El Mundial sobre rieles

Rusia es un país que se mueve en tren. La modernidad solamente se adaptó al ferrocarril, no lo suprimió. En el caso concreto de Moscú, las «bokzal» (estaciones) mantienen su condición de eje de la vida diaria de la ciudad.

El Campeonato Mundial convirtió al tren en parte muy importante de su organización. No es que los equipos fueran a usar este modo de transporte, pero hinchas y periodistas lo tuvieron a su disposición. Incluso gratis.

La Fan ID (de la que habrá que hablae en próxima entrega) permitió que los aficionados de todo el Mundo puedan reservar gratuitamente cuantos trenes necesiten, con el solo registro. Lo mismo pasaba con los periodistas, quienes inscribíamos nuestra acreditación y podíamos acceder a este servicio libre de cargo.

En una primera instancia, todos los servicios prestados por la empresa estatal PZD se agotaron. Un par de meses antes del Mundial incluyeron más servicios en las rutas más solicitadas, como Moscú – San Petersburgo o Moscú – Nizhny.

Mi experiencia en este Mundial se redujo a un viaje, precisamente, a Nizhny, para el partido Panamá – Inglaterra. El servicio desde la estación Krusky fue puntual y en cuatro horas se pudo cubrir la ruta. El pasaje consistía en, básicamente, aficionados de ambos países que nos ahorramos $ 50 en este trayecto.

Los trenes rusos tienen tres joyas estelares. Por un lado, está el Sapsan, el tren bala. Capaz de cubrir la ruta Moscú – San Petersburgo en 4 horas, es eficiencia y confort. Luego viene el transiberiano, que recorre 9.288 kilómetros y conecta la capital con Pyongyang, en Corea del Norte.

Por último, el más entrañable de todos: el Flecha Roja, el tren nocturno que recorre entre Moscú y San Petersburgo y que, en el caso de la capital, sale todos los días a las 23:55 desde la estación Leningradsky para llegar a las 07:00 del día siguiente.

Es un tren de lujo, concebido por el propio Stalin para los grandes líderes del Partido Comunista, que recorre la misma ruta desde 1931 (con una breve interrupción de dos años en plena Guerra Mundial) y que hoy sigue siendo un símbolo por su lujo antiguo y evocación de un pasado ausente. Emociona cuando a su arribo empiezan a sonar en los parlantes los acordes del «Himno a una Gran Ciudad», un ritual vigente desde 1965.

La ruta Moscú – San Petersburgo es cubierta a diario por un promedio de 38 vuelos diarios, que salen de sus tres aeropuertos metropolitanos. Es posible viajar, incluso, pagando hasta $ 15 por un boleto de ida (sin equipaje) y el trayecto dura una hora y media. Sin embargo, el tren ofrece 40 viajes en la misma dirección, lo que prueba que no ha perdido favor y gusto dentro de las preferencias del pueblo ruso.

Es que se convierte en un espacio democrático, donde la norma es compartir y prima el espíritu de reunión. En los espacios entre vagones son usuales las reuniones donde hasta se toca guitarra. Sobre rieles se construyó buena parte de la historia y la identidad de Rusia, y eso no lo puede borrar ni la modernidad. (O)