Noruega y Ecuador: misma partida, diferente destino. Hace 50 años dos países iniciaron la explotación hidrocarburífera industrial. Mientras Noruega perforaba el Ártico, Ecuador hacía lo propio en la Amazonía. Medio siglo después, los nórdicos son el país más avanzado en cuanto a movilidad eléctrica, mientras los sudamericanos siguen buscando el momento de iniciar el cambio. Si tienes alguna inquietud recuerda contactarnos a través de nuestras redes sociales, o regístrate y déjanos un comentario en esta página. También puedes participar en el WhatsApp. Si usas Telegram ingresa al siguiente enlace.
“El Oriente es un mito” declaraba el expresidente Galo Plaza Lasso (1906 – 1987) para convencer a los ecuatorianos de que en esa región no había ni una gota de petróleo.
Un pronunciamiento similar realizaba en 1958 el Servicio Geológico Noruego, el cual descartaba la posibilidad de hallar petróleo, carbón u otros minerales en su litoral.
Sin embargo, para 1967 estos enunciados quedaban irónicamente desmentidos. La analista internacional Mabel Bustamante de World Vision Ecuador explica cómo en ese año los primeros depósitos de crudo en ambos países eran confirmados y, paralelamente en 1972, cada uno funda su respectiva empresa petrolera estatal: la ecuatoriana CEPE (hoy Petroecuador) y la noruega Statoil (hoy Equinor), con el propósito de extraer recursos en zonas sumamente agrestes, la inexplorada Amazonía, y el Ártico.
Noruega y Ecuador: misma partida, diferente destino
Así, coincidentemente estas naciones comparten 50 años de explotación hidrocarburífera, sorteando los mismos vaivenes de un mercado internacional cíclico. Empero, hasta ahí llegan las similitudes, pues sus historias económicas no podrían ser más disímiles —expresa Bustamante.
Una administración con visión a largo plazo, la reinversión y la adaptabilidad de las políticas públicas, permitieron en el caso noruego, financiar a partir del petróleo, crecimiento económico y metas de bienestar social, como el Fondo de Pensiones o el Fondo de Inversión Nacional.
Otro ejemplo del uso inteligente de los recursos en Noruega, lo personifica la sustitución de la matriz energética.
En esta nación nórdica, la crudeza del largo invierno y el desarrollo industrial en algunas localidades demandaba una quema excesiva de combustibles, por lo que ciudades como Bergen están afectadas hasta el día de hoy por la mala calidad del aire, al igual que Quito.
Noruega y Ecuador
Ello repercutió desde los 90, en que el gobierno introduzca medidas de restricción vehicular como “Hoy no circula”, u onerosas tasas impositivas según el peso del automotor.
Pero en la década del 2000, la irrupción de la tecnología de los VE permitió reformular paulatinamente estos objetivos, con miras a reemplazar para 2025 las ventas de autos de combustión por eléctricos. Es así como Noruega emprendió con mayor decisión que Ecuador, y de hecho que ningún otro país, reducir al mínimo el consumo doméstico de combustibles fósiles que, sin embargo, continúa exportando al resto del mundo.
En primer lugar, el gobierno adoptó beneficios fiscales para fomentar en el usuario el interés por mudarse a los autos eléctricos. Quienes los adquieren están exonerados de los impuestos de rigor. No pagan IVA, ni impuestos anuales a la circulación.
Además, hay otros incentivos que recaen en el campo de los subsidios e inclusive de las prebendas, por ejemplo, la recarga en sitios públicos es gratuita. Hasta 2017 los VE no pagaban por parqueo, tarifas de ferry (de uso frecuente en sus vías), y en Oslo, la capital, podían circular por carriles exclusivos del transporte público.
Pero a partir de 2018 la cantidad de eléctricos en el parque automotor obligó a delegar la política a las municipalidades, para que sean ellas quienes fijen el porcentaje de los descuentos, en una escala que no deberá superar el 50% de lo gravado a los vehículos de combustión.
El resultado ha sido sobresaliente.
Noruega, un país de apenas 5,5 millones de habitantes, cuenta actualmente con 430.000 vehículos de bajas emisiones, de los cuales 300.000 son 100% eléctricos. Ello lo torna en el país con mayor propiedad de VE por habitante, y el cuarto mayor mercado para los VEs a nivel mundial. Pero además se han superado las propias expectativas.
En 2015 el gobierno excedió por tres años el objetivo originalmente planificado para 2018, de contar con 50.000 vehículos cero emisiones en las carreteras.
Igualmente, en 2017 se consiguió que el promedio de emisiones del parque automotor, se reduzca a 82g/km, superando una meta que se aspiraba para 2020.
No sólo eso, gracias a que el 98% de la energía del país proviene de hidroeléctricas, se puede afirmar que tiene el sistema de movilidad más sustentable del planeta.
En todo caso, para Mabel Bustamante, no hay contradicción entre una Noruega, que lleva a cabo sus objetivos nacionales, impulsando el cambio de matriz energética con la adopción de autos eléctricos, y su participación en un mercado globalizado, donde el petróleo sigue siendo la fuente de energía no renovable más apetecida.
Al contrario, “denota consciencia frente al hecho de que los hidrocarburos son recursos finitos, que cada vez serán más caros no sólo de extraer, sino de reparar, en cuanto a daños sociales y medio ambientales”.
Esta es una realidad, que tarde o temprano encararan todos los exportadores petroleros, incluido Ecuador.
“Ante ella podemos argüir ignorancia o responder, como hace Noruega, poniendo fecha a objetivos concretos, a fin de lograr una transición ordenada hacia el transporte sostenible, financiado precisamente con los recursos económicos —también finitos— de las industrias extractivas.”
Hecho importante, si se considera que las actuales reservas de crudo de Ecuador exceden a las del país escandinavo. La experta señala que “Ecuador cuenta con el petróleo.
Cuenta también con 50 años de errores y oportunidades desperdiciadas. La pregunta en adelante debe ser ¿cómo capitalizaremos esos recursos en beneficio de la población y el medio ambiente?”.