El estigma de los hijos únicos se derrumba

Complicaciones económicas, laborales, inestabilidad de las relaciones de pareja o una nueva manera de entender la idea de ser padres, hacen que en la actualidad cada vez existan más familias que se decidan por tener un solo hijo.

Pero esa decisión ha estigmatizado a los hijos únicos como personas sobreprotegidas, introvertidas y malcriadas. Tienen fama de ser mimados, dependientes, inseguros y egoístas.

La psicóloga María Inés Zavala asegura que la conducta de cada hijo único depende de la crianza de los padres. La enseñanza de ciertos valores, como compartir y socializar, es importante.

“Si como padre comete el error de darle todo, estos niños piensan que la vida es fácil, que el mundo tiene que rendirles pleitesía y cuando están ya en la edad adulta sufren mucho porque se encuentran con la realidad”.

La socialización ha dejado de ser un problema para los hijos únicos que ya no se quedan en su casa al cuidado de un adulto, a la espera de entrar a la escuela para conocer nuevas personas. Debido al aumento de trabajo de los padres, los niños asisten a jardines o preescolares desde muy temprana edad.

Por temor a que sus hijos se sientan abandonados o solos, los padres de hijos únicos se preocupan más por fomentar el juego con niños.

Ariana González, de 25 años, hija única, ha experimentado que la sobreprotección genera más temores. Ella cuenta que hubo ocasiones en que no se sentía capaz de realizar actividades comunes, como cruzar la calle. Pero también se siente muy autosuficiente cuando debe tomar decisiones. Cuenta que no le teme a la soledad y que está acostumbrada a comer sola.

Según un estudio elaborado por la Fundación La Caixa de España, el porcentaje de mujeres con un solo hijo en la actualidad es del 27,6%. Una cifra que casi cuadruplica el de la generación de mujeres nacidas en 1940, que era del 7,4%. Optar por un solo hijo no es idea de pocas mujeres, se ha convertido en un fenómeno en todos los niveles sociales, independiente a la procedencia social o geográfica.

Ahora -dice Zavala- los padres muestran una pérdida de autoridad asociada a la culpa de estar ausentes. Eso hace que los niños se conviertan en maleducados.

“Ellos son el centro de atención de los padres. Al no tener hermanos no compiten con nadie”.

Ser hijo único siempre ha estado cargado de connotaciones negativas, pero los hijos únicos no presentan diferencias significativas con el resto de niños que tienen hermanos, siempre que este haya estado en contacto con otros pequeños desde temprana edad. (I)