Los añejos trapiches y cultivos de caña cuentan la historia de Baños

La zafra, el trapiche y el guarapo. Estas tres curiosas e inusuales palabras están vinculadas a la historia, léxico y economía del cantón Baños de Agua Santa.

Hacen referencia a la cosecha anual de caña de azúcar, al mecanismo que extrae su delicioso zumo y al nombre que el producto recibe después de ser envasado.

Actualmente, el 90% de los 18.000 baneños (gentilicio local) vive de la actividad turística; hasta hace siete décadas gran parte de la población se dedicaba al cultivo de ese producto.

Saccharum officinarum es su nombre científico. De los endurecidos tallos se extrae el delicioso néctar, con el cual se elaboran seis clases de bebidas refrescantes, un licor especial, incluso la base de un carburante amigable con el medio ambiente.

“Las parcelas de la zona baja, de las comunas Río Blanco, Río Negro y Río Verde, son ideales para la producción de caña. Esto por el excelente clima, suelo lleno de minerales y la abundancia de agua”, indica Napoleón Cuesta, docente baneño.

Se estima que durante dos siglos, desde 1750, este fue el cultivo principal de la localidad y en el que se empleó de forma directa a la mayoría de la población.

Por ello, continúa Cuesta, hasta ahora proliferan los trapiches, que son establecimientos de extracción y venta del zumo de la caña de azúcar.

El trapiche más antiguo

En el cantón hay al menos 25 de estos negocios. No obstante, solo uno es centenario. Se encuentra en el interior de la hostería El Trapiche, ubicada al pie del cerro Runtún, a cinco minutos del centro.

En la antigua hacienda San Vicente, detrás de la edificación principal, está el añejo instrumento para la molienda de caña.

“Se lo considera Patrimonio Cultural de Baños, pues tiene más de un siglo de historia. Por ello, todo recorrido urbano debe incluir una visita al lugar”, destaca Mario Tite, guía turístico.

Allí se conservan la noria original (rueda de madera que es activada por el agua de un afluente), tres engranajes antiguos, los alambiques (recipientes de cobre para destilar alcohol).

“Sin duda la mayoría de los abuelos de las actuales generaciones conocieron o trabajaron en el lugar. Además allí reposan los enormes barriles, bandas y piedras de moler”, agrega Tite.

El viejo trapiche es uno de los pocos museos de la producción de caña en el país.

“Ruta de los tragueros”

En los estrechos y rudimentarios chaquiñanes del sector San Pedro, ubicado cerca de la Cascada de Agoyán, nace la “ruta de los tragueros” o de los contrabandistas.

“Estos angostos senderos fueron abiertos en plena montaña por los vendedores de trago o contrabandistas, como eran conocidos hasta 1950. Ellos llevaban secretamente el licor hacia la Sierra y Amazonía”, explica Adolfo Salán, habitante de la comunidad San Pedro.

La ruta comprende un recorrido de aproximadamente 65 kilómetros. Aún se conserva el pequeño camino; allí se siembra en la actualidad guayaba, mandarina, limón, entre otros cítricos. (I)