Cristiano Ronaldo, primer jugador en marcar 100 goles en Europa Cristiano Ronaldo, primer jugador en marcar 100 goles en Europa.
Tan cruda resultó la Juve que con menos que el Madrid logró destemplar al conjunto español, al que se le vieron más costurones de los esperados. Salvo en el tramo final del primer acto, el equipo de Ancelotti fue a remolque de un rival abnegado, de pierna fuerte e ideas muy claras y, en algunas fases, cordial con la pelota. Con su victoria, los juventinos pusieron cerco a un Madrid con tembleques en la zaga, con Ramos sin cadena en el medio campo y con Bale menos que de puntillas, por subrayar sus mayores desarreglos. Mal de entrada y desbocado al final, entremedias el empate de Cristiano fue un espejismo. No tuvo continuación y Tévez tocó la corneta para dejar al campeón con la angustia de una vuelta que no se presume con paseíllo.
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‘Ya estamos todos’, por M. JABOIS
Tévez, rey del Piamonte
Tiene menos cartel que el Madrid, pero no hay cascoteros en esta Juve, que reniega del costumbrista manual de algunos equipos italianos que bendicen el pelotazo porque no desordena. Con el imperecedero Pirlo como mascarón, el campeón del calcio arrancó con brío, con fútbol geométrico, con el balón al pie. Según dictara la jugada, a las órdenes de Pirlo, por supuesto, al que le falta depósito, pero mantiene de forma fugaz su distinguido visor, los jugadores de Allegri enchufaban en corto a Vidal o Tévez, o bien citaban con las luces largas a Morata, un coloso hasta que reventó. Las dos vías generaban quebraderos al Madrid, con Ramos y Kroos demasiado alineados para atacar y defender. A sus espaldas, los dos suramericanos del Juventus provocaban agudas interferencias entre el medio campo y la zaga española. Morata enredaba por su cuenta a Pepe y Varane. Su físico le procura el forro adecuado para el cuerpo a cuerpo.
Por momentos, la Juve lograba afeitar al Madrid y a la cuarta llegada antes de los diez minutos logró su propósito. Tévez encontró un pasillo con gran facilidad y su disparo cruzado lo acarició Casillas a su derecha, junto al poste. Morata, que es rastreador de áreas, estaba junto a la presa. No fue un tanto casual, ni mucho menos. Quizá desde el Milan de Sacchi no se conozca una escuadra italiana que haya dado 27 pases previos a una diana. Eso certificaron los estadísticos, tan valiosos con sus laboratorios. El gol, su génesis, retrató a un Madrid atribulado, tiritón con la pelota, blando en las disputas. En el espinazo del equipo, Sergio Ramos bastante tenía con encajar como postizo centrocampista. No encontraba con quién chocar y el partido demandaba gobierno. Sin un intermediario en el medio, Bale, como ariete, y Cristiano, proyectado desde la izquierda, quedaban aislados, fuera de plano.
Lejos de mantener la ruta, la Juve poco a poco cambió la escala musical. Prefirió refugiarse más en las cuerdas de Buffon y perdió metros hacia Casillas. Mala decisión, no conviene abrir el paisaje a Kroos, pese a su aparente pecho frío. El alemán anestesió a los suyos. Es lo que tiene colonizar el balón. A su compás respiró el Madrid, que comenzó a dar avisos en campo ajeno. Ya asomaba James, capital para la ofensiva madridista, clave para agitar a cualquier adversario. En la crecida visitante, fue el propio James quien provocó una indecisión de Evra, que fue al combate como un monaguillo. La acción descolocó a Chiellini, que fue al rescate sin éxito. El colombiano templó el baló al segundo palo y a Cristiano, sobre la raya de gol, le bastó con poner el flequillo que no tiene. Su puntualidad con el gol es mucho más que asombrosa, es una corazonada permanente.
La Juve notó la sacudida del innumerable tanto del portugués. Ya no era el equipo fluido del arranque. Las teclas eran de Kroos, de James, de Cristiano… Y, por un momento de Marcelo, que alivió su dislocada actuación al frente de una estupenda jugada colectiva. Tras una danza de Isco por el costado izquierdo, el lateral brasileño citó a James con el gol. El cafetero, a un palmo de la portería, se lanzó en plancha y su cabezazo fundió el larguero. Increíble. Solo cabía esperar gol o gol.
Salvo en el último tramo del primer tiempo, el cuadro de Ancelotti fue a remolque
En alza el Madrid, el retorno al segundo acto no tuvo la misma derivada. La Juve, de entrada, se pareció más al del inicio del duelo. Otra vez con más decisión, enérgica. Llegó el momento de Tévez, que es una avispa a campo abierto, canchero como pocos, pícaro e “incordión”. El Apache reflotó a los blanquinegros. Con Ramos con cara de náufrago y Bale no se sabe dónde, el grupo de Ancelotti no daba con la tecla, desajustado en todas las líneas. La Juve, como buen italiano, hurgó en la herida. Un córner a favor concluyó en un desastre para el Madrid, que se lo ganó a pulso. Cerraban, con dice el libreto de toda la vida, los dos laterales, los dos bajitos, Carvajal y Marcelo. Al brasileño le llegó un rebote y se animó a buscar un disparo. Una imprudencia cuando se está de centinela. El rechace en la alambrada local llegó a Tévez, que pegó varios muletazos a Carvajal hasta que este, con un punto de ingenuidad, le atropelló. Bien pudo contener, sin más. El argentino no falló desde el penalti.
El gol retrató a los visitantes, tiritones con la pelota, blandos en las disputas
Reaccionó Ancelotti, que puso en vuelo a Chicharito en detrimento de Isco. Bale, en tierra de nadie, se mantuvo. Un minuto tardó Allegri en dar réplica. Barzagli por el sorprendente Sturaro, titular pese a llevar solo desde febrero en Turín y haber jugado un encuentro de Champions y ocho de Liga. Frente al 4-3-3 español, el 5-3-2 italiano. Exhausto Tévez, la Juve se encomendó al blindaje a ultranza y una aventura de Llorente, relevo del más que meritorio Morata. El Madrid contra un muro, la Juve en el descampado, a cielo abierto. El partido obligaba a contener la respiración. No sobraba fútbol, pero había fogatas ante las dos porterías. La tuvo CR nada más irrumpir Chicharito, que en un rato dejó mal al inoperante Bale, por fin relevado a poco del final por Jesé.
El Madrid, sin mucho tino, aceptó descamisarse, ir a por el empate, poner remedio antes de la vuelta a Chamartín. Llorente a punto estuvo de hacérselo pagar caro. No hubo para más y la gente de la Juve tiró serpentinas, confetis y lo que tenía a mano para festejar un resultado que deja a su equipo con un destino posible a Berlín. Al Madrid le toca remar. En Turín tuvo muchas grietas. Esta vez, los remiendos, a estas alturas de la Copa de Europa, no fueron suficientes. Plano y sin ideas solo le quedó colgar balones sin techo. No es lo que se espera del campeón. Tiempo tiene para la reflexión. Para cuadrarse de otra manera el próximo miércoles. Falta le hará, y recursos tiene.
“Hemos hecho la revolución contra los prejuicios. ¿Cómo? Con un equipo que es como un grupo de rock: agresivo e intenso”, dice al otro lado del teléfono Fabrizio Castori, entrenador del Carpi y volcán de energía, cuando se le pregunta cómo explicaría a un periódico extranjero el milagro conseguido por su equipo. El Carpi (club de 1909 y ciudad de 70.000 habitantes) acaba de conseguir el ascenso a la Serie A (la primera italiana) con unas cuantas jornadas de antelación y una plantilla plagada de jóvenes que ha costado 100.000 euros. Kevin Lasagna, una de las relevaciones de la temporada, llegó por 12.000 euros a un club que en 2010 estaba en la Serie D. Y no ha sido el más barato.
Ha ido ascendiendo año tras año con un entrenador diferente y la misma política low cost. “Nuestro secreto es el trabajo diario, invertir en el capital humano y apostar por jugadores jóvenes con ganas de llegar”, explica Cristiano Giuntoli, director deportivo desde 2009 y uno de los artífices de los éxitos del club que maneja un presupuesto de 4,5 millones de euros (2,5 destinados a las nóminas de la plantilla). Lleva años rastreando el mercado en busca de talentos. Los ha encontrado en las categorías más bajas y a precios tirados. A juzgar por los resultados, siempre le han funcionado.
Cuenta con una plantilla plagada de jóvenes que ha costado 100.000 euros
De los 38 partidos que ha jugado el Carpi en lo que va de temporada, solo ha perdido cinco. Es un equipo fuerte, roñoso, que se cierra bien y juega al contragolpe. Es el menos goleado de Segunda y posiblemente el más sobrio y eficaz (1,5 gol por partido). En la clasificación de la posesión del balón es el farolillo rojo (22% por encuentro).
“¿Fútbol espectáculo? ¿Qué es eso del fútbol espectáculo? Para mí el espectáculo es velocidad y marcar rápido. Mi idea de fútbol cambia en función de los jugadores que tengo, el entrenador es como un sastre que tiene que coser el traje con las prendas que tiene. Eso hago. Mi equipo juega un fútbol adecuado a las características de los futbolistas. Hay mucha palabrería… pero lo que cuenta son los resultados y ganar”, explicas Castori. Él, contable y exvendedor, lo ha conseguido.
Gracias también a su mujer. Fue ella la que lo convenció a dejar el negocio de zapatos y bolsos que había montado. “Hasta 1999 compaginé el fútbol con mi negocio. Tuve que elegir cuando me llegó una oferta que me obligaba a alejarme de casa. No estaba nada convencido yo, casado con 3 hijos. Me parecía poco responsable dejar el negocio para centrarme en el fútbol. Fue mi mujer la que me convenció”, recuerda ahora. Lleva años entre Tercera y Segunda.
La ciudad, en plena Llanura Padana, se ha volcado con el equipo. El club está negociando con el Ayuntamiento la remodelación del estadio. El Carpi juega en un antiguo velódromo en el que caben poco más de 4.000 espectadores. No es un campo habilitado para Primera por lo que si no serán aprobadas las obras, el equipo tendrá que jugar de alquiler en el campo del Parma (que ha bajado a Segunda) o de la cercana Módena.
Nadie contaba con ascender este año. De hecho, Giuntoli había recortado el presupuesto de un 40% a principio de temporada. “No montamos un equipo para ganar. Cuando armas una plantilla con jugadores tan jóvenes (el promedio de edad es de entre 23-24 años) y que vienen de categorías tan bajas no puedes tener el objetivo de ganar. La idea era salvarse y aprobar. Hemos sacado un sobresaliente”, comenta. Y añade: “Nuestra identidad no va a cambiar en la Serie A. Nos mantendremos ligeros, haremos lo máximo sí pero siempre según nuestras posibilidades. Para nosotros estar en Primera será como tocar el cielo con los dedos”.
Es el menos goleado de Segunda y el farolillo rojo en posesión (22% por encuentro)
La página web del club está pintada estos días de rojo y blanco, los colores del Carpi. Una gran A (de Serie A) sale dibujada en la pantalla en la que se puede leer este mensaje: “¡La que hemos liado!”. Algunos, como el presidente de la Lazio Lotito había vaticinado que el ascenso de un club tan pequeño sería nefasto para el mundo del fútbol. “El Carpi [y el Frosinone] en Primera serían una ruina. ¡Quién pagaría los derechos televisivos!”, dijo en una conversación telefónica.
Castori mientras se divide entre celebraciones y planes para la próxima temporada. “En el fútbol el único secreto que hay es el trabajo. En Primera seguiremos haciendo nuestro fútbol: intensidad, sacrificio y valores. A los que han empezado desde muy abajo como yo, nos importa un carajo lo que opinen los del fútbol espectáculo”, concluye.
Corría el año 2011. Los mercados estaban secos para obtener financiación. Muchos bancos empezaron a agrupar sus préstamos en fondos de titulización de forma que sirvieran para solicitar liquidez al Banco Central Europeo. Bankia, una de las entidades que tenía una posición de liquidez menos holgada, aprovechó incluso el crédito que había dado al Real Madrid para fichar a Cristiano Ronaldo para aportarlo a un vehículo financiero y lograr que el BCE le prestase el dinero que no podía obtener en los mercados. Cuatro años después, con el crédito del fichaje ya pagado y con el banco en una posición mucho más sólida, Bankia ha decidido liquidar aquel fondo.
Cuando EL PAÍS desveló que el préstamo del fichaje de Cristiano servía como garantía ante el BCE, numerosos medios internacionales como Business Insider, The Telegraph, Die Welt o Süddeutsche Zeitung se hicieron eco de la noticia, alguno de ellos exagerando la situación y yendo un poco más allá al decir que la entidad había ofrecido al propio jugador (y no al préstamo) como garantía ante el BCE.
Bankia usará el préstamo del fichaje de Cristiano Ronaldo para pedir liquidez al BCE
El crédito de 76,5 millones de euros concedido en 2009 por Caja Madrid al Real Madrid para financiar el fichaje de Cristiano Ronaldo y de Kaká fue incluido por Bankia junto a préstamos a ACS, Abertis, Acciona, FCC o Galp dentro del fondo de titulización de activos denominado «Madrid Activos Corporativos V».
La titulización de préstamos hipotecarios, corporativos o al consumo es una práctica habitual entre las entidades financieras para poder usar los bonos resultantes como garantía al pedir financiación al Banco Central Europeo. La fórmula pasa por incluir en el activo de fondos una cantidad de crédito muy superior al volumen de bonos que se emiten. Así, los bonos de titulización tienen una alta calificación crediticia.
Esa práctica se generalizó durante la crisis financiera, cuando los inversores huían de productos estructurados y no era fácil colocarlos en el mercado. Bankia era una de las entidades con una mayor dependencia del BCE para su financiación.
El préstamo para el fichaje de Ronaldo se pagaba en tres plazos, los años 2012, 2013 y 2014. Algunos otros de los préstamos incluidos en el fondo también se han ido pagando.
Ahora, en el informe anual del fondo de titulización, registrado en la Comisión Nacional del Mercado de Valores, el auditor pone énfasis en la liquidación del fondo: «La sociedad gestora ha procedido a la liquidación anticipada del fondo con posterioridad al cierre del ejercicio, el 18 de febrero de 2015, como consecuencia de la solicitud de la entidad cedente, en su calidad de único tenedor de los bonos de titulización emitidos por el fondo y de única entidad cedente de los derechos de crédito que fueron objetos de cesión», señala textualmente.
De ese modo, Bankia recupera los créditos que cedió y los bonos se amortizan. El crédito del fichaje está pagado, Cristiano Ronaldo sigue en el Real Madrid y, pese a lo que dijeron algunos medios sensacionalistas alemanes y británicos, nunca hubo riesgo de que pasase a ser propiedad del BCE.
Karim Benzema no forma parte de la expedición madridista que viaja a Turín para jugar el martes la ida de las semifinales de Liga de Campeones. Tras haberse recuperado recientemente de un esguince de rodilla, Carlo Ancelotti prefiere reservar a su jugador para que reaparezca ante el Valencia.
Benzema regresó como estaba previsto el domingo a la dinámica de grupo pero Ancelotti ha considerado que su regreso en Liga de Campeones sería precipitado y se queda entrenando en solitario en Madrid para mejorar su condición física antes de reaparecer.
Será el del Juventus Stadium el quinto encuentro que se pierde Benzema, que cayó lesionado en el Vicente Calderón en la ida de cuartos de final de Liga de Campeones, para posteriormente perderse la vuelta ante el Atlético de Madrid y los partidos de Liga contra Celta, Almería y Sevilla.
Ancelotti ha facilitado una lista de 20 jugadores, de la que tendrá que descartar a dos a última hora, y en la que tampoco ha entrado por lesión el croata Luka Modric ni por decisión técnica el alemán Sami Khedira.
La expedición que aterrizará en Turín alrededor de las 12:30 (10:30h) horas la forman: Iker Casillas, Keylor Navas, Pacheco, Carvajal, Arbeloa, Varane, Pepe, Coentrao, Marcelo, Nacho, Sergio Ramos, Lucas Silva, Kroos, Illarramendi, Isco, James, Bale, Jesé, Cristiano Ronaldo y ‘Chicharito’.
El último entrenamiento antes del encuentro de ida de semifinales, lo completará el Real Madrid en la tarde de este lunes en el escenario del partido, el Juventus Stadium, desde las 18:30 horas (16:30h).
Carlo Ancelotti se ampara en sus rasgos circulares de paisano paciente, en su venerable melena plateada, en sus ojos glaucos, para sugerir la imagen de osito polar de peluche que conviene al gusto del pueblo e inspira confianza en los cuadros directivos. Solo de vez en cuando, en esas largas jornadas que le descubren demasiado cansado, o demasiado aburrido, deja entrever entre la pelambre de inofensivo muñeco la piel dura de elefante, y hasta los colmillos, largos y mellados, de viejo trashumante de las praderas.
Al entrenador del Madrid lo rodeaban los muchachos de la prensa, curiosos, después del partido contra el Almería, en la noche del miércoles, cuando uno le preguntó por lo que significaría para él ganar la Liga española, después de haber conquistado la Liga en Italia, Francia e Inglaterra, hasta sumar 32 títulos como técnico y como jugador.
Mi vitrina ya está llena de títulos. Yo solo quiero ganar para el club, la afición y los jugadores»
“No estoy seguro de que el Barça vaya a perder puntos en esta Liga”, dijo, señalando al líder que le saca dos puntos a falta de cuatro jornadas. “De lo que sí estoy convencido es de que nosotros podemos ganar los cuatro partidos que nos quedan. Como he dicho, yo no tengo ninguna ambición personal. Porque mi vitrina ya está llena. Solo quiero ganar títulos para el Real Madrid, para la afición, para el club y para mis jugadores”.
Después de haber tenido al frente de su organigrama de comunicación y propaganda a José Mourinho, el entrenador más oportunista que existe a la hora de colgarse medallas y ufanarse de su particular colección de copas, el Madrid se ha puesto en manos de un hombre que da la impresión de no preocuparse en lo más mínimo de su persona. A sus 55 años, Ancelotti no solo procura hacer lo que le mandan, aunque se trate de indicaciones aparentemente disparatadas, sino que le confiere a todos sus actos un marchamo de desprendimiento que acaba por encandilar, si no a los directivos, al menos a los futbolistas. Y en este negocio, a pesar de que los dirigentes se esfuercen por influir cada día más, todo depende de los futbolistas.
El Madrid gana al Almería con un golazo de James y nada más
Cristiano se desespera sin su gol
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El partido contra el Almería fue un verdadero bodrio. Ganó el Madrid 3-0 haciendo lo mínimo indispensable frente a un equipo con lagunas de toda clase. La gente se irritó. Los pitos arreciaron contra los futbolistas propios. Pero, a diferencia de Mourinho, proclive a emplear las conferencias de prensa para bombardear su propio cuartel, Ancelotti se presentó como un escudo. “Ha sido un partido de transición”, justificó, comprensivo y paternal con sus pupilos. “No hemos jugado ni con mucha intensidad ni con mucha calidad. Es natural después de una semana en la que el desgaste físico y mental ha sido muy alto. Nos henos tomado un respiro pero siempre controlando el marcador”.
El técnico advirtió de que observa disfunciones en su centro del campo, manifiestas en Vigo y contra el Almería, pero se mostró confiado en que esto cambie. Si no tiene fe, lo parece. El próximo sábado le espera el Sevilla en el Sánchez Pizjuán en la difícil antesala antes de viajar a Turín a disputar la ida de las semifinales de la Champions con el Juventus.
“Hay partidos en los que no defendemos tan bien”, admitió, lanzando un mensaje de confianza en sus futbolistas. “Pero yo sé que cuando el equipo está concentrado defiende muy bien, incluso poniendo en la alineación a muchos jugadores creativos. Lo hicimos el año pasado en las semifinales contra el Bayern y contra el Barcelona. Yo sé que cuando este equipo tiene que defender, defiende. No siempre tenemos esta actitud. De vez en cuando nos descolocamos un poco. Contra el Almería en la primera parte no hemos presionado muy bien. En la segunda mejoramos”.
A veces nos falta actitud. Pero yo sé que cuando este equipo tenga que defender, defenderá»
Frente al Celta y el Almería se hizo evidente que Illarramendi padece una crisis de algún tipo, sea futbolística o existencial. Descartado contra el Atlético en los cuartos de la Champions, el vasco será más que probablemente borrado de la alineación contra el Sevilla, en donde puede que regrese Bale para jugar en punta, acompañando a Cristiano en un 4-4-2.
“No me preocupa Illarramendi”, dijo Ancelotti, lanzando una agradable cortina de humo. “Él jugó a un buen nivel en Vigo. Puede ser que contra el Almería su nivel no haya sido tan alto pero tiene mi total confianza”.
Martin Odegaard, el niño prodigio de Noruega, se quedó sin debutar, y sin convertirse así en el jugador más joven de la historia en enfundarse la camiseta del Madrid en un partido oficial. Este hito, sueño de algunos directivos, se frustró cuando Ancelotti cambió a Jesé por Nacho con el 3-0 en el marcador. “Odegaard tiene que trabajar, tiene que entrenarse y acostumbrarse”, advirtió el italiano, poniéndole un timbre de hierro al tono, normalmente algodonoso, de su discurso. “Es muy joven. Hoy se ha concentrado con el equipo y ha ido al banquillo por primera vez. En el futuro tendrá mucho tiempo para debutar”.
Vicente Iborra (Moncada, Valencia, 1988) es uno de los futbolistas más en forma de este Sevilla que pelea por la Liga de Campeones y recibe al Madrid en el duelo estelar de la 35ª jornada (20.00 horas).
Pregunta. Usted de pequeño quiso ser torero.
Respuesta. Así es, pero al final me tiró más ser futbolista. Como buen valenciano, soy un seguidor de Enrique Ponce. Me apasiona el mundo del toro. Pero prefiero un buen partido de fútbol antes que una buena corrida de toros.
P. ¿Ha ido a La Maestranza?
R. Siempre que puedo, lo hago. Este año no he podido por los compromisos con el Sevilla. Es una plaza muy especial.
P. Dicen que es un templo del toreo. ¿Y Nervión?
R. Pues un templo del fútbol, como La Maestranza. Con una afición especial, con la que tenemos una comunión increíble. Jugar de local en el Pizjuán es vivir un montón de sentimientos. Me siento un privilegiado por poder disfrutar de ese ambiente.
P. Quizás por eso llevan 34 partidos sin perder en su estadio.
Emery me pone de mediapunta y el Sevilla agradece mis llegadas al área»
R. Eso influye. Nuestra gente es especial, pero también el carácter de este equipo. Somos muy competitivos y solidarios y tenemos la virtud de jugar con varios registros. Hay muchas cosas que definen a este Sevilla, como la alegría diaria con la que se trabaja, el compromiso y la solidaridad entre todos. No es fácil tener esas ganas de trabajar. Además, ya lo dice nuestro himno.
P. ¿Qué dice?
R. Que el Sevilla nunca se rinde. Es uno de los grandes de España. Yo he jugado en el Levante, un club muy familiar. El Sevilla tiene otra dimensión.
P. ¿Les motiva poder quitarle la Liga al Madrid?
R. No. Nosotros jugamos por el Sevilla y los grandes objetivos que tenemos de aquí al final de Liga. Estamos en semifinales de la Liga Europa y queremos jugar la Liga de Campeones. No deseamos fastidiar a nadie.
P. Emery le coloca de delantero cuando llegó para jugar de mediocentro defensivo. Es uno de los cambios tácticos más llamativos de la Liga.
R. Es curioso. Luis García fue el técnico que en el Levante me empezó a colocar más atrás, porque yo empecé de delantero. Ahora Emery me ha devuelto un poco a los orígenes. Unai no es tonto. Es muy inteligente y sabe que puedo crear mucho peligro llegando desde atrás. No me ancla en el pivote defensivo y me hace llegar desde segunda línea. Nos está dando resultados.
P. ¿Dónde se siente mejor?
Estoy deseando declarar ante el juez por el asunto de los amaños con el Levante»
R. Me da igual. Estoy disfrutando ahora que las cosas salen porque no jugaba mucho al inicio de la Liga. Eso sí, las sensaciones que uno tiene al hacer gol son únicas. Y me gusta dar pases.
P. Si juega de mediapunta se peleará con Sergio Ramos, con opciones de jugar de mediocentro.
R. Vaya pedazo de jugador. Si los dos chocamos se verá un espectáculo bonito. Somos dos futbolistas muy fuertes en el aspecto físico.
P. Ante el Barcelona, el Sevilla sufrió cuando se replegó y esperó. ¿Les servirá de lección ante el Madrid?
R. Es verdad que esperamos al Barcelona, pero creo que nos superó porque hicieron una gran primera parte. Ante el Madrid será diferente porque tiene un estilo distinto. Es más peligroso a la carrera y con espacios. Estamos preparando muy bien este partido [Emery los tuvo una hora viendo vídeos del equipo de Ancelotti]. El Madrid te deja más la posesión que el Barcelona y te intenta sorprender al contragolpe. Nosotros estamos cómodos con el balón, pero también sabemos esperar y salir a la contra. Sabemos sufrir y tenemos muchos recursos.
P. ¿Cuál es su ídolo?
R. Zidane es el espejo en el que siempre me miré, aunque en los últimos años hay futbolistas españoles que lo han logrado todo.
No me sorprende el rendimiento de James, pero sí lo que trabaja por el Madrid»
P. Cristiano no llega bien.
R. Nosotros estamos preparando el partido esperando al mejor Madrid. No me fío de eso que dicen. Cristiano desequilibra un partido en un instante. Son futbolistas de enorme nivel.
P. ¿Le está sorprendiendo el rendimiento de James?
R. No. Ya lo vi en el Mundial. Me llama la atención que no solo ayuda con grandes goles al Madrid, sino con un trabajo espectacular. Creo que es uno de los jugadores que da equlibrio al Madrid.
P. El fútbol también tiene su lado negro. Usted está imputado por un presunto amaño cuando militó en el Levante.
R. No es fácil llevarlo. Salen cosas y se leen noticias que no son ciertas y me están haciendo daño. Tengo la conciencia tranquila y declararé cuando tenga que declarar. Pero tengo familia y mi gente está leyendo cosas que no son ciertas.
P. ¿Se considera inocente?
R. Totalmente. Responderé ante el juez todo lo que me pida. Sin problemas.
P. El juez le ha aplazado su declaración esta semana por la semifinal ante el Fiorentina de la Liga Europa.
R. Era el día seis. No ha habido problema. Estoy deseando declarar porque se me ha dado mucha caña con este asunto. Se está hablando sin saber y no estoy siendo respetado. Tengo derecho a la presunción de inocencia y ya se hablará después de que sea juzgado. Estoy leyendo muchas mentiras.
P. ¿Pone la mano en el fuego por el vestuario del Levante?
R. Totalmente. He vivido en ese vestuario cuatro o cinco años. Sé lo que hemos pasado y todo lo que hemos sufrido.
Celta y Madrid piropearon al fútbol. A ese fútbol trepidante, golpe a golpe, sin tregua. Ese fútbol, en definitiva, que irrita a los ortodoxos de las gaitas tácticas, a esos que festejan como éxito el bostezo, que nada pase, que nadie se descamise. En Vigo lo hicieron todos, en un duelo a toda mecha, sin protocolos. Una gozada. Lo fue hasta para el Celta, que cayó con gloria, reconocido por su gente, que tiene motivos para el orgullo. Y más aún para el Madrid, que ha encontrado en el inesperado Chicharito el hilo al que agarrarse para pelear la Liga y lo que sea. Los de Ancelotti se llevaron un partido mayúsculo. Forzados al límite por un estupendo rival, salvaron un escollo descomunal. Una de esas victorias de mucho mérito, como subrayable fue la actuación del equipo vigués, que se rebela a ser un club subsidiario. El fútbol agradece apuestas así. Un brindis.
El Celta tiene su banda sonora. No se siente inferior, no importa el tonelaje del adversario. Un equipo didáctico para muchos de su condición, un conjunto de pensamiento propio. Frente al Madrid, se sublevó desde la primera bocanada. Augusto Fernández, Krohn-Dehli y Orellana, a los que les gusta rumiar la pelota, dar palique al balón, catalizaron el juego. Los tres tienen panorámica, no desprecian un toque ni arrestados por el rival. Da gusta verles. De entrada fueron un tormento para la zaga madridista. El Celta rescataba la pelota con la presión alta, el Madrid sufría un engorro. Y cada pérdida era un aviso. Hasta que Nolito, a lo Nolito, con esa jugada tan de autor, con regate en diagonal desde la orilla izquierda, acabó por dejar planchado a Casillas, inmóvil tras colarse el remate bajo los pies de Varane. La jugada partió de un córner favorable a los de Ancelotti, a Illarra le birlaron la pelota y la contra cerrada por el extremo celtiña tuvo un broche algo rocambolesco: Sergio Ramos cruzó la cancha, de área a área, con la bota derecha en la mano.
La desventaja, con la Liga en Barcelona, exigía una respuesta firme del grupo de Ancelotti. No era una jornada de paso, para remolones. Al equipo le costaba sacudirse al contrario, un conjunto de puertas abiertas, que se repliega hacia adelante, sin recular. La posición del chileno Orellana, a espaldas de Kroos e Illarramendi, torturaba a los visitantes. Mala noticia para el vasco, tras verse del todo arrinconado en la última cita de Champions. Con Orellana de enganche para todos, Kroos no se daba por enterado, los centrales, a lo suyo con el ariete Larrivey, e Illarra, extraviado.
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Aturdido el Madrid, el equipo encontró una vía de escape por la banda izquierda del Celta, donde Nolito, proclive a otras misiones, no escoltaba a los suyos. Ni siquiera se dejaba caer Cristiano por ese costado. Así fue en el empate visitante. James, como en el gol europeo de Chicharito al Atlético, se ha acostumbrado a dar carrete a CR por esa orilla. Lo hizo de nuevo en Balaídos y la incursión del portugués concluyó con un despeje hacia la frontal que cazó Kroos de maravilla, con un disparo contundente y con precisión de cirujano. El Celta notó la descarga y encajó el segundo tanto con Larrivey noqueado tras un trompazo de cabezas con Ramos, lo que le obligó a jugar con un gorro de látex como cortafuego de la sangre. La ruta fue la misma, el carril izquierdo celeste. También repitió el protagonista, James, el mejor mensajero del gol de este Madrid. El colombiano tiró dos paredes con Chicharito, suerte que maneja como los ángeles, y el mexicano, que está en onda, batió a Sergio, que hizo el sapo y el balón se alejó a la red entre sus piernas.
El partido no tenía pausa. A la reacción del Madrid correspondió la de los de Berizzo. Nada de achicarse. En otra oleada de buen juego, Santi Mina le tomó la matrícula a Marcelo, superado por un milimétrico servicio de Orellana. El vigués se presentó ante Casillas, su primer intento se fue al poste izquierdo del Madrid. Cazó el rebote por delante de Marcelo, y bingo. El encuentro no admitía descuido alguno, exigía una mirada fija, permanente. Toma y daca, pim, pam, pum. Conmovedor el Celta, llevado al extremo el Madrid, que demostró que la contundencia que le distingue también es cosa de suplentes, al menos de este Chicharito iluminado. Un goleador con ojo clínico cuando tiene escena. Con un exceso de vocación ofensiva, con la zaga local fuera de los cuarteles, el «guisante» habilitó a CR en una contra que concluyó con disparo cruzado del luso al poste. El preludio del 2-3, obra de James, que asiste y golea, otra vez en alza, de nuevo varios escalones por delante de Isco, solo fugaz con algún arabesco. James, con un desvío de Fontás, dejó al Madrid con el marcador de cara al filo del descanso tras un primer acto extenuante.
Cabía pensar que de vuelta del intermedio bajara el ritmo. Un espejismo. Nada de nada. El guion se mantuvo, con el Celta invadiendo el perímetro de Casillas, con Nolito de reto en reto con Carvajal, y casi siempre victorioso. El Celta iba con todo, el Madrid lo fiaba al horizonte despejado, al ataque a la carrera, como le gusta. Pero no le llegaba la jugada ansiada, porque su rival no cejaba en el empeño, iba, iba e iba. En uno de los asaltos, la gente reclamó penalti de Kroos a Orellana, en una acción confusa. El Madrid no tenía aire hasta que Sergio Ramos, en plan centurión, se lanzó a la aventura hasta la media cancha, donde nadie le obstaculizó el tranco y el defensa andaluz ejecutó un arquitectónico pase a Chicharito, que pinchó la pelota con exquisitez antes de batir a Sergio. Una veta de primera este Chicharito que parecía irrelevante.
Ni con 2-4 lo veía claro Ancelotti, sabedor de que enfrente había un adversario de cuerpo entero. La prueba es que el técnico italiano recurrió a Pepe y Arbeloa en detrimento de Chicharito y James. El Madrid bajó la persiana al duelo con seis defensas. El choque le había exigido de lo lindo y con el sueño de Chicharito puede seguir soñando. Para el Celta, honores. Si hay que perder, que se pierda así. Hay Liga, mucho Celta y mucho Chicharito.
Casi dos partidos completos le llevó al Madrid despachar al Atlético, demasiada pesadumbre para el equipo que hizo todos los méritos, superior en la ida y el único con vocación en la vuelta. Prueba de ello es que los rojiblancos mantuvieron el culebrón a hombros de Oblak, su oxígeno toda la eliminatoria. En el Madrid, otro héroe inesperado, Chicharito, autor de un gol agónico. Tan inopinado, que el mexicano, quien más hizo por derribar la muralla colchonera, llevaba 895 días sin marcar en Champions y solo había jugado el 17% de los minutos en lo que va de temporada. Con él al frente, el Madrid encadenó su quinta semifinal consecutiva, lo que no lograba desde 1956-1960. Un hecho más que estimable por las ausencias y por lo crudo de su adversario, que le tenía tomada la medida. Pero en esta ocasión, el Atlético, rácano y con urticaria por la pelota, solo quiso que le tocara la lotería. Cada mensaje que mandó Simeone así lo certificó. Le salió cruz y esta vez el fútbol se alió con quien le hizo mimos en exclusiva en un partido difícil de rebobinar salvo para los muy forofos.
Ni las carencias locales animaron al Atlético, mancomunado para defender y la nadería con el balón. El partido arrancó con un tumbo en la alineación del Madrid. Peritado el banquillo, Ancelotti optó por no desaliñar aún más el grupo. Mejor tres jugadores que le son fiables, como Pepe, Varane y Ramos, que reclutar a quienes tantos recelos han despertado, por mucho que la tasación de Khedira, Illarramendi y Lucas Silva rondara los 60 millones de euros. Con Ramos en la media, como en el fallido experimento de la pasada temporada en el Camp Nou, el Madrid apostaba por contrarrestar el juego espacial y sumar un llegador, pero no inventiva. Por desesperada y comprensible que fuera la medida del técnico italiano, el ensayo no resultó, sobremanera porque Ramos, lejos de ejercer de centinela de los centrocampistas, se situó un escalón por delante de Kroos, más sutil para crear, para armonizar el último tramo del ataque. Ante un Atlético con dos trincheras por delante de Oblak, no hubo madridista que agitara entre líneas. Abiertos James e Isco, nadie se infiltraba.
Con todo, el gobierno era del Madrid, de un Madrid precavido, sí, pero al menos con más intención, de tertulia con la pelota. Nada que ver con el Atlético, para el que el cuero tenía arsénico, para desesperación de su mejor domador, Arda. Ni un pase, ni dos. Los rojiblancos solo planteaban cepos. Su mejor remedio, jugar a que no se jugara. Para Griezmann y Mandzukic, también con la escoba, Casillas estaba en Marte. Como el balón le resultaba un artefacto solo encontraba vías con saques de banda, que ya los aplaude como los de esquina. Al Atlético no se le veían las cejas.
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Entre la poca marcha del Madrid y el pedrero de su adversario, el único motor del partido era el emotivo. El encuentro no tenía curvas, salvo por Chicharito, el más chisposo con su revoloteo. El mexicano y CR se saltaron el guion y se aproximaron al gol y se toparon la misma cerradura de la ida: Oblak, la bandera colchonera en estos cuartos, lo que revela el papel general del equipo. Por motivos bien diferentes, tampoco olvidará el reto Saúl, vencido desde el inicio, superado hasta que en el intermedio se quedó a la sombra. Poco antes, un despiste suyo dejó a CR frente al meta esloveno, otra vez lúcido.
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De regreso del descanso, al Madrid se le vio más suelto. A ello contribuyó un mayor goteo de Isco, en el cuarto oscuro todo el primer acto. Una asistencia con su sello a Chicharito estuvo a punto de descorchar por fin el duelo, pero el ariete cruzó demasiado el remate. Fue otro preludio de que el único con vocación ofensiva era el cuadro local. Quedó acentuada la intención visitante con el cambio de Simeone pasada la hora. Retiró a Griezmann, su mejor goleador, lo más picante del equipo, en favor de Raúl García. Para el Atlético todo quedaba supeditado a un bingo aéreo, a una jugada espasmódica, por mucho que en el fútbol lo casual a veces sea la lógica. No fue así, porque el conjunto de Simeone fue puro barbecho, máxime tras la expulsión de Arda, que con una tarjeta en el cartón planchó a Sergio Ramos. Demasiado imprudente el turco.
Hubo más sorpresas del técnico argentino. Al rato de quedarse el Atlético con diez, con Mandzukic con el tobillo dolorido, recién auxiliado por el equipo médico, entró el central Giménez por Tiago. La fe de Simeone con el croata rozó lo sobrenatural. Con un relevo y otro, el Atlético dimitía ya por completo del juego.
Con un relevo y otro, el cuadro rojiblanco dimitía ya por completo del juego
Con tres centrales no se refugió mejor el Atlético. Cristiano despegó por la derecha, James le dio hilo con un caño a Godín. Avanzó el portugués, ya dentro del área, y su servicio lo embocó Chicharito. Saltó la banca y el mexicano hizo justicia a quien fue superior de largo, en el Calderón y en Chamartín. Sin bajas y con ellas. Del Atlético hay versiones mucho más positivas. Esta vez dio demasiado la espalda al fútbol. Ganó el mejor.
Jesús Gámez primero ejecutó un saque desde la izquierda, el costado que ocupó esta vez en lugar de Siqueira. Después, se fue a la banda contraria a ejecutar otro lanzamiento lateral ante la sorpresa generalizada. Hay veces que un par de detalles destripan un partido, un planteamiento y hasta las esperanzas de un entrenador para ganar. Ese cambio de costado de Gámez para bombardear por arriba el área del Madrid desde la línea de cal delató que las jugadas de estrategia eran una de las panaceas que buscaba Simeone. La alineación de Gámez también suponía una intención palmaria de atacar menos que en el partido del Calderón, donde jugó Siqueira. Gámez tuvo una actuación defensiva aceptable y hasta la oportunidad de un remate desde la frontal del área que le detuvo Casillas. En una secuencia de Gámez también se dibujó el partido del Atlético. Ya corría el segundo tiempo cuando de repente se vio con el balón en los pies y mucho campo por delante. Pero ningún compañero en el horizonte. La planicie que vio Gámez fue otra de esas huellas del partido y también uno de los problemas que ha arrastrado desde el principio de temporada. Con Mandzukic ha perdido contragolpe.
Las jugadas de estrategia eran una de las panaceas que buscaba Simeone
Aunque no estaban Marcelo, Modric, Bale y Benzema, Simeone planteó el partido con el equipo replegado en su propio campo. Y se vio que con el delantero croata en el campo es complicado que pueda estirarse el equipo. Lo que supuso su fichaje se expresó en todo su esplendor en el partido más importante de la temporada. Por cómo piensa el entrenador argentino estaba claro que la mayoría de los partidos grandes los iba a jugar replegado en su campo. La llegada de Mandzukic supuso cambiar el estilo ofensivo e histórico con el que el Atlético había conquistado la Liga y se había metió en la final de la Champions. Mandzukic no fue decisivo tampoco en los balones largos aéreos, porque siempre tuvo que medirse a Ramos y a Varane. Y desaparecido Griezmann, el Atlético no tuvo casi nada para intentar abordar el área de Casillas.
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Quedaron los rojiblancos encomendados a la fiabilidad del dibujo y a Oblak, que volvió a presentarse como candidato a héroe con dos manos a mano ganados a Cristiano y Chicharito. La expulsión en el minuto 75 de Arda —a su salida, le dio un cachete en la cara al cuarto árbitro—, ya sin Griezmann en el campo, sustituido por Raúl García, hizo que Simeone buscara los penaltis descaradamente. El último cambio, el de Giménez por Tiago, reafirmó la idea de la tanda de los once metros. No había ya jugadores para siquiera buscar una carrera en solitario. Torres, que llegó precisamente para eso, se vio perjudicado por el primer cambio: a Saúl se le hizo grande el duelo. Y también por la expulsión que generó la entrada de Giménez. Con cinco defensas, se filtró ese balón que Cristiano le regaló a Chicharito y confirmaba lo que se intuía desde el verano. Que un equipo campeón cambió mal la ficha de ataque que le definía. Hizo muy poco el Atlético, más allá de defender, para meterse entre los cuatro mejores de Europa. Y propuso menos: saques de banda y balones largos para nadie.
Andrés Iniesta ha jugado 104 partidos en la Champions y aunque no ha marcado muchos goles, 10, se le recuerda alguno histórico, y muchos pases. Iniesta, con un pincel, ha llenado de sentido los últimos diez años de la competición. Un día pidió camisetas y el martes se las regaló a Verrati y Maxwell, porque ahora es a él a quien se las piden. Es el tercer jugador con más asistencias, 22, empatado con Cristiano Ronaldo (en 112 partidos) y Kaká (en 86), por detrás de Giggs (27 en 71 partidos) y Xavi (24 en 103). Por la puerta de la Champions, precisamente, se reivindicó el martes en una temporada llena de claroscuros.
“Nunca me imaginé a Iniesta tocando el tambor, él toca el violín”, dijo una noche, cenando en Barcelona, Eduardo Galeano, tras recibir el premio Vázquez Montalbán. Hablaba de Sudáfrica y de vuvuzelas, de la tierra donde Iniesta entró en la historia. Iniesta ha seguido de pie tocando el tambor, fiel a la idea que le sacó de Fuentealbilla y le llevó a La Masia, el sueño de ser jugador del Barcelona. Y si Luis Enrique le pidió más, se lo dio. Y cuando cogió el arco ante el PSG, el mundo supo que sigue estando: dejó el tambor y tocó el violín.
“Nunca me fui”, dice Andrés; “estoy supercontento con él” defiende Luis Enrique
Sacó el Barcelona de centro, le llegó la pelota al manchego y buscó a Messi, aún sobre el mediocampo. La Pulga se la pasó a Mascherano, pareja de Piqué como central, 15 metros detrás de él, en lo que fue una declaración de principios: no había prisa, la eliminatoria iba 3-1 y era cuestión de jugar al fútbol. Y en esas, la afición descubrió que Iniesta sigue siendo Iniesta, que no se ha ido, que sigue ahí, que con Xavi en el banco, el brazalete lo lleva él. Demasiado tiempo sin tocar el balón había dado que pensar, había generado demasiadas dudas sobre el rendimiento de un Jaguar reconvertido en todoterreno. Lleva todo el año con el mono de faena y ayer, que le dio el partido para jugar con esmoquin, demostró que sigue siendo algo especial, un jugador distinto, como los vinos de la bodega que llevan su nombre, de los que ayer hizo una cata privada en Barcelona.
“Estoy supercontento de su rendimiento. No tengo absolutamente nada que reprocharle, al contrario”, ha repetido de manera constante Luis Enrique desde que comenzó el curso. Cuanto mayores eran las críticas al volante, mayor la defensa de su entrenador, que le puso casi siempre, siendo uno de los jugadores más utilizados de la plantilla, por detrás de los porteros y de Messi. “Yo nunca me fui, otra cosa es que la gente me quiera ver de una manera o de otra. Pero siempre he estado ahí, ayudando como puedo a que el equipo vaya adelante”, aseguró el centrocampista. Y añadió: “No siempre las cosas salen como uno quiere, pero, a menudo, la valoración que uno hace no tiene por qué coincidir con la del resto de la gente, porque yo valoro cosas que a lo mejor no se valoran desde fuera”.
El Barça recuperó sus mecanismos y así es fácil que Iniesta brille”
Angel Cappa, entrenador
El martes, contra el PSG, jugó Iniesta durante 45 minutos y jugó el Barcelona como pocas veces lo ha hecho este año. En un sprint espectacular, cogió la pelota en su propio campo y a la carrera, y a golpe de cintura, sentó a cuatro tipos vestidos de blanco, que se desplomaron a su paso, hasta desactivar a un quinto con el pase a Neymar, a quien dejó solo ante Sirigu en la que puede considerarse su cuarta asistencia en esta Champions, las mismas que lleva Koke. “Fue una jugada fantástica y me dejó solo. Sólo tuve que eludir al portero”, le agradeció Neymar después. Ángel Cappa se rindió a su grandeza: “En la primera parte ha sentado cátedra, es un jugador maravilloso. El Barça recuperó sus mecanismos y así es fácil que Iniesta brille”, dijo el técnico argentino alabando los 45 minutos que jugó el 8. Si se quedó en el vestuario en el descanso fue porque Luis Enrique prefirió protegerle, pensando en el derbi del sábado en el campo del Espanyol.
El partido de Iniesta generó también elogios entre los jugadores. “Es una lástima que Andrés sea contemporáneo de estas bestias que acaparan todos los elogios”, dijo Javier Mascherano en referencia a Messi y Neymar. “Iniesta es un jugador especial y entiende el fútbol de una manera exquisita. A los que nos gusta esto, disfrutamos de él”. Van 104 partidos con Iniesta en la Champions League, tocando el tambor o tocando el violín.
No había acabado el partido todavía y Carlo Ancelotti ya tenía a dos jugadores tratándose en las camillas del vestuario. Gareth Bale aguantó tres minutos ayer contra el Málaga. Modric una hora. El galés se retiró con un pinchazo en el gemelo. El croata, a falta de que lo confirmen las pruebas a las que será sometido hoy, con un esguince del ligamento lateral externo de la rodilla. Es el diagnóstico de la primera exploración que le hicieron en el vestuario. El de anoche podría haber sido uno de sus últimos partidos de la temporada, ya que si las pruebas confirman la lesión, estará da baja entre cinco y seis semanas. Ninguno de los dos estará el miércoles contra el Atlético en el duelo clave de los cuartos de Champions.
“Mi optimismo es que tenemos una gran oportunidad al jugar en casa, vamos a intentar hacer lo que podamos parea llegar a las semifinales de Champions, con o sin Bale”, contestó Ancelotti cuando le preguntaron si la afición madridista podía ser optimista sobre la presencia de los dos jugadores el próximo miércoles. Al técnico italiano se le vio preocupado anoche en la sala de prensa del Bernabéu. El Madrid cumplió el trámite contra el Málaga (3-1, sufriendo más de la cuenta), se mantiene a dos puntos del Barcelona , pero el italiano se juega la temporada el miércoles sin tres piezas claves: además de Modric y Bale no tendrá tampoco a Marcelo, sancionado.
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Cuarta visita del Madrid al Calderón sin marcar
Bale es pura intuición
Karim Benzema, con unas molestias en la rodilla, no se entrenó ayer y no entró en la convocatoria. “Benzema va a estar. Está mejorando y tenemos cuatro días más para recuperarlo bien”, aseguró Ancelotti. Tenía la cara de un náufrago en mar abierto y sin brújula el italiano. “El partido ha sido positivo salvo estos dos problemas, hemos ganado con mil dificultades, primero las lesiones, luego el fallo en el penalti. Hemos luchado y nos hemos sacrificado, es lo que me ha gustado del equipo y era lo que necesitábamos hoy”, analizó.
Modric se quedó tendido en el suelo después de un choque con Recio. Al apoyar el pie se le giró la rodilla. Sus compañeros corrieron hacia él hasta que llegaron los médicos. El croata se probó pisando fuerte el suelo mientras uno de los galenos del club pedía el cambio. “He oído un clic”, dijo. Salió del campo por su propio pie sin cojear demasiado. Y, sin embargo, la primera exploración en el vestuario, habla de esguince. Un mazazo para Ancelotti, que justo esta semana decía que la vida con Modric era mucho más fácil, y también para el jugador. El croata regresó el 10 de marzo (contra el Schalke) después de cuatro meses fuera por un arrancamiento en el tendón. El Madrid acusó mucho su baja y, justo cuando el pequeño centrocampista había hecho despegar al equipo, se frena de nuevo.
Si las pruebas confirman la lesión, Modric estará da baja entre cinco y seis semanas
Gareth Bale, por su parte, se retiró en el minuto 3 por un problema en el gemelo. Se lesionó solo. Sentado en el suelo y tocándose el gemelo izquierdo le explicaba a Cristiano Ronaldo dónde le dolía. Abandonó el campo sujetado por dos médicos, cojeando y con mala cara. Hasta le costó bajar las escaleras que llevan al túnel de vestuarios. Los fisios estuvieron tratándole durante más de una hora en la caseta con hielo y masajes.
Para averiguar si hay rotura hay que esperar 24-48 horas. Por lo que hoy el galés se someterá a una resonancia para averiguar el alcance de la lesión y los tiempos recuperación. Queda descartado para el miércoles. Bale, que había jugado 24 partidos seguidos desde noviembre, se ha perdido dos encuentros en los últimos diez días. Contra el Eibar, el pasado sábado, descansó por una sobrecarga –un par de días antes había forzado para jugar en Vallecas después de recibir un pisotón en el entrenamiento- y ayer apenas jugó tres minutos. 3.648 minutos suma el galés en lo que va de temporada en la que ha anotado 17 goles y repartidos 10 asistencias. La última lesión muscular que sufrió –aparte la sobrecarga de la semana pasada- fue en octubre. Una rotura en el piramidal le hizo perder cuatro partidos: el de Champions contra el Liverpool en Anfield, el clásico, la ida de Copa contra el Cornellá y el de Liga contra el Granada.
Las alternativas de Ancelotti para el miércoles son Isco para sustituir a Bale e Illarra, Lucas Silva o Khedira para sustituir a un insustituible Modric.
Asegura la leyenda que un día, todavía en tiempos de Pep Guardiola, entonces entrenador del Barcelona, le preguntaron a Leo Messi, “¿Cómo véis al equipo?”. Y el jugador, abrumado por la precaria situación del equipo, respondió: “Pídanselo al técnico, que tiene la solución, o así se lo oí decir. Al parecer se levanta muy pronto por la mañana y acude a un cuarto oscuro y allí encuentra la respuesta a cualquier problema”.
Messi nunca habló mal de Guardiola y el técnico siempre dispuso al equipo para que triunfara el 10 del Barça, como quedó constatado en la vigilia del clásico del 2-6 cuando el entrenador convenció al futbolista para que jugara de falso 9. La relación de ambos quedó tocada en 2012 después de la derrota en la Liga con el Madrid y la eliminación en la Champions con el Chelsea.
El delantero ya no solo ejerce de goleador, sino que funciona como futbolista total
No encontró respuesta Guardiola, que se impuso un año sabático, y Messi se entregó a Tito Vilanova. La muerte del técnico y una seria lesión provocaron la dimisión del futbolista, especialmente manifiesta con Tata Martino, hasta que despertó su alma competitiva en la entrega del tercer Balón de Oro para Cristiano Ronaldo. El portugués afirmó su propósito de igualar a cuatro con Messi. Aquel día el argentino se juró que competiría por ganar el quinto, circunstancia que pasaba porque el Barcelona montara un equipo capaz de recuperar el trono de la Liga y competir por recuperar el título de la Champions.
Y el Barça dejó de ser un equipo de autor, entregado a Guardiola, y se convirtió en el equipo de Messi sin desmerecer la figura del entrenador, Luis Enrique. El técnico asturiano, una figura intervencionista, topó con la figura del equipo, que cree merecer un trato aparte, cosa que pasa por disputar todos los partidos, no ser sustituido y mucho menos cambiado, incluso en periodos vacacionales como el de Navidad.
Luis Enrique no alineó a Messi en Anoeta y se armó la marimorena en el Camp Nou. El futbolista declaró la guerra y el entrenador tuvo que tragar quina, sobre todo cuando trascendió que en un entrenamiento ambos se tiraron los trastos a la cabeza. Al parecer el mister ejercía de árbitro, cosa nunca vista en un entrenador, que acostumbra a delegar en su segundo en los partidillos de los jugadores, siempre proclives a reyertas, y la figura del equipo le desafió por una falta no cobrada, conflicto que provocó el enfrentamiento abierto entre Luis Enrique y Messi. La mediación de Xavi evitó que la cosa fuera a mayores y el técnico desistió de expedientar al 10 por su desafío posterior a la visita a Anoeta.
El protagonismo del 10 ha aumentado con la permisividad y complicidad del técnico
El conflicto no pasó a mayores sino que cada uno asumió su responsabilidad, coincidentes en la necesidad de que el equipo recupere la ambición de ganar cuantos títulos estuvieran en litigio. No se discute hoy la importancia del entrenador ni de Messi. La prueba más evidente de la implicación del argentino es su actuación contra el Valencia. Messi ejerció de futbolista total por su implicación en el juego y en el resultado: 2-0. Marcó el segundo gol, el número 400 de su cuenta, remató previamente a la cruceta en un libre directo, asistió a Luis Suárez en el 1-0, y se convirtió en el futbolista referencial del Barcelona. El rosarino ejerció de cacique de acuerdo a la liturgia argentina, la misma que señala a los futbolistas que marcan las pautas del encuentro, normalmente desde el puesto de 5. Messi auxilió a la defensa para sacar la pelota ante la presión del Valencia, ayudó a combinar a los medios en situaciones de inferioridad numérica y fue determinante como delantero, asociado a Suárez y Messi o como punto final, aspecto que quedó claro en el 2-0.
El 10 fue un jugador universal en un partido difícil para el Barça. Asumió la responsabilidad que le tocaba desde su litigio con Luis Enrique. Jugó como nunca, compitió como no se le había visto, se desplegó por los sectores del campo, ejerció como el líder con la complicidad del técnico. Los dos se necesitan sin ser cómplices, sabedores de que el fin justifica los medios: hay que ganar y después ya discutirán sobre el botín.