos dice que los protocolos de aprobación pueden llevar más de diez años, y ninguna empresa puede programar sus inversiones con esas expectativas».
La regulación europea sobre transgénicos cambió en enero pasado. A partir de ahora existe la posibilidad del opt out (excluirse), por la que cualquier país podrá aprobar un nuevo cultivo transgénico pese a la recomendación contraria de la Comisión Europea, siempre que la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, European Food Safety Authority) haya dado la luz verde científica.
Pero las empresas no consideran muy atractivo un mercado donde solo dos o tres países miembros puedan aprobar sus productos, ni que un Gobierno pueda aprobar una planta transgénica en la presente legislatura y el siguiente la prohíba sin siquiera la necesidad de presentar argumentos científicos para ello.
En conclusión, las manzanas y patatas que según los científicos serán más convenientes y sanas que las naturales, no llegarán a los mercados europeos en un plazo previsible.