Los genios requieren enseñanza adaptada

Luis es un niño de siete años, cuyo coeficiente intelectual es de 150 puntos. Su madre Nathalia contó que a los dos ya sabía leer y a los cuatro podía sumar con facilidad.

Este es uno de los casos de niños “genios” en Quito. Pero no todo es fácil para estos chicos, pues el sistema educativo no logra acoplarse a su capacidad intelectual.

El niño cursa el tercer año de educación básica y esperaba una adaptación curricular en su plantel.

“Los dos primeros años Luis tuvo una excelente profesora. En este período mi hijo mostró inconformidad con la maestra y comportamientos rebeldes”, indicó la progenitora.

Por eso solicitó que se apresuren con las modificaciones para su vástago.

El sistema para ellos no implica incrementar las materias, sino acoplarse a las preferencias del alumno precoz. “A Luis le gusta la astronomía”.

Los niños con un alto nivel intelectual son más sensibles y empáticos con lo que pasa en su entorno, por lo que su educación debe estar ligada a sus virtudes.

La joven madre resalta el apoyo del Ministerio de Educación (MinEduc). Tras la evaluación de Luis -acota- certificó su coeficiente intelectual y estuvo pendiente del proceso formativo en el plantel capitalino.

Nathalia espera que su niño culmine con las pruebas quimestrales. Luego buscará una institución que comprenda su inteligencia.

Las claves

Para la psicóloga y docente de la Pontificia Universidad Católica (PUCE), Elena Díaz, el sistema ha descuidado a los menores de edad con altas capacidades, ya que requieren de una atención especial.

Ellos precisan de adaptaciones curriculares de acuerdo a sus propios potenciales y capacidades, según la experta.

Un estudiante que no recibe ese tipo de capacitación se aburre en el salón de clases, se distrae, pierde motivación y se vuelve inquieto. “No capta su interés en lo que le enseñan en el aula, porque ya lo domina”.

Los padres y maestros son las primeras personas que deben descubrir que el niño tiene altas capacidades.

“El niño (genio) desarrolla habilidades más altas en ciertas áreas en relación a su edad cronológica y su ciclo evolutivo. Por ejemplo, un niño de 8 años puede operar a un nivel abstracto como lo haría uno de 14”, detalla Díaz.

Según Jorge Izquierdo, docente de la Universidad de las Américas (UDLA) y director de UDLA Honors, existen limitantes en proyectos educativos experimentales e innovadores. Estos espacios -asegura- fueron cerrados en el país, ya que no calzaban en el modelo de aprendizaje establecido.

“En las instituciones educativas muy poco se ha pensado en atender a chicos superdotados”.

El modelo académico -continúa- descuidó a este grupo, puesto que no cabe en el sistema educativo una enseñanza más allá de la convencional. Además existe un limitante económico.

Fanny Alencastro, psicopedagoga y directora de la Fundación Sueño Mágico, centro dedicado al desarrollo académico de niños, escribió que los superdotados viven la problemática de sentirse diferentes, por ser más sensibles, empáticos y porque su desarrollo emocional es superior. “Necesitan amor, aceptación y comprensión”.

Nascira Ramia, coordinadora de los Programas de Educación de la Universidad San Francisco de Quito (UEFQ), coincide en que la enseñanza actual carece de atención diferenciada para niños superdotados, tanto a nivel de educación pública como privada.

Una parte fundamental es la preparación de los docentes para que puedan adaptar los currículum.

A los niños superdotados -de acuerdo con Ramia- suelen promoverlos de grado, pero de todas maneras “no es lo más adecuado”.

Estudios realizados en Reino Unido señalan que el nivel de coeficiente intelectual (CI) puede ser afectado con el tiempo por pobreza, nutrición y estrés. Aunque el CI alto no es una garantía de éxito. (I)