La historia de amor de la pareja más longeva del mundo se forjó en Ecuador

En 1934 Quito fue escenario de una historia de amor que se fue forjando a lo largo de décadas hasta trascender al tiempo y convertir a sus protagonistas en la pareja de casados más longeva del mundo y acreedora, por ello, del Récord Guiness.

La expectación en la vivienda de Julio César Mora Tapia, de 110 años y Waldramina Maclovia Quiteros Reyes, de 104, era máxima tras conocerse del récord mundial batido gracias a una vida compartida.

Más de ocho décadas juntos

En total, la edad de ambos suma 214 años y más de 358 días, algo que nunca imaginaron cuando se conocieron en la capital ecuatoriana hace más de ocho décadas.

Waldramina visitaba a su hermana, que vivía en el mismo edificio que Julio César, quien a su vez era primo del esposo de la hermana de la hoy centenaria.

Y lo que sucedió fue amor a primera vista.

Amor a primera vista

«Cuando Julio César me conoció, dice que al verme, yo había llegado con mi padre, estaba mirando a escondidas y que se prometió que yo sería la esposa de él», contó Waldramina a Efe en una estancia de su casa, de tres pisos de un barrio del norte de Quito.

Julio César conquistó Waldramina gracias a sus dotes literarias que le llevaron a escribirle poesías, además de ser poseedor de un espíritu cariñoso que conmovieron a la joven.

Ella robó el corazón del que sería su futuro esposo gracias al amor que mostraba en cada una de sus acciones, su carácter firme y singular belleza.

La pareja más longeva

Tras siete años de noviazgo la pareja selló su amor casándose el 7 de febrero de 1941 en la «Iglesia El Belén», la más antigua de Quito, de manera secreta, pues las familias de la pareja se oponían a su relación.

Hasta la fecha llevan 79 años casados y aseguran que el paso del tiempo no ha hecho otra cosa que fortalecer su relación.

En la que el gran amor y respeto mutuo se han convertido en los pilares para permanecer unidos tanto tiempo en plena madurez.

Con un discurso acompasado que refleja el ineludible paso de los años, tez blanca y el pelo de níveo como el algodón, Waldramina cree que su secreto ha sido la paciencia y el respeto.

«Él me estimó bastante y cualquier situación que hubiera en pocas horas la arreglaba, explicándonos el porqué había sucedido y luego todo ya está bien», menciona con la mirada perdida como quien rebusca entre sus efímeros recuerdos.

La paciencia y el respeto

Ese respeto se aprecia al reconocer las debilidades de cada uno, como que su marido, fatigado tras varias entrevistas, se retire a descansar a un cuarto aledaño.

A pesar de haber dedicado toda su vida a la docencia, en la actualidad ambos disfrutan de su jubilación y de la compañía del otro y de la familia.

Ambos fueron padres de cinco hijos (uno de ellos, el mayor, murió a los 58 años), todos ellos profesionales, y tienen hoy 11 nietos, 21 bisnietos y 9 tataranietos.

La centenaria comenta que a su esposo enseñaba a bailar a sus hijos porque le encantaba, «bailaba muy bonito», aduce, mientras ella observaba, pues se define como más severa.

La crianza de los hijos

«No concebía la mentira, sino siempre la verdad y es ese camino es el que quiero que mis hijos cumplan, asímismo ayudar a toda persona que lo necesite», aclara Waldramina.

Una de sus hijas, Aura Cecilia, relató a Guiness que las actividades que más disfrutan hacer juntos sus progenitores son ir al teatro, al cine y reunirse con sus allegados y parientes más cercanos.

Otra de sus aficiones es sembrar y cultivar plantas para compartir la cosecha con la familia y amigos.

El Récord Guiness

El matrimonio ecuatoriano conformada por Julio César y Waldramina Maclovia superaron a los estadounidenses Charlotte Henderson y John Henderson, que ostentaban el título de la pareja más longeva del mundo con 212 años con 52 días.

La noticia fue «una gran sorpresa» para Waldramina, que al igual que su esposo ni la esperaban.

Eso sí, desean que sus hijos sigan su mismo camino y ejemplo.

A pesar de los cambios y dificultades a los que se han tenido que enfrentar a causa de la pandemia, siguen colmando sus vidas de ánimo y optimismo.

Confían en que pronto pueda encontrarse una solución que les permita volver a ver cara a cara a sus seres queridos.

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EFE