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¿Se imaginan a Marc Márquez ganando una prueba del mundial sin recibir ningún premio a cambio? ¿Y a Rafa Nadal ganando un Masters 1.000 y que le ocurra lo mismo? No. Son deportistas y, dejando al margen las cantidades económicas que reciben o no por sus triunfos, cobran. Es su trabajo y por ello, se les recompensa. Pues hay deportes en los que esto no sucede y el paratriatlón en España es uno de ellos. Este domingo, se celebró en la Casa de Campo de Madrid la primera de las nueve pruebas clasificatorias para el Mundial. En la capital se dieron cita los mejores paratriatletas del mundo. Sufrieron, ganaron, perdieron y muchos de ellos, lo hicieron por nada a cambio. Y ahora, la explicación a una cosa que es tan irreal como cierta.
El paratriatlón estará presente por primera vez en unos Juegos Paralímpicos en Río 2016. Ilusión máxima para estos deportistas que luchan por el objetivo de llegar a lo máximo en el deporte, una cita olímpica. Pero no todo es felicidad. Esta modalidad se divide en cinco categorías: PT1, PT2, PT3, PT4 y PT5, en función de las diferentes discapacidades, y la Federación Internacional de Triatlón (ITU) ha decidido que sólo tres masculinas (PT1, PT2 y PT4) y tres femeninas (PT2, PT4 y PT5) vayan a los Juegos, ante la indignación lógica del resto de categorías. Por extrapolarlo a otro deporte, imagínense que en natación, la Federación Internacional decide que sólo vayan a Río los estilos de mariposa y espalda… exacto, ningún sentido.
Tal y como contamos en El Confidencial, Dani Molina es uno de esos paratriatletas discriminados. Este madrileño compite en categoría PT3, una de las que no estará en Río. Aunque ya ha recurrido tres veces ante la Federación Internacional para intentar cambiarse a categoría PT2, donde cree que “debería estar”, no le han querido cambiar. En esta última categoría están los amputados por encima de la rodilla. En su caso, él es amputado tibial, por lo que sí tiene rodilla, aunque con una rotación de sólo 30 grados, y tiene la cadera desplazada. Por tanto, no le consideran apto para estar en PT2 y debe competir con triatletas que pueden tener dificultades en los brazos, pero no en las piernas.
Dani Molina, en la transición (Foto: S. M.)
Lejos de mermarse su ánimo, Dani sigue compitiendo y cumpliendo nuevos objetivos, pero a un coste mucho mayor. “Al no tener opciones de ir a los Juegos Olímpícos de Río, me han retirado la beca ADOP, por lo que ahora acarreo yo con los gastos”, reconoce. Este domingo, Molina se impuso en PT3, pero lo único que obtuvo fue “la medalla y la enhorabuena”. “La Federación sólo te paga los gastos de ir al Mundial, pero antes tienes que clasificarse y de eso no se encargan”, reconoce.
La cita mundialista será el próximo 20 y 21 de septiembre en Chicago, coincidiendo con la Gran Final en la categoría élite. Pero antes de llegar allí hay un largo camino en el que se debe lograr la clasificación, acuden los 6 o 7 mejores dependiendo de la categoría. La prueba de Madrid fue la primera de las nueve que se disputan para intentar conseguir puntos para estar en Chicago. Independientemente de los resultados que se consigan, se tienen en cuenta los tres mejores. Además, el próximo 11 y 12 de julio, se disputa en Ginebra el campeonato de Europa, una prueba que puntúa doble. “Mi intención era hacer esta de Madrid, aunque no pensaba sacar un resultado tan bueno, ir a la prueba de Londres y al Europeo. Con esos tres resultados espero tener suficiente para estar en el Mundial, sino acudiré a la prueba que se disputa en Italia”.
Con el apoyo incondicional del Ayuntamiento de Guadalajara, ciudad en la que reside, Dani Molina sigue demostrando que “está ahí y aunque la clasificación sea injusta, seguimos dando guerra”. Además de las pruebas clasificatorias para el Mundial, su próximo reto pasa por el Medio Ironman que se disputa en Calella (Barcelona), el próximo fin de semana. Es la primera vez que se enfrenta a una prueba así y está emocionado: “No me juego nada, quiero ir a disfrutar”, reconoce. Eso hizo también en Madrid este domingo: “Sinceramente cuando iba hacia la Casa de Campo no tenía ganas de salir a correr. A veces se te quitan por todas las trabas que hay, pero al final fui y casi me salió la mejor carrera de mi vida. Al nivel que está la categoría, no pensaba en que terminaría así”.
Y es que Dani Molina firmó unos tiempos espectaculares. La prueba se disputó en distancia sprint y el madrileño completó los 750 metros de natación (10 minutos 51 segundos), los 23 kilómetros de bici (46 minutos 03 segundos) y los 5 kilómetros de carrera a pie (20 minutos 44 segundos) en 1 hora 21 minutos y 54 segundos. Por todo ello, sólo recibió una medalla y eso sí, mucha satisfacción por lograr sus primeros puntos para estar en Chicago. Desgraciadamente, esa satisfacción no da de comer. A Molina le gustaría vivir de este deporte que tantas alegrías le está dando. Está en el circuito profesional y sueña que lo traten como tal. Desde luego, los éxitos parecen asegurados.
Un profesor de la Universidad de Alicante (UA), Adriano Campo Bagatin, ha sido el investigador de España seleccionado para participar en la misión espacial AIDA, cuyo objetivo es, entre otros aspectos, medir la capacidad tecnológica actual para evitar el impacto de asteroides en la Tierra.
Coordinada por la Nasa y la Agencia Espacial Europea (ESA), esta misión se encuentra en fase de estudio y tratará de interceptar el asteroide Didymos en el momento de su máxima aproximación a la Tierra, en el año 2022, han informado fuentes de la UA.
Didymos es un asteroide con un satélite. Su cuerpo principal mide aproximadamente 800 metros de ancho, su satélite tiene 150 de diámetro y orbita a una distancia de 1,2 kilómetros del primario.
Para llevar a cabo este proceso, AIDA lanzará dos naves: la sonda espacial AIM (Asteroid Impact Mission), dirigida por la ESA, y el proyectil DART (Double Asteroid Redirection Test), a cargo de Estados Unidos.
En concreto, en octubre 2020, AIM estudiará de cerca el asteroide, mientras que con el lanzamiento del DART, previsto para julio de 2021, se impactaría sobre el satélite del asteroide Didymos a unos 6,5 km/s de velocidad en octubre de 2022.
Una colisión para salvar la Tierra
Según Campo Bagatin, «observando y midiendo la desviación provocada por el impacto de DART sobre la órbita del satélite, se podrá comprobar la eficiencia de utilizar una colisión para desviar cualquier asteroide de pocos centenares de metros que estuviera en una órbita de colisión con la Tierra».
En el marco de la misión AIDA, el profesor de la UA coordinará uno de los cuatro grupos de trabajo que se ocupa del estudio detallado del sistema binario Didymos: propiedades físicas y dinámicas, estructura interna y medidas necesarias para su interpretación, entre otros aspectos.
Desde este departamento, junto a la profesora Paula Benavidez, Campo Bagatin trabaja, por una parte, en el estudio de la estructura interna de pequeños cuerpos del sistema solar (asteroides y cometas), por medio de simulaciones numéricas.
La misión se encuentra en fase de estudio y tratará de interceptar el asteroide Didymos en el momento de su máxima aproximación a la Tierra, en el año 2022
Por otra parte, en colaboración con el Instituto de Astrofísica de Andalucía, está llevando a cabo el estudio del movimiento del material superficial (rocas, polvo) de asteroides pequeños (menos de 5-10 kilómetros) que rotan muy rápidamente (en menos de 3,5 horas). «Ambos aspectos están resultando de interés para las misiones espaciales a asteroides, en particular en el caso de AIDA», ha señalado Campo Bagatin.
En declaraciones a Efe, este investigador ha precisado que, «a día de hoy, y que se conozca», no hay ningún asteroide que se encuentre en una situación de posible orbita de colisión con la Tierra.