SpaceX muestra el segundo aterrizaje fallido del cohete Falcon9

Altamira reabre la verja con polémica

Guillermo AltaresSantillana del Mar

La apertura de la cueva produce emoción en el público y rechazo entre los científicos

Los yanomami, los humanos con más variedad de bacterias

Miguel Ángel Criado

El microbioma de un grupo de indios aislados del exterior muestra que han desarrollado resistencia a los antibióticos

Un centro para el mejoramiento genético del maíz y el trigo

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El Centro de Investigación para el Mejoramiento del Maíz y el Trigo (Cimmyt) nació en 1966 en México. Su objetivo es desarrollar nuevas y mejores variedades de cereales que puedan ser distribuidas mundialmente, sobre todo a los países en vías de desarrollo. Antes de su inauguración, durante el Gobierno de Lázaro Cárdenas (1934-1940) el Ejecutivo mexicano había pedido ayuda a la Administración de Estados Unidos para incrementar la producción de trigo. Mediante un acuerdo entre la Fundación Rockefeller y el Gobierno de México, el científico estadounidense Norman Borlaug llegó al país para trabajar con investigadores y agricultores locales en el desarrollo de un gen que acortase el tamaño del trigo. Logró así variedades de tallo robusto, resistentes a la roya (la enfermedad más común) y que rendían más que los cultivos tradicionales.

Foto:Saúl Ruiz
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En la década de los cincuenta, las nuevas variedades de trigo desarrolladas por Norman Borlaug sirvieron para que México consiguiese ser autosuficiente en el abasto de esta semilla. Diez años después fueron exportadas a la India y a Pakistán, donde contribuyeron a salvar de la hambruna a millones de personas y a incrementar la producción nacional (revolución verde). Borlaug ganó el Premio Nobel de la Paz en 1970, fue científico y líder de investigación sobre trigo en el Cimmyt hasta 1979 y después ejerció como consultor del centro hasta su fallecimiento, en 2009. En la imagen, clasificación de semillas de trigo según su morfología en el Cimmyt.

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«En términos resumidos, Cimmyt es responsable de que se produzca suficiente maíz y trigo en todo el mundo de una manera sostenible, para que los actores de la cadena (el productor, el que vende tortillas…) puedan tener un ingreso y, al mismo tiempo, que se den condiciones de seguridad alimentaria», explica el director adjunto de la organización, Bram Govaerts (Bélgica, 1978). Mientras que en las décadas de los sesenta y setenta se buscaba el aumento de la producción, en la actualidad la meta es más compleja: alto rendimiento, menor impacto al medioambiente, estabilidad de rendimiento e ingreso para el productor. El Cimmyt tiene en marcha cinco programas: el de mejoramiento del trigo, el de mejoramiento del maíz, el de recursos genéticos, el de socioeconomía y el programa global de conservación. El centro cuenta con oficinas regionales en diferentes países, entre ellos Afganistán, Irán, Pakistán, India, China y Etiopia. En México, el centro trabaja en colaboración con el Gobierno en el proyecto Más Agro, que alcanza a más de 200.000 productores. El programa, enfocado fundamentalmente en los Estados pobres del sur del país, tiene como objetivo modernizar de forma sostenible la agricultura tradicional, fortalecer la seguridad alimentaria, capacitar a los agricultores y transferir tecnologías al campo para que los pequeños productores obtengan rendimientos altos y estables, aumenten sus ingresos y contribuyan a mitigar los efectos del cambio climático.

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El objetivo de las nuevas variedades creadas en Cimmyt es que tengan mayor productividad, sean resistentes a las enfermedades del trigo (que no hagan falta fungicidas u otro tipo de químicos para controlar las plagas), toleren la sequía y el calor y, por último, que tengan la calidad necesaria para elaborar los diferentes productos. El español Carlos Guzmán es el responsable del Laboratorio de Calidad del Programa del Trigo. «Para que una variedad tenga éxito, el grano debe ser bueno para elaborar el producto específico en cada país. Analizamos los materiales del programa de mejoramiento y los clasificamos en base a su calidad: este es bueno para pan chapata, este para galletas, este para pasta… y así los distribuimos en diferentes territorios», explica. En el laboratorio se hacen varias pruebas: análisis físicos y químicos del grano, calidad de panificación y medición de la densidad y la elasticidad, entre otras.

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La calidad nutricional ha tomado importancia en los últimos años. La comunidad científica se ha dado cuenta de que el trigo, a veces, no tiene la suficiente calidad nutricional. «El objetivo es incrementar los niveles de hierro y zinc en el grano de forma natural, mediante mejoramiento genético», dice Guzmán. «En el suroeste asiático, que es la diana geográfica más importante para el programa del mejoramiento del trigo (donde hay mayor pobreza en personas que se alimentan de este cereal), más de la mitad de la población es deficiente en zinc, lo que acarrea problemas en el sistema inmunitario, desarrollo mental no completo en niños o tipos de anemias. En Occidente esto se soluciona cuando la industria molinera fortifica el grano. Sin embargo, en territorios con menos recursos, el agricultor recoge el cereal y se lo da de comer directamente a su familia».

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La huella dactilar de cada variedad de trigo se obtiene mediante una técnica llamada electroforesis. En ella se comparan diferentes variedades de trigo en una especie de retícula en donde cada columna es un tipo distinto de trigo y cada renglón es una proteína distinta del cereal. La retícula separa las diferentes proteínas y las organiza de acuerdo al peso molecular de cada una, dando por resultado un esquema distinto para cada uvariedad de trigo. Los esquemas que se obtienen mediante esta técnica se comparan con modelos ya conocidos de trigo para identificar características como resistencia a determinadas condiciones climatológicas o propiedades nutricionales presentes en la semilla.

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El Cimmyt analiza aproximadamente 4.000 líneas de germoplasma (semillas) al año y de estas, seleccionan las 50 mejores variedades para cada mega-ambiente. Los mega-ambientes son zonas geográficas con factores similares en cuanto a la producción agrícola. Así se define el tipo de grano de maíz necesario para, por ejemplo, obtener un determinado nivel de producción por hectárea. Los resultados de estos análisis se comunican a empresas y productores que emplean maíz o trigo en sus procesos de manera que puedan optimizarlos.

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Las fundaciones del magnate mexicano Carlos Slim y de Bill y Melinda Gates también han apoyado la labor del Cimmyt. En 2013, el centro inauguró nuevos laboratorios de biociencia y bioseguridad e invernaderos. Además se ampliaron y remodelaron los dormitorios para investigadores, pues una parte de ellos residen en las instalaciones. La Fundación de Carlos Slim aportó 25 millones de dólares para ese proyecto. Los Gates financian programas en terreno desde comienzo de la década del 2000. El Cimmyt se encuentra en la ciudad de Texcoco, a 45 minutos en coche del Distrito Federal, la capital del país.

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El banco de germoplasma de Cimmyt tiene la colección más grande en el mundo de semillas de maíz y trigo: 28.000 de la primera y 150.000 de la segunda. El 40% de las muestras que poseen es material mejorado en las estaciones del centro. «Todas las semillas del banco están en dos cámaras de refrigeración (a -1° centígrados en una y a -18° en la otra). Bajo estas condiciones la semilla puede estar viva durante más de 20 años en la primera, y más de 50 en la segunda», explica la Doctora Bibiana M. Espinosa García, responsable del banco. En este recinto se monitorea constantemente que la semilla siga viva. «No tiene sentido tenerla aquí y que al llegar al campo esté muerta, no produzca nada. Aquí garantizamos a nuestros clientes que los granos tienen más del 80% de germinación».

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El banco funciona como un proveedor para sus clientes. «Podemos distribuir semillas de los años sesenta que ya no existen en el campo, pero que se conservaron aquí. Cuando las siembran, se recuperan estas variedades», explica Bibiana M. Espinosa.»Nuestro deber como banco es mantener viva la semilla siempre y distribuirla a quienes la requieran para mejoramiento de estos dos cultivos, para alimentación y para agricultura». El banco de germoplasma recibe solicitudes de todo el mundo. Cada muestra que sale, debe ser repuesta con la regeneración de la semilla en terreno. «Nos gusta hablar del banco de germoplasma como un puente entre el pasado y el futuro, porque realmente lo es».

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El consumo de las necesidades de maíz y trigo ha aumentado durante las décadas. Se calcula que en el mundo, alrededor del 70% de las variedades de trigo sembradas tienen origen en Cimmyt.

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Los yanomami, los humanos con mayor variedad de bacterias

Un helicóptero del ejército venezolano descubría en 2008 entre la espesura de la selva amazónica un poblado no registrado en sus mapas. Unos meses después, una misión médica científica llegaba hasta esa zona del sur de Venezuela para descubrir que se trataba de un grupo de unos 50 indios yanomami. Comprobaron que, salvo algún contacto con otros de su misma tribu, nunca habían tenido relación con el mundo exterior. Para los científicos era una ocasión única para estudiar su universo bacteriano y compararlo con el de los occidentales. Se llevaron unas cuantas sorpresas.

«Llegamos en abril de 2009. Siempre que vamos a una comunidad hacemos una reunión con todos los pobladores para explicarles que es lo que vamos a hacer, gracias a la ayuda de un traductor», recuerda el investigador del Centro Amazónico de Investigación y Control de Enfermedades Tropicales Simón Bolívar, el venezolano Óscar Noya-Alarcón. Este médico, que participa en un programa del Gobierno de Venezuela para eliminar la oncocercosis, o ceguera de los ríos, lleva varios años buscando nuevos poblados yanomami. Esta vez tenía una misión extra.

Aunque no era el objetivo principal, los científicos consiguieron el consentimiento de una treintena de los 54 yanomami que formaban la comunidad para tomar muestras de piel de su antebrazo, su boca y de material fecal, el mejor indicador de la flora bacteriana del tracto intestinal. «Les parecía asqueroso, como a cualquier ser humano, que recogiéramos sus muestras de heces. Se burlaban de ello. Pero siempre accedieron amablemente a colaborar», comenta Noya-Alarcón. Los materiales biológicos se conservaron en nitrógeno líquido hasta que volvieran a la civilización.

La diversidad del microbioma de los yanomami dobla a la de los occidentales

Empezaba entonces la segunda parte de la aventura. En un ejemplo de que la ciencia le puede a la política, las muestras volaron hasta un par de laboratorios de EE UU. Durante cuatro años, una veintena de científicos estadounidenses y venezolanos han desentrañado el perfil genético de las bacterias presentes en las muestras originales. También las cultivaron, para realizar ensayos que midieran su resistencia a los antibióticos, lo que se conoce como resistoma.

«Lo que hemos encontrado es que los yanomami de este estudio tiene un grado de diversidad bacteriana sin precedentes», decía durante una conferencia de prensa el profesor de genética de la escuela Icahn de medicina del hospital Monte Sinaí (Nueva York) y principal autor del estudio, José Clemente. Los autores de la investigación compararon el microbioma de los yanomamis con una muestra de estadounidenses y otras dos de los guahibo, también amerindios amazónicos, y de indígenas de Malaui, en el sur de África. En los dos casos se trata de poblaciones con cierto grado de occidentalización. Los yanomami, añade Clemente, «tienen casi el doble de diversidad que los estadounidenses».

De hecho, observaron un progresivo descenso de diversidad desde los yanomami hasta los occidentales, pasando por los guahibo y los malauíes. Además, los investigadores bucearon en estudios anteriores sobre microbioma y no han encontrado otros pueblos que tengan mayor variedad bacteriana. Tampoco en los archivos del proyecto Microbioma Humano. Es como si, cuanto más expuesto está uno al estilo de vida occidental, más se reduce la riqueza de su microbioma. Estos resultados colocan a los yanomamis en la cúspide en lo que a bacterias se refiere. Esta misma semana, otro estudio mostraba como comunidades rurales de Papúa Nueva Guinea tenían un 15% de mayor diversidad que los occidentales. Pero estos indios amazónicos se acercan al 100%.

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El poblado yanomami fue descubierto por un helicóptero del ejército venezolano en 2008 y al año siguiente recibieron la visita de una misión científica. Era la primera vez que tenían contacto con el hombre blanco. / Óscar Noya-Alarcón

Los yanomami de este poblado, cuya ubicación no se ha revelado para protegerlos, siguen viviendo de la caza y la recogida de frutos como hacían sus antepasados hace miles de años. Lo más cerca que habían visto a un hombre blanco era cuando veían volar sobre ellos algún avión. De la medicina, solo conocían la propia palabra, que se la habían oído a otros yanomami de poblados vecinos. Y el dispensario más cercano, regentado por unos misioneros, se encuentra a dos semanas yendo a pie por entre las montañas. Para los microbiólogos, este pueblo aislado es una máquina en el tiempo con la que imaginar como era la microbiota de los humanos antes de que la modernización lo cambiara todo.

«Nuestras bacterias juegan importantes cometidos en la fisiología humana, como la respuesta inmune, el metabolismo y hasta la conducta. Pero aún no sabemos cuánto y cómo han cambiado nuestros microbiomas occidentalizados con relación al microbioma de nuestros ancestros», recuerda la profesora de la escuela de medicina de la Universidad de Nueva York, María Gloria Domínguez, también coautora del estudio. «Tenemos muchas prácticas antimicrobianas, como el nacimiento por cesárea, el uso de los antibióticos, el jabón, los limpiadores. Pero en el mundo aún quedan poblaciones remotas de cazadores y recolectores que viven en la era pre-biótica como lo hacían nuestros antepasados», añade. Unos pueblos, que alerta, «se están occidentalizando rápidamente».

Antes de que el estilo de vida occidental reduzca su diversidad bacteriana, pueblos como este yanomami, pueden ayudar a la ciencia. Muchas de las enfermedades no transmisibles, como inflamación intestinal, la esclerosis múltiple, la diabetes tipo I, la artritis reumatoide, obesidad, cáncer de colon y un sinfín de alergias están mediatizadas por bacterias. La mayoría tienen una alta prevalencia en las sociedades avanzadas, siendo testimoniales en las poblaciones menos occidentalizadas. Aunque queda mucho por investigar, la degradación del microbioma puede tener mucho que ver con estas enfermedades modernas.

Resistencia adquirida a los antibióticos

La segunda gran sorpresa que se llevaron los investigadores fue que, al cultivar y secuenciar las muestras fecales, encontraron que las bacterias de los yanomami portan genes que las harían resistentes a los antibióticos, incluso a los de última generación. Para medir esta resistencia, los estudios científicos suelen fijarse en las cepas de la enterobacteria Escherichia coli. En las muestras fecales de los yanomami, encontraron que todas las cepas de E. coli contaban con genes que intervienen en el desarrollo de resistencia a la acción de los antibióticos. Entonces ampliaron su análisis a otras bacterias, encontrando unos 30 genes que podrían expresar resistencia.

Si se da por buenas las palabras del jefe del poblado, negando haber tenido contacto con otros hombres que no fueran otros yanomami y, menos aún, con la medicina moderna, ¿de dónde procede esa resistencia? La principal hipótesis de los investigadores es que viene de la íntima relación de estos indios con el medio que les rodea. Mucho antes de que Alexander Fleming descubriera casi por azar el poder antibiótico de hongos del género Penicillium, las bacterias han tenido que lidiar con otros microorganismos para sobrevivir. En el caso de los yanomami, estos microbios habrían aprendido a combatir gracias a la flora bacteriana del suelo de la selva que, por medio de transferencia horizontal, les habrían prestado los genes anti antibióticos.

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Los investigadores tomaron muestras de la boca, piel y heces de 30 yanomami (el rostro de esta joven se ha recortado para respetar su privacidad). / Óscar Noya-Alarcón

«Sin embargo, también encontramos varios genes de resistencia que codifican resistencia contra las últimas generaciones de antibióticos semisintéticos y sintéticos», recuerda el profesor de patología de la Universidad Washington en San Luis (EE UU), Gautam Dantas. «Incluyen, por ejemplo, a medicamentos de tercera y cuarta generación (las cefalosporinas) que intentamos reservar para luchar contra algunas de las peores infecciones del mundo», añade. Son medicinas tan nuevas y tan sintéticas que la hipótesis del préstamo de la resistencia por otras bacterias no consigue explicarlo.

A los autores del estudio, publicado en Science Advances, les alarmó descubrir que la flora bacteriana de los yanomami pudiera ser resistente a tan modernas medicinas. «Pensamos en un par de explicaciones a estos resultados. La primera y quizá la más simple es que en el suelo haya versiones naturales de estos medicamentos sintéticos y que, simplemente, no las hayamos encontrado aún», opina Dantas. Al fin y al cabo, las primeras generaciones de antibióticos copiaban a la penicilina natural.

Pero hay otra posibilidad que intriga aún más: que estos genes de resistencia tengan una gran plasticidad y sean multifuncionales. «En realidad, podrían tener otras funciones en la bacteria pero, expuestos a los antibióticos, podrían reprogramarse para desarrollar carga de resistencia», sugiere este patólogo. De ser así, esto explicaría el rápido y extendido desarrollo de resistencia entre muchas de las bacterias patógenas que alarma tanto a los científicos y médicos por el abuso de los antibióticos.

Los antibióticos, la dieta, el jabón o el nacimiento por cesárea han reducido la diversidad bacteriana de los occidentales

En cuanto a los yanomami que tanto han ayudado a la microbiología, el doctor Noya-Alarcón comenta que han vuelto a esa comunidad solo una o dos veces al año desde 2009, «por lo que el impacto en su microbioma habría sido mínimo, pero ya no será el mismo». Recuerda haber dado antibióticos a algún yanomami con neumonía o con alguna infección dermatológica. «Lo ético era tratarla ya que teníamos la medicina a nuestra disposición, de otra forma quizás el paciente con neumonía podría haber muerto», explica.

«Gracias a esta oportunidad de encontrar un microbioma tan diverso, el resto de la humanidad podría verse beneficiada al conocer que probablemente tengamos que restablecer parte de nuestra flora microbiana para volver a lograr una armonía entre nuestras funciones metabólicas o fisiológicas», opina Noya-Alarcón. El primer hombre blanco, un venezolano de ascendencia gallega, que contactó con este pueblo cree obligado, «reconocer esta diversidad bacteriana y respetar este equilibrio que se mantiene entre los yanomami e intentar extrapolarlo a lo macro, es decir, aprender del estrecho contacto que ellos tienen con la naturaleza».

En esta noticia

Documento: ‘The microbiome of uncontacted Amerindians’

Revive el hundimiento del Titanic con realidad virtual

Hace ya más de 100 años que el RMS Titanic protagonizaba uno de los hundimientos de naves comerciales más mediáticos y conocidos de la historia. Fue la noche del 14 al 15 de abril cuando en menos de tres horas el barco naufragó segando la vida de más de 1.500 personas y generando con ello una de las películas más taquilleras de la historia dirigida por James Cameron y con Leonardo DiCaprio y Kate Winslet.

Los tiempos cambian y ahora se plantean nuevas formas de revivir los hechos del hundimiento del transatlántico de la White Star Line. Turno para que los videojuegos y la realidad virtual firmen una alienza para recrear el viaje en barco con Titanic Honor & Glory, videojuego de simulación de Four Funnels Entertainment que busca financiación a través de crowdfunding.

El proyecto ya ha recaudado más de 36.000 dólares -necesita 250.000 para salir adelante- y es compatible con el casco de realidad virtual Oculus Rift para visitar en primera persona todas las estancias del barco. Los jugadores podrán seguir una trama guionizada por Tom Lynskey (La Señal) para conocer los detalles del hundimiento del navío y cruzarse con sus tripulantes.

Además, este tour virtual por el Titanic permitirá caminar libremente por las estancias del barco para descubrirlas con todo detalle mediante la tecnología gráfica realista Unreal Engine 4. El proyecto tiene previsto su lanzamiento para finales de este mismo año, aunque ya es posible probarlo de forma gratuita en ordenador descargando esta demostración.

Ser Neil Armstrong y pisar la Luna

Hay un salón y un sofá y una pantalla. Sobre ella, John Fitzgerald Kennedy, el legendario trigésimo quinto presidente de Estados Unidos, dice estas palabras: “¿Pero, por qué, algunos se preguntan, la Luna? ¿Por qué elegir esto como nuestra meta? Podríamos preguntar igual, ¿por qué escalar la montaña más alta? ¿Por qué, hace 35 años, sobrevolamos el Atlántico? Elegimos ir a la Luna”. Justo en esa frase, la pantalla, el gran salón y el sofá se funden a negro. Y quien observa se encuentra flotando en el espacio, justo enfrente de la Luna.

Son los primeros compases de La experiencia Apolo 11, primicia de un proyecto educativo de realidad virtual concebido para Oculus Rift —el dispositivo comprado por Facebook de los muchos que guerrearán por este nuevo mercado— que pretende cambiar cómo se transmite el conocimiento en las aulas para siempre. Esta semana logró fundarse por crowdfunding en Kickstarter. Un total de 36.623 euros para esta pequeña empresa que dirige David Whelan, tecnólogo empeñado en revolucionar la educación y fundador de la web virtualrealityreviewer.com que le toma el pulso a esta nueva hornada de realidad virtual que promete conquistar el siglo XXI: “Queremos dejar una huella indeleble en los alumnos. No es lo mismo leer en un libro de texto sobre la misión del Apolo 11 que vivirlo desde la cabina y experimentar el alunizaje”. De momento, el prototipo elaborado para el crowdfunding deja experimentar solo hasta el despegue, aunque Whelan aclara que la versión final tendrá, por supuesto, el momento cumbre. Pisar la luna tal y como Armstrong lo hizo el 21 de julio de 1969 a las 3.56 de la madrugada hora española.

La atención al detalle en la versión demo [el borrador que constituye la base para el producto final] de la experiencia es total. Tras el prólogo, el usuario viaja en el espacio-tiempo hasta las coordenadas del 16 de Julio de 1969 en Cabo Kennedy. Puede maravillarse con la altura del cohete viéndolo a ras de tierra, un titán tecnológico que pesaba casi tres mil toneladas y superaba los 100 metros de altura (101,5). Luego toma un ascensor y sube a la cabina. La cuenta atrás llega a cero, los motores se inflaman y comienza la misión, durante la que se puede oír el audio grabado por la NASA de sus tripulantes, entre los que se encontraba Neil Armstrong, el primer ser humano en pisar la Luna. Y durante toda la experiencia, sus protagonistas intervienen en clips de audio para comentar sus recuerdos de la misión.

No es lo mismo leer en un libro de texto sobre la misión del Apolo 11 que vivirlo desde la cabina»

Por espectacular que resulte, La experiencia Apolo 11 solo es la punta del iceberg. El plan de Whelan tiene nombre y apellidos: Inmerse Virtual Reality Education. Una plataforma desde la que desarrollará durante los próximos años experiencias educativas virtuales en todos los ámbitos: historia, matemáticas, antropología, biología… “Un buen ejemplo son los volcanes. Con nosotros podrías ver todo el proceso de cómo se forman desde dentro del volcán. Y para experiencias así se combinarían varios enfoques: explicamos un volcán al mismo tiempo que recreamos la erupción del Vesubio que arrasó Pompeya”. Otro ejemplo que destaca Whelan es el del tiranosaurio, “el mayor carnívoro de la Tierra que podremos poner justo frente a los estudiantes”. Aunque se atreverán con lo más abstracto, pues su compañía ya piensa en cómo representar virtualmente la división del átomo durante una reacción nuclear.

Whelan confiesa que el plan es de una ambición enorme. Y, de momento, se encuentran solo cuatro personas trabajando en su equipo. Pero cree que este pequeño paso para él es un paso gigante para la educación. Y que pronto se cumplirá su verdadero sueño: “Cuando dentro de unas décadas vuelvan los primeros astronautas que pisen Marte y les pregunten: ‘¿Por qué te hiciste astronauta?’ mi mayor deseo es que contesten: ‘Porque viví la misión del Apolo 11 en clase’”.

Turquía contra la violencia en Minecraft

El Ministro de Políticas Sociales de Turquía, Aysenur Islam, ha abierto una investigación contra Minecraft por considerarlo demasiado violento para los niños. Al parecer, le preocupa el hecho de que los jugadores obtengan puntos por matar a otros usuarios.

La decisión ha provocado la reacción de algunos periodistas especializados del país, como Kaan Gezer, que cree que este tipo de situaciones deterioran la industria del videojuego y ha querido indagar en el asunto preguntando a profesionales médicos.

Algunos profesionales como el psiquiatra Emine Sword Zinner insisten en que los juegos como Minecraft no difieren mucho de los realities de supervivencia emitidos en televisión, ya que «el jugador crea un mundo en el que trata de sobrevivir«.

Otros especialistas, sin embargo, creen que los niños «no distinguen entre el mundo real y el del juego» o que «tornan la violencia como algo atractivo», lo que termina reforzando «la agresividad» en el mundo real.

La polémica continúa acrecentandose conforme avanza la investigación con opiniones divididas sobre la supuesta violencia del juego que, actualmente, está calificado para niños a partir de los 7 años en Europa y para mayores de 10 años en Norteamérica.

Minecraft es uno de los grandes éxitos de la industria del videojuego en la actualidad. El videojuego, creado por Markus Persson ‘Notch’ y comprado por Microsoft, ya ha vendido más de 30 millones de copias en todo el mundo.

Caracoles como musas para mejorar las baterías del móvil

El caracol no es precisamente el símbolo de la velocidad. Pero la casa que lleva a cuestas, su concha en espiral, esconde un ingrediente encargado de controlar su crecimiento que puede ayudar nada menos que al movimiento de los electrones en las baterías para móviles. Tal ingrediente es un péptido, una molécula inorgánica formada por los mismos ladrillos que constituyen las proteínas, los aminoácidos. Científicos de la Universidad de Maryland (EE UU) la han usado como cemento a escala nanométrica para mejorar las propiedades eléctricas de un cátodo (el polo positivo de una pila). Hoy presentarán sus resultados durante la 59ª reunión anual de la Sociedad Biofísica que se celebra en Baltimore (Maryland).

El antes y después de la actuación del péptido sobre el óxido de litio, níquel y manganesio y los nanotubos del cátodo desarrollado para la investigación.

«Es verdad que el título de nuestra investigación habla de los caracoles. Pero no son solo ellos. También las cáscaras de los moluscos tienen este péptido. Incluso también nuestros huesos o dientes contienen una cierta cantidad de péptidos similares», matiza Evgenia Barannikova, estudiante e investigadora del laboratorio de la Universidad de Maryland que ha realizado este estudio. Lo conseguido por el momento por Barannikova y sus compañeros no supone la construcción de una batería completa, sino solo de su cátodo (el polo positivo que recibe los electrones). Los resultados, según Barannikova, reflejan que un cátodo con el péptido integrado mejora sus propiedades eléctricas frente a uno convencional.

Este éxito se basa en una ordenación interna de los compuestos químicos de una batería de litio. Barannikova ha trabajado a escala nanométrica para encontrar una manera de ordenar dos componentes que de por sí van por su lado: los nanotubos de carbono y el óxido de níckel, manganeso y litio. Al añadir el péptido, el panorama cambia completamente por la capacidad de esta molécula de producir enlaces tanto con elementos orgánicos (los nanotubos) como los inorgánicos (el óxido de litio). «Creamos un nanopuente compuesto por este péptido de unión con afinidad dual para ambos materiales», explica Barannikova.

Creo que deberíamos fijarnos más en la naturaleza para resolver problemas tecnológicos

Encontrar al péptido adecuado no es una tarea automática. La investigación empleó un método conocido como Phage display, un kit de mil millones de péptidos desarrollado por New England Biolabs que permite encontrar el elemento adecuado mediante prueba y error. El material del que se quiere conseguir la afinidad (en este caso el óxido de litio, níquel y manganeso) se somete al contacto con estos innumerables candidatos durante una hora a temperatura ambiente. Al terminar, se eliminan las uniones más débiles y se repite el proceso tres o cuatro veces más, hasta que solo los enlaces más fuertes sobreviven.

Para Barannikova, esta investigación demuestra la importancia de usar la naturaleza como modelo: «Siempre nos muestra el camino más corto para solventar un problema. Creo que deberíamos fijarnos más en ella para encontrar las soluciones a los problemas tecnológicos que debemos resolver». De momento, ella seguirá trabajando en este péptido como argamasa de la batería del futuro. Su objetivo a medio plazo, presentar una batería funcional como punto final a su tesis que pretende ser más ligera, potente y duradera que las actuales.

Viaje por los videojuegos de Dragon Ball

El primero de su especie Versus

Dragon Ball Z: Super Butōden (1993)

Aunque los videojuegos sobre el manga y la serie animada comenzaron a mediados de los 80, no fue hasta la época de la 4ª Generación que Dragon Ball Z descubrió el género bajo el que se englobaría primariamente durante estos 22 años transcurridos. Super Butouden fue el primigenio de su especie, el primer juego de lucha Vs basado en el imaginario de una franquicia que ya arrasaba en Occidente en la TV, y que aprovechó la popularidad de la lucha 2D que Street Fighter II había desatado para presentarnos unos combates tan fluidos y rápidos como de mecánicas fáciles de aprender, siendo accesible, aunque cuando dábamos con un amigo experto nos crujían y bien a base de lanzamientos y combos. Y además, no contenta con meter las características magias, la desarrolladora TOSE se dio el gusto de partir la pantalla para que pudiéramos volar y pelear desde el aire recreando las batallas desde el inicio de la sub-saga Z de la serie hasta el enfrentamiento con Célula. Sus secuelas lo superaron, como el genial Butouden 2: La Leyenda de Saien y sus enfrentamientos bajo el agua, pero este siempre tendrá el honor de ser el primero.