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El Sevilla deja su futuro deportivo en manos del Madrid, el sueño de Emery

Mientras todo el sevillismo festejaba el cuarto entorchado continental hispalense de la última década tras la victoria sobre el Dnipro en Varsovia, José Castro y Monchi se ponían manos a la obra en el vuelo de regreso a casa para empezar a diseñar la escuadra que defenderá en el próximo ejercicio los colores blanquirrojos en la Liga de Campeones. 

La importante inyección económica que recibirá la entidad del Sánchez Pizjuán de parte de la UEFA por mor de ese salto cualitativo dado al retener la corona de la Europa League ayudará sobremanera a sus gestores a reforzar convenientemente la plantilla. Ahora bien, los éxitos cosechados en Nervión por segundo año consecutivo serán de nuevo el gran Talón de Aquiles de un club habituado a vender a sus peones más destacados a la vuelta de cada campaña gloriosa. 

El botín de la Champions no va a cambiar un ápice el planteamiento de Castro y su Consejo de Administración, que a partir de hoy, toda vez que hayan concluido los fastos preceptivos a la cuarta conquista de la vieja Copa UEFA, comenzarán a estudiar las propuestas varias que tienen sobre la mesa para colocar en el mercado a alguna de sus estrellas y hacer caja. El nombre de Carlos Bacca aparece a la cabeza de la lista. Su gran campaña y haber sido el factor determinante para la consagración sevillista en suelo polaco lo sitúan más fuera que dentro del Pizjuán, sobre todo porque las ofertas que maneja Castro de la Premier o la Serie A son irrechazables. Un año antes sucedió algo parecido con Ivan Rakitic, que tras varios tiras y afloja acabó en la Ciudad Condal.

Aleix Vidal, Krychowiak, Banega o Vitolo son los otros candidatos a emigrar de la capital andaluza, aunque en el ánimo del Sevilla no está, ni mucho menos, abrirle las puertas de salida a todas sus estrellas, por buenas que sean las ofertas. Sea como fuere, en algunos casos la decisión de los jugadores estaría pendiente de saber quién será  el inquilino del banquillo a partir del próximo mes de julio. 

Dnipro sevilla

La continuidad de Unai no está garantizada

Ahí precisamente surge el auténtico dilema del Sevilla a día de hoy porque la continuidad de Unai Emery no está garantizada en absoluto. El técnico vasco es objeto de deseo de varios clubes de primera línea del balompié continental, cuyas ofertas económicas al menos doblarían su salario en Hispalis. Uno de esos equipos ha sido el Real Madrid, que lo incluyó en su terna de candidatos a sustituir a Ancelotti, junto a Rafa Benítez y Jurgen Klopp. Todo apunta a que Florentino Pérez se ha decantado finalmente por el aún técnico del Nápoles, club del que ayer se despidió. 

Sin embargo, el acuerdo blanco con el preparador madrileño aún no es oficial, lo que dejaría una rendija abierta a los otros aspirantes. Aunque sabe que ya es muy difícil, Unai sueña en silencio con una llamada de Florentino para hacerse cargo de la nave merengue. Es de suponer que el Real Madrid hará pública su decisión el próximo lunes y que el elegido será presentado a mitad de semana. Tal circunstancia obliga al Sevilla a congelar hasta ese instante la ejecución de sus próximos movimientos. 

Sea como fuere y aunque superen el ‘tsunami’ de Concha Espina con su casting de técnicos, los hispalenses saben bien que Emery podría acabar sucumbiendo a alguna de las otras ofertas que le han llegado. Cuentan a su favor con la carta de la Champions para que se decida a continuar en el Pizjuán. Pero el de Hondarribia es hombre de retos y entiende que podría haber alcanzado su particular Everest con el Sevilla en Varsovia. Sólo necesita dar con la oferta justa a sus ambiciones. Y sin duda que la del Real Madrid habría colmado sus expectativas.

El Athletic vuela, el Córdoba se estrella

Bebé intentó un gol olímpico y se fue al larguero. Un minuto después, Andone exigió los mejores reflejos de Iraizoz por dos veces, mientras De Marcos se ataba al césped como si lo hubiera clavado un rayo. Poquito después, San José, empujó desde el duelo un gran centro de Beñat. Al borde del descanso Aduriz cabeceó de una forma espectacular un centro de Ibai al que respondió Juan Carlos desviando al larguero de forma no menos espectacular.

Así, relatado el partido, el Arcángel parecería un paraíso del fútbol ofensivo, un relato de ocasiones que traducirían un fútbol volcánico, uno de esos partidos de ida y vuelta de los que separan continuamente el culo de los asientos. Pero el gol del Athletic llegó en un acto casual lleno de circunstancias personales. Primero la de Pantic que falló en la salida del balón (como el Athletic tantas otras veces), después la de Beñat que intentó un disparo parabólico cuyo destino se desconoce porque el balón dio en la cabeza de Deivid y se fue al centro de la portería cuando Juan Carlos se enfilaba hacia su poste izquierdo.

Por eso hay partidos que son buenos o malos según como se miren. Si se analizan por los errores producidos, la evaluación es precaria porque ambos equipos cometieron bastantes, el Córdoba en ataque, el Athletic en defensa. Si se atiende a las ocasiones conseguidas, el partido tuvo el atractivo de la emoción, de la alternancia en el mando, de los remates inesperados, de la voracidad en el juego. No parecía el Córdoba el equipo desahuciado que le señala la clasificación. Su juego y su actitud respondían al criterio de Machado de que «hoy es siempre todavía». Pero también escribió Nietzsche que «la esperanza es el peor de los males porque prolonga el tormento del hombre». Pero no lo fue. Sus carencias ante el gol son alarmantes, pero ver correr a Khrin o a Castro, puros portentos, a la desesperada, hacia el abismo del área como si fuera el paraíso, hacía pensar que el Córdoba creía más en Machado que en Nietzsche.

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El Athletic sobrevivió con el oficio de Beñat, resucitado cuanto más campo tiene a su cargo. Con Williams desaparecido, ingrávido, quedaba el recurso de Aduriz, demasiado olvidado, tanto que incluso falló un gol desacostumbrado en su estilo. Pero el triunfo, aunque fuera de rebote, le coloca al Athletic a las puertas de Europa y la derrota al Córdoba a las puertas del infierno.

El Levante huye del descenso

A falta de fútbol y creatividad, convertirse en hermético resulta la alquimia que necesita el Levante para conseguir su objetivo de la salvación. Cerró todos los caminos el conjunto granota al Getafe, al que le faltó temple para desarmar al rival, solo inquietado por ciertos detalles de Sarabia y algún centro enroscado de Pedro León. Poca cosa para abrir el cerrojo levantino que, limitándose a defender, encontró la deseada, balsámica y vital victoria que le aleja del descenso gracias a un gol de Víctor Casadesús. Los ocho tantos que suma el exjugador del Mallorca junto a los nueve de Barral camuflan la falta de imaginación del Levante agarrado a su defensa y a su espíritu indoblegable. Puro catenaccio. Le faltó cintura y reacción a Pablo Franco desde el banquillo para efectuar cambios que revertieran la situación. Los hizo al final cuando el Levante no iba a dejar escapar el botín.

Incomodó el Levante en todo lo que pudo al Getafe. En realidad a ello se dedicó en exclusiva. Y lo hizo con prestancia para desvirtuar al conjunto del sur de Madrid, falto de destreza para gobernar el partido y conquistar una victoria que prácticamente certificara la salvación que se resiste a confirmar.

Con tres centrales y dos laterales de largo recorrido, el Levante, de inicio, sorprendió por su buena disposición al Getafe, mermado por las numerosas ausencias, con tan solo 14 futbolistas disponibles de la primera plantilla. Fue fugaz la exposición granota que pronto se refugió en torno a Mariño, obligando al conjunto azulón a esmerarse en la creación, dar velocidad al esférico, ser preciso en el pase. A los 20 minutos lo fue Sarabia filtrando un balón a Diego Castro cuyo disparo adivinó la trayectoria Mariño que achicó el espacio al jugador pontevedrés.

Apenas concedía espacios el Levante en su repliegue y atacaba de manera directa, sin transición alguna, evitando pérdidas en la elaboración y el contragolpe rival. Un plan básico para un equipo necesitado, falto de confianza. Para tales conjuntos, a falta de fútbol y convicción, la estrategia resulta fundamental. Cualquier acción a balón parado se convierte en un valor añadido. Al Levante le está concediendo un rédito capital. A los 35 minutos se adelantó en el marcador a la salida de un córner botado por José Mari, excelentemente rematado de cabeza por Víctor Casadesús desde el punto de penalti, poco exigido en el salto por la defensa azulona, colocando el esférico en la escuadra de Guaita.

Con orden y las líneas bien juntas, el Levante no otorgó la más mínima ocasión al Getafe en todo el segundo periodo jugado en una sola dirección sin que por ello Mariño tuviese apenas que intervenir, atento solo a los centros laterales azulones que nunca encontraron rematador. Para alivio del Levante que da un paso más hacia la salvación. Al Getafe le falta muy poco para certificarla.

Aduriz rinde al Getafe

Hay cosas que pasan y algunas en el filo de una aguja. Por ejemplo el penalti de Velázquez (que le costó la expulsión) a Viguera y supuso el gol de Aduriz. La raya del área tiene dos ventanas, una da a la calle, y entonces es falta, y otra da a la calle, y entonces es penalti. Mateu Lahoz vio la pierna de Velazquez como el vecino ve la sábana descolgada en el tendedero propio y pitó penalti. Igual tuvo razón (más acá de los adelantos tecnológicos que él no posee) o igual no. Pero algo tenía que hacer con aquella jugada, al borde del vestuario como destino, al límite horario de que el entrenador te diga lo que tienes que hacer de ahora en adelante. Porque hasta entonces no había pasado mas que el tren, que generalmente pasa a la misa hora por loas mismas estaciones. Del Getafe había, en el buzón de Iraizoz las mismas cartas que u coronel al que no les escribe nadie. Del Athletic, en el buzón de Guaita, apenas llegaron una invitación a estirarse en una carta telegrafiada de Aduriz y un par de telegramas de Ibai Gómez o Beñat. El Athletic funcionaba con palomas mensajeras y el Getafe con el expreso varado en la via. Diego Castro y Sarabia no se veían, ni siquiera se intuían, y por detrás no escribía nadie. Sin ideas, nadie escribe, sin imaginación no hay gracia. En el Athletic tampoco prevalecía el ingenio, precisamente, por más que Beñat por momentos reinventase a Ander Herrera -el recordado-, y Aduriz se empeñase en convertir el área en un juego de tronos en el que él se aposenta con comodidad.

Y en esto, sin que nada hubiera sucedido, llegó el penalti con olor a ducha y gel. Y Aduriz, que volvía tras su última sanción, dijo que era cosa suya, que los duelos exigen poderío. Y lo lanzo él. Y lo lanzó a su manera, fuerte, a vuelo raso, rabioso, con el ánimo del regresado. Y al Getafe fue como si le clavaran un pincho en la costilla. La peor forma de perder, de penalti y quedándote con uno menos. En cierto modo, son como dos goles, como cometer dos erratas en la misma palabra.

Pero la venganza no tiene límites. Funciona sola. Y a lo dos minutos de reanudarse el partido, cuando aún las consignas del entrenador rezuman frescura, armó el Athletic un contragolpe que, para desgracia del Getafe cayó en las botas de Iraola para que habilitase a Aduriz que es cualquier cosa menos pálido. Vio el centro, lo cazó y lo embocó. Ahí se rindió el Getafe, vio el cielo nublado, los nubarrones que le proponía Beñat con su discurso entre líneas, Iraola con sus monólogos por la banda derecha. Y todo sin paraguas. Y llegó el gol de Ibai, en un centro manso de Susaeta. Y llegó el gol de Susaeta, tras un centro de Iraola. Y para el Getafe la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido. Y para el Athletic con el ardor de luchar por Europa, por la séptima plaza que le daría las tarjetas de embarque. Y todo con el comandante Aduriz.