El Mundial del sol de medianoche

Sobre Rusia existen varios preconceptos. El más generalizado es el que se relaciona con el clima. Se dice «Rusia» y vienen a la mente toneladas de nieve, hielo, temperaturas en negativo y osos. Pero hay mucho más que aquello y llega en forma de un verano muy particular.

Es que, aparte de las altas temperaturas (en Nizhny tuvimos 30 grados el lunes, para el Suecia – Corea), hay un rasgo que es particular de las tierras del extremo norte del planeta: la casi eterna claridad.

La puesta de sol en Moscú es a las 21:30. Recién a esa hora se ciernen las sombras. Y es por un tiempo corto. A las 02:30 ya brillan las primeras clarinadas de la aurora y el sol ya está a pleno a las 04:00. Y la vida comienza ahí. Aparecen los atletas, los ciclistas y el transporte ya empieza a funcionar.

Los rusos, obvio, ya están acostumbrados. En su chip está la capacidad de adecuarse a esta situación y a otras, digamos, peores (las relacionadas con el invierno, por ejemplo). Así que para ellos no es novedad. El lío es para nosotros.

La vida de mi compañero Xavier Zevallos no es vida. A las 02:00 (18:00 de Ecuador) acaba su trabajo para la radio. A esa hora, se va a dormir. O, mejor dicho, a intentar dormir. Cuando se acuesta, ya el sol se toma la bóveda celeste en Moscú. ¿Cómo dormir así? Ni el antifaz le ayuda. Y eso sin tomar en cuenta lo del cambio de horario, otra cruz.

¿Qué hacer? Alejandro Ordóñez es un ecuatoriano que vive 10 años en Moscú. De acuerdo a su experiencia, un extranjero recién a los tres años de residencia se puede acostumbrar a esta particular situación. Él, al menos, así lo pudo superar y hoy se levanta todos los días a las 05:30 y se acuesta a las 23:00, sea invierno o verano.

Según el compatriota, quienes tienen problemas con la claridad usan en sus casas cortinas gruesas. Pero él prefiere verle el lado positivo y valora que los parques viven desde temprano y la gente se toma los espacios públicos.

En medio de la euforia mundialista, los turistas le sacan provecho a a esta situación y extienden la «noche» casi hasta convertir al desayuno en almuerzo. Nos acostamos no antes de las 04:00, pero despertamos poco antes del medio día, si las obligaciones laborales no dictan algo diferente Nuestro reloj biológico la está pasando muy mal, es cierto.

Pero, mientras, toca sacarle provecho a esta situación. Al menos, mi amigo Zevallos piensa que una buena opción para poder dormir a tiempo sea extender la jornada laboral y llegar cansado a la cama. No le queda otra. (I)