Es un caso atípico de futbolista, y no sólo porque esté cursando ingeniería informática. Tiene 21 años, juega de extremo y ha necesitado el impulso de una marca comercial –Nike– para estar a punto de firmar su primer contrato profesional. Santi Feuillassier es un argentino que a los 14 de años, de la mano de Juan Eduardo Esnáider, viajó a España y fichó por el Real Madrid. Siete años después está preparando las maletas para cambiar nuestro país por Suiza, para jugar en la segunda helvética –en el Lausanne de Fabio Celestini– y ganarse la vida tras lo aprendido defendiendo el escudo madridista, del Rayo, Parla, Alcobendas… y el de Nike.
Feuillassier en su época de blanco.
“A la Nike Academy acuden futbolistas de todo el mundo. En España hubo una selección en diferentes ciudades para hacer una especie de final en Madrid, donde éramos 55 jóvenes y me seleccionaron a mí. Ahí Nike me ofreció a mí, junto con 44 futbolistas más seleccionados del resto del mundo, pasar cuatro días en Birmingham, en este mes de mayo, para jugar partidos con la camiseta de la Nike Academy contra equipos sub 21 de la Premier. A mí me fue bien, pero justo superaba por unos meses el ser sub 21. Así que he debido abandonar el equipo, pero me ha servido para que el Lausanne se fije en mí. Objetivo cumplido”.
A la explicación de Feuillassier a El Confidencial se puede añadir que existen numerosos futbolistas que tras pasar por este curioso equipo de Nike –donde se vive y respira como un jugador profesional- han logrado dar un salto a la MLS estadounidense, la segunda de Inglaterra, la primera de México… Funciona.
Santiago, para llegar a subirse a este trampolín de Nike, ha debido superar algunos obstáculos, como la rescisión de contrato con el Real Madrid tras un movimiento de fichas en la directiva del club. “Yo fiché cuando estaba Míchel en la cantera, pero con el cambio de presidencia, cuando llegó Florentino Pérez, a personas vinculadas con el anterior equipo de trabajo nos dieron la carta de libertad. Se quedaron otros como Carvajal o Jesé, que se veía que iban a llegar. De ahí pasé al Rayo Vallecano juvenil y todo me estaba yendo muy bien hasta que me rompí el cruzado y los dos meniscos. Año en blanco y cuando regresé… al principio no me iba ni de un cono y mi juego se basa en el regate. Poco a poco fui cogiendo confianza y llegué al Rayo B. Pero necesitaba minutos y los tuve en el Parla. Después en el Alcobendas, donde he jugado estos últimos meses”.
Santi con el Rayo Vallecano.
Y ahora, con la experiencia de Nike, Santiago se encuentra mejor que nunca, con la lesión olvidada y una mochila cargada de un nivel de madurez más alto de lo normal para un chico de su edad. En lo futbolístico, en España “aprendí a no regatear desde mi portería, como hacía en Argentina”.
A falta de una firma y con unas botas Nike en su mochila, Santiago desprende una tremenda energía para continuar creciendo en Suiza. “Ahora ya habrá sesión de entrenamiento, de gimnasio, tendré que cocinarme, el presidente quiere ponerme un profesor de francés…” Y, aún así, Santiago espera que le sobre algo de tiempo para seguir avanzando con la carrera de ingeniería informática, otros de los sueños que con tenacidad espera cumplir.
Nati y Justo ya tenían tres hijos (dos chicas, de 15 y cinco años y un chico de 10) cuando supieron que venían gemelos. Nacho y Javi nacieron en 1990. Solo les separan cinco minutos. El mayor es Javi, pero Nacho está seguro de que se confundieron más de una vez durante su infancia y es posible que les cambiasen la identidad. Además, él fue el primero en venir a Silicon Valley. Un argumento que utiliza cuando quiere ganar autoridad. Se quieren, se respetan y se valoran, pero no dejan de competir entre sí y con el entorno en todo momento. No han cumplido 25 años y están en la cima del mundo, de su mundo.
Nacho llegó bajo el programa Jóvenes con Futuro que promueven StepOne y la Fundación Rafael del Pino. En 2011 vio un cartel por los pasillos de la Universidad de Alcalá, ya trabajaba creando Ticketea, era el cuarto empleado. Hizo las pruebas, pensó que no le escogerían por no haber terminado la carrera. No repararon en ese detalle, pesó más su brillante demostración. Así llegó a Mind Snacks, una aplicación de pasatiempos, hoy llamada Elevate Labs, en donde estuvo tres meses como becario. “Sentí cierta discriminación por no ser americano, pero a los tres meses me contrataron como uno más, a tiempo completo”, explica. Su labor pronto tuvo un laurel codiciado: Apple los reconoció como aplicación del año en el ámbito educativo.
No solo no volvió a pisar las aulas de la facultad, sino que arrastró a su hermano gemelo consigo. Tras una visita en Navidad junto a los padres, Javi decidió hacer las maletas y probar suerte. Hoy trabaja en Twitter, formando parte del equipo de Fabric, una herramienta para que otros programadores creen aplicaciones basándose en la red social. Antes vivió una experiencia pionera, ya que fue programador líder de iOS en Pebble, que en lenguaje llano significa que fue el que ideó cómo el primer reloj inteligente de consumo masivo se entendía con los móviles de Apple. En España trabajó en MiNube, también con el móvil y la tableta de Apple. La empresa de la manzana también tuvo un galardón para su labor. De manera conjunta reconocen el boom: “Estamos aquí gracias a que aprendimos a programar para estos aparatos. Han creado algo que antes no existía, un nuevo mercado”.
Antes de llegar a San Francisco, Nacho ya había creado Sayonaraapp, una herramienta para saber quién dejaba de seguirte en Twitter. “Tuvo bastante éxito entre las agencias de redes sociales”, subraya. Hoy es programador en Khan Academy, una organización sin ánimo de lucro empeñada en cambiar cómo se aprende cualquier materia con el uso de tabletas. Comenzaron con las matemáticas y, poco a poco, han ido ampliando el catálogo.
Su primera experiencia laboral fue en el verano de primero de Bachillerato. Programaban desde los 10 años, pero no eran conscientes de ello, sencillamente hacían páginas web. Un profesor de filosofía del I.E.S. María Moliner de Coslada, donde estudiaban. les hizo ver que eso que ellos consideraban un pasatiempo, hacer páginas web, podría ser un medio de vida. Les ayudó a encontrar unas prácticas y comenzó una historia de no parar.
Estamos aquí gracias a que aprendimos a programar para estos aparatos»
De esa época les queda una peculiar manera de aprender. Cada uno lo hace una materia distinta, después se la explican el uno al otro. Cuando programan juntos, también se reparten las tareas, se entienden casi sin hablarse. “Vamos el doble de rápido”, cuentan.
Ambos defienden el papel de la universidad. Por un lado, porque son conscientes de que su caso no es la norma. Por otro: “Está muy bien aprender haciendo, pero no hay que perderse en el camino. Yo no quiero ser solo un empleado, sino un buen programador”, matiza el menor, solo por cinco minutos, de los Soto.
Desde su infancia practican un deporte en el que no sudan y no necesitan ponerse ropa para entrenar. Practican el ajedrez y siguen de cerca su evolución. Vivir en Estados Unidos les permite ir cada año a la Sinquefield Cup de Saint Louis. Se toman fotos con los cabezas de cartel con la misma devoción por los ídolos que los asistentes a un festival de rock. “Pasamos más de 7 horas allí, de pie, observando, analizando. Es apasionante”, dice el mayor. Sienten especial predilección por un jugador, Magnus Carlsen. Nacieron el mismo año y han pasado la infancia admirando sus hazañas, recordando las partidas como muchos otros niños hacen con los goles de Messi.
Celebraron la llegada del Apple Watch con la misma ilusión con que esperaban a los Reyes Magos. En lugar de poner los zapatos y cubos de agua para los camellos, se juntaron con un par de botellas y los ordenadores listos para ser los primeros reservarlo. Al mismo tiempo, comenzaron a programar la aplicación de sus sueños: Watch Chess App, una aplicación para seguir las partidas en el reloj de Apple en tiempo real. Han creado lo que a ellos les gustaría encontrar en la tienda de aplicaciones, lo que sentían que faltaba en un nicho cada vez más creciente. El día 24 de abril, la fecha escogida por para lanzar el nuevo producto, ya tenían el reloj en la muñeca y la aplicación lista para descargar en la AppStore.
Cuando programan juntos, también se reparten las tareas, se entienden casi sin hablarse. “Vamos el doble de rápido”
Lo hacen por afición pura, por saciar su curiosidad y su pasión por la programación y el ajedrez. Aún así, no han encontrado un proveedor de directos para las partidas. Ninguno de los medios especializados en este arte cuenta con una aplicación para el reloj de Apple. Sin proponérselo, tres años y medio después de llegar a la Meca de la tecnología, se convertían en pioneros.
Nacho aprovecha para dar un consejo a los que decidan seguir sus pasos: “Involúcrate. Si estás en Estados Unidos, vive como lo hacen aquí y haz amigos que sean de aquí”. Javi invita a probar suerte: “Tenía Silicon Valley idealizado, pensaba que no tenía el nivel, que quizá lo intentaría cuando tuviera 30 años y, mira, aquí estoy”. También, que se debe pensar con ambición. “En España está mal visto. Aquí es al contrario, debes pensar a lo grande. En general, creo que mi hermano y yo sabemos ser felices, pero tengo claro que aquí se vive para trabajar y en España se trabaja para vivir”, zanja.