El sueño europeo del Espanyol es una quimera comparado con las aspiraciones del Barcelona de ganar la Liga. No hubo derbi, ni tampoco litigio y menos partido en Cornellà-El Prat. Acaso los blanquiazules se pusieron gallitos en la defensa de la honra y del campo cuando el marcador ya no tenía remedio y los azulgrana campaban por terreno enemigo como Pedro por su casa, ufanos y poderosos, sin saber muy bien si meter uno o dos goles más o regular con vistas al martes, que llega el Getafe y se supone habrá rotaciones. Ni media hora tardó el Barça en resolver el encuentro ante la impotencia del chato Espanyol.
El Barcelona está en plena forma, se supera, juegue en casa o fuera, también en casa del Espanyol. Tiene el punto de fiebre de los equipos que aspiran a ganar títulos y se sienten fuertes y ambiciosos, el que se exige al líder de la Liga, vencedor en su complicada salida al campo del vecino Espanyol. Aunque empataron en Nervión, los azulgrana han resuelto con juego y resultados un calendario muy exigente que contemplaba como punto y final el derbi: 0-2. Ahora quedan cinco citas cuesta abajo: Getafe, Córdoba, Real Sociedad, Atlético y Deportivo,
No hay concesiones de ningún tipo en el Barça, ni siquiera en la alineación de Luis Enrique. No hay más retoque que en el central que acompaña a Piqué y en el volante derecho, ayer ocupado por Rafinha. Los cambios no afectan la mecánica del juego, que fluye de forma natural y coral, paciente en la elaboración, rápido y vertical después de la recuperación, imposible de defender incluso para un excelente portero como Casilla. No hubo contencioso sino que el partido fue un monólogo del Barça. Los azulgrana resolvieron la contienda con una facilidad asombrosa, abrumadoramente superiores, sin que mediara ningún conflicto, por más que Luis Suárez estuviera en fuera de juego en el 0-2. Los movimientos de los delanteros, y muy especialmente de Messi, a veces centrocampista, en ocasiones extremo y ariete cuando era menester, descuartizaron al Espanyol.
Messi acudió el miércoles a la consulta del dietista, pasó el viernes un control antidopaje y tuvo tiempo para tatuarse el brazo derecho y la pierna izquierda antes de enfrentar al Espanyol. Tiempo para distraerse de su sequía en los octavos y cuartos de final de la Champions. Nada más comparecer en el Power8, el 10 abrió el juego como volante central para Alba, profundo en su entrada por la banda izquierda, el lateral centró para la llegada de Suárez y el uruguayo dejó pasar la pelota para que la engatillara Neymar: 0-1. Iniesta habilitó después a Suárez con dos toques y el 9 cambió de primera para que marcara Messi: 0-2. Aunque el argentino se quedó sin ángulo y el tiro era muy difícil, Messi coló la pelota de palo a palo después de burlar a Kiko Casilla.
El portero ya había salvado tres mano a mano y antes del descanso todavía le sacó un remate de gol más a Neymar. La exhibición azulgrana fue completa en la primera parte porque dominó el juego, el partido, el campo y la grada, sometido el Espanyol. El Barça mezcló muy bien los argumentos que le han distinguido como un equipo único en la concepción del fútbol: la posición, la posesión, la presión y la percusión.
Luis Suárez se exhibe como jugador de equipo y Messi ejerce de futbolista total
No entró en el partido ni dijo ni pío el Espanyol, al que le resultó imposible responder al ritmo del Barça. La cadencia del pase conjugaba con el vértigo de las aceleraciones de manera que la velocidad de balón azulgrana nunca pudo ser defendida por los muchachos de Sergio González, espectador del repaso del Barça. No hubo más noticia blanquiazul que un disparo de Caicedo. Escarmentado en Sevilla, los errores fueron mínimos por parte del equipo de Luis Enrique.
El Espanyol supo que jugaba en su cancha porque la hinchada callaba o rabiaba, desconcertada por la dimisión de su equipo, que andaba destensado y narcotizado por las posesiones barcelonistas (80%), sin posibilidad de tocar bola, obligado a recapitular en el vestuario. Apretó los dientes en la reanudación, adelantó la línea de presión y ensució la contienda hasta desquiciar al Barça. Aparecieron las entradas feas y la pierna fuerte ante la complacencia del árbitro, que por el contrario la tomó con Alba, al que expulsó por menosprecio a la autoridad, por protestar las decisiones del sheriff. Mateu Lahoz fue víctima un partido más de un ataque intervencionista que acabó con un carrusel de tarjetas y una amenaza al banquillo del Barça.
La expulsión de Alba y la intensidad local equilibraron el choque en la segunda parte
El encuentro se puso desagradable y acabó por provocar la dimisión de Messi después de un rato en que amenazó con armar la de Dios es Cristo con su fútbol total. La furia del 10 acabó con un tiro al palo de la misma manera que Casilla le negó el gol al barroco y contradictorio Neymar. Tampoco pudo Stuani con Bravo, excelente en dos intervenciones para replicar la intensidad y agresividad del Espanyol, vencido el día en que aspiraba a tocar la gloria, cuando quería reeditar el Tamudazo, dispuesto a sumar su séptimo partido sin perder, abatido como siempre que le dan ataques de grandeza, una costumbre en el derbi desde el curso 2006-07.
A pesar de la inferioridad numérica y de las ocasiones falladas por los delanteros, menos resolutivos, el derbi acabó de forma plácida para el Barça, ya con Rakitic en la cancha en lugar de Suárez, en Cornellà jugador de equipo por excelencia, sustituido cada día desde que se quejó Neymar. Los delanteros volvieron a marcar la diferencia en una jornada para el inventario: Xavi celebró su partido 500 de Liga el día en que se cumplía un año de la muerte de Tito y hacía 50 años que debutó Rexach. Los datos ayudan cuando no hay fútbol y el Barça otea la Liga.